Este fin de semana concluye el mundial de Fórmula 1 del 2016 en Abu Dhabi y Rosberg llega a la cita final del campeonato con todo a su favor para llevarse el título. Sin embargo, el alemán de Mercedes haría bien en no fiarse porque rematar la faena nunca es fácil, por mucho que 'sólo' necesite acabar tercero. Basta recordar que en puesto peor, el cuarto, le bastaba en esta misma pista, en el 2010, a Fernando Alonso para ser campeón con Ferrari. Un resultado que parecía fácil de conseguir pero que acabó siendo imposible para el asturiano y su equipo, más pendientes de marcar a Webber que de lo que pudiese hacer Vettel quien, a la postre, acabó superando a ambos en la general del campeonato para lograr su primer título. Recuperamos a continuación nuestro comentario de hace seis años sobre uno de los finales de campeonato más sorprendentes en la historia de la Fórmula 1
Tras 19 grandes premios e infinidad de alternativas a lo largo de una temporada apasionante, el título 2010 de fórmula 1 se lo acabó llevando el binomio coche-piloto más rápido, el formado por Red Bull y Sebastián Vettel. Se podría decir, por tanto, que se impuso la lógica… y, sin embargo, para que ello ocurriese hizo falta un gran premio de Abu Dhabi en el que precisamente la falta de lógica (¡o la lógica equivocada!) por parte del muro de Ferrari fuese clave en el resultado del mundial de pilotos.
Después de tanto experto clamando a favor del estilo Ferrari (centrarlo todo en un piloto) y criticando la estrategia de Red Bull (no decantarse por ninguno de los dos mientras ambos tuviesen opciones), al final resultó que fue precisamente el tener dos pilotos aun en lucha por el título en la última carrera lo que permitió al equipo de la bebida energética lograr también el campeonato de conductores tras haberse asegurado, una semana antes, el de constructores.
Con Vettel en pole, Webber quinto, Alonso entre ambos, en la tercera posición, y los McLaren de Hamilton y Button mezclados en la pelea, ocupando los puestos segundo y cuarto de la parrilla, la formación de salida del gran premio de Abu Dhabi planteaba una carrera en la que podían pasar muchas cosas. De entrada, el mal resultado de Webber era un respiro para Alonso, ya que alejaba la posibilidad del temido doblete Red Bull que, de producirse, nadie dudaba iba a terminar en el ‘orden correcto’, es decir con Webber por delante de Vettel y título para el australiano. Pero la mala posición de salida de Webber, unida a la pole de su compañero de equipo y a la competitividad de los McLaren, le daba a Vettel una ‘última oportunidad’ de lograr el título, para lo que tenía que ganar y que Alonso no acabase cuarto… lo que, vistas las posiciones de parrilla no era ni muchos menos esperar un imposible.
Sin embargo, en Ferrari seguían pensando en Webber como principal rival, y las palabras de Alonso momentos antes de la salida, en las que no daba mayor importancia a la posibilidad de verse superado por Button en los primeros metros (lo que le dejaría cuarto, justo en el límite de lo que necesitaba) no hacían sino confirmar que el español y su equipo iban a usar la calculadora, pensando que tenían un coche con suficiente ‘ritmo de carrera’ como para permitirles estar, sin problemas, entre los cuatro primeros a final de gran premio… y por delante de Webber.
Ahí era donde Alonso y Ferrari empezaban a perder su liderato en la general del campeonato. Con un coche pensado para ser rápido en calificación y tener buen ritmo en ‘aire limpio’, lo que necesitaba el asturiano era una carrera ‘tranquila’, en la que las estrategias de todos fuesen las lógicas para no tener sobresaltos camino de un tercer o cuarto puesto más que suficientes para lograr el título. Así que en la ‘Scuderia’ nadie se inquietó cuando Alonso volvió a no salir demasiado bien, viéndose superado por Button en los metros iniciales y cayendo a esa cuarta plaza, por delante de Webber, que le daba el título aunque ganase Vettel… pero que le dejaba, también, al borde del precipicio y a merced de cualquier cambio en el guión de la carrera. Y ese cambio se produjo apenas unas curvas más allá, provocado por un error de Schumacher, cuyo Mercedes acabó siendo embestido por el Force India de Liuzzi. La inevitable entrada del coche de seguridad la aprovecharon algunos de los de la ‘parte de atrás’ de la parrilla para hacer el obligatorio cambio de neumáticos… y también la utilizó alguien mucho más peligroso para los intereses de los que iban por delante, Nico Rosberg.
Con el Mercedes, ya sin tener que parar hasta el final, rodando enseguida a buen ritmo, una simple ojeada al monitor de tiempos dejaba claro que si alguno del grupo de cabeza hacía su entrada en boxes en el primer tercio de carrera se iba a encontrar con la flecha plateada por delante cuando volviese a pista. Y no sólo, ya que cerca de Rosberg rodaba otro que había cambiado gomas en la primera vuelta, el Renault de Vitaly Petrov.
Sin embargo, justo eso, entrar muy pronto a montar las gomas duras, era lo que hacía Red Bull con Mark Webber, tras completar el australiano los primeros diez giros en una infructuosa caza del Ferrari de Alonso que se saldaba incluso con el roce de su rueda trasera derecha contra uno de los muros de cemento que bordean el circuito de Yas Marina. La lógica de la maniobra era eso tan típico de ‘buscar algo diferente’ cuando ves que el plan original no funciona… pero lo sorprendente era que el movimiento de Red Bull era imitado, de inmediato, por Ferrari con sus dos coches. Primero llamaban a boxes a Massa, que rodaba sexto tras Webber en los primeros metros, buscando ‘tapar’ definitivamente a australiano. Y cuando esto fallaba, reclamaban a Alonso a un 'pitstop' que acaba por convertirse en la sentencia para las opciones al título del asturiano.
De vuelta a pista, Alonso y su Ferrari se encontraban por detrás de Petrov y el Renault, que pronto se convertían en un muro infranqueable. Con un coche reglado para ser rápido y calificación y tener buen ritmo de carrera pero que adolecía de la necesaria velocidad punta para poder adelantar en el único punto donde era posible, al final de la larga recta de la parte inicial del circuito, el asturiano y su equipo pagaban caro la estrategia en la que habían basado todo el fin de semana, la de defender la ventaja respecto a Webber sin pensar que, según como se desarrollase la carrera, y con los McLaren también ‘metidos en en la ajo’ igual la mejor defensa hubiese sido un buen ataque. La impotencia de Alonso para superar con el Ferrari al Renault, pilotado por el muchas veces cuestionado piloto ruso del equipo francés, era pronto evidente y tras un par de desesperados intentos, que no acabaron con el Ferrari fuera de carrera gracias a las amplias escapatorias de la pista árabe, la suerte estaba más que echada. Por delante, Rosberg se convertía en objetivo inalcanzable y, además, el ‘tapón’ que provocaba Petrov a sus espaldas permitía a su compañero de equipo, Robert Kubica, hacer valer la estrategia totalmente opuesta, la de cambiar gomas tarde para volver a pista también por delante del inesperado trío Petrov-Alonso-Webber, cerrado por un resignado Mark que había perdido en calificación buena parte de sus opciones y que, por eso mismo, acababa por convertirse en un inesperado cebo en el que picaban de forma sorprendente Alonso y Ferrari, dejando vía libre hacia el título a Sebastián Vettel y el otro Red Bull que llegaba a Abu Dhabi con opciones de luchar por el campeonato.
Al final, la política de Red Bull de permitir que sus dos pilotos siguiesen en la lucha hasta el último Gran Premio, sin imponer órdenes en sus posiciones, acababa por ser la clave para lograr el título con Vettel. Esa doble opción obligaba a Ferrari a tener que atender dos frentes en la carrera final y, eligiendo el objetivo equivocado, defenderse de un ya casi derrotado Webber, se quedaban sin respuesta ante el rival que acababa siendo más peligroso, su compañero de equipo Sebastián Vettel. El feo gesto de recriminación de Alonso a Petrov en la vuelta de retorno a boxes tras acabar la carrera resumía en si mismo la rabia y la frustración del asturiano ante la pérdida de una ocasión de oro para llevarse un campeonato que tenía perdido en el verano y que empezó a creer ganado cuando vio explotar ante sus ojos el motor Renault de Vettel en Corea, cuando Red Bull siguió fiel a su estilo y no ordenó cambio de posiciones entre Vettel y Webber en Brasil o cuando, tras calificar tercero con el australiano quinto en Abu Dhabi, acabar cuarto parecía ‘pan comido’ en la última carrera del año.
Pero, como se suele decir y, aunque suene a topicazo es absolutamente, cierto, nadie gana nada hasta que se cruza bajo la bandera a cuadros final. Por ello, por acabar ganando ‘a su manera’, el triunfo de Vettel y RedBull tiene aun mejor sabor para el alemán y su equipo. Que después de tantos vaivenes el campeonato lo acabe ganando el binomio más rápido no deja de ser tan lógico como toda una paradoja en una temporada espectacular y de las que hacen afición. Por eso no deja de sorprenderme la forma en que mucha gente acogió el resultado final, con una especie de fatalismo y unas dosis de decepción porque Alonso no logró el título que no son sino una prueba más de que la manera en que se siguen las carreras por parte de muchos medios y aficionados es de lo más pobre e incompleta. Porque una cosa es tener tu piloto o equipo favorito y otra, muy distinta, es disfrutar sólo si son ellos quienes ganan. En eso, los que vemos las carreras con más distanciamiento respecto a colores, filias y fobias, tenemos una importante ventaja. Porque gracias a eso, este año nos lo hemos pasado genial y hasta pensamos que el desenlace del campeonato ha sido, desde el punto de vista deportivo, el mejor posible… por mucho que el ganador haya sido un alemán en lugar de un asturiano. Si acaso, puestos a escoger el mejor ‘final feliz’ al estilo Hollywood, hasta hubiésemos disfrutado más con el triunfo de ese buen tipo procedente de Australia al que, me temo, se le esfumó en el barrizal de Corea, la gran ocasión de lograr ese sueño que persigue desde hace tantos años y en cuya búsqueda a punto ha estado de dejarse la vida ya un par o tres de veces. Pero no todas las películas tienen finales tan felices, ni el no tenerlos las hace peores, así que la del mundial 2010, que corona a la nueva joven sensación de la F1, será una de esas que habrá que revisar una y otra vez en los próximos años ya que, estoy seguro, se va a convertir en todo un ‘clásico’. Al fin y al cabo, ya que hablamos de películas y de clásicos, ¡en ‘Casablanca’ tampoco ‘ganó’ el que todos queríamos que ganase!.
Texto: Daniel Cean-Bermúdez, fotos: prensa equipos F1, enlace al texto original, publicado el 25 de noviembre del 2010