PERCEPCIÓN Y REALIDAD

A veces lo que percibimos es diferente de lo que en realidad vemos. Sobre todo cuando queremos que ocurra algo que no está pasando, Bien sea porque nos engañamos a nosotros mismos y no queremos ver lo que verdaderamente ocurre, o porque haya algún factor que distorsione los hechos y los haga parecer distintos, no es raro que acabemos viendo lo que queremos ver en lugar de lo que realmente se produce ante nuestros ojos.

Algo así diría que estaba pasando en lo que iba de temporada en el mundial de Fórmula 1 del 2016. Pese a que la realidad, con su habitual tozudez, se empeñaba en demostrar, con tres ‘poles’ y tres victorias en tres carreras, que la superioridad de los Mercedes seguía siendo poco menos que abrumadora, no faltaban quienes seguían pensando que este año las cosas eran diferentes, que los Ferrari estaban más cerca y que esos tres triunfos habían llegado tanto por la competitividad del W07 como por una serie de circunstancias que los habían facilitado.

Rosberg volvió a tenerlo todo a favor y así no hay quien lo pare, ya van cuatro de cuatro y siete seguidas desde final del año pasado

A Hamilton le sigue acompañando la mala fortuna en forma de averías, esta vez tuvo que salir décimo y remontó hasta la segunda plaza

Raikkonen completó el podio para Ferrari pero nunca fue una amenaza para los Mercedes

Es verdad que en Australia los Ferrari tiraron por la borda una buena ocasión al equivocarse en la estrategia después de haber superado a los Mercedes en la salida. Y también es cierto que en Barhein la avería del motor de Vettel en la vuelta de formación impidió comprobar hasta donde podía haber llegado el alemán, cuyo toque contra su compañero en China comprometió seriamente la carrera de ambos, dejándonos de nuevo sin posibilidad de ver si los monoplazas de Maranello podían plantar cara o no. De hecho, incluso en Rusia se podría argumentar más de la mismo, habida cuenta de la pésima fortuna sufrida por el tetracampeón alemán, lastrado en parrilla por una avería en entrenos y fuera de combate en los primeros metro de carrera sin culpa alguna. Pero me parece que ya es hora de que todos abran los ojos a la cruda realidad. Por mucho que aun no hayamos tenido una carrera con los dos Mercedes y los dos Ferrari completando el Gran Premio sin problemas ni errores, propios o ajenos, que puedan haber condicionado sus resultados, en Sochi creo que ha quedado más que meridianamente claro lo que venimos sospechando desde que se empezó a rodar en pretemporada: los Mercedes siguen un paso (¡o dos!) por delante y, por tercer año consecutivo, el mundial de Fórmula 1 va a ser lo que los británicos llaman ‘una carrera de dos caballos’.

El ritmo al que la rápida remontada de Hamilton obligó a rodar a Rosberg para mantener su liderato a salvo acabó por demostrar el enorme abismo que hay entre las ‘flechas plateadas’ y el resto de monoplazas. Por momentos se pudieron ver diferencias de dos segundos por vuelta entre los Mercedes y los mejores del resto, con Hamilton y Rosberg haciendo ‘cuarentas’ y ‘treintaynueves’ cuando los demás a duras penas bajaban del ‘cuarentaydos’… y eso con todos calzando el mismo compuesto de neumáticos. Un margen enorme que tal vez sea incluso mayor ahora que hace quince días, no en vano los propulsores de Mercedes presentaron evoluciones en esta cuarta cita del año, como si en la marca alemana tampoco se fiaran del todo del real potencial de Ferrari, que estrenaba también cambios en sus unidades de potencia buscando cerrar ese hueco que, me temo, sigue bien abierto. Esa es la realidad, se quiera ver o no.

Bottas partió desde la primera línea pero tuvo que conformarse con la cuarta plaza la final de la carrera

Felipe Massa concluyó quinto con el otro Williams, lejos de su compañero pero muy por delante del resto

Alonso aprovechó al máximo el lío de la primera vuelta para ganar posiciones y acabó cruzando la meta en una notable sexta posición

ROSBERG VIENTO EN POPA, HAMILTON EN PLENA TORMENTA

De todas formas, lo peor para el interés del campeonato no es que los Mercedes continúen siendo muy superiores. El mayor problema es que, además, entre sus pilotos la pelea es, por el momento, de lo más desigual. Y no porque uno de ellos se esté mostrando claramente superior al otro, como ocurrió durante buena parte de la pasada campaña, cuando Hamilton batía una carrera si y otra también a Rosberg. En esta ocasión es el germano el que gana sin parar, sumando ya cuatro de cuatro (y siete seguidas si contamos las tres citas finales del 2015) mientras al británico le pasa de todo… ¡y todo malo! Obviamente, su pésima arrancada en Australia no se puede achacar a la mala fortuna, y ahí comprometió sus opciones en el primer Gran Premio del año. Pero en los tres restantes la culpa de que no haya podido presentar batalla a su compañero de equipo no ha sido precisamente suya. En Barhein tampoco es que saliese muy bien pero, aun así, estaba pegado a Rosberg en el primer viraje cuando Bottas se lo llevó por delante. En China una avería en la Q1 le condenó a partir el último y, encima, el lío de la primera curva le dejó con el coche tocado. Y en Rusia otro fallo en su propulsor, esta vez al acabar la Q2, le relegó a la quinta fila de parrilla, desde donde remontó con rapidez. Pero cuando quiso situarse segundo Rosberg ya había desaparecido en la distancia, a más de 14 segundos. Y aunque Hamilton no es de los que se rinden, como bien demostró con su demoledor ritmo que le llevó a reducir la desventaja más o menos la mitad, la mecánica de su monoplaza empezó a sufrir con el esfuerzo y le obligó a tirar la toalla sin poder seguir atacando hasta el final para, al menos, acabar segundo y continuar en ese modo de ‘limitación de daños’ en el que está instalado desde que no partió con la presteza necesaria cuando se apagaron las luces del semáforo de salida en Australia.

Evidentemente queda muchísimo campeonato por delante como para pensar que Hamilton no va a poder recortar la ya muy importante ventaja que le lleva Rosberg. Pero, por otro lado, si los Mercedes siguen en su papel de dominadores absolutos, recuperar cuarenta y tres puntos (¡casi dos Grandes Premios!) es una tarea titánica cuando entre primero y segundo hay siete de diferencia en cada carrera. Serían necesarias nada menos que siete victorias consecutivas de Lewis, siempre que Nico sea segundo, para darle la vuelta a una situación que, ahora mismo, es muy favorable para el alemán… y no sólo por los números. De hecho, no deja de ser otro caso en el que percepción y realidad se diferencian. El que va delante y está en racha tiene siempre la ventaja extra de la tranquilidad que le da el ir con viento a favor y tener margen para el error. El que persigue, en cambio, sabe que no puede fallar y si, además, haga lo que haga las cosas se le tuercen como le está pasando al británico de Mercedes, puede acabar perdiendo la fe y resignándose. En todo caso, no veo a Lewis rindiéndose, más bien al contrario, lo imagino ya pensando en ganar las ocho próximas carreras y las que hagan falta. Por eso, aunque los números nos hagan percibir un campeonato claramente dominado por un piloto, tal vez en este caso la realidad no sea tan obvia como las cifras se empeñan en hacernos percibir. Agarrémonos a ello para tener esperanzas de una temporada interesante en lo que respecta a la lucha por el título… más allá de que su ganador vaya a ser, por tercer año consecutivo, uno de los dos pilotos de Mercedes.

Primeros puntos para la nueva época de Renault en la Fórmula 1 gracias a la séptima plaza de Magnussen

Otro resultado positivo para Grosjean y el Haas, octavos en esta ocasión

Sergio Pérez no pudo repetir la hazaña del año pasado en Sochi pero al menos logró sumar los puntos del noveno lugar para Force India

SIN FALLOS YA ES DIFÍCIL… CON ERRORES ES IMPOSIBLE

Para los aspirantes a inquietar a Rosberg y Hamilton el Gran Premio de Rusia acabó resultando de lo más frustrante. Como dejan bien claro los cronos de la Q3, en prestaciones puras los Ferrari no podían competir, los Red Bull habían dado un paso atrás y los Williams seguían sin ser alternativa. Eso si, los problemas de Hamilton, y la penalización a Vettel por tener que sustituir la caja de cambios, configuraban una parrilla de salida con monoplazas de cuatro escuderías diferentes en las cinco primeras posiciones y la inusual imagen de una primera fila no ocupada por los dos Mercedes. Una imagen que daba una percepción muy alejada de la realidad a poco que la carrera discurriese por cauces normales.

Si, además, los que persiguen se acaban pegando, literalmente, entre ellos, como ocurriría en los primeros instantes de la prueba, el resultado final estaba más que cantado: a Rosberg nadie le iba a hacer sombra y Hamilton acabaría completando el doblete Mercedes pese a salir décimo. En lo que respecta a la victoria de Nico, bastaron unos metros de carrera para disipar toda esperanza de que alguien pudiese siquiera intentar complicarle algo la vida. El alemán mantuvo esta vez sin problemas su primera plaza ante un poco agresivo Bottas, más pendiente ya desde los primeros metros de defenderse de los que venían por detrás que de atacar. Y entre estos, encabezados por Raikkonen, varios perdían toda opción antes de completarse el primer giro. Kvyat, que en China había salido bien librado de su arriesgado ataque a los Ferrari, desencadenaba esta vez el caos al golpear con su Red Bull el Ferrari de Vettel, ‘remachándolo’ unos metros más adelante con un segundo impacto que mandaba al monoplaza del alemán contra las protecciones. Esta vez Seb tenía motivos más que de sobra para enfadarse con el joven ruso ya que, además, ni siquiera le quedaba la opción de seguir en carrera y remontar como en China. Su dañado Ferrari era una de las víctimas de una carambola que acababa implicando también al otro Red Bull y que, unida a la que casi simultáneamente había provocado Gutiérrez, tocando a Hulkenberg, dejaba la carrera muy condicionada para un buen número de aspirantes a las plazas de puntos.

En cuanto a la presumible remontada de Hamilton hasta el segundo puesto, esta se veía también facilitada por el barullo organizado por Kvyat. Lewis salía indemne a base de cortar por la escapatoria y en apenas media vuelta ya era quinto, tardando poco más de una docena de giros en superar, con su habitual pericia, a los que le separaban del segundo puesto. En menos de quince vueltas ya estaban los dos Mercedes en cabeza y al resto no les quedaba más que pelear entre ellos por ser el mejor del resto, sin opción alguna de inquietar a los de cabeza en una carrera que, además, dada la escasamente abrasiva superficie de Sochi y la conservadora elección de compuestos por parte de Pirelli, ni siquiera ofrecía la incertidumbre estratégica que la nueva regla de los tres tipos de gomas por fin de semana había añadido al desarrollo de las carreras anteriores. El único que intento algo diferente en ese sentido fue Ricciardo, montando las ‘medias’ en un desesperado ‘de perdidos al río’ tras verse obligado a entrar en boxes al final de la primera vuelta. Pero pronto se pudo ver que los neumáticos más duros eran demasiado lentos como para hacer rentable su uso hasta el final aun ahorrándose otro paso por el pitlane y la carrera del australiano acabó resultando de lo más anónima, con otro cambio de neumáticos que le dejó sin opción siquiera de entrar en los puntos.

Button superó a Alonso en la Q2 pero fue mucho menos efectivo en carrera aunque al menos logró su primer punto del año

Día negro para los Red Bull, que vieron comprometidas sus opciones a causa del incidente provocado por Kvyat en la primera vuelta

Vettel tuvo esta vez motivos más que de sobra para quejarse de Kvyat, que le sacó de la pista en la primera vuelta con dos toques

LA OPORTUNIDAD DEL SEGUNDO PELOTÓN

Con el australiano de Red Bull condenado por ritmo y estrategia, con su compañero Kvyat muy retrasado después de tener que pagar sus excesos con un ‘stop and go’, y con Vettel ya vestido de calle pidiendo explicaciones a su anterior jefe, Christian Horner, en el muro de boxes y con un Force India tocado y otro fuera de combate, la ‘montonera’ de la primera vuelta era, en cambio, una ocasión magnífica para los que, como Alonso o Magnussen, hubiesen tenido complicado puntuar en circunstancias normales. El asturiano se situaba séptimo, el danés le seguía en la octava plaza, y ambos ganaban pronto una posición más y se quedaban además sin otro rival que podría haberles superado una vez estabilizada la carrera cuando los dos Toro Rosso acababan siendo víctimas de las no muy fiables este año mecánicas Ferrari. Max Verstappen se veía obligado a abandonar al fallar su motor cuando era sexto y rodaba poco menos que en tierra de nadie, mientras que Carlos Sainz, que había partido mejor, superando incluso a su compañero en los primeros metros, cedía enseguida terreno a causa de una pérdida de potencia en el suyo que le retrasaba en los giros iniciales.

Con media docena de coches fuera o retrasados que, por prestaciones, debían haber terminado por delante, el resultado del Gran Premio ruso, con Alonso acabando en un magnífico sexto lugar con el aun poco competitivo McLaren, y Magnussen sumando los primeros puntos para el todavía lento Renault tras concluir en una inesperada séptima plaza, se convertía en otra de esas ocasiones en las que percepción y realidad no coinciden. Porque, aunque no se pueda poner pero alguno a la actuación del asturiano y el danés, perfectos ambos a la hora de aprovechar la ocasión que se les presentaba, lo cierto es que su ritmo de carrera fue poco más o menos el habitual de sus monoplazas en citas anteriores, terminando doblados por los implacables líderes y lejos en el vuelta a vuelta de los Ferrari, los Williams y, presumiblemente, de los Red Bull y Toro Rosso de haber podido competir estos sin problemas.

Ni siquiera ese par de ‘cuarentas’ que Alonso se dio el gustazo de marcar en los giros finales ha de servir para hacer que percibamos la realidad de modo diferente a como es. Porque fueron dos giros precedidos de sendos lentísimos ‘cuarentaytreses’, buena prueba de que el asturiano estaba haciendo pruebas, cargando baterías en una vuelta para atacar a fondo en la siguiente, una vez asegurado de que le quedaba combustible para cruzar la meta, y ver así hasta donde puede llegar el McLaren-Honda en prestaciones puras… otra cosa es conseguir mantener esa velocidad durante toda una carrera como hacen en cada Gran Premio esos implacables Mercedes que van camino de ganarlo todo por tercer año consecutivo. En ese sentido, el modo en que Hamilton, con gomas más nuevas pero más duras, superó al monoplaza anglo-japonés después del cambio de neumáticos, fue, me temo, una percepción mucho más real de cómo están las cosas aunque, eso si, la actuación de Alonso en Rusia pueda ser para los organizadores de la siguiente cita del mundial, el Gran Premio de España, lo que el inolvidable Vujadin Boskov definía, con sorna y su limitado castellano, como ‘buen guesultado taquilla pagtido vuelta’.

Max Verstappen iba camino de completar otra magnífica actuación cuando el motor de su Toro Rosso le obligó a abandonar

Otro fin de semana complicado para Sainz, con problemas mecánicos y sanción tras su agresivo adelantamiento a Palmer

Los Sauber van a menos, esta vez el mejor clasificado fue el de Ericsson en el puesto catorce

LA REALIDAD NO ES TAN MALA COMO ALGUNOS LA PERCIBEN

En todo caso, aunque las percepciones y realidades del Gran Premio de Rusia puedan servir, según se quede uno más con lo que quiso ver o lo que realmente vio, para ser más o menos optimista en cuanto a la futura emoción del campeonato, a las opciones de los Ferrari, al potencial de los Red Bull y los Williams o a la evolución de los McLaren y los Renault, una cosa si que creo es incuestionable de esta fórmula 1 del 2016: en cada carrera hay luchas interesantes, las diferencias en el grupo son pequeñas y no faltan los golpes de efecto prácticamente en cada Gran Premio. Por ello, incluso el pasado domingo en Sochi, aun sin pelea real por la victoria prácticamente en ningún momento, asistimos a otra carrera con su buen número de momentos entretenidos. Y ello no deja de ser algo a resaltar, sobre todo cuando parece estar de moda eso de criticar el espectáculo de la Fórmula 1 por aburrido y contraponerlo a la mucha mayor emoción que proponen otras especialidades del mundo del motor. Visto en lo visto en los últimos Grandes Premios de Moto GP o lo que va del mundial de rallyes, por no hablar más que de dos categorías que muchas veces se ponen como ejemplo de máximo espectáculo, no diría yo que la Fórmula 1 esté saliendo muy mal parada en la comparación, casi diría que al contrario.

Texto: Daniel Cean-Bermúdez - Fotos: prensa equipos fórmula 1

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