LOS GUERREROS DEL ESTADO DORADO

Muchos de los aficionados al baloncesto en España que, a finales de los 80, nos enganchamos a la NBA gracias al magnífico ‘Cerca de las estrellas’ de Ramón Trecet, quedamos enseguida fascinados por los Lakers de ‘Magic’ Johnson. Ser ‘hincha’ de aquel sensacional equipo era fácil. No sólo eran la escuadra de moda por el glamour que siempre ha rodeado a la franquicia angelina sino, además, por sus victorias y, sobre todo, por espectacular juego, el famoso ‘showtime’ que emanaba de la pizarra de su ‘coach’, Pat Riley, y se convertía en realidad a través de la magia de su ‘playmaker’ en la cancha.

OTROS TAMBIÉN HACÍAN MAGIA EN AQUELLA NBA

Sin embargo, además de entusiasmarme con el juego y los éxitos de los Lakers, pronto simpaticé también con otro equipo de la costa oeste. Un equipo con fama de perdedor (su anterior título lo había logrado a mediados de los 70) pero que, quien sabe si por tener también un vistoso amarillo como color oficial, o por estar asociado a San Francisco, una ciudad que, como Nueva York, fascina a cualquier amante del cine, me llamó enseguida la atención. Quizás se tratase además de la atracción que siempre produce el que los anglosajones llaman ‘underdog’, el competidor con pocas opciones de victoria que, sin embargo, o precisamente por eso, te acaba cayendo simpático.

Aunque, en realidad, además de todo ello, la causa tal vez fuese el atípico estilo de juego que preconizaba su entrenador, el carismático Don Nelson. Un estilo basado en la velocidad, el tiro a media distancia y la ausencia de un pívot clásico en su quinteto titular más habitual. Un ‘cinco’ formado por tres ‘pequeños’ (el siempre escurridizo Tim Hardaway, la ametralladora que era el entonces ‘rookie’ Mitch Richmond, y un viejo conocido del basket europeo, el portentoso lituano Sarunas Marciulonis), un clásico ‘tirador blanco’ (el letal Chris Mullin) y un ‘center’ de dos metros pelados (el sobrio Rod Higgins). Con estos jugadores como base y con la mentalidad de Don Nelson, resumida en su frase ‘¡hay que anotar al menos un punto más que el contrario!’, el juego de los Warriors, sin llegar al mágico ‘showtime’ de los Lakers, era tremendamente vistoso y, durante un par de temporadas, llegó a producir, además, resultados notablemente positivos en una liga en la que los equipos sin grandes pivots solían tener pocas posibilidades de éxito.

LA LARGA TRAVESIA DEL DESIERTO

Pero lo bueno duró poco, y tras unas cuantas temporadas llegando a ‘playoffs’ (para caer temprano en ellos casi siempre, eso si), deslumbrando por su juego divertido y sorprendiendo incluso con apuestas tan originales por parte de Nelson como la de usar al extremadamente alto y delgado Manute Bol como alero, lanzando triples con aceptable porcentaje de acierto desde sus ‘intaponables’ 2:31 de altura, los problemas personales entre el veterano entrenador y las nuevas estrellas que parecían destinadas a llevar al equipo a lo más alto, Lattrel Sprewell y Chris Webber, acabaron por dinamitar, a mediados de los noventa, la buena marcha de la franquicia. Comenzó entonces una larga travesía del desierto para los ‘guerreros californianos’, con casi dos décadas de balance negativo a final de cada año, siempre con más derrotas que victorias y, más que nunca, encasillados en el poco agradecido papel de ‘underdog’.

La única excepción fue la temporada del 2006-2007, coincidiendo con el retorno al banquillo de su viejo entrenador fetiche, Don Nelson, y con su mano derecha en la cancha de los buenos tiempos de finales de los 80, Chris Mullin, trabajando ahora en los despachos, en el papel de general manager. Los Warriors terminaron el año con balance positivo y se clasificaron para las eliminatorias por el título, en las que cayeron en segunda ronda. Fue, en todo caso, un fugaz reflejo dorado que no tuvo continuidad y, tras quedar al borde de los ‘playoffs’ un año después, siguieron otras cuatro campañas de retorno a los infiernos del balance negativo y los puestos bajos de la tabla.

Un título en el 1974 y grandes nombres en la historia de los Warriors...

...por muchos años 'el otro equipo amarillo' de la NBA...

...pese a estar cerca de la gloria en más de una ocasión con Don Nelson

VUELVE A HABER ORO EN CALIFORNIA

Pero entonces llegó la campaña del 2012 y, contra todo pronóstico, el equipo californiano inició un rápido despegue hacia las alturas. Fue algo así como volver a los albores de la fiebre del oro, cuando unos cuantos pioneros empezaron a encontrar pepitas de oro ocultas en el limo de los ríos de la zona. Lo que, traducido a la siempre gris labor de despachos de cualquier equipo de la NBA equivale a conseguir fichajes de jugadores con poco nombre pero que acaban dando un magnífico rendimiento. Jugadores como Andrew Bogut, Festus Ezzeli o Draymond Green que pronto se convirtieron en el perfecto complemento para tres jóvenes elecciones en los primeros puestos del draft de veranos anteriores, Stephen Curry, Klay Thompson y David Lee, a quienes se unió ese año Draymond Green, otro número 7 de la ‘lotería universitaria’, el mismo lugar que había ocupado Curry.

De golpe, un equipo que no contaba y que apenas destacaba por los números de su base tirador (que ya venía llamando la atención por su desparpajo en la cancha, pero a quien aun le faltaba la experiencia para saber utilizar bien su inmenso talento), cuajó en un conjunto muy a tener en cuenta por sus resultados colectivos y no sólo por las buenas cifras individuales de su joven estrella, un Stephen Curry que ya se codeaba con los mejores de la liga. Un equipo que volvía, además, a deslumbrar por su estilo, muy en la línea del que nos había enganchado en su anterior época dorada, la de finales de los ochenta. De nuevo primaba la rapidez y el tiro exterior por encima de la defensa o el juego en estático con hombres altos como factor determinante. Y aunque en el arranque de la campaña del 2014, reaparecía también el fantasma de los problemas internos que había acabado con aquellos Warriors de los 90, en forma de inesperado despido de su entrenador, el ex-base de los Pacers Mark Jackson (bajo cuyo mandato la franquicia californiana había logrado sus mejores números de siempre), su sustituto, otro jugador de los 90, el ex-Bulls Steve Kerr, tomaba las riendas del grupo y lo llevaba a alturas aun mayores.

Con Kerr en el banquillo y Curry dirigiendo en pista, el ‘run-and-gun’ de los Warriors de Nelson volvía a estar presente en las canchas de la NBA, de nuevo con un quinteto de ‘bajitos’ para hacer frente a equipos con jugadores de más músculo y envergadura. Y, además, esta vez con resultados aun más tangibles que entonces, no sólo en la temporada regular, sino, también, en los ‘playoffs’. Tan tangibles como para llegar, por fin, a las ansiadas ‘series finales’ y alcanzar, cuarenta años después, el título ante los Cleveland Cavaliers de Lebron James. Unas ‘series’ en las que, más que nunca, se impuso el bloque a las individualidades, tanto en lo que respecta al triunfo de los Warriors, basados más en el equipo, frente a los Cavs, que lesionado Bosh giraron más que nunca alrededor de un exhausto Lebron, como en el juego en si de la formación californiana. Porque, aun destacando en momentos puntuales, y casi siempre claves, el descomunal talento de Curry o la clase de Thompson, el jugador más valioso en las finales acabó siendo el sexto hombre del equipo, Andre Iguodala, saliendo desde el banquillo. Toda una demostración de que esos Warriors eran algo más que los triples de sus ‘Splash brothers’, eran un bloque destinado a seguir brillando y no ser flor de un día.

El balón en manos de Stephen Curry, atentos porque cualquier cosa puede pasar

Klay Thompson, el perfecto complemento en el letal dúo de los 'Splash brothers'

Cuarenta años después los Warriors volvieron a ganar el título de la NBA

UN EQUIPO PARA LA HISTORIA, UN JUGADOR PARA LA LEYENDA

Y justamente eso es lo que están haciendo en esta temporada 2015-2016 cuya fase regular apura ya los últimos instantes previos al inicio de los decisivos ‘playoffs’. Desde el primer partido del año los Warriors son la referencia, el equipo con más victorias, el claro número 1 del siempre durísimo oeste. Y a base de ganar y ganar y seguir ganando pronto pusieron en su punto de mira uno de esos records históricos que parecen imbatibles, el de triunfos en ‘regular season’ de los Chicago Bulls del irrepetible Michael Jordan. El increíble 72-10 logrado por el equipo de ‘his airness’ en la campaña 95-96 está en peligro ante la imparable marcha de estos Warriors liderados por un Curry cada día más letal desde más allá de la línea de tres puntos. Su tercera temporada consecutiva batiendo el record total de triples, culminada con el tiro ‘imposible’ con el que igualó otro record, el de 12 canastas de tres puntos en un partido, para superar, en la prórroga, a sus grandes rivales del Oeste, los Oklahoma City Thunders, es sólo la punta del enorme y amenazador iceberg que son estos Warriors: ya saben lo que es ser campeones y no quieren esperar otras cuatro décadas para conseguir un nuevo título que añadir a los de 1974-75 y 2014-15.

Junto al fabuloso Stephen, que te mata desde lejos si le das unos centímetros, y te destroza con ‘driblings’ imposibles, entradas a canasta imparables o asistencias mágicas si te pegas a él para evitar sus lanzamientos, sigue destacando la elegancia y el acierto en el tiro de Klay Thompson, la eficacia no exenta de espectacularidad de Draymond Green y la labor menos llamativa pero no por ello menos eficaz de unos secundarios de lujo como son los Andre Iguodala, Harrison Barnes, Marreese Speights, el australiano Andrew Bogut y el brasileño Leandro Barbosa, a los que se ha unido recientemente otro hombre que les puede dar mucho juego en la post-temporada, el también brasileño Anderson Varejao.

Si acaban o no batiendo el record de los Bulls de Jordan realmente es lo de menos. No dejan de ser cifras, importantes pero mucho menos que las que más definen a un equipo y a unos jugadores como parte de la leyenda de cualquier deporte. Esas suelen ser las de los títulos y ahí estos Warriors están aun muy lejos de aquellos Bulls. Pero ello no nos ha de impedir valorar como se merecen sus logros y su juego, rápido, llamativo, alegre… todo un soplo de aire fresco en una liga que, en ocasiones, parecía haberse ido decantando en exceso hacia el músculo por encima del cerebro, teniendo en ocasiones tendencia a considerar la fuerza como más decisiva que la inteligencia. En ese sentido, estos ‘guerreros del estado dorado’ son unos dignos sucesores de aquellos Bulls en los que se combinaba el talento sobrenatural de Jordan con la facilidad para resolver de su eterno escudero Pippen, la magnética capacidad para atrapar rebotes del excéntrico Rodman, la sobriedad de Harper y el rudo trabajo bajo tableros de otro obrero australiano en un equipo de estrellas, Luc Longley. Aquel quinteto también se complementaba, además, con jugadores decisivos saliendo desde el banquillo, entre los que destacaba, todo clase, el croata Toni Kukoc y, un poco para cerrar el círculo de toda esta historia, el ahora entrenador del equipo que quiere desposeerles de su histórico record, aquel rubio pálido y delgadito llamado Steve Kerr que hacía exclamar al inolvidable Andrés Montes lo de ‘¡¡¡raza blanca, tirador!!!’ cada vez que ‘enchufaba’ un nuevo triple desde la marca que parecía tener colocada en la esquina de cada cancha de la liga.

Debatir si estos Warriors del 2015 son mejores o peores que aquellos Bulls del 95 en función de si acaban la campaña con más o menos victorias será, en todo caso, la típica discusión inútil y carente de sentido tan habitual entre los ‘fans’ de cualquier deporte cuando se empeñan (¡nos empeñamos!) en comparar épocas diferentes. Lo que son, de eso no me cabe duda, es un conjunto para la historia de este deporte. Y, por ello, resulta todo un privilegio verlos en su apogeo como equipo y disfrutar del inconmensurable talento de su máxima estrella. Porque, visto lo visto, ¿quién sabe? igual dentro de veinte años se contarán las hazañas de este fabuloso ‘jugón’ que es Stephen Curry con la misma reverencia que los más carrozas seguimos usando para relatar, una y otra vez, las de ‘Magic’ Johnson y Michael Jordan, otros dos jugadores capaces de hacer posible lo que parece imposible... y hacerlo, además, una y otra vez.

Texto:
Daniel Cean-Bermúdez

Fotos:
Keith Allison from Hanover, MD, USA [CC BY-SA 2.0]
Amin Eshaiker [CC BY-SA 4.0]
nikk_la [CC BY 2.0]
P. Anderson [CC BY 2.0], via Wikimedia Commons

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