¡¡¡¡MAX!!!

Todavía habrá quien tenga dudas de que este jovencísimo holandés tiene ese algo especial que sólo poseen los elegidos para la gloria en cualquier faceta de la vida. Al fin y al cabo, de incrédulos está el mundo tan o más lleno que de creyentes. Sea como fuere, lo conseguido por Max Verstappen en el Gran Premio de España de Fórmula 1 del 2016 ya tiene un hueco reservado en los libros de historia de la máxima categoría del automovilismo mundial. El inesperado triunfo del holandés, en su debut con Red Bull tras el controvertido cambio de asientos con Kvyat, es un hecho incuestionable, supone la victoria más precoz, en cuanto a edad, de cualquier piloto que nunca haya competido en la Fórmula 1 y tiene todos los visos de ser el primero de muchos éxitos más para un piloto que está quemando etapas a un ritmo nunca visto hasta ahora. Eso si, para que Max acabase pasando el primero bajo la bandera a cuadros en Barcelona tuvieron que darse una serie de circunstancias que acabaron convirtiendo en posible lo imposible. ¡Para que luego digan que en la Fórmula 1 nunca pasa nada, que todo está bajo control y es tan previsible como aburrido! En el trazado catalán se alcanzaron, por momentos, máximos de emoción e incertidumbre para que, finalmente, un joven de apenas 18 años alcanzase ese climax que es para cualquier piloto ganar su primer Gran Premio de Fórmula 1.

Max Verstappen pasa bajo la bandera a cuadros y se convierte en el más joven ganador de la historia de la Fórmula 1

Rosberg por delante, Hamilton buscando el hueco... el desastre de Mercedes está a punto de producirse

Raikkonen acabó segundo en Barcelona y pasa a ocupar igual posición en la general del campeonato

MÁXIMA TENSIÓN

Con Hamilton en pole position una vez más, pero con Rosberg a su lado dispuesto a que el británico no iniciase en Barcelona esa remontada que necesita para sumar su cuarto título mundial, la arrancada del Gran Premio de España era un momento de máxima tensión, más aun, si cabe, que la habitual siempre cada vez que se apagan los semáforos de salida.

Por si fuera poco, el británico volvía a partir peor que el alemán, algo que empieza ya a ser preocupantemente repetitivo para Lewis, y al llegar a la primera curva Nico estaba encima y se lanzaba decidido por el exterior, superándole de forma espectacular. Un adelantamiento de esos que duelen, y más a un piloto que acostumbra a hacerlos, no a sufrirlos… así que en cuanto Hamilton notaba, a la salida de la rápida curva de izquierdas que sigue al zigzag inicial, que Rosberg perdía algo de velocidad no lo dudaba, se tiraba sin pensárselo dos veces al interior en busca de devolverle la afrenta cuanto antes. Pero su compañero/rival, con la ventaja que da ir delante, tanto en la carrera como en el campeonato, cerraba la puerta sin contemplaciones, haciendo uso extremo de la regla que permite un movimiento. Una norma que me parece nefasta, tanto para el espectáculo como para la seguridad pero que, a día de hoy, es perfectamente legal por mucho que no nos guste a los que añoramos tiempos más caballerosos en las carreras. El resultado era el peor posible para el equipo anglo-alemán. Sin sitio para pasar, el Mercedes de Hamilton pisaba la hierba del interior, el británico perdía el control de su monoplaza y este salía disparado contra el de Rosberg, con los dos coches protagonizando una carambola que los acababa dejando varados en la puzolana del exterior de la pista. El más que probable doblete se convertía en un desolador doble abandono cuyas consecuencias para lo que resta de campeonato añaden aun otro punto a esa máxima tensión que ya viene existiendo entre dos pilotos muy conscientes de la oportunidad que representa estar en el equipo que domina y, por tanto, en nada dispuestos a ser batidos por su compañero de marca y, a la vez, único rival en la lucha por el título.

Vettel iba delante de su compañero pero la estrategia a tres paradas no funcionó y tuvo que conformars con el tercer escalón del podio

Ricciardo lideró hasta que en Red Bull dividieron las estrategias y la de tres paradas resultó siendo peor que la de dos

Lejana quinta posición para Valteri Bottas con el Williams Mercedes que no acaba de estar con los de cabeza

Hace dos años, la anterior vez que los Mercedes se tocaron al inicio de un Gran Premio, en Bélgica, el desastre inmediato fue para Hamilton, que se vio obligado a abandonar mientras Rosberg pudo, al menos, seguir en carrera y acabar segundo. Pero en los siguientes Grandes Premios la sensación fue la opuesta, Lewis pareció acabar saliendo reforzado de aquel incidente y encadenó una racha de triunfos que le llevó al título mientras Nico vio como su ventaja se diluía y ha tardado año y medio en volver a tener la iniciativa. Ahora, la ventaja es aun mayor que entonces, en los que a puntos se refiere, a favor del alemán… está por ver si en esta ocasión es capaz de mantenerse por delante o si el ‘incidente de carrera’ de Montmeló le acaba pasando más factura que al británico. La siguiente cita de su duelo los llevará, además, a un escenario en el que ya saltaron chispas entre ambos hace un par de campañas, cuando Nico logró una ‘pole’ cuando menos discutible con aquella sospechosa pasada de frenada que truncó el último intento de Hamilton para arrebatársela. Si entonces la tensión entre ambos ya fue máxima, ni me quiero imaginar como será el próximo fin de semana cuando ambos vuelvan a ponerse de nuevo al volante de sus Mercedes en las calles del Principado.

Carlos Sainz protagonizó un magnífico arranque de carrera pero mantener detrás a los Ferrari con el Toro Rosso era imposible

Sergio Pérez consiguió su mejor resultado de lo que va de año terminando séptimo con el Force India

Octava posición para Massa, muy lastrado por su mala posición de salida después del fiasco en clasificación

MAXIMIZAR LAS OPORTUNIDADES

La autoeliminación de los dos Mercedes tuvo el efecto positivo de abrir por completo el pronóstico de una carrera que se anunciaba como otro recital de las flechas plateadas, sin más duda que saber si Hamilton o Rosberg iba a ser el ganador al final del Gran Premio. De golpe (¡y menudo golpe!) los dos estaban fuera de combate tras apenas unos metros y al frente de la carrera el color que predominaba no era el gris metalizado sino el azul noche. Los Red Bull de Daniel Ricciardo y su nuevo compañero, Max Verstappen, transitaban en cabeza, seguidos pronto por los rojos Ferrari de Sebastien Vettl y Kimi Raikkonen, que no tardaban mucho en superar al Toro Rosso de Carlos Sainz, magnífico tercero en las vueltas iniciales pero que, lógicamente, no podía contenerlos durante mucho tiempo.

El español, había superado a los dos monoplazas de Maranello siendo más decidido en el momento del ‘crack’ de los Mercedes, y aguantaba unos giros por delante de ellos mientras los Red Bull tomaban ventaja, con Ricciardo en cabeza y Verstappen siguiéndole de cerca gracias a haber superado de forma magistral, por el exterior, a Vettel en los metros iniciales de la carrera. Una maniobra que pasó casi inadvertida ante todo el lío posterior del encontronazo Hamilton-Rosberg, pero que acabaría siendo uno de esos momentos con influencia máxima en el sorprendente resultado final de la prueba. Porque con los dos Red Bull por delante de los dos Ferrari la fisonomía de la carrera era muy diferente a lo que podría haber sido de no perder Vettel la estela de Ricciardo en las primeras curvas. En Ferrari, con sus dos monoplazas mostrando algo mejor ritmo de carrera que los de sus rivales, empezaban entonces a hacer cábalas y, como no estaba claro cual sería el mejor modo de superar a los dos Red Bull, optaban por dividir las estrategias de sus dos pilotos para maximizar las opciones de victoria del equipo. A Vettel, que iba por delante, le tocaba la, en teoría, mejor oportunidad que suponía parar tres veces pero llevar gomas más adherentes (y, por tanto, más rápidas) durante más tiempo. A Raikkonen, que ocupaba la cuarta plaza una vez estabilizadas las posiciones en el primer tercio de carrera, se le asignaba la, sobre el papel, peor opción de parar sólo dos veces, perdiendo menos tiempo en boxes pero teniendo que mantener un ritmo más lento para hacer aguantar las gomas hasta el final.

En Red Bull reaccionaban al envite del muro de Ferrari y también se decidían por no poner todos los huevos en el mismo cesto. Y, al igual que habían hecho los italianos, asignaban la teóricamente mejor estrategia al que iba delante, Ricciardo, que debería detenerse tres veces en boxes mientras Verstappen lo haría sólo en dos ocasiones. Pero como Ferrari había movido ficha antes con Vettel, cuando Red Bull lo hacía con Ricciardo el australiano volvía a pista por detrás del alemán y todo apuntaba a que los de Maranello iban camino de ganar la batalla, con su número 1 por delante del de su rival y la perspectiva de que ambos, con mejor ritmo, iban a acabar por alcanzar y superar a sus teóricos números 2. Y mientras lo conseguían o no, en cabeza del Gran Premio de España rodaba Max Verstappen, liderando con el Red Bull por delante del Ferrari de Kimi Raikkonen. ¡El segundo acto de la sorpresa máxima ya estaba en curso!

Cara y cruz en McLaren: Button rebasó a Alonso en la salida y acabó noveno, el español llegó a la Q3 pero se retiró en carrera

En su retorno-destierro a Toro Rosso, Kvyat concluyó décimo y se consoló marcando la vuelta rápida al final de la prueba

Gutiérrez fue el único piloto de Haas en la meta pero no consiguió puntuar, el mexicano terminó undécimo

MAXIMUM ATTACK

Una cosa es la teoría y otra la práctica… o, del dicho al hecho hay mucho trecho, que dice nuestro refranero. La estrategia que, según las computadoras y los ingenieros, ofrecía la máxima eficiencia no se revelaba, finalmente, tan provechosa. Por mucho que Vettel y Ricciardo estuviesen en modo ‘maximumj attack’ que diría Marku Alen, su ritmo no era lo suficientemente bueno como para colmar la diferencia cedida ante el dúo cabeza al haber hecho una parada más en boxes. Además, el alemán pronto veía impotente como no sólo las cuentas no salían, ya que el margen se reducía mucho menos de lo previsto sino que, además, bastante tenía con resistir el asalto de Ricciardo, que se le echaba encima en la zona virada final de Montmeló, aprovechando al máximo la mejor aerodinámica de la que siguen disfrutando los pilotos de cualquier monoplaza en cuyo diseño haya tenido algo que ver el lápiz mágico de Adrian Newey.

Por dos veces se tiraba el sonriente australiano con el cuchillo entre sus siempre visibles dientes en un par de frenadas imposibles que estaban cerca de acabar con ambos fuera de la pista y provocaban el enfado del alemán, frustrado por tener que defenderse en vez de atacar. Porque si algo empezaba ya a estar claro es que la pelea entre los dos teóricos números uno ya no iba a ser por la victoria sino, como mucho, por el tercer puesto. Ni uno ni otro se acercaban al dúo de cabeza, que seguía comandado por el joven Max, conteniendo con la solvencia de un veterano al mucho más experto Kimi. En Red Bull habían maximizado sus opciones, tal vez del modo menos previsto, pero con el resultado que buscaban, que al menos un coche azul cruzase la meta por delante del primero de los coches rojos.

Otro Gran Premio a olvidar para los Renault, con Palmer decimotercero y Magnussen decimoquinto

Los Sauber tampoco fueron competitivos en Barcelona, el mejor clasificado resultó Ericsson en el puesto doce

Los Manor cerraron el pelotón con Pascal Wehrlein de nuevo por delante de Ryo Haryanto

¡CLÍMAX!

Si hace tres años, cuando un chavalín llamado Max Verstappen dominaba en karting, alguien nos dice que en tan corto periodo de tiempo iba a ganar ya su primer Gran Premio de Fórmula 1 le hubiésemos tachado de loco, por mucho que fuese incuestionable el inmenso talento de aquel crío holandés.

Si hace apenas dos, cuando ese mismo Max con apellido de expiloto de Fórmula 1 deslumbraba en su temporada de debut en monoplazas, entrando directamente al europeo de Fórmula 3 y convirtiéndose, de inmediato, en uno de los pilotos de referencia de la categoría más dura en el, para otros, largo camino hacia la cima, nos hubiesen insistido en tan aventurado pronóstico, tampoco lo hubiésemos creído… aunque ya nos hubiese parecido plausible que, con un poco más de tiempo por delante, el hijo de Jos acabase por subirse a un monoplaza de la máxima categoría, no en vano sus demostraciones en la F3 eran de las que no dejan duda, había madera, y mucha, en ese jovencito de los países bajos.

Si hace poco más de uno, cuando ya daba muestras de su rapidez, su talento y su arrojo al volante del Toro Rosso, debutando en la Fórmula 1 sin tener edad aun para sacar el carnet de conducir, ese mismo visionario hubiese vuelto a la carga con la apuesta de que, en menos de doce meses, Max iba a ganar un Gran Premio, tampoco habríamos arriesgado nuestro dinero a un resultado que parecía imposible en tan corto espacio de tiempo… pero no habríamos dudado ni un momento en responderle que este neerlandes, cuyos adelantamientos nos recordaban al inolvidable Gilles, iba a ganar, seguro, no una carrera sino, probablemente, algún que otro campeonato del mundo en, como mucho, cuatro o cinco años.

Pero no ha habido que esperar tanto para la primera victoria del nuevo prodigio del automovilismo mundial. Apenas tres años después de su última campaña en karts, dos de su debut en monoplazas y poco más de uno de su estreno en la Fórmula 1, Max ya ha incluido su nombre en la exclusiva lista de ganadores de un Gran Premio. Lo de menos, en este caso, es que su edad sea de poco más de 18 años, al fin y al cabo, como dicen los ingleses en estos casos, ‘si eres lo suficientemente bueno entonces tienes la edad suficiente’. Lo que impresiona es lo meteórico de su trayectoria, cuyo más cercano parangón en la Fórmula 1 es la de quien le siguió hasta la meta en Barcelona sin poder superarle, Kimi Raikkonen, que, en su momento, saltó a la cima del mundo del motor todavía desde más lejos… ¡desde la Fórmula Renault!

Queda por ver ahora si el joven Verstappen acabará completando el camino que lleva del primer triunfo al primer título. Un camino que podría ser aun largo, que estará lleno de dificultades y en el que muchos, con tanto o más talento que él, se han acabado atascando. Un camino en el que el segundo triunfo igual se hace esperar más que el primero, no en vano para que se produjese el inesperado cliMAX de Montmeló fue necesario, además de la carrera perfecta de Max en su debut al volante del Red Bull, toda una serie de circunstancias que es complicado se vuelvan a dar juntas en una temporada como la actual, marcada por el claro dominio de los Mercedes. Pero, visto lo visto, creo que haríamos bien en creer al visionario de cuyas aventuradas predicciones nos hemos ido empeñando en desconfiar. Porque no hay duda… ¡este chico es lo MAXimo!

Texto: Daniel Cean-Bermúdez - Fotos: prensa equipos fórmula 1

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