LUGARES SAGRADOS

El Campeonato del Mundo de Fórmula 1 reanudó su actividad tras la pausa veraniega con los dos Grandes Premios cuyos escenarios se mantienen más cercanos al espíritu y la historia de los viejos tiempos en la máxima categoría del automovilismo mundial. Las carreras de Bélgica e Italia, en los circuitos de Spa Francorchamps y Monza, son dos de las citas más esperadas cada año por los pilotos y los aficionados. Se trata de un par de Grandes Premios que nunca defraudan ni a unos ni a otros, porque, independientemente de que su desarrollo pueda acabar siendo más o menos emocionante, el sólo hecho de pilotar en las dos pistas es fuente de satisfacción asegurada para los que se ponen al volante de los monoplazas, y las imágenes de los monoplazas circulando a toda velocidad por los históricos virajes de los trazados belga e italiano son de las que el aficionado disfruta siempre. Dos carreras, en suma, que deberían ser imprescindibles en el cada año más largo calendario del mundial pero cuya presencia, sin embargo, suele estar habitualmente amenazada por las cuestiones de índole económica que, tan desgraciada como lógicamente dado el alto coste asociado al ‘Gran Circo’, son las que mandan a la hora de elegir donde se celebran las competiciones del mundial de Fórmula 1.

VELOCIDAD Y RIESGO

Hace bastantes años, cuando la mayor parte de Hockenheim eran largas rectas por la que los monoplazas atravesaban el bosque a mucho más de trescientos por hora, cuando en el entonces llamado Osterreichring había virajes tan espeluznantes como el rapidísimo e inmisericorde (por su ausencia de escapatorias) Ostkurve, o cuando en Silverstone pensar siquiera en poner una chicane era sacrilegio, Monza y Spa ya destacaban también por ser dos de los trazados más veloces y más peligrosos del mundial de Fórmula 1. Ahora, con el circuito alemán recortado en sus partes más rápidas, con el austriaco reconvertido a una especie de eso que antes se llamaba pista ‘Mickey Mouse’ y con el ‘hogar del deporte del motor’ británico aun conservando parte de su carisma pero habiendo perdido mucha de su velocidad en buena parte de su recorrido, los trazados italiano y belga se han quedado casi como únicos representantes del viejo estilo de escenarios de la Fórmula 1, basados en la velocidad y el inevitable e inherente riesgo que esta produce.

Por eso, cada vez que el mundial vuelve a visitar Spa Francorchamps y Monza se reviven viejas estampas de un pasado que no volverá (y, en lo que respecta al exceso de riesgo, no debería volver) y se producen nuevas imágenes que acabarán siendo recordadas con los años. Porque ver un monoplaza actual pasar como lo hacen en la pista de las Ardenas por la famosa secuencia de Eau Rouge y el Raidillon, por la no tan popular pero hoy día mucho más difícil izquierda en bajada de Pouhon o por la rapidísima Blanchimont sigue impresionando tanto o más que siempre. Y lo mismo ocurre cuando el escenario son las siempre complicadas Lesmo o la legendaria Parabolica en el trazado del parque de las afueras de Milán. Dos escenarios en los que pasado, presente y futuro se encuentran y se entrelazan de forma poco menos que perfecta, dos lugares sagrados de la Fórmula 1 que ojalá lo sigan siendo durante muchos años más.

Doble triunfo de Rosberg en Spa y Monza que relanza sus opciones en la lucha por el título

Hamilton logró un tercer puesto en Bélgica mucho más satisfactorio que el segundo de Italia

Ricciardo sigue tercero del campeononato después de subir al podio en Spa y ser quinto en Monza

GANAR Y NO PERDER

La imparable racha de victorias de Hamilton antes de la pausa vacacional había situado ya al británico al frente de la general del campeonato. Entonces ya comentábamos que su mayor rival en la segunda mitad del certamen podía ser más la mecánica de su Mercedes que su compañero de equipo, sobre todo teniendo en cuenta que, dados los problemas sufridos en las primeras carreras del año, iba a ser inevitable para Lewis sufrir alguna penalización de las que estipula el reglamento cuando se supera el número máximo de componentes mecánicos que se pueden usar a lo largo de la temporada.

Dónde ‘pagar’ por ello se convertía para el británico en otro factor estratégico a tener en cuenta. Y con una pista como la de Spa, con su larga recta entre el Raidillon y Les Combes como lugar muy propicio para remontar posiciones con cierta facilidad si cuentas con un monoplaza tan competitivo como el suyo, la opción de elegir el trazado belga para montar nuevo motor y penalizar era bastante obvia. Así que en Mercedes usaban el reglamento al máximo para hacer de necesidad virtud, y Hamilton se limitaba a completar una vuelta en la Q1 del sábado, guardaba neumáticos y no forzaba la nueva mecánica montada en su coche pensando ya en remontar todo lo posible el domingo saliendo desde la última fila de la parrilla de salida.

Con su compañero/rival condenado a no poder pelear por la ‘pole position’, Rosberg no podía fallar, tenía que ser el más rápido en la Q3 y tenía que ganar la carrera para recuperar todos los puntos posibles en la que podía ser una oportunidad única visto lo visto en los últimos Grandes Premios disputados antes del verano. Y Nico cumplía en ambos casos, aunque el siempre increíble Verstappen se le acercase más de los esperado el sábado y pese a que el domingo todo pareciese conspirar en su contra, o a favor de Hamilton, que para el caso viene a ser lo mismo, y el recorte de puntos acabase siendo mucho menor de lo le hubiese gustado al alemán. Por eso, aunque finalmente ganaba Rosberg, como estaba más que previsto dada la configuración de la parrilla y la superioridad mostrada por los Mercedes, Hamilton no se puede decir que perdiese. El británico remontaba posiciones sin parar, ayudado tanto por su superior ritmo como por las numerosas circunstancias de carrera que le facilitaban la tarea, acababa tercero y celebraba su podio como si de una victoria se tratase. El liderato del mundial seguía siendo suyo y, una vez pagado el peaje del cambio de motor, el horizonte volvía a estar despejado por delante, con Monza a la vuelta de la esquina para volver a demostrar quien es, de verdad, el que manda en el mundial de Fórmula 1 del 2016.

Vettel causó el toque de los Ferrari en La Source y se hizo perdonar siendo tercero ante los tifosi en casa

Dos Grandes Premios complicados para Max Verstappen, en el centro de la polémica no siempre de forma justificada

Raikkonen fue el más perjudicado del toque inicial en Bélgica y en Italia escoltó a su compañero para terminar cuarto

AMBICIÓN Y ORGULLO

Las gradas y las ‘pelouses’ de Spa estaban llenas del color naranja que identifica a los hinchas holandeses en cualquier deporte, llegados en masa a la vecina Bélgica para a animar a su nueva estrella, el sensacional Max Verstappen. Y el joven prodigio de los Paises Bajos no les defraudaba, llegando incluso a amenazar la pole position de Rosberg el sábado con un ‘vueltón’ en la Q3 que dejaba su Red Bull a apenas una décima del Mercedes del alemán, más de tres por delante de su compañero de equipo Ricciardo y por delante también de los dos Ferrari, entre los que Raikkonen sorprendía a Vettel, con los dos siendo, al menos, capaces de situarse por delante del australiano con el segundo de los monoplazas azules.

El resultado de la sesión de clasificación configuraba, por tanto, unas primeras líneas de parrilla de lo más interesantes, con Verstappen compartiendo la primera con Rosberg, y los dos Ferrari en la segunda. Si el Mercedes no arrancaba bien, lo cual no es que esté siendo algo inusual este año, la configuración de la carrera o, al menos, de sus primeras vueltas, podía cambiar por completo. Pero el que salía mal no era Nico, cuyo Mercedes partía, esta vez si, como una auténtica flecha plateada para cubrir en un suspiro el corto espacio antes de llegar al siempre temido ‘embudo’ de ‘La Source’. Esta vez el que se movía con lentitud en los metros iniciales era el Red Bull de Max, que se veía superado de inmediato por los dos Ferraris, fieles a su habitual rapidez a la hora de ponerse en marcha en cuanto se apagan las luces rojas de salida. Y entonces, en apenas un par de segundos, se decidía buena parte del destino de la carrera para tres de los que debían ser sus principales protagonistas. Verstappen, todo ambición, mostraba una vez más esa mezcla de valor y talento con la que quiere llegar a lo más alto de la fórmula 1. Vettel, todo orgullo, estaba decidido a dejar claro quien es el ‘jefe’ en Ferrari. Y entre esa ambición del holandés, que se colaba por el interior a través de un hueco casi imposible, y de orgullo del alemán, que no dejaba espacio alguno a su compañero aun teniendo margen de sobra para hacerlo por el exterior, Raikkonen se encontraba, literalmente, en medio y se producía la carambola que dejaba al Red Bull de Max sin alerón delantero, al Ferrari de Kimi con una rueda pinchada y al de Vettel trompeado en medio de la pista.

Una carambola que, a poco que se analice con un mínimo de objetividad, es evidente que fue causada por el ‘cerrojazo’ del tetracampeón alemán a su compañero de equipo, siendo el contacto entre ambos el que acabó enviando al Ferrari del finlandés contra el Red Bull que se colaba con quirúrgica y limpia precisión por el interior. Aun así, los feroces críticos del joven holandés se apresuraron a cargar todas las culpas a la espalda del recién llegado, cuya rápida ascensión está produciendo el habitual efecto en estos casos, celos, envidias y escasa objetividad a la hora de juzgar sus aciertos y errores. Cómo, además, el joven Verstappen no es de los que se dejan intimidar, sus posteriores duelos con Raikkonnen y con Sergio Pérez acabaron por echar más leña al fuego de las críticas hacia su agresivo pilotaje. Y, las cosas como son, con el absurdo reglamento que permite eso tan ridículo de poder hacer un movimiento para defender la posición ante el ataque de un rival, las maniobras de Max ante Kimi y ‘Checo’ fueron totalmente legales. Otra cosa es que fuesen tremendamente peligrosas, como lo son siempre este tipo de tácticas defensivas, que eran poco menos que absoluta blasfemia hasta que primero Senna y luego Schumacher las convirtieron en el pan nuestro de cada día y el modelo a imitar para todos los jóvenes pilotos que aspiraban a emularlos. Cómo ya hemos comentado muchas veces en situaciones similares, nos tememos que hasta que no se produzca un accidente con consecuencias graves nadie va a poner coto a esa ridícula norma del ‘one move’. Pero, mientras alguien se decide a cambiarla (y ojalá lo hagan antes de que la causa sea de las que no tienen remedio) el duro estilo de Max para defenderse es perfectamente válido… otra cosa es que nos guste a los ‘puristas’ o a sus rivales.

Los Force India destacaron en dos pistas propicias para los motores Mercedes: en Spa Hulkenberg acabó cuarto...

...y en Monza el mejor clasificado fue Sergio Pérez en la octava posición

Se podía esperar algo más de los Williams que lograron su mejor resultado en Italia con Bottas en sexto lugar

LUCHAR O RESIGNARSE

El incidente protagonizado por los dos Ferrari y el Red Bull de Verstappen, unido al encontronazo entre el Manor de Werhlein y el McLaren de Button y al posterior parón con bandera roja al que obligó el terrorífico impacto del Renault de Magnussen contra las protecciones del Raidillon (por fortuna, inocuo a efectos de la salud del piloto danés) propiciaron no sólo la esperable remontada de Hamilton desde el fondo de la parrilla sino, también, la menos previsible de su acompañante en una última fila de lo más ilustre, Fernando Alonso. El asturiano salía el último después de pagar otro montón de puestos de penalización causados por problemas mecánicos en su McLaren-Honda. Pero el monoplaza anglo-nipón no fallaba en carrera y su piloto aprovechaba al máximo las inusuales circunstancias de los primeros giros para sin prácticamente tener que adelantar a nadie en pista, más allá de las posiciones ganadas en los caóticos metros iniciales, encontrarse en una más que inusual cuarta plaza cuando la carrera se reanudaba tras la interrupción.

Y aunque era evidente que la crónica falta de potencia del propulsor Honda no iba a permitirle defenderse ni del Ferrari de Vettel ni de los Force India equipados con los poderosos motores Mercedes, Fernando se empleaba a fondo hasta en el carril de boxes para evitar ser superado por Hulkenberg aunque, finalmente, la lógica de la diferencia de caballos se dejaba sentir y tanto el germano como su compañero Sergio Pérez acababan por dar cuenta del ovetense. Pero Alonso es de los que no se rinden cuando tienen ante si la oportunidad de lograr algo que está por encima de lo previsto para su montura. Por detrás venían otros dos monoplazas con mecánica Mercedes, los Williams de Massa y Bottas, y hasta otro Ferrari en remontada, el de Raikkonen. Pero el siguiente en tener que pasar al español era el que menos propensión a luchar mostraba, Felipe Massa. El brasileño, seguramente con su mente ya en el anuncio de retirada que realizaría apenas unos días después en Monza, no se mostraba en absoluto incisivo pese a la ventaja mecánica y su presencia se acababa convirtiendo en el perfecto colchón para que Alonso lograse llevar a la meta el McLaren en una séptima plaza que, visto su ritmo de carrera, no le correspondía. Cuando finalmente Bottas y Raikkonen rebasaban a Massa, rápido a final de recta pero lento en el resto del circuito, a los dos finlandeses ya no les daba tiempo de alcanzar al español. La diferencia entre luchar y resignarse quedaba clara en el resultado final del Gran Premio, y era la que separaba el batallado y meritorio séptimo puesto del español frente al gris décimo lugar del brasileño. Porque, más allá del valor como piloto de uno y otro, o de la competitividad de sus monturas, con obvia ventaja para Alonso en el primer caso y para Massa en el segundo, era la aptitud con la que Fernando y Felipe afrontaban cada vuelta de carrera la que definía en que posición acababan cruzando la meta.

Felipe Massa anunció en Monza su retirada de la Fórmula 1 al final de la temporada

Alonso aprovechó a la perfección el caótico inicio en Bélgica para remontar a una inesperada séptima posición

Un día después de que McLaren anunciase que le sustituirá para el 2017, Button mostró de su clase con una notable remontada sin premio

UN SOLO FALLO FUE SUFICIENTE

Todo parecía encaminado para un fin de semana absolutamente triunfal de Hamilton. Al británico le encanta Monza, una pista que exalta como pocas su extraordinaria capacidad para apurar las frenadas hasta el límite y un poco más allá. Un circuito en el que había ganado los dos años anteriores y en el que empezaba a mostrar su dominio camino de un tercer triunfo consecutivo con una superioridad aplastante en los libres y, especialmente, en la sesión de clasificación. No contento con haber logrado ya, en su primer intento de la Q3, un crono más que suficiente para alcanzar la ‘pole position’, Lewis lo rebajaba aun más en los instantes finales para dejar a Rosberg al abismo que es casi medio segundo cuando los dos pilotos cuentan con el mismo material. Una auténtica barbaridad que se explicaba sola viendo como Hamilton trazaba la Parabolica, totalmente pegado a la línea exterior sin dejar un milímetro de pista sin usar para mantener la máxima velocidad aun a costa de recorrer algo más de distancia, mientras a Rosberg siempre le faltaban algunos centímetros de asfalto que aprovechar.

Pero de poco vale conseguir una ‘pole’ tan imperial el sábado si el domingo, cuando se da la salida, no se aprovecha la primera posición. Es más, no vale absolutamente de nada si se arranca tan terriblemente mal como lo hizo Lewis, cuyo Mercedes se movió con exasperante lentitud en los metros iniciales de la larga recta que lleva al siempre temido embudo de la primera variante de Monza. Una distancia que se le debió hacer eterna al británico mientras veía como Rosberg, los dos Ferrari y hasta el Red Bull de Ricciardo y el Williams de Bottas le superaban con facilidad. En un instante, por un único fallo en todo el fin de semana, la carrera que iba a ganar estaba perdida. Porque hoy día, salvo circunstancias externas que compliquen el desarrollo de la prueba, remontar desde el sexto al primero en Monza, siendo además el líder tu compañero de equipo, es poco menos que imposible.

Y aunque, con su habitual espíritu de lucha, Lewis se puso de inmediato a ello, despachando rápidamente al Red Bull, poco después al Williams, y no teniendo siquiera que preocuparse de tener que adelantar a los Ferrari, cuya estrategia a dos paradas les iba a quitar de en medio antes de que los llegase a alcanzar, una cosa era recuperar hasta el segundo lugar y otra, muy diferente, colmar los casi quince segundos de margen que le separaban de Rosberg cuando finalmente no había ya ningún otro monoplaza entre ambos más allá de los que iban doblando sin mayor pérdida de tiempo. Justo una semana después de Spa, Nico estaba ante una nueva oportunidad de recortar distancias… y esta vez, visto lo visto durante el viernes y el sábado de Monza, era una ocasión totalmente inesperada además. Una ocasión que no desaprovechaba, logrando su segunda victoria en siete días, la primera que consigue en el ‘templo de la velocidad’ italiano. Dos triunfos que vuelven a meter a Rosberg de lleno en la pelea por el campeonato justo cuando tras el desastre de Hungría parecía que sus opciones se estaban acabando. De todas formas, Hamilton sigue siendo el líder y el gran favorito, pero con sólo un par de puntos a su favor y aun siete Grandes Premios por disputarse, la lucha por el título está totalmente abierta de nuevo. Algo muy de agradecer para que el interés no decaiga en la recta final de otra temporada de absoluto dominio de Mercedes.

SEGUIR LA TRADICIÓN

Es todo un clásico en la historia de la fórmula 1, sobre todo en la de las últimas décadas del ya cada vez más lejano siglo XX, que, por mal que los Ferrari hubiesen ido en las carreras anteriores, cuando llegaba la cita con Monza los monoplazas rojos ‘resucitaban’ para ser competitivos… aunque fuese sólo los días previos a la carrera como método infalible para atraer a los ‘tiffosi’ y llenar todos los rincones del trazado milanés. Hay incontables leyendas al respecto de motores ‘especiales’, de monoplazas inusualmente ligeros y hasta de cronometrajes más o menos optimistas que acababan permitiendo llegar al domingo con un Ferrari habiendo liderado las tablas de tiempos en alguna de las sesiones previas a la carrera.

Hoy día esas cosas se supone que ya no pueden pasar, más que nada porque todo está mucho más controlado. Pero no por ello iban a dejar los de Maranello de echar el resto para tratar de ser lo más competitivos posible en la carrera de casa. Especialmente porque tras un prometedor inicio de temporada, cuando los Ferrari llegaron a postularse como posible amenaza de los Mercedes, la distancia con el equipo dominador no había dejado de aumentar y, además, por detrás habían llegado los Red Bull para acabar relegando a la ‘scuderia’ al incómodo y decepcionante papel de tercero en discordia. Así que para el Gran Premio Italia los motoristas de la ‘Scuderia’ gastaban tres de esos misteriosos ‘tokens’ que permiten evolucionar algunas partes de las unidades de potencia y los SF16-H se presentaban en Monza dispuestos a plantar batalla en lo posible. Una batalla perdida de antemano con los Mercedes, como ya se dejaban de encargar los cronos de entrenamientos, pero que, en cambio, si iban a ganar contra los Red Bull, a los que tanto Vettel como Raikkonen superaban con claridad en la Q3 para recuperar esa segunda fila de parrilla que últimamente cada vez les costaba más alcanzar.

Luego, en carrera, ante los Mercedes de nada valía tratar de ser creativos con la estrategia y parar dos veces en vez de una como suele ser lo más habitual (y lo más rápido) en Monza. De hecho, en vista de la pésima salida de Hamilton, hacer dos paradas acababa incluso facilitando la remontada del británico hacia el segundo lugar. Un puesto que es probable hubiese logrado igualmente con los Ferrari entrando sólo una vez a cambiar gomas aunque, al menos, para lograrlo habría tenido que rebasarles en pista en lugar de por estrategia. Pero ¿quién sabe? igual hasta era mejor así para la moral de la tropa y de los ‘tiffosi’. Al fin y al cabo, ver como un Ferrari es adelantado no resulta un espectáculo agradable para la exigente hinchada que llena de rojo las tribunas y ‘pelouses’. Al menos, los Red Bull habían sido batidos con claridad y un piloto vestido de rojo, Vettel, subía como tercer clasificado al fantástico podio que, como un altar, eleva a los ídolos por encima de los enfervorizados seguidores que, cada año, nada más acabar la carrera, invaden la recta del templo de la velocidad. El honor estaba a salvo y ahora queda por ver si la mejoría vista en Italia es extrapolable a otras pistas en las que los prodigiosos chasis de los Red Bull puedan compensar el déficit de caballos que siguen teniendo los motores Renault.

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POR DETRÁS SI HUBO CARRERA

Más allá de unas primeras vueltas en las que siempre pasa algo, la carrera de Monza pronto quedó muy definida en lo que respecta a sus cuatro primeras posiciones. Los dos Mercedes iban a ser primero y segundo, con Rosberg controlando en la distancia la remontada de Hamilton, y los dos Ferrari les iban a secundar sin poder inquietarles, con Vettel por delante de Raikkonen gracias a su mejor posición de salida, con la consiguiente ventaja adicional a la hora de la estrategia.

Por detrás, en cambio, si hubo carrera, con los dos Red Bull como protagonistas (y, a la postre, ganadores) de interesantes luchas para acabar lo más arriba posible en una pista en la que sufrían tal vez algo más de lo esperado. Al menos, Ricciardo acababa consiguiendo alcanzar la quinta plaza, el máximo que tenía a su alcance dadas las circunstancias. Y lo hacía, además, con un espectacular adelantamiento a final de recta sobre el Williams de Bottas, a quien sorprendía con una apurada de frenada auténticamente fabulosa, ‘tirando’ el monoplaza desde tan lejos que parecía imposible fuese ser capaz de meterlo en la estrecha chicane sin llevarse por delante a su rival. Pero el australiano, uno de los mejores ‘adelantadores’ de la Fórmula 1 actual, lo lograba para arrebatarle al finlandés la quinta plaza y sumar otro buen puñado de puntos que le mantienen tercero en la general del campeonato, aun con buen margen respecto a los dos pilotos de Ferrari que, esta vez, acababan por delante suyo.

El otro piloto de Red Bull también animaba la parte final de la carrera, en su caso para remontar hasta el séptimo lugar después de una salida desastrosa. Porque si la arrancado de Hamilton había sido mala, la de Verstappen era simple y llanamente pésima. El joven holandés se veía totalmente engullido por el grupo y, con un monoplaza cuya velocidad punta no es precisamente su mayor virtud, eso implicaba sufrir lo suyo para tratar de recuperar posiciones. Pero si algo le gusta, y se le da bien, al joven Max es adelantar. Así que pronto empezaba a dar cuenta de rivales aquí y allá para acabar llegando a la cola del Force India de Sergio Pérez, a quien superaba con un decidido adelantamiento por el interior a la entrada de la segunda variante para concluir en el mismo séptimo puesto del que había partido, tan desastrosamente, apenas hora y media antes.

Otros dos monoplazas equipados con motor Mercedes completaban el resto de lugares con derecho a puntos: el Williams del cada vez más retirado Massa, autor de otra carrera sin garra y sin ritmo, y el Force India de Hulkenberg, que se veía de nuevo batido por su compañero Pérez durante todo el fin de semana.

Por detrás, apenas quedaba lugar para la demostración de orgullo de Button justo un día después del más que esperado anuncio de su sustitución por Vandoorme para el año que viene en McLaren. El británico remontaba desde el fondo del grupo tras una primera vuelta malísima, para acabar dando caza y superando con facilidad a su compañero, Alonso, que había llegado a estar en zona de puntos antes de un primer cambio de gomas lento por culpa de un error del semáforo, tras el cual ya no mostraba el mismo ritmo de los giros iniciales. El asturiano, una vez rebasado por el inglés, acababa entrando en boxes a un par de giros del final para montar un juego de súper blandas y marcar una vuelta rápida anecdótica que venía a ser algo así como, en baloncesto, meter un triple sobre la bocina cuando vas perdiendo por treinta y tu rival hace tiempo que ha puesto en cancha a todos los suplentes. Pero cuando hasta puntuar es una quimera, como lo era para los McLaren-Honda en Monza, igual hay que buscarse otras formas de divertirse, motivar al equipo o llamar la atención sobre algo más positivo que una carrera tan gris como la que acabó haciendo Fernando en un trazado donde ha vivido momentos mucho más estelares que tener que perseguir, sin éxito, a los no especialmente competitivos Haas.

Texto: Daniel Cean-Bermúdez - Fotos: prensa equipos fórmula 1

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