Como ya viene siendo habitual desde que el Villajoyosa se 'cayó' de calendario, el Campeonato de España de Rallyes arrancó en Canarias, donde este año también se dejaba sentir la crisis, teniendo que seguir la prueba insular el mismo y triste destino del Príncipe hace unos años, quedarse fuera del máximo certamen continental (IRC entonces, ERC ahora) por falta de presupuesto. Un presupuesto que también está escaso, un año más, para los equipos y para los que, como nosotros, nos empeñamos en seguir los certámenes nacionales con más ilusión que medios. Así que, en vista de los largos y costosos desplazamientos que nos esperaban en este inicio de campaña (escribo esta crónica en el largo desplazamiento Asturias-Estepona para acudir a la primera cita del nacional de montaña), el de Canarias era el viaje a descartar, y nos tocaba seguir la prueba en la distancia. De ahí que este reportaje no pueda ser especialmente detallado, ya que no me gusta contar lo que no vi, y se vaya a limitar a alguna que otra reflexión que se me fue viniendo a la cabeza en los días previos a la prueba y durante el desarrollo de la misma. Tiempo habrá el resto del año, cuando acudamos a otros rallyes en directo, de entrar más en detalles de lo que haya pasado en los tramos.

EL COEFICIENTE DE LEJANÍA

Eso de que, a efectos de puntuación, un rallye valga por 'rallye y medio' nunca me ha gustado lo más mínimo. Especialmente del modo en que se ha venido aplicando en el nacional de asfalto, considerando 'transparentes' a los pilotos extranjeros, que son los que, con su presencia, podrían justificar el hecho de que se obtengan virtualmente tantos puntos por ser quinto en un Canarias o un Príncipe (te dan 34.5) que por ganar en cualquiera de los demás del campeonato (la victoria se ‘paga’ con 35). Al fin y al cabo, si te estás peleando con los Kopecky y compañía para terminar lo más arriba posible en la tabla, no está mal que ese esfuerzo extra se vea recompensado con una mayor cosecha de puntos al final de la prueba… pero si ‘vas a lo tuyo’ porque lo que hagan los ‘guiris’ no afecta a tu resultado ya que te basta con controlar a los pocos rivales que si puntúan, la ‘justicia’ del coeficiente mayor es, cuando menos, discutible.

Pero tal y como se ha planteado desde hace muchos años en eso que ahora llaman CERA, los coeficientes para las pruebas de puntuabilidad internacional no han dejado de ser, sobre todo, un premio extra a sus organizadores, por el atractivo adicional que pueden suponer para incentivar la participación de determinados equipos nacionales en sus rallyes. Y en ese sentido habrá que entender la nueva reglamentación que este año ha permitido mantener su coeficiente 1.5 al rally Islas Canarias pese a haber perdido su validez para el campeonato de Europa. Un coeficiente que ha mantenido por 'ser la prueba mejor puntuada en los informes de la RFEdA’... como si el que un rallye esté mejor organizado (no vamos a dudar de que sea así) convierta en más meritorio (y, por tanto, merecedor de más puntos) terminarlo en una determinada posición.

Sea como fuere, ni con el 'caramelo' que supone poder puntuar un 50% más enfrentándote a, como mínimo, un 50% menos de rivales, apenas media docena de equipos se 'animaron' finalmente a hacer el largo y costoso desplazamiento desde la península a las islas afortunadas. Sólo aparecieron por Gran Canaria los que, se supone, seguirán este año el nacional con asiduidad. A ellos se unieron los locales (tampoco especialmente numerosos para lo que suele ser habitual por allí) y a las 'estrellas invitadas' (Auriol y Kankunen) con las que se mantuvo la tradición de internacionalidad del rallye pese a no ser puntuable esta vez para ningún certamen continental. En total unos 50 coches de los que sólo 17 optaban realmente a los puntos del nacional, unos puntos multiplicados por 1.5 gracias a ese coeficiente que podríamos denominar 'de lejanía' ya que esa es la principal dificultad añadida que supone para los equipos peninsulares lograr un buen resultado en Canarias.

POCOS Y PELEADOS

Así somos en este país tan cainita, en el que o estás conmigo o estás contra mi. Y, además, parece que eso de pelearnos es lo que más nos gusta y, sin duda, lo que 'más vende' a nivel de medios de comunicación. Por eso la principal noticia previa al Canarias no era un análisis más o menos pausado y objetivo de lo que podía dar de si la prueba o de las opciones de unos y otros, tanto en este rallye como en el campeonato que con él empezaba. No, la principal noticia era que Sergio Vallejo se inscribía con un Porsche del modelo 2010, cuando en el reglamento en vigor para este año (el del año pasado menos los tan deseados WRC, que ya vimos para que sirvieron, repásese al respecto nuestro comentario del pasado rallye de Madrid sobre 'la leyenda del rey Midas') el modelo homologado del potente GT alemán era el del 2008. El piloto gallego solicitaba a la federación la homologación de la nueva unidad, y la comisión técnica no acababa de decidirse, quedando finalmente el tema en manos de la asamblea, cuya comisión de rallyes sometía el asunto a votación, ganando por amplia mayoría los que preferían dejar las cosas como estaban y no admitir el nuevo Porsche, más potente y más evolucionado a nivel de chasis y electrónica. Decisión con la que, naturalmente, estaban muy en desacuerdo los Vallejo y sus aficionados, y muy de acuerdo sus rivales, para 'disfrute' de todos los que utilizan las redes sociales como el mejor medio de meter cizaña, alimentar polémicas y hasta insultar y amenazar pensando que el anonimato (teórico, las IPs están para algo) de un nick más o menos ingenioso te da total impunidad para escribir lo que la gran mayoría de ellos no se atreverían a decir en persona o firmándolo con su nombre real.

Qué hace unos años se admitiese el anterior modelo del GT alemán, permitiéndole además un buen número de 'extras' incialmente no previstos, o que el año pasado se decidiese 'abrir la mano' para que pudiesen puntuar los WRC de última generación (aunque fuese con brida 'adhoc' ligeramente menor que en el mundial) no hacía sino aumentar los argumentos de los que se quejaban de que 'antes si y ahora no' (o '¿por qué a fulano si pero a mi no?', que al final parece muchas veces que es de lo que se trata)... mientras que, por otra parte, los que entonces estuvieron en desacuerdo con esas 'libertades' (que, para 'compensar', se extendieron a los S2000 o los R4, lo que nos llevó a dejar fuera de las normas FIA al 90% de habituales del nacional y a que, 'oficialmente', el pasado Príncipe lo ganase un R2 que fue sexto en tiempos del campeonato de España) veían ahora con buenos ojos que, por fin, se acabe con las 'homologaciones a la carta' que tan habituales ha sido estos últimos años.

De ser esta última la causa de todo el lío, personalmente veo positivo ese supuesto cambio de tendencia si, de una vez, nos acaba llevando a una normativa más uniforme con el resto del mundo y, del mismo modo, más transparente en su aplicación. Más que nada porque 'viniendo de fuera' se supone que no estará tan condicionada por la mayor o menos influencia que unos u otros puedan tener con los que deciden, circunstancia esta última que, me da la sensación, ha venido siendo la que ha marcado en gran medida los numerosos vaivenes reglamentarios de la normativa técnica aplicada desde que nos 'salimos del redil de la FIA' hace ya unos cuantos años. Y aunque unas normas 100% FIA no sean garantía de éxito (¡ni mucho menos!), sigo pensando que con ellas nos iría 'menos mal' que con el actual 'batiburrillo' que, al final, no contenta a nadie por querer contentar a todos, y que, la mayoría de las veces, sirve sobre todo para que sea la bronca y el lío de lo que más se hable... lo que, por otra parte, me temo que a muchos es lo que más les gusta o hasta les interesa.

ANTE TODO TERMINAR

Sea como fuere, en Canarias el Porsche 2010 de los Vallejo salió en el rallye 'internacional' junto al puñado de WRC formado por el par de Xsaras de los ilustres visitantes mundialistas, el Mini de Monzón y el Fabia de Ponce, y sin opción al jugoso botín de puntos que había en juego en el rallye 'nacional', en el que si estaban integrados los otros seis peninsulares que 'cruzaron el charco': Fuster (con el Porsche, se supone que por última vez antes de pasar el Fiesta R5 de RMC), Pernía (con el R4 decorado para celebrar los '10 años de rallyes' del equipo de Roberto Méndez), Pons y Carchat (haciendo equipos con sendos EVOs en el ACSM rally team),Vallín (estrenando el nuevo Opel Adam R2) y Cima (haciendo debutar el León Supercopa tras la fugaz aparición en el rallysprint de Grado). Frente a ellos, en la lucha por la victoria en el rallye del campeonato de España, estaban dos jóvenes pilotos locales, Enrique Cruz y Yeray Lemes con sendos GT, la categoría que, desde que existe en el nacional, proporciona cada año el coche ganador del rallye (exceptuando, claro está, el año pasado cuando se impuso el Mini RRC de Monzón). El ex-montañero, de cuya rapidez tuvimos ocasión de disfrutar brevemente hace unos años en el nacional de subidas, cuando inició la campaña con un BRC antes de tener que renunciar por falta de presupuesto, afrontaba el rallye con su ya conocido Porsche de colores inequívocamente canarios, mientras que el subcampeón del JWRC se ponía al volante de ese Ferrari de AutoLaca que nadie quiere usar en el nacional desde hace ya bastantes años pero que, en sus manos y en los tramos de las islas, es un arma muy a tener en cuenta.

Realmente, los puestos de podio del nacional se tenían que jugar entre el dúo local y el trío de peninsulares compuesto por Fuster, Pons y Pernía. Un trío que perdió ya uno de sus miembros antes siquiera de empezar el rallye, al romperse el motor del Porsche de Fuster en el shakedown, dejando en realmente breve y amarga la despedida del GT alemán para el levantino. Y poco más lejos llegaba el EVO de Xevi Pons, que sufría problemas en la transmisión durante el primer tramo, abandonando apenas iniciado el rallye. De golpe, Pernía se quedaba como única alternativa peninsular a los dos insulares que, además, marcaban ya la pauta desde la primera especial, distanciándose con claridad del cántabro. Todo ello hacía que el rallye quedase claramente definido en apenas dos tramos, con mano a mano Lemes-Cruz en la lucha por la victoria, y con Pernía en una 'cómoda' tercera plaza, sin nadie que le inquietase por detrás (el cuarto era el fantástico Quesada, de nuevo impresionando por su ritmo con el Polo 'nacional 3' mientras estuvo en carrera) y con escaso aliciente para intentar ir a por los de delante, habida cuenta del 'cero' que ya tenían en el casillero Fuster y Pons (y Vallejo, salvo que si finalmente acaba puntuando en próximo rallyes se aplique el cambio de normativa con efectos retroactivos… improbable ¡aunque cosas más raras hemos visto!) y de que un tercer puesto en Canarias le daba más puntos que ganar cualquier otro rallye del campeonato.

Y, de hecho, el guión no cambiaba en los diez tramos restantes. Yeray y Cruz se alternaban en cabeza, decidiéndose el rallye definitivamente a favor del Porsche cuando el Ferrari tenía problemas con la dirección, mientras que 'Sura' no forzaba en ningún momento y acababa completando el podio y llevándose para Cantabria los valiosísimos 40.5 puntos del tercer puesto y, de propina, la victoria en la EVO CUP. Qué sus tiempo final acabase siendo un segundo peor que el total invertido para completar el rallye por el veterano Ponce y su no menos veterano M3 no dejaba de ser uno de esos datos, a medio camino entre lo anecdótico y lo morboso, que nos deja de vez en cuando el nacional de rallyes y que pueden servir para la típica discusión de 'barra de bar' (o de su equivalente del siglo XXI, las redes sociales) sobre el ritmo que hace falta para estar delante, lo relativo del progreso o aquello tan manido y no siempre cierto (pero tampoco siempre falso) de que 'cualquier tiempo pasado fue mejor'.

Si el joven piloto cántabro no tenía motivos para arriesgar más de la cuenta, lo mismo se puede decir del otro peninsular que lograba llegar a la meta, Esteban Vallín. El de Colunga, sin marcar tiempos de relive (ni falta que le hacía) completaba un debut de ensueño para el nuevo Opel Adam R2 con el que la marca germana retorna de forma oficial este año tras el positivo experimento con el Corsa OPC del concesionario gallego durante las dos pasadas campañas. Acabar cuarto scratch en el primer rallye del pequeño R2, ganando de paso la categoría de dos ruedas motrices y la clasificación del 'otro campeonato de España' (ese para el que no puntúan los coches más gordos y que este año se llama de ‘División II’) también podría dar para más reflexiones y charlas de bar/twitter, etc... y más aun siendo el estreno del coche y tomándose piloto y equipo el rallye casi como una sesión de tests, probando esto y aquello para 'apretar' lo justo sólo de vez en cuando... no en vano, los mejores de la copa Yaris regional con sus modestos Toyotas de 'cientoypoco' caballos estuvieron en sus cronos prácticamente durante los dos días del rallye.

Pero la cuestión era que con tan poco coches 'nacionales' en salida, con tomárselo con relativa calma y terminar ya bastaba para conseguir un resultado de prestigio. Especialmente porque además, se iban cayendo unos cuantos más de los que podían optar a algo, como el León de Cima (cuya dirección cedía en el segundo tramo tras un prometedor quinto mejor crono en el primero)  y los EVOs de Carchat (que enseguida empezó a tener problemas de alimentación de combustible el viernes para acabar retirándose el sábado) y el canario Miguel Angel Suárez (que llegó a ocupar la cuarta plaza con un IX de ARVidal mientras la mecánica aguantó a pleno rendimiento, perdiendo ritmo luego para acabar quinto). De hecho, con terminar ya casi se tenía asegurado entrar en ese objetivo que suele ser de primer nivel en casi cualquier otra prueba, meterse entre los diez primeros, y que aquí era alcanzado por todos menos uno de los llegaban a meta, ya que sólo once eran los equipos clasificados en el rallye del nacional.

Así que, más que nunca si cabe, lo del coeficiente me resultaba especialmente injusto ya que en un rallye con tan escasa competencia y en el que, entre eso y las bajas habidas en el grupo de teóricos favoritos, había que correr tan poco para terminar arriba, acabar sumando tantos puntos no dejaba de ser premio excesivo. Pero, como se suele decir en mi tierra 'en la rula no preguntan... ¡apuntan!'... y apuntarse un buen número de importantísimos puntos es lo que hacían los pocos que completaban una muy floja edición del Rally Islas Canarias que, en su apartado internacional, se llevaba, también sin necesidad de emplearse precisamente a fondo, todo un ilustre de los rallyes como es el galo Didier Auriol, único superviviente de los WRC (el Xsara de Kankunnen era visto y no visto, el Mini de Monzón duraba poco más y el Focus de Capdevila fallaba también), que se imponía por amplio margen al nuevo Porsche de Vallejo (otro sin motivos para forzar y que, además, tenía otro de esos 'tórridos' enlaces, esta vez por 'problemas con la gasolina', que no le dejaba fuera de milagro) y al ya comentado M3 de Ponce, sin duda el más ovacionado por esa fiel afición canaria que, puntúe o no el rallye para un certamen europeo y atraiga o no a más o menos figuras peninsulares, llena las cunetas año a año. Tanto todos ellos, como el resto de aficionados que, inasequibles al desaliento, seguirán fielmente el resto de pruebas del nacional, se merecen bastante más. Veremos si lo tenemos en la siguiente cita, que este año no será en Cantabria como venía siendo habitual últimamente, sino en Córdoba, donde se disputará el Sierra Morena a principios de Mayo.

LOS JÓVENES SIGUEN PIDIENDO PASO

Al menos, tratando de ser optimistas, si algo positivo hay que sacar, no sólo de este Canarias sino de los tres últimos rallyes del año pasado, es que el tan esperado y deseado relevo generacional parece que, aunque sea a trancas y barrancas, se está ya produciendo poco menos que sin darnos cuenta. La victoria de Enrique Cruz en Canarias es, tras las de Víctor Senra en Llanes, Surhayén Pernía en el Sierra Morena y José Antonio Suárez en el Comunidad de Madrid, la cuarta consecutiva que logra un piloto joven y que nunca antes se había impuesto en una prueba puntuable para el Campeonato de España de Rallyes de Asfalto. Todo un síntoma de que, tal vez, las cosas están cambiando y de que, después de todo, hay alguien tras los ilustres veteranos del certamen, cuya larga trayectoria todavía no ha terminado pero que, ni más ni menos que por ser ‘ley de vida’, tiene que concluir antes o después.

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