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Comentarios publicados en la web a lo largo de la temporada 2010
25|11|2010 AL FINAL RED BULL GANÓ A SU MANERA

Tras 19 grandes premios e infinidad de alternativas a lo largo de una temporada apasionante, el título 2010 de fórmula 1 se lo acabó llevando el binomio coche-piloto más rápido, el formado por Red Bull y Sebastián Vettel. Se podría decir, por tanto, que se impuso la lógica… y, sin embargo, para que ello ocurriese hizo falta un gran premio de Abu Dhabi en el que precisamente la falta de lógica (¡o la lógica equivocada!) por parte del muro de Ferrari fuese clave en el resultado del mundial de pilotos.

Después de tanto experto clamando a favor del estilo Ferrari (centrarlo todo en un piloto) y criticando la estrategia de Red Bull (no decantarse por ninguno de los dos mientras ambos tuviesen opciones), al final resultó que precisamente el tener dos pilotos aun en lucha por el título en la última carrera lo que permitió al equipo de la bebida energética lograr también el campeonato de conductores tras haberse asegurado, una semana antes, el de constructores.

Con Vettel en pole, Webber quinto, Alonso entre ambos, en la tercera posición, y los McLaren de Hamilton y Button mezclados en la pelea, ocupando los puestos segundo y cuarto de la parrilla, la formación de salida del gran premio de Abu Dhabi planteaba una carrera en la que podían pasar muchas cosas. De entrada, el mal resultado de Webber era un respiro para Alonso, ya que alejaba la posibilidad del temido doblete Red Bull que, de producirse, nadie dudaba iba a terminar en el ‘orden correcto’, es decir con Webber por delante de Vettel y título para el australiano. Pero la mala posición de salida de Webber, unida a la pole de su compañero de equipo y a la competitividad de los McLaren, le daba a Vettel una ‘última oportunidad’ de lograr el título, para lo que tenía que ganar y esperar que Alonso no acabase cuarto… lo que, vistas las posiciones de parrilla no era ni muchos menos esperar un imposible.

Sin embargo, en Ferrari seguían pensando en Webber como principal rival, y las palabras de Alonso momentos antes de la salida, en las que no daba mayor importancia a la posibilidad de verse superado por Button en los primeros metros (lo que le dejaría cuarto, justo en el límite de lo que necesitaba) no hacían sino confirmar que el español y su equipo iban a usar la calculadora, pensando que tenían un coche con suficiente ‘ritmo de carrera’ como para permitirles estar, sin problemas, entre los cuatro primeros a final de gran premio… y por delante de Webber.

Ahí era donde Alonso y Ferrari empezaban a perder su liderato en la general del campeonato. Con un coche pensado para ser rápido en calificación y tener buen ritmo en ‘aire limpio’, lo que necesitaba el asturiano era una carrera ‘tranquila’, en la que las estrategias de todos fuesen las lógicas para no tener sobresaltos camino de un tercer o cuarto puesto más que suficientes para lograr el título. Así que en la ‘Scuderia’nadie se inquietó cuando Alonso volvió a no salir demasiado bien, viéndose superado por Button en los metros iniciales y cayendo a esa cuarta plaza, por delante de Webber, que le daba el título aunque ganase Vettel… pero que le dejaba, también, al borde del precipicio y a merced de cualquier cambio en el guión de la carrera. Y ese cambio se produjo apenas unas curvas más allá, provocado por un error de Schumacher, cuyo Mercedes acabó siendo embestido por el Force India de Liuzzi. La inevitable entrada del coche de seguridad la aprovecharon algunos de los de la ‘parte de atrás’ de la parrilla para hacer el obligatorio cambio de neumáticos… y también la utilizó alguien mucho más peligroso para los intereses de los que iban por delante, Nico Rosberg.

Con el Mercedes, ya sin tener que parar hasta el final, rodando enseguida a buen ritmo, una simple ojeada al monitor de tiempos dejaba claro que si alguno del grupo de cabeza hacía su entrada en boxes en el primer tercio de carrera se iba a encontrar con la flecha plateada por delante cuando volviese a pista. Y no sólo, ya que cerca de Rosberg rodaba otro que había cambiado gomas en la primera vuelta, el Renault de Vitaly Petrov.

Sin embargo, justo eso, entrar muy pronto a montar las gomas duras, era lo que hacía Red Bull con Mark Webber, tras completar el australiano los primeros diez giros en una infructuosa caza del Ferrari de Alonso que se saldaba incluso con el roce de su rueda trasera derecha contra uno de los muros de cemento que bordean el circuito de Yas Marina. La lógica de la maniobra era eso tan típico de ‘buscar algo diferente’ cuando ves que el plan original no funciona… pero lo sorprendente era que el movimiento de Red Bull era imitado, de inmediato, por Ferrari con sus dos coches. Primero llamaban a boxes a Massa, que rodaba sexto tras Webber en los primeros metros, buscando ‘tapar’ definitivamente a australiano. Y cuando esto fallaba, reclamaban a Alonso a un pitstop que acaba por convertirse en la sentencia para las opciones al título del asturiano.

De vuelta a pista, Alonso y su Ferrari se encontraban por detrás de Petrov y el Renault, que pronto se convertían en un muro infranqueable. Con un coche reglado para ser rápido y calificación y tener buen ritmo de carrera pero que adolecía de la necesaria velocidad punta para poder adelantar en el único punto donde era posible, al final de la larga recta de la parte inicial del circuito, el asturiano y su equipo pagaban caro la estrategia en la que habían basado todo el fin de semana, la de defender la ventaja respecto a Webber sin pensar que, según como se desarrollase la carrera, y con los McLaren también ‘metidos en en la ajo’ igual la mejor defensa hubiese sido un buen ataque. La impotencia de Alonso para superar con el Ferrari al Renault, pilotado por el muchas veces cuestionado piloto ruso del equipo francés, era pronto evidente y tras un par de desesperados intentos, que no acabaron con el Ferrari fuera de carrera gracias a las amplias escapatorias de la pista árabe, la suerte estaba más que echada. Por delante, Rosberg se convertía en objetivo inalcanzable y, además, el ‘tapón’ que provocaba Petrov a sus espaldas permitía a su compañero de equipo, Robert Kubica, hacer valer la estrategia totalmente opuesta, la de cambiar gomas tarde para volver a pista también por delante del inesperado trío Petrov-Alonso-Webber, cerrado por un resignado Mark que había perdido en calificación buena parte de sus opciones y que, por eso mismo, acababa por convertirse en un inesperado cebo en el que picaban de forma sorprendente Alonso y Ferrari, dejando vía libre hacia el título a Sebastián Vettel y el otro Red Bull que llegaba a Abu Dhabi con opciones de luchar por el campeonato.

Al final, la política de Red Bull de permitir que sus dos pilotos siguiesen en la lucha hasta el final, sin imponer órdenes en sus posiciones, acababa por ser la clave para lograr el título con Vettel. Esa doble opción obligaba a Ferrari a tener que atender dos frentes en la carrera final y, eligiendo el objetivo equivocado, defenderse de un ya casi derrotado Webber, se quedaban sin respuesta ante el rival que acababa siendo más peligroso, su compañero de equipo Sebastián Vettel. El feo gesto de recriminación de Alonso a Petrov en la vuelta de retorno a boxes tras acabar la carrera resumía en si mismo la rabia y la frustración del asturiano ante la pérdida de una ocasión de oro para llevarse un campeonato que tenía perdido en el verano y que empezó a creer ganado cuando vio explotar ante sus ojos el  motor Renault de Vettel en Corea, cuando Red Bull siguió fiel a su estilo y no ordenó cambio de posiciones entre Vettel y Webber en Brasil o cuando, tras calificar tercero con el australiano quinto en Abu Dhabi, acabar cuarto parecía ‘pan comido’ en la última carrera del año.

Pero, como se suele decir y, aunque suene a topicazo es absolutamente, cierto, nadie gana nada hasta que se cruza bajo la bandera a cuadros final. Por ello, por acabar ganando ‘a su manera’, el triunfo de Vettel y RedBull tiene aun mejor sabor para el alemán y su equipo. Que después de tantos vaivenes el campeonato lo acabe ganando el binomio más rápido no deja de ser tan lógico como toda una paradoja en una temporada espectacular y de las que hacen afición. Por eso no deja de sorprenderme la forma en que mucha gente acogió el resultado final, con una especie de fatalismo y unas dosis de decepción porque Alonso no logró el título que no son sino una prueba más de que la manera en que se siguen las carreras por parte de muchos medios y aficionados es de lo más pobre e incompleta. Porque una cosa es tener tu piloto o equipo favorito y otra, muy distinta, es disfrutar sólo si son ellos quienes ganan. En eso, los que vemos las carreras con más distanciamiento respecto a colores, filias y fobias, tenemos una importante ventaja. Porque gracias a eso, este año nos lo hemos pasado genial y hasta pensamos que el desenlace del campeonato ha sido, desde el punto de vista deportivo, el mejor posible… por mucho que el ganador haya sido un alemán en lugar de un asturiano. Si acaso, puestos a escoger el mejor ‘final feliz’ al estilo Hollywood, hasta hubiésemos disfrutado más con el triunfo de ese buen tipo procedente de Australia al que, me temo, se le esfumó en el barrizal de Corea, la gran ocasión de lograr ese sueño que persigue desde hace tantos años y en cuya búsqueda a punto ha estado de dejarse la vida ya un par o tres de veces. Pero no todas las películas tienen finales tan felices, ni el no tenerlos las hace peores, así que la del mundial 2010, que corona a la nueva joven sensación de la F1, será una de esas que habrá que revisar una y otra vez en los próximos años ya que, estoy seguro, se va a convertir en todo un ‘clásico’. Al fin y al cabo, ya que hablamos de películas y de clásicos, ¡en ‘Casablanca’ tampoco ‘ganó’ el que todos queríamos que ganase!.

08|11|2010 CUESTIÓN DE PRINCIPIOS

El mundial de fórmula 1 más igualado de la historia llega a la última prueba del año sin decidir y aun con cuatro pilotos manteniendo opciones matemáticas al título. Y aunque es evidente que las opciones del cuarto clasificado, Lewis Hamilton, son tremendamente remotas, incluso el británico viaja a Abu Dhabi todavía con alguna posibilidad de llevarse un título que desde hace varias carreras es, cada vez más, un intenso y, en cierto modo desigual, duelo RedBull-Alonso. Desigual, además, en ambas direcciones. Porque si, por un lado, los monoplazas del equipo de la bebida energética siguen siendo los coches a batir, lo cual les da ventaja en la pelea contra el Ferrari de Alonso, cada vez más competitivo pero todavía no lo suficiente para batirles en un mano a mano directo, por el otro la política de no decidirse por uno de sus pilotos hace que Webber y Vetel se sigan haciendo la guerra entre ellos, restándose puntos el uno al otro lo cual no deja de ser muy favorable a los intereses de su rival.

Una política, esta de dar ‘carta blanca’ a sus dos pilotos, que es la opuesta a la aplicada poco menos que ‘de siempre’ por Ferrari pero que, en cambio, es un clásico en los equipos británicos a lo largo de la historia de la F1. Desde los tiempos de Lotus, cuando en el 73 Petterson y Fittipaldi ‘se las tuvieron tiesas’ todo el año al volante de los preciosos JPS72… lo que le facilitó enormemente la tarea a Jacky Stewart y Tyrrel para llevarse su tercer título, hasta el cercano caso de McLaren, con el destructivo duelo Alonso-Hamilton del 2007 que aprovecharon Ferrari y Raikkonen para lograr un campeonato que estaba casi fuera de su alcance a poco del final, pasando por aquella temporada del 86, dominada por los Williams de Mansell y Piquet, pero cuyo título de pilotos ganó Prost con un McLaren, no faltan los precedentes a lo que está haciendo RedBull que acabaron mal para el equipo que los aplicó.

Y, sin embargo, aun comprendiendo la marea de críticas hacia el equipo de Dietrich Mateschitz, no puedo menos que simpatizar con su forma de ver las carreras. Porque, independientemente de que, por cuestiones afectivas, dentro de Red Bull haya quien prefiera que el campeón sea Vettel, tampoco deja de ser cierto que el equipo ha tratado, en lo posible, de dar absoluta igualdad de oportunidades a ambos pilotos, con el controvertido episodio del famoso ‘nuevo alerón’ de Silverstone como único momento en el que, empujados por las circunstancias  (escasez de recambios y Vettel como líder del campeonato) uno de los dos tuvo una levísima ventaja técnica. En el resto de carreras, ni en el material ni en las estrategias ha habido favoritismos para uno u otro… y ello ha llevado a que, en Brasil, Red Bull se haya asegurado el título de constructores y a que sus dos pilotos lleguen a Abu Dhabi con opciones al título.

Llegado este momento, con el campeonato de constructores ya ganado, Horner y su gente tienen ya las manos libres para buscar el de pilotos, aplicando las órdenes que hagan falta en Abhu Dabbi en función de como vaya la carrera… y sin traicionar sus principios. Si, como es de esperar, vuelven a dominar, pero Alonso les sigue, entonces Vettel ya no tendrá opción y ahí es cuando estarán totalmente legitimados para pedirle que deje paso, porque lo harán cuando uno de los pilotos ya no tenga posibilidades, y no como hizo Ferrari cuando Massa todavía estaba en el campeonato. Evidentemente es muy arriesgado, pero cuentan con un coche superior y todavía tienen margen para ganarlo todo 'a su manera'... lo cual, desde el punto de vista del aficionado a las carreras, sería realmente bueno, independientemente de que piloto de Red Bull lo logre y de que ello signifique que el título no se lo lleve Alonso. Porque, por muy meritoria que sea la temporada del asturiano (que lo es, especialmente en su segunda mitad, superando de forma admirable una primera parte de año llena de errores muy poco habituales en un piloto de su clase y su experiencia), un triunfo de Fernando volvería a darle la razón al ‘estilo Ferrari’, es decir, a apostar prácticamente desde el principio del año sólo por uno de los dos pilotos, lo que significa poco menos que ‘despercidiar’ a efectos de la lucha por el título al segundo coche de uno de los equipos punteros. Una tendencia, que de convertirse en norma por parte de todas las escuderías de cabeza, restringiría enormemente la pelea por las victorias y los títulos, que quedarían sólo al alcance de los ‘primeros pilotos’ de cada equipo de los llamados ‘grandes‘. 

De todas formas, todavía pueden pasar muchas cosas en Abu Dhabi, y de las miles de combinaciones posibles que se pueden dar en la pista de Yas Marina, me quedo con la que me parece más espectacular, ¡la que daría lugar nada menos que a un triple empate en cabeza! Una combinación que, además, no es tampoco especialmente descabellada, aunque si difícil que se produzca. Imaginemos que los McLaren son superiores a los Ferrari en Abu Dhabbi (algo hasta plausible en una pista de largas rectas como la árabe). Entonces, si los Red Bull siguen siendo los coches a batir (como es de esperar), un triunfo de Vettel, por delante de Webber,  seguidos ambos por los dos McLaren, con Alonso ocupando la quinta posición... ¡significaría que Vettel, Webber y Alonso empatarían a 256 puntos! El título sería entonces para Vettel por tener un cuarto puesto más que Alonso, ya que los dos estarían igualados a victorias (5), segundos puestos (2) y terceros (otros 2). ¡Casi nada! Así que ya veo a Horner y compañía haciendo cuentas hasta el final porque tal y como está el tema puede pasar cualquier cosa.

Lo que tengo claro, además, es que en Red Bull no son tontos, y una cosa es la libertad y otra muy distinta el libertinaje. Si llegado el momento, a pocas vueltas del final de Abu Dhabi, Vettel está por delante de Webber, y a ambos les sigue Alonso, que nadie dude que el alemán, al que ganar no le serviría de nada en esas circunstancias, se va a hacer a un lado sin necesidad de que le tengan que enviar un mensaje de radio más o menos ‘codificado’. Y, si lo hace, la situación no será en absoluto criticable ni tampoco comparable al ‘caso Ferrari’ en Alemania, por mucho que, de ocurrir, todos los ‘expertos en F1’ de este país lo vayan a utilizar para justificar la pérdida del título por parte del asturiano. De todas formas, lo mejor de todo es que el campeonato llegue como llega a su última prueba, con máxima emoción e incertidumbre. A los que nos gusta la F1 por encima de colores, nombres y nacionalidades es lo que nos importa. Así que sólo queda esperar una carrera fantástica en Abu Dhabi para cerrar un año espectacular. Gane quien gane al final se lo habrá merecido, especialmente tras una temporada tan apasionante como la que estamos viviendo en el 2010.

29|09|2010 EL MUNDIAL DE F1 MAS IGUALADO DE LA HISTORIA

Faltan sólo cuatro grandes premios (o tres si el nuevo circuito de Corea no se termina a tiempo) y aun son cinco los pilotos que aspiran al título, estando separados entre si por menos puntos de los que el ganador suma en una sola carrera. Prácticamente nunca en la historia de la F1 se había dado una situación semejante, ya que habría que remontarse a 1962 para encontrar algo parecido… y no del todo comparable.  Aquel año Graham Hill. Jim Clark, Bruce McLaren, Phil Hill y John Surtees estaban agrupados en sólo seis puntos (cuando la victoria valía 9) a falta de cuatro carreras. La importante diferencia es que, entonces, el número de pruebas del calendario era mucho menor, sólo nueve, con lo que, de hecho, apenas si se había superado la mitad de temporada en vez de estar, como ahora, en pleno sprint final.

Un sprint que se presenta apasionante y en el que la lucha a tres bandas entre RedBull, Ferrari y McLaren que está siendo la constante de toda la temporada se va a intensificar, si cabe, tanto dentro como fuera de la pista. La diferente concepción de los tres monoplazas, con sus muy marcados puntos fuertes y débiles, ha venido definiendo de forma clave los vaivenes de una clasificación en la que ninguno ha sido capaz de tomar ventaja. Red Bull ha contado durante prácticamente todo el año con el mejor coche, muy superior en pistas que requieren más apoyo aerodinámico pero vulnerable cuando es la velocidad punta y la baja carga alar lo que cuenta. Justo lo contrario que McLaren, con un coche capaz de ‘volar’ cuando se necesita poco alerón pero que sufre más de la cuenta si lo que hace falta es ‘pegarse al asfalto’ en curvas de media o baja velocidad. En el término medio de ambos ha venido estando Ferrari, con un F10 tal vez más homogéneo, ni mejor que todos en ningún momento pero tampoco casi nunca peor que los dos coches de la competencia. El resultado de todo ello ha sido un ‘equilibrio inestable’ que ha hecho ir cambiando de manos el liderato a la vez que las diferencias entre el primero y el último del grupo de aspirantes al título se estiraban y encogían.

Pero no sólo las prestaciones de los monoplazas han sido las que han configurado un desarrollo tan extraño (y, a la vez, apasionante) para el mundial 2010. Porque, aunque la máquina siga siendo el factor más decisivo, aun hace falta un piloto que la lleve a meta y le saque todo el partido. Y, analizando lo que ha sido hasta ahora la temporada, diría incluso que han sido los pilotos, con sus aciertos y errores, los que han acabado influyendo más que los coches para que el campeonato llegue tan apretado a su parte final.

Por un lado, el exceso de ‘errores no forzados’ cometidos por Sebastián Vettel ha impedido al alemán ser el claro líder de un campeonato que, por coche, ya tenía que ser casi suyo. Pero el joven prodigio teutón ha mostrado este año unos puntos débiles que hasta ahora no se le conocían y que su más experto compañero de equipo, Mark Webber, ha sabido explotar. Vettel no ha sabido gestionar una situación inesperada, la de verse igualado y hasta superado en prestaciones por un compañero de equipo al que ya daba por ganado tras lo visto la anterior campaña. Y ello le ha llevado a fallar más de la cuenta desaprovechando una ventaja técnica que por momentos fue enorme pero que ahora ya no lo parece tanto. Con cuatro carreras por delante, Vettel sigue por detrás de Webber y el australiano lidera la general, la peor situación posible para el joven y orgulloso astro emergente alemán. Una situación que tampoco es buena para Webber, que tiene el enemigo en casa y que se encuentra ante esa ‘última oportunidad’ que no puede desaprovechar. El aussie es rápido, es tenaz, es valiente… pero no es, probablemente, un megacrack como lo puede ser su compañero de equipo o lo son, sin duda, otros dos de los contendientes al título, Alonso y Hamilton. Y, por ello, Mark deberá seguir contando con una ventaja técnica, por ligera que sea, para poder contenerles, ventaja que no tiene respecto a su compañero de equipo, cuyo presumible último esfuerzo podría convertirse en fatal para las aspiraciones de Red Bull de conseguir su primer título. Y es que Vettel puede acabar perjudicando más que beneficiando a su equipo si no es capaz de erigirse, finalmente, en el dominador del campeonato que debía de haber sido de no fallar tanto a lo largo del año.

Por el contrario, la situación para el piloto que actualmente está situado entre los dos de RedBull en la general es totalmente opuesta. Alonso es ‘el hombre’ para Ferrari desde principio de temporada, y aunque Massa consiguió inicialmente, a base más de consistencia que de brillantez, mantenerse por delante del asturiano en la tabla de puntos, su caída fue rápida una vez empezó a fallar, convirtiéndose enseguida en un mero comparsa, con el ridículo episodio de Alemania como prueba inequívoca de cual iba a ser su papel desde entonces. Ello hace que, a diferencia de en Red Bull (y en McLaren), en Ferrari no pueda haber dudas, la carta a jugar es sólo una, la de Alonso, por mucho que la primera mitad de temporada del asturiano fuese, cuando menos, desconcertante. Pocas veces se ha visto un Alonso tan propenso a fallar como este año y, sin embargo, aun con todos esos errores, el asturiano nunca perdió la fe en sus posibilidades lo que, unido a un Ferrari en alza, le han permitido reaccionar de un modo fantástico tras el penoso fin de semana de Bélgica. En Spa Alonso tocó fondo y su gran mérito ha sido ser capaz de enderezar la situación con dos victorias consecutivas, justo a continuación, que le han vuelto a meter de lleno en la pelea. El F10 sólo ha fallado realmente en Turquía, y desde hace ya bastantes carreras ha sido siempre superior al McLaren y ha estado en ocasiones a la altura del RedBull. Por ello, aun con más fallos de la cuenta, el asturiano llega a final de temporada con sus opciones intactas, y todo ello le convierte en un rival temible. Porque su cupo de errores parece ya cubierto, porque la mala fiabilidad de los motores Ferrari parece superada hace tiempo, porque tendrá incluso un escudero si es que le hace falta y, sobre todo, porque estas últimas victorias las ha logrado recordándonos al mejor Alonso de siempre, infalible, correoso, capaz de controlar el ritmo de carrera, ganador... Fernando parece ahora tener más factores a favor que en contra para lograr a final de año lo que parecía imposible tras el naufragio de Spa, ganar su tercer título mundial.

Cerrando el grupo de ‘cinco magníficos’ que optan a este esquivo título mundial 2010 están los dos anteriores campeones, los pilotos de McLaren, Lewis Hamilton y Jenson Button. Ambos están prácticamente igualados a puntos aunque han llegado a su actual total de forma muy diferente en la forma pero similar en el fondo, usando cada uno sus virtudes (el talento descomunal de Lewis, la aguda inteligencia de Jonson) para llevar por encima de sus límites al monoplaza menos competitivo del trío de equipos de cabeza. El McLaren sólo ha sido un coche ganador en muy contadas ocasiones y nunca ha gozado de la superioridad técnica que ha tenido casi siempre el RedBull o, en ocasiones más contadas, el Ferrari. Ha tenido que ser la lluvia o circunstancias de carrera (la ‘autodestrucción’ de los RedBull en Turquía o la falta de decisión con los doblados de Alonso en Canada) lo que ha permitido a Button y Hamilton sumar victorias que, por coche, no estaban claramente a su alcance. Pero ese viajar en el filo de navaja les está pasando factura, especialmente al más rápido y agresivo de los dos, Lewis, que en Monza se precipitó en su ataque a Massa en el primer giro porque sabía que la italiana era la última pista donde su McLaren podía permitirle luchar por la victoria, y que en Singapur volvió a quedar fuera por no conformarse y tratar de superar a un Webber que en cuanto la carrera se hubiese vuelto a lanzar habría estado fuera de su alcance. Por todo ello, salvo que en Woking den con algo que les permita colmar la diferencia de competitividad del McLaren respecto al RedBull y el Ferrari… o salvo que la lluvia se encargue de mezclar las cartas y cambiar las condiciones en que se disputarán algunas de las últimas carreras, me parece muy difícil que alguno de los dos pilotos británicos pueda sumar su segundo título.

De todas formas, hacer pronósticos este año es más difícil que nunca, con tantos vaivenes en la clasificación como para que sea improbable que, de ahora en adelante, alguno de estos ‘cinco magníficos’ se convierta en claro dominador. Lo más probable es que el campeonato no se decida hasta Abu Dhabi y que a esa última carrera lleguen más de dos aspirantes al título. Antes de eso quedan aun por despejar incógnitas cómo cuanto han afectado a los RedBull las últimas restricciones en materia de flexibilidad de fondos y alerones, de lo que tendremos más datos pronto, cuando los monoplazas afronten las vertiginosas eses de Suzuka. O si McLaren es capaz de reaccionar y dar a sus pilotos un coche al menos al nivel de ese Ferrari que, en manos de Alonso, lleva ya dos poles y dos victorias seguidas y ha sido capaz de darle, casi del todo, la vuelta al campeonato.

Sea como sea, una cosa está clara: al final todo se convierte, como siempre ha sido, en una lucha de máquinas y hombres, de recursos y de talento, de tecnología y de valor. Y quien consiga una mejor mezcla de todos estos elementos se llevará el título en el mundial más igualado de la historia de la fórmula 1. Gane quien gane recordaremos esta temporada durante muchos años.
01|09|2010 SPA NO DEFRAUDA

Si hay un circuito en el la fórmula 1 sigue conservando buena parte de todas las virtudes que nos hacen seguirla desde hace muchos años ese es el de Spa Francorchamps. La pista belga continúa representando todo un desafío incluso para los supersofisticados monoplazas actuales. Y aunque pasar a fondo por Eau Rouge y el Raidillon ya no es lo que era, no faltan ingredientes en cada vuelta al trazado de las Ardenas para poner a prueba a los mejores pilotos del mundo. Y más si la impredecible climatología de la zona hace de las suyas, lo cual es bastante habitual y volvió a ser el caso el pasado fin de semana. Por eso no me parece en absoluto casual que el podio final del gran premio belga del 2010 lo ocupasen los tres pilotos que, en mi opinión, mejor están rindiendo en lo que va de temporada, cada uno en su estilo y con los medios que tiene a su disposición: Lewis Hamilton, Mark Webber y Robert Kubica.

Hamilton sumó en Spa su tercera victoria del año y es líder del mundial a falta de sólo seis carreras pese a no haber tenido en ningún momento el mejor coche del lote. A lo sumo, el McLaren ha sido el segundo y, más habitualmente, el tercer monoplaza más competitivo de la parrilla. Pero ello no ha impedido a Lewis obtener con él unos resultados que le permiten seguir siendo uno de los máximos aspirantes al título. El británico está pilotando este año mejor que nunca, manteniendo su habitual agresividad pero acompañándola de muchos menos errores. Nadie ha adelantando a tantos rivales como él y nadie parece capaz de sacar la quintaesencia de un fórmula 1 en piso deslizante como lo hace Hamilton. De esto último, la carrera de Spa fue toda una demostración. Su vuelta de calificación, con slicks pero la primera parte de la pista ya húmeda, fue simplemente magistral, y su ritmo de carrera con gomas lisas cada vez que caían cuatro gotas resultó simplemente imposible de seguir para el resto, con diferencias de más de segundo por vuelta sobre el más rápido de los demás que no dejan lugar a dudas. En ese tipo de condiciones, Hamilton es, ahora mismo, el más rápido… ¡y con diferencia! Si además, se tiene la dosis justa de suerte para salir bien librado de su único fallo, cuando se salió a la puzolana pero consiguió retornar a la pista sin daños, el resultado está cantado, victoria y liderato de un mundial que, por coche, no debería ganar, pero que sigue intentando conseguir.

El caso de Webber es distinto pero no por ello menos destacable ni meritorio. El australiano cuenta con el coche a batir, ese Red Bull que algo tiene (¡pero nadie sabe aun exactamente que!) para ser tan endiabladamente eficaz en curva rápida. Con un monoplaza tan superior en ciertos momentos del año como el RB4, optar al título es poco menos que una obligación, pero el mérito de Mark no es esa segunda posición que ocupa en la tabla ni ser quien más triunfos ha logrado, lo que da más valor a sus prestaciones es la forma en que está superando (¡y diría que hasta desquiciando!) a todo un prodigio como es Sebastián Vettel. Batir con el mismo coche a un piloto de la rapidez del joven alemán dice mucho a favor de la capacidad del australiano, al que pocas veces se ha reconocido su velocidad, aun cuando no era extraño verle hacer auténticos milagros en calificación con coches tan poco competitivos como aquellos Jaguar o los Williams del fin de la era BMW y el retorno a Cosworth. Con la ventaja adquirida sobre Vettel en Spa, Webber pasa a ser la mejor baza de Red Bull, y salvo en Monza, en el resto de pistas el monoplaza diseñado por el genial Adrian Newey va a ser, muy probablemente, el coche que hay que tener para ganar. Mark tiene ante así la ocasión que el año pasado tuvo Button, y parece decidido a aprovecharla del mismo modo.
 
Lo de Kubica es otra historia totalmente diferente pero no por ello menos llamativa. El polaco llegó a Renault cuando el gigante francés poco menos que arrojaba la toalla, abandonado por su piloto estrella y con menos presupuesto que nunca. Pero con un coche que no tiene pinta de ser mucho mejor que el de la pasada campaña, y en un campeonato en el que las diferencias entre los tres primeros equipos y el resto son notables, Robert está logrando prestaciones con el Renault que le permiten seguir de cerca en la clasificación a los seis pilotos de los ‘tres grandes’, mezclándose con ellos a la mínima oportunidad con prestaciones tan sobresalientes como la de Spa. Sin rendirse nunca, pilotando al límite en cada sesión de calificación y en cada carrera, Kubica está demostrando que, aunque con un coche no ganador sea imposible vencer, si se da siempre el máximo como él hace las diferencias con los de delante se acortan y se puede estar ahí para aprovechar la oportunidad si llega el momento. Su carrera de Spa fue un claro ejemplo de esto, y sólo su error en la última parada en boxes le impidió lograr una segunda plaza que tenía poco menos que en el bolsillo. En Kubica, Renault ha encontrado su ‘nuevo Alonso’, ese piloto que, como el asturiano en su primera época en el equipo galo, es capaz de sacar la quintaesencia del coche y de motivar a todo el equipo, lo único que le falta al polaco es que el monoplaza alcance el nivel de excelencia de aquellos R25 y R26, y entonces lo tendremos luchando por las victorias y los títulos.

Y si los tres ocupantes del podio fueron la cara de una nueva carrera apasionante en Spa, la cruz recayó en dos de los aspirantes al título que tuvieron uno de sus peores fines de semana en mucho tiempo, Sebastián Vettel y Fernando Alonso. Tras ser batido una vez más por Webber en calificación, el alemán desaprovechó una magnífica ocasión de imponerse a su compañero de equipo en carrera a base de cometer un rosario de errores que empezó con su incomprensible pérdida de control del Red Bull, que le hizo llevarse por delante al totalmente inocente Button, y culminó con una rueda pinchada al pasar de forma innecesariamente agresiva a Liuzzi. Entre eso y el drive trough por su ‘asalto’ al McLaren del actual campeón, el resultado fue un rotundo cero para Vettel que puede tener consecuencias muy graves en sus opciones al título. Porque lo peor no fue sólo la pérdida de puntos, lo más grave para el alemán fue esa sensación que volvió a dar de no ser capaz de asimilar la rapidez de Webber, algo que le está haciendo perder los papeles dentro y fuera del coche más de una vez en lo que va de temporada, y que puede costarle un título, que por talento y coche a su disposición tenía que ser suyo hasta con cierta facilidad.

Por lo que respecta a Alonso, su actuación en Spa me resultó totalmente incomprensible ya desde el sábado. Que en un circuito donde, cuando las nubes acechan, predecir si va a llover en los próximos diez minutos es poco menos que imposible, se apueste todo a que la carrera se va a disputar entera sobre agua es, cuando menos, delirante. Aun así, y pese a una calificación nada brillante (la vuelta final de Alonso en la Q3, a 1.6 de la lograda por Hamilton en las mismas concisiones de piso, da que pensar y no puede achacarse sólo a los ‘reglajes para lluvia), el asturiano se mostraba increíblemente optimista el sábado por la tarde, quitándole importancia a salir dentro del grupo en una pista donde los incidentes de primera vuelta en La Source y BusStop son orden del día casi cada año. Y precisamente en este último punto, cuando cayeron las primeras cuatro gotas, se vio envuelto Alonso (sin culpa alguna por su parte) en uno de ellos, algo que saliendo delante siempre es más fácil de evitar y demuestra como eso de que ‘calificar bien en Spa no importa’ no dejaba de ser muy inexacto. A partir de ahí, la remontada a los puestos de honor ya era imposible, porque además el ritmo, ni en seco ni en mojado, era tampoco suficiente como para recuperarles terreno a los cuatro primeros. Pero es que, además, cuando finalmente apareció esa lluvia por la que Alonso y Ferrari suspiraban, el desenlace no pudo ser peor. En su única vuelta completa con gomas intermedias sobre piso mojado, Alonso rodó casi segundo y medio más lento que Massa, no precisamente un as bajo la lluvia y que, además, llevaba reglajes para seco en su F10. Y, para colmo, en el siguiente giro, el asturiano pisó más de la cuenta uno de los resbaladizos pianos y acabó dejando contra las vallas su Ferrari y buena parte de sus opciones al título. Un nuevo error en un fin de semana negro y en una temporada en la que son ya demasiados los fallos del piloto español (y de su equipo, que tampoco está exento de culpa). A Alonso le está costando demasiado lograr con el Ferrari esa continuidad de resultados y esa machacona regularidad que tan buenos dividendos le dio en la época dorada de Renault, y fines de semana como el de Spa no hacen sino aumentar la ansiedad de piloto y equipo, justo en vísperas de la carrera más importante del año para la Scuderia, el gran premio de Italia en Monza.

26|07|2010 EL 'ESTILO TODT'

'Ganar es lo único que importa', poco más o menos esa es la filosofía que el ahora presidente FIA, Jean Todt, impuso en Ferrari desde su llegada a la ‘scuderia’ procedente de Peugeot, donde ya había aplicado, a rajatabla y con éxito, su forma de ver las carreras. Y si para ganar hay que centrar todos los recursos en un solo piloto y sacrificar las ambiciones de su compañero de equipo, se hace, sin miramientos.

Ese modo de ver la competición, apoyado en el inmenso talento de Michael Schumacher al volante y de Ross Brawn en el muro de boxes, llevó a Ferrari a su época más victoriosa en la F1… y produjo también algunos de los episodios más sonrojantes de la historia de la máxima categoría del automovilismo mundial, entre los que destaca ese gran premio de Austria del 2002, en el que Rubens Barrichello tuvo que hacerse a un lado para permitir el enésimo triunfo del kaiser. Aquel patético paripé, con Schumacher cediendo luego el primer escalón del podio a su apenado compañero de equipo, como reacción ante los abucheos de un público que se sintió estafado, dio lugar a la aparición en la normativa del mundial de F1 de ese artículo que prohíbe las ‘órdenes de equipo’. Una regla un tanto absurda, ya que es poco menos que imposible de hacerla cumplir y, además, no deja de ser lógico que cada equipo mire, antes que nada, por sus intereses o los de sus patrocinadores. Pero una regla que está ahí y acaba obligando a situaciones tan ridículas y llenas de hipocresía y hasta mal gusto como la que protagonizaron en el gran premio de Alemania los principales nombres de la escudería italiana.

Que Alonso es superior a Massa nadie lo duda. Al fin y al cabo, estamos comparando, a igualdad de coche, a todo un bicampeón del mundo con un piloto rápido pero que ya ha demostrado en más de una ocasión sus limitaciones y que, además, viene de un accidente gravísimo y está tratando de reencontrarse a si mismo. Que si Ferrari quiere tener aun opciones al título este año ha de apostar por Alonso, en vista de los puntos sumados por Fernando y Felipe en la primera mitad de temporada, también es más que evidente. Pero no por todo ello deja de ser triste que Massa tenga que ‘hacerse a un lado’ de forma tan obvia para que Alonso gane su segunda carrera de una temporada que los presuntos ‘expertos’ de la prensa nacional vaticinaban como poco menos que un paseo triunfal para el asturiano y Ferrari. Y más triste aun me resulta escuchar vía radio a Alonso gritar su frustración al mundo por que su compañero de equipo no le deja pasar sin ofrecer resistencia. De un piloto de su talento, su clase y su velocidad uno esperaría ese ‘plus’ de garra y técnica suficiente como para permitirle adelantar a un Massa, a igualdad de coche, sin tener que esperar a que Felipe se vea obligado a levantar el pie de forma descarada y a tener que morderse la lengua después cuando su compañero, al que acababa de regalar la victoria, todavía trata de buscarle una justificación técnica, en forma de avería, a una maniobra que fue tan evidente y descarada como para que lo mejor fuese no decir nada más.

Victorias como la de Hockenheim poca satisfacción deben de producir, por mucho que ganar sea lo único que importa, y nada hacen para engrandecer la figura de quien las consigue. Así que, entendiendo los motivos de Ferrari para obrar como obró el muro de la ‘scuderia’ en la pista alemana, no puedo menos, como espectador, que sentirme tan estafado como aquellos austriacos que en el 2002 abucheaban a Schumacher en el podio de Osterreichring. Y no puedo evitar sentir una enorme simpatía por Massa y su ingeniero Rob Smedley, prácticamente un hermano mayor para Felipe, y en cuya voz vía radio se podía ‘leer’ perfectamente toda la rabia y frustración que le producía tener que ordenar (perdón, ¡informar es la palabra oficial en ese caso!) a su buen amigo que se hiciese aun lado. Algo que siempre es duro para cualquier piloto pero que, el 25 de julio de 2010, era especialmente difícil para Massa. Justo un año después del accidente que casi le cuesta la vida en Hungaroring, y tras dos carreras, Valencia y Silverstone, en las que equipo y compañero ya le habían demostrado que para él no había opción a más que a ser el ‘número 2’, verse delante en Hockenheim, con ritmo suficiente como para, al menos, tratar de pelear en buena lid por la victoria, era una de esas ocasiones que no se pueden dejar escapar. Si alguien merecía ganar esta carrera era Massa, si alguien tenía que ganarla era Alonso… y al final se impuso la lógica empresarial por encima de los sentimientos… ni más ni menos que lo que Todt siempre predicó, probablemente la forma más eficaz de gestionar una empresa pero no el modo en que nos gustaría que se decidiesen las carreras. Triste pero real como la vida misma.

01|06|2010 ¡VIVA LA LUCHA LIBRE!

En estos tiempos de tanta electrónica, tanta estrategia y tanto control desde boxes, las luchas fratricidas entre los pilotos de Red Bull y los de McLaren en el gran premio de Turquía me resultaron tan sorprendentes como estimulantes… y sus desarrollos y desenlaces me parecieron, además, tremendamente significativos.

En el caso de Red Bull, el ataque de Vettel diría que tuvo bastante de ‘esto no puede seguir así’ tras ver como, una vez más, Webber le había ganado la partida en calificación y se disponía a sumar una nueva victoria. El joven prodigio alemán, como todo piloto con aspiraciones y, probablemente, talento de megaestrella no podía admitir que alguien ya en la parte final de su carrera deportiva le volviese a superar. Así que su apuesta fue un todo o nada, buscando sin miramientos el hueco y tratando de intimidar a un compañero-rival que no es, precisamente, de los que se dejan amedrentar en el cuerpo a cuerpo. El resultado fue una colisión difícilmente evitable cuando uno quiere pasar a cualquier precio y el otro no está dispuesto a ceder. Un ‘incidente de carrera’ de esos en los que la culpa siempre está bastante repartida, si acaso con mayor responsabilidad en este caso para el atacante, confiando tal vez en que el defensor se hiciese a un lado para evitar lo que acabó sucediendo. Ahora tanto uno como otro ya saben a que atenerse, y en el equipo también deberán de tenerlo bien claro, uno, el joven, no se va a conformar con perder, otro, el veterano, no se va a dejar ‘pisar’ así como así. Hay un título mundial en juego y es un premio demasiado apetitoso como para andarse con miramientos ante nadie… y menos ante tu compañero de equipo.

Lo de McLaren, en cambio, fue un capítulo más en el duelo más fascinante que presenta este mundial 2010: el de los dos últimos campeones peleando de tú a tú a igualdad de coche y usando cada uno sus mejores armas. Hamilton está pilotando mejor que nunca esta temporada, ha hecho más adelantamientos él sólo que prácticamente el resto de la parrilla junta y apenas si ha cometido errores de esos que tan caro le costaron en años anteriores. Pero ni con eso está por delante en la tabla de puntos de un Button menos espectacular pero que está haciendo de la inteligencia y el saber aprovechar las ocasiones su mejor arma. El domingo, Jenson volvió a jugar sus bazas con maestría, conservando combustible y gomas en la cuarta plaza mientras Lewis trataba de recuperar en la pista el puesto perdido en boxes durante su cambio de neumáticos. Y cuando los RedBull se autoeliminaron y los McLaren quedaron sólos en cabeza emergió lo mejor de sus dos pilotos. Button sorprendió a Hamilton con una maniobra que este no esperaba y lo adelantó de forma magistral… y Lewis le devolvió la jugada con otra pasada decidida en la que, al igual que en el anterior lance, ambos fueron duros pero, a la vez, lo suficientemente correctos y respetuosos con el compañero-rival como para evitar el desastre. Que una vez la doble escaramuza consumada el equipo se desgañitase vía radio pidiendo a ambos que ‘ahorrasen gasolina’ no deja de ser lógico. Ambos habían tenido su oportunidad, habían combatido con libertad y se habían jugado la carrera a una carta en esa doble maniobra. Esperar que les hubiesen dejado seguir así hasta la última vuelta ya era pedir demasiado en estos tiempos de lo ‘políticamente correcto’.

En todo caso, ver luchar con libertad, aunque sea por una vuelta, a los pilotos de los dos mejores coches de la parrilla convirtió en apasionante una carrera en la que tanto Red Bull como McLaren demostraron estar ‘en otra liga’. Lo cual, si ambos equipos siguen permitiendo a sus pilotos pelear como lo hicieron en Turquía (y no hay motivos para pensar que no vayan a hacer) no deja de ser una magnífica noticia para un campeonato que los RedBull podían haber dejado medio sentenciado en este arranque de temporada. Al no haberlo hecho, han permitido a McLaren ‘llegar’ y ahora la pelea va a ser mucho más compleja e interesante. Si además alguno del resto, empezando por esos casi anónimos Alonso y Ferrari de Estambul, se suman también al combate pues mejor que mejor.

11|05|2010 ¡LOS BUENOS TIPOS TAMBIÉN GANAN!

Hay una frase, tan cínica como popular en los ambientes ‘racing’ anglosajones, que dice algo así como que ‘los buenos tipos nunca ganan’. Y aunque suene mal no deja de haber algo de verdad en ello, porque ya se sabe que, para ganar, muchas veces lo primero es no andarse con chiquitas y pasar por encima de quien sea y como sea. Así que cuando, como ocurrió en el gran premio de España, el que gana es un piloto como Mark Webber, al que por lo que uno lee y oye por ahí, todo el mundillo de la F1 considera unánimemente ‘un buen tipo’, su triunfo alegra especialmente y es de esos que los ‘brittish’ llaman una victoria ‘popular’, o sea de las que deja a todos contentos.

El triunfo de Webber en Montmeló fue, además, incuestionable. El australiano pilotaba el mejor monoplaza del lote, el cada vez más rápido Red Bull (otra cosa es que sea del todo fiable… ¡que le pregunten a Vettel!), de eso no hay duda. Pero dominar como dominó durante todo el fin de semana, machacando tanto en calificación como en carrera a su muy valorado compañero de equipo es algo que no está al alcance de cualquiera. Como el propio Sebastián reconocía a final de carrera, Mark estuvo ‘en otra liga’ en el gran premio de España. El australiano conservo su primera plaza en la salida, destrozó el crono en las primeras vueltas (¡marcó la mejor vuelta, de forma consecutiva, en todos y cada uno de sus giros antes del cambio de gomas!), y en la segunda mitad del gran premio jugó al gato y al ratón con sus rivales, bajando tiempos a su antojo en cuanto Vettel o Hamilton hacían un mínimo intento por recortar diferencias.

La victoria del Red Bull de Webber, en la primera carrera ‘normal’ (es decir, sin agua) tras el tostón de Bahrein, nos devolvió, también, a la F1 no especialmente excitante en pista que, me temo, será la norma todo el año. Ya sabemos que en Montmeló no se adelanta nadie (¡ni en GP2 se pasaban!), lo que unido a lo ‘archiconocido’ que tienen el circuito todos los equipos debido a ser escenario habitual de los tests de pretemporada, el resultado es que las jerarquías que se establecen en la pista catalana suelen ser bastante significativas de por donde van a ir los tiros el resto de la temporada. En ese sentido, los Red Bull volvieron a estar un paso por delante de todos en calificación (¡algo ha encontrado Newey para que sus coches sean tan eficaces a una vuelta con depósitos llenos!) y, sin ser ya tan arrolladoramente superiores, también fueron tan o más rápidos que sus perseguidores en carrera. De ellos, los McLaren, especialmente en manos de Hamilton, fueron quienes dieron mejor sensación, mientras que en Ferrari sólo la determinación de Alonso y la fortuna en forma de los problemas de frenos de Vettel y de llanta de Hamilton (¡que mala suerte la suya el domingo tras hacer otro carrerón!) permitieron el asturiano ‘sacar petróleo’ acabando segundo una carrera en la que la cuarta plaza ya parecía hasta demasiado premio para las prestaciones del F10.

Lo mejor que nos deja el resultado del gran premio de España es tener nada menos que a siete pilotos a distancia de menos de una carrera en el total de puntos del campeonato cuando se llega a la prueba más esperada de cada año, el gran premio de Mónaco. En el tan glamouroso como ‘ratonero’ trazado monegasco las diferencias en cuanto a mayor apoyo aerodinámico en curva rápido que permiten a los Red Bull dominar debieran ser menos evidentes… o al menos eso esperan en McLaren y Ferrari, conscientes de que las manos de Hamilton y Alonso puedan compensar en parte las desventajas a base de limar más que nadie los raíles de las calles del principado. Si, además, llueve como pronostican los meteorólogos, podemos asistir a una carrera apasionante… aunque es casi seguro que en pista no se adelante nadie. Y es que no se puede tener todo.

21|04|2010 BUTTON SE REIVINDICA

Dice el refrán que ‘vale más caer en gracia que ser gracioso’, lo que, dándole la vuelta ocurre también a veces, en el sentido de que hay gente a la que no se la acaba de dar valor hagan lo que hagan. Y algo así diría que le ocurre, si hablamos de fórmula 1, al actual campeón mundial, Jonson Button. Al británico muchos lo tacharon el año pasado de campeón gris o triste, como si fuese culpa suya el haber aprovechado al máximo el coche más competitivo en la parte inicial de la campaña para conseguir una ventaja inalcanzable para el resto. Lo que, en su caso, y tras años de tener que lidiar con monoplazas de competitividad muy cuestionable, no dejaba de ser una oportunidad que no se podía dejar escapar. Pero, de todas formas, se siguió viendo poco menos como un ‘defecto’ eso de ganar ‘gracias al coche’, olvidándose los que así piensan de algo clave en la F1 actual: sin un buen coche no eres nadie.

Diría, incluso, que todo ello acabó pesando en la arriesgada decisión tomada por Jonson de ‘meterse en la boca del lobo’, es decir fichar por McLaren para pelearse, a igualdad de coche, con el piloto de más talento natural de los que pueblan la parrilla actual, Lewis Hamilton. Una apuesta difícil que, tras sólo cuatro carreras, ya está dándole jugosos dividendos a Button, líder del campeonato tras ganar en China otra carrera en la que la lluvia se encargó de recordarnos que la fórmula 1 es un espectáculo alucinante.

Evidentemente, las victorias de Button en Australia y en China se han debido más a usar la cabeza y acertar con la táctica que a pilotaje puro y duro. En eso su compañero de equipo ha sido, de nuevo, el pasado fin de semana, el que más ha sobresalido… ¡tanto en lo de puro como en lo de duro! Lewis me recuerda, cada vez más, al añorado Senna en ese total autoconvencimiento de que son capaces de hacer cualquier cosa con el volante entre las manos, lo que en su día llevó al brasileño, y ahora lleva al británico, a estar constantemente en el límite, tanto a nivel de pilotaje como de comportamiento en pista… cruzando incluso la raya en más de una ocasión, como me pareció el caso de Hamilton el domingo cuando hizo ‘autocross’ camino del box tras recibir tarde la llamada de su equipo.

Una raya, esa tan sutil que hay a veces entre lo correcto y lo incorrecto, por la que también transitaron Vettel y Alonso en China. El alemán, ‘vengándose’ a base de ‘empujar’ al británico contra el interior del pitlane, del muy atrevido adelantamiento de Hamilton a la entrada de boxes. El español intimidando a Massa en esa misma entrada a boxes que acabó por convertirse en un sitio extra de adelantamiento para los más audaces. La forma en como pasó Fernando a Felipe, cuando ambos se dirigían a cambiar neumáticos a la vez y el que entrase detrás vería sus opciones muy comprometidas por tener que ‘hacer cola’, fue de esas que diferencian al campeón, que no se lo piensa cuando tiene que actuar, del aspirante, al que le falta esa ‘mala leche’ necesaria para llegar a lo más alto.

En todo caso, espectáculo en pista aparte (que lo hubo ¡y mucho!) lo mejor que dejó China es su contribución a que el campeonato se esté poniendo cada vez más apasionante. Los Red Bull dominan pero no definen. Los McLaren va a más, con Button aprovechando cada ocasión que se le presenta (¡su especialidad!) y Hamilton haciendo auténticas diabluras al volante (¡en el mejor y el peor sentido!). Los Ferrari siguen ahí, pese a sus problemas de fiabilidad, y con Alonso ganándole la partida, diría que definitivamente, a Massa. Además, Rosberg se postula cada día más como el hombre de punta de Mercedes y no ha de tardar su primera victoria, y Kubica demuestra que con un Renault también se pueden hacer grandes cosas a poco que se ponga toda la carne en el asador en cada vuelta como hace al polaco.

Y todo ello en un fin de semana en el que, me temo, se acabaron las esperanzas de ver de nuevo a Schumacher luchando por las posiciones de honor. El alemán sufrió la que debió ser la peor carrera de su vida, superado a derecha e izquierda por rivales que ya le han perdido el respeto. Cuando se anunció la vuelta del kaiser el año pasado tenía mis dudas de que pudiese volver a ser el de antes, pero tampoco pensé que fuese a estar tan lejos de lo que fue. Las diferencias con el cada día más sólido Rosberg aumentan en vez de disminuir y no veo como alguien con el orgullo de ganador de Michael va a poder seguir adelante en la situación actual. El fracaso del alemán en lo que va de año es lo único que está fallando en un campeonato que empezó soporífero en Bahrein pero que, a continuación, ha ido subiendo en intensidad tras cada carrera. Magníficas noticias para los organizadores del gran premio de España, cuyas tribunas estarán, a buen seguro, a reventar… para ver una carrera que, si no llueve, puede ser la típica ‘procesión’ que produce cada año Montmeló. De todas formas, tras lo mucho que nos han divertido las carreras de Australia, Malasia y China, bien podemos soportar alguna que otra aburrida mientras el campeonato siga estando tan interesante..
06|04|2010 LOS RED BULL ASUSTAN

Dos averías de los más banales dejaron a Vettel y RedBull sin dos victorias poco menos que seguras en las dos primeras carreras de la temporada, pero en Malasia nada se interpuso entre ‘el nuevo Schumacher’ y la victoria. La joven sensación germana y los monoplazas de la bebida energética dominaron con rotundidad un gran premio en el que, además, sus principales rivales se ‘autoeliminaron’ de la pelea por la primera plaza ya el sábado, con una desastrosa Q1 bajo la lluvia.

En una nueva demostración de exceso de confianza en las tecnologías, los llamados ‘cuatro grandes’ hicieron más caso a las predicciones que a los hechos, y aunque es más que evidente que, en caso de lluvia, siempre hay que ‘nadar y guardar la ropa’, es decir, salir pronto a marcar un tiempo ‘por si acaso no escampa’, ni RedBull, ni Mercedes, ni McLaren, ni Ferrari usaron el sentido común... con la única excepción, curiosamente, del piloto más joven y menos experto de los cuatro equipos, Sebastien Vettel. Los demás se dejaron llevar por lo que decían los ordenadores y los ingenieros, y cuando ya se vio claro que la lluvia no sólo no cesaba sino que caía con más fuerza, se vieron forzados a buscar su paso a la Q2 a una sola vuelta… y ahí los que ya no estuvieron a la altura fueron los pilotos. Ni Alonso, ni Massa, ni Hamilton ni Button fueron capaces de aprovechar esa única vuelta buena, bien sea por no ser lo suficientemente rápidos (los dos de Ferrari) o por cometer errores (los dos de McLaren, entre los que Button si consiguió un tiempo suficiente, pero lo arruinó saliéndose poco después y quedando atascado en la gravilla). Lo que si lograron, en cambio, tanto los de Mercedes como el otro RedBull, algo especialmente meritorio en los casos de Rosberg y Webber, que se incorporaron a pista aun más tarde que sus colegas de Ferrari y McLaren. Y como si fuera una especie de premio a su esfuerzo en la Q1, precisamente fueron el australiano y el alemán los que acabaron marcando los mejores cronos en la Q3, firmando Webber la tercera pole consecutiva para Red Bull gracias a ser el único que tuvo el valor de jugársela con los intermedios sobre una pisa encharcada pero que, poco a poco, se iba secando.

En carrera, sin embargo, la tan anunciada lluvia no hizo acto de presencia, dejando de nuevo en evidencia las predicciones de los sofisticados servicios meteorológicos. Y con el piso seco, la lucha por la victoria se limitó al corto sprint desde la parrilla de salida hasta la primera curva. Ahí, Vettel le ganó claramente la partida tanto a Rosberg como a su compañero Webber, y el resto del gran premio ya no tuvo historia en lo que respecta a las posiciones de cabeza. De hecho, los cinco primeros transitaron bajo la bandera a cuadros exactamente en el mismo orden en el que completaron el primero giro, con Webber escoltando a su compañero de Red Bull, Rosberg consiguiendo el primer podio para Mercedes, Kubica volviendo a ‘sacar petroleo’ con un Renault que no sigue más o menos donde estaba las dos pasadas temporadas, y Sutil consiguiendo, por fin, un resultado a la altura de su talento con un Force India de nuevo muy prometedor en su rendimiento.

Así que, paradójicamente, el interés del gran premio lo salvaron los que habían fallado el sábado, obligados los McLaren y los Ferrari a recuperar posiciones desde las profundidades de la parrilla, y a hacerlo, además, sin la ayuda de una carrera ‘loca’ debido a la lluvia. Y de los cuatro pilotos de estos equipos, el que más destacó, con diferencia, fue una vez más Lewis Hamilton, autor de una soberbia remontada en las primeras vueltas, en las que, pese a ir con las gomas duras, se fue abriendo paso ‘como cuchillo en mantequilla’ a través del grupo con adelantamientos de esos que tanto nos gustan y tan poco se ven en la F1. Y, también, con una maniobra de esas, cuando menos, cuestionables, al zigzaguear de modo muy peligroso en la recta para quitarse del rebufo a Petrov, (¡admirable en su afán de no rendirse el ruso!). A ver si de una vez se reglamenta de forma clara este tipo de movimientos (¡deberían prohibirse sin más!), porque tarde o temprano va a producirse un accidente grave en uno de estos lances, y entonces vendrán las lamentaciones.

Mientras Hamilton ganaba posiciones hasta encontrarse con un muro infranqueable en forma del rápido Force India de Sutil, y Button usaba la estrategia opuesta, saliendo con blñandos, parando pronto, y rodando luego buena parte de la carrera ‘en aire limpio’, los dos Ferrari penaban en mitad del grupo, también calzados con las gomas duras pero incapaces de abrirse camino como lo había hecho el británico. Y, además, con Massa de nuevo por delante de Alonso tras ganarle la partida en la salida. Para el asturiano, el gran premio se torció ya en esos primeros metros, y los problemas del cambio de su Ferrari en las reducciones no hicieron sino complicarle aun más una carrera que tenía muy cuesta arriba. Al final, Fernando se hartó de esperar a que llegase la lluvia, y su tardía entrada a poner las gomas blandas sólo sirvió para permitirle lucirse en unas últimas vueltas tan rápidas como inútiles, cuyo destino final fue la aparatosa rotura del propulsor de su Ferrari cuando trataba, a la desesperada, de superar al McLaren de Button. Un abandono que, junto con el cambio de motor ‘por precaución’ en Bahrein, y las tempranas roturas de los dos Sauber en esta misma carrera (¡que mala suerte tiene De la Rosa!), alimentan las dudas sobre la fiabilidad de los Ferrari, tras las muy optimistas conclusiones al respecto que se habían sacado en los tests de pretemporada.

El abandono de Alonso dejó la novena plaza en manos de un convincente Alguersuari, que está yendo a más en cada gran premio y que en Malasia protagonizó una carrera magnífica, en la que la guinda fue un fantástico adelantamiento por fuera al otro ‘wunderkid’ de la parrilla, Nico Hulkenberg, para el que fue el punto final de la décima posición.

Tras tres carreras, con tres vencedores diferentes y siete pilotos separados por 9 puntos en la parte alta de la clasificación (lo que no es nada con el nuevo sistema de puntuación, en el que hay 7 unidades entre el ganador y el segundo de cada gran premio), el mundial está interesantísimo… pero miedo me da que los Red Bull puedan empezar a romper esa igualdad si rinden del modo perfecto que lo han hecho en Malasia. Esperemos que no sea así por el bien del interés del campeonato.

30|03|2010 ¡A DIOS LE GUSTA LA FÓRMULA 1!

Creo que eran los aficionados al futbol cariocas, en tiempos de Pelé, los que decían aquello de ‘Dios es brasileño’… y tras la oportuna irrupción de la lluvia para animar la deprimida fórmula 1 post-Bahrein, yo casi me atrevería a adaptar esa frase a algo así como que ‘¡a Dios le gusta la fórmula 1!’.

Y es que las cuatro gotas que cayeron minutos antes del arranque del gran premio de Australia eran justo lo que hacía falta para que volviese el espectáculo que tanto falto quince días.

El inicio, sobre pista mojada, fue todo un espectáculo, con continuas luchas por posición, y el incidente de la salida entre Alonso y Button enviando al asturiano y a Schumacher, perjudicado de rebote, al fondo del pelotón, no hizo sino contribuir al espectáculo. La remontada del asturiano, ayudada inicialmente por la obligada intervención del safety car tras el aparatoso accidente entre Kobayashi, Hulkenberg y Buemi, fue de esas que hacen afición, superando coches a diestro y siniestro con un Ferrari realmente competitivo y que, en sus manos y sobre una pista de adherencia delicada, era toda un arma letal. Lo malo para Alonso fue que ese mismo rendimiento no se lo sacaba al F10 Felipe Massa, que acabó convirtiéndose en un muro infranqueable para el asturiano, al que vimos muy consciente de que lo primero es evitar problemas internos en el equipo, no forzando la maniobra en ningún momento para atacar a su compañero.

La remontada de Alonso no fue, de todas formas, lo que más me llamó la atención del gran premio. Por encima de la notable demostración del asturiano pondría aun las carreras de tres pilotos más, que estuvieron realmente sobresalientes sobre el resbaladizo Albert Park. Me refiero a Button, Kubica y Hamilton.

El actual campeón del mundo volvió a demostrar lo merecido de su título 2009 con una carrera mezcla de inteligencia y habilidad de esas que quedan en el recuerdo. No me importa confesar que me pareció un absoluto error su temprana entrada a poner slicks cuando paraba de llover… lo que parecía confirmar, además, su ‘excursión’ por la hierba en la primera curva nada más salir de boxes. Pero, a partir de ahí, el pilotaje de ‘guante de seda’ del británico llenó de 'magentas' la pantalla de tiempos y demostró a todos los demás que ese era el camino a seguir. Eso si, hizo falta un nuevo e inoportuno problema en el Red Bull de Vettel para que Button se llevase la carrera, pero ya se sabe que, como dicen en las islas ‘to finish first, first you have to finish!’ y lo de terminar sin problemas es aun la asignatura pendiente del, por otra parte, muy competitivo Red Bull, un coche que asusta, especialmente en manos de Vettel.

Lo de Kubica, segundo con un Renault que de competitivo tiene bastante menos, fue de quitarse el sombrero. El polaco estuvo sensacional una ves más, consiguiendo un resultado imposible para el valor de su coche, resistiendo los embates de esa furia de la naturaleza que fue Hamilton durante toda la carrera y manteniendo a raya a los dos Ferraris poco menos que ‘sin despeinarse’. Una actuación simplemente sensacional que confirma, una vez más, a Kubica como uno de los mejores pilotos de la parrilla.

Y, finalmente, queda por hablar de Hamilton, siempre en los titulares de toda la prensa, sea para bien o para mal. El ritmo del británico y su McLaren durante las fases en las que la pista estaba más delicada fue, pura y simplemente, alucinante. Y su forma de pasar a los rivales, especialmente ese adelantamiento suicida a Rosberg por el exterior de la curva más rápida del circuito, son de esas cosas que cada vez que hace nos recuerdan al mejor Senna. Eso si, ni la mezcla de magia y locura de Lewis fue suficiente para sobreponerse a la decisión de su equipo de hacerle parar una vez más, lo que le llevó a una nueva y frenética remontada que se acabó estrellando contra la feroz determinación de Alonso de no dejarse pasar. Lástima que Webber nos privase de la continuación de ese fantástico duelo entre ambos en las tres vueltas que quedaban.

En todo caso, resultados a parte, lo mejor fue la sensación general que nos dejó a todos la carrera, algo que hacía falta tras el tedio de Bahrein. Así que gracias a quien corresponda por esas oportunas gotas de agua que mojaron el asfalto de Albert Park… y puestos a pedir, que llueva también en Malasia, ¡pero sin pasarse! Que ya vimos lo que ocurrió el año pasado.

15|03|2010 ARRANCO EL MUNDIAL DE FÓRMULA 1 MÁS ESPERADO

Cada año por estas fechas se escucha eso de 'la temporada que viene puede ser la mejor en mucho tiempo', pero esta vez las expectativas despertadas por el mundial de F1 diría que son más que justificadas. Hacía tiempo que la pausa invernal no se nos hacía tan larga y pocas veces ha habido la expectación que rodea este año al gran circo. Motivos hay de sobra para ello, más allá del meramente estadístico de tener cuatro campeones del mundo en parrilla, lo que hacía mucho que no ocurría.

El simple hecho del retorno del heptacampeón Schumacher, o el ansiado estreno de Alonso con Ferrari, o el ‘dream team’ de McLaren, con los dos últimos campeones del mundo en sus filas, son hechos que, de haber ocurrido uno sólo ya serían motivo más que de sobra para llamar la atención. Así que la coincidencia de los tres de forma simultanea, unida al retorno de nombres de leyenda como Mercedes o Lotus o la ampliación de la parrilla con la llegada finalmente de tres nuevos equipos (uno de ellos español) configuran un año de esos que tienen que ser para recordar.

Por todo ello nos poníamos delante de la pantalla ya el viernes para los entrenos libres con más ganas que nunca, y las sensaciones a medida que avanzaba el fin de semana eran muy dispares. Los libres nos servían para ‘quitarnos el mono’ de tantos meses sin más acción que los siempre muy engañosos tests. La calificación, con su nuevo formato que permite salir descargado a por la vuelta rápida final, nos entusiasmaba y dejaba ya imágenes de esas que no se olvidan, como eran las de la cámara onboard del Red Bull de Vettel cuando el alemán completaba su alucinante giro de pole position. Y, finalmente, la carrera nos dejaba un regusto agridulce, con el triunfo de Alonso, simplemente perfecto en su primer gran premio con Ferrari, como nota más positiva de una prueba en la que la ausencia de luchas cuerpo a cuerpo en las diez primeras posiciones se me antoja como tremendamente preocupante de cara al espectáculo que podamos ver a lo largo del año.

Me da que el campeonato va a ser tremendamente interesente, con cuatro equipos a muy alto nivel (Red Bull, Ferrari, McLaren y, ligeramente tras ellos, Mercedes) lo que puede provocar numerosas alternativas en la tabla de puntos… pero con carreras que, me temo, pueden ser soporíferas ‘procesiones’ en su mayor parte. La exasperación de los dobles difusores hace que ni en una pista como Bahrein, con tres claros puntos de adelantamiento, sea posible ‘arrimarse’ al que va delante ni aunque puedas rodar dos o tres segundos por vuelta más deprisa. Y eso, para el espectáculo, es tremendamente preocupante. Evidentemente, para el aficionado ‘alonsista’ eso será lo de menos mientras el asturiano siga en lo más alto del podium, pero para los que disfrutamos sobre todo de la fórmula 1 en si misma, por encima de la nacionalidad del que gane, Bahrein no ha saciado, ni de lejos, las ganas de disfrutar de los grandes premios acumuladas en los largos meses de invierno.

 

17|02|2010 ¡NOS QUEDAMOS SIN IRC EN ASTURIAS!

‘Queremos que este Príncipe inolvidable no sea un Príncipe irrepetible, a ver si hay forma de conseguirlo entre todos’… con esta frase cerraba el reportaje sobre el Príncipe 2009 publicado el septiembre pasado en esta web. Y lo hacía muy consciente de que iba a ser realmente complicado que la edición del 2010 saliese adelante como todos queríamos, con el IRC como guinda a un pastel cocinado con esmero por la gente del ACPA. Por desgracia, hoy, 17 de febrero, ya sabemos que el Príncipe ha tenido que renunciar a la puntuabilidad para el atractivo certamen de Eurosport. La importancia de la deuda acumulada para hacer posible las dos ediciones anteriores, unida a las muy negras perspectivas a nivel de posibles patrocinios para la de este año, han obligado a Julián y su gente a tener que rendirse a la evidencia: ¡no se puede seguir!

Desde que hace más o menos un mes se empezó a hablar de esa posible renuncia (debido probablemente a partes iguales, tanto a la escasa discreción de quienes tenían que haber sido más cautos como al afán de algunos informadores por ser los primeros en dar una noticia que todavía no lo era), hasta la confirmación oficial dada hoy en la rueda de prensa celebrada en Oviedo, creo que casi todos teníamos claro que el desenlace iba a ser el que ha sido… pero siempre nos quedaba la esperanza de que, de algún modo, al final se encontrase una solución.

Una solución que, está claro, pasaba por una mayor implicación de las instituciones públicas, especialmente el gobierno regional. Argumentos de peso había para justificar plenamente el gasto extra que suponía la diferencia entre poder seguir o no en el IRC. Esos aproximadamente 200.000 euros se me antojan ‘precio barato’ a cambio de varias horas de televisión emitidas por un canal internacional con Asturias como centro de atención continuo, con sus paisajes como inmejorable marco para la competición y como perfecto reclamo de ese Paraíso Natural en el que, muy acertadamente, se basa desde hace bastantes años la promoción turística de nuestra región. Y no se trata de que lo veamos de forma parcial por ser aficionados el motor, se trata de un dato objetivo: el Príncipe es el acontecimiento deportivo celebrado en Asturias con más relevancia y posibilidades de difusión a nivel global de las bellezas de nuestras tierras. Ni siquiera la Vuelta Ciclista a España, que también tiene un alcance internacional notable, se puede comparar, no en vano Asturias no deja de ser ‘lugar de paso’ (¡y no todos los años!) de una competición que dura tres semanas y recorre tantos sitios diferentes como para que, en cierto modo, se acabe diluyendo bastante su impacto a nivel de promoción de parajes concretos. Algo que no pasa con el rallye, que lleva además el nombre de la región y que se desarrolla íntegramente en la misma. Pero quienes podían (¡o debían!) apreciar este ‘valor añadido’ del Príncipe no han podido, sabido o querido hacerlo. Y aquí ya queda a juicio de cada uno el analizar las causas… independientemente del ya tan manido recurso de la crisis (que, indudablemente, existe ¡y de la que no se atisba su final!).

Personalmente siempre he pensado que el principal problema es el diferente ‘color’ de las dos instituciones que más peso tienen en la aportación presupuestaria necesaria para hacer la prueba: el gobierno regional y el ayuntamiento de Oviedo. Igual estoy equivocado, pero me da la sensación que si ambos fuesen ‘del mismo lado’ la situación sería otra. Lo que no deja de ser triste porque, como ciudadano, me acrecienta esa sensación cada vez más extendida de que los políticos miran primero para los intereses de su partido que para los de sus votantes. Tengo claro que este año los presupuestos de todas las consejerías van a sufrir un importante (¡y necesario!) recorte, pero en el caso que nos ocupa estamos hablando de unas cantidades que son ridículas si se compraran con gastos tan sorprendentes (al menos en mi opinión, y centrándonos simplemente en temas relacionados con el mundo del motor), como el recientemente anunciado de adquirir los derechos de retransmisión de la F1 por parte de nuestra televisión regional… ¡precisamente cuando con el ‘apagón digital’ la cobertura de la cadena nacional que la emite ya es prácticamente total en nuestro territorio!

Pero, en cualquier caso, y mal que nos pese, lo que es evidente es que, por lo que sea, los políticos no han llegado tan allá como queríamos y, de todas formas, ‘culpar’ a las instituciones de todo el problema tampoco sería justo sino, más bien, el modo más fácil de ‘echar balones fuera’ o de buscar ese titular tan llamativo como demagógico que parece ser el objetivo de algunos periodistas… algo, por cierto, de lo que ya vimos más de un ejemplo esta mañana en la rueda de prensa. Porque las cosas nunca son tan simples, y diría que en esta región nuestra, desde hace demasiados años, estamos excesivamente acostumbrados a que sea el dinero público el que se encargue de casi todo. Y, de hecho, si el rallye sigue adelante, como prueba del nacional y del europeo FIA, será de nuevo en gran parte gracias a esas ayudas públicas, que no son suficientes para seguir en el IRC pero si imprescindibles para continuar con todo lo demás, con lo que nadie con un mínimo de coherencia puede pretender que desde la organización del rallye se critique de forma directa a los que siguen siendo principales valedores de la prueba. Además, si triste nos puede parecer a todos que los políticos de turno no sean capaces de ver el potencial publicitario del rallye, personalmente también me resulta tremendamente desilusionante que las grandes empresas con sede en Asturias (o con fuerte presencia en la región) no sean capaces de aportar su granito de arena. No es cuestión de ‘apuntar a nadie con el dedo’, pero en la mente de todos están los nombres de, al menos, tres o cuatro compañías con potencial más que sobrado, (¡y con pingües beneficios incluso en tiempos de crisis!) para haber hecho posible este sueño que se nos esfuma. Un sueño por el que, al final, los únicos que han luchado, aparte evidentemente del ACPA y sus colaboradores más cercanos, han sido los aficionados a los rallyes asturianos, con una movilización tan espontánea como emotiva a través del foro de internet RallyAst, en la que se han aunado esfuerzos, se han aportado ideas y se ha ofrecido hasta dinero, cada uno en la medida de sus posibilidades, con la ilusión como único motor y sin esperar más a cambio que poder ver de nuevo por nuestras carreteras a los mejores pilotos de rallyes del IRC… recibiendo encima más de una injusta crítica por parte de quienes casi parece que estaban deseando que lo que ha ocurrido acabase por pasar.

Pero, volviendo a la frase del principio, lo que queda es que ‘no hemos podido conseguirlo entre todos’… un todos en el que unos (administración, empresas) podían tener los medios, mientras que otros (organizadores, aficionados) contaban sólo con la ilusión. Y el que no haya habido forma de aunar las capacidades de unos y otros sólo tiene como resultado lo que hoy se ha confirmado oficialmente: nos quedamos sin IRC justo en el año que, me parece, va a ser el mejor ‘de siempre’ de un certamen que, con el cambio de reglamentación del mundial, puede perder auge tan o más deprisa de cómo lo consiguió. Pero, pase lo que pase en el futuro, este año se presentaba espectacular, y tenerlo tan cerca para después perderlo no hace sino aumentar la rabia y la sensación de impotencia.

De todas formas, nada de todo esto nos debe llevar a reacciones viscerales ni a buscar culpables donde no los hay o cargar las tintas sobre determinados colectivos. Por ejemplo, a la gente del rallye canario que aspira a ocupar el lugar del Príncipe se le puede reprochar que quien tuvo que ser discreto no lo fue, haciendo que la noticia saltase antes de que fuese aun definitiva y se hubiesen apurado (como me consta que se ha hecho, ¡hasta el último día!) todas las posibilidades. Pero de ahí a acusarles de ‘robarnos el rallye’, media un abismo que nadie debería cruzar. Y a la Federación Española tampoco es justo culparla por algo en lo que se ha encontrado en el incómodo papel de tratar de salvar una situación comprometida, y en lo que su labor es más de mediador que de cualquier otra cosa. Al ACPA, la ‘culpa’ que se le puede achacar es la de haber obrado, desde que se metió en este ‘lío’ del IRC, más con el corazón que con la cabeza, creyendo que el aliciente de la retransmisión televisiva por Eurosport y su cobertura internacional iban a ser suficiente reclamo como para atraer los imprescindibles apoyos para que un club amateur y con medios, lógicamente, muy limitados, pudiese medirse de tu a tu con organizaciones tan profesionalizadas como las de un Montecarlo, un Ypres o un Barum. Al final eso no ha bastado, y la famosa crisis ha significado la puntilla (¡o servir de excusa!) para matar un sueño que empezó siendo de unos pocos (la gente del ACPA) y acabó siendo de muchos (esa afición que ha respondido como lo ha hecho estos días ¡GRACIAS A TODOS!).

Como conclusión, y tratando de poner a mal tiempo buena cara, me voy quedar con lo que considero lo único positivo de todo esto: ver como mucha gente se ha unido para intentar salvar lo insalvable. Si esto ha servido para que todos nos concienciemos de lo que cuesta organizar no sólo una prueba de un IRC sino un modesto slalom al menos se habrá conseguido algo. Eso… y ver claramente quienes son los que de verdad aman a este deporte, con los que no se deberían mezclar los muchos que anteponen sus intereses, filias o fobias personales a esa afición de la que, demasiadas veces, algunos presumen más de la cuenta. Así que, ¡a levantar el ánimo y a pensar ya en el Príncipe 2010, puntuable para el Campeonato de España y para el Campeonato de Europa!… algo que, hace no tanto (¡apenas tres años!) era, también, poco más que un sueño y que en septiembre volverá a ser realidad.