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En el final de campeonato más emocionante e inesperado que se recuerda, Lewis Hamilton se coronó finalmente como el campéon del mundo de fórmula 1 más joven de la historia, tras una carrera dominada por Massa y en la que el inglés consiguió el quinto puesto que necesitaba en la última curva de la última vuelta.

   

¡Qué final de campeonato!  Todavía habrá quien diga que la fórmula 1 es aburrida, que es todo demasiado previsible, que la tecnología tiene excesivo protagonismo respecto al factor humano … y no seré yo quien niegue nada de todo esto porque, por lo general, es así, especialmente en la ‘época moderna’ de este ‘deporte-espectáculo’ que me tiene tan enganchado desde hace muchísimos años.

Pero hasta los más escépticos seguidores del ‘gran circo’ habrán vivido con una mezcla de emoción, asombro e incredulidad el desenlace de este mundial 2008, el más espectacular, inesperado e increíble que uno recuerda. Un desenlace a la altura o, probablemente, por encima de finales de campeonato históricos como el del 58 con Hawthorn y Moss en busca de ser el primer británico en llevarse el título, o el del 74, con Fittipaldi y Regazzoni mano a mano, o los duelos a tres bandas del 82 (Piquet, Laffite, Reuteman) y 86 (Prost, Mansell, Piquet) … por no insistir en el más cercano y que parecía iba repetirse en cuanto al nombre del perdedor, el del 2007 con Hamilton viendo escaparse el título de forma inaudita ante Raikkonen, con Alonso de por medio. Pero, realmente, si a un gran premio decisivo para la asignación de la corona mundial me recordó este de Brasil 2008 fue a aquel Japón 76 en el que James Hunt y su M23 (además un británico en un McLaren … ¡el MP23 para más coincidencia!) cruzaron la meta bajo un chaparrón en Fuji sin saber a ciencia cierta si habían sumado los puntos necesarios para desbancar a Niki Lauda de la primera plaza.

Y es que en incertidumbre y hasta confusión, los instantes finales del mundial de fórmula 1 2008 poco o nada tienen que envidiar a aquella caótica carrera en la que Hunt, casi sin saberlo, consiguió la tercera plaza que necesitaba tras superar a Jones y Regazzoni en los compases finales, llegando incluso a su box hecho una furia y pensando que había perdido un campeonato que tenía ganado hasta que se vio obligado a entrar en boxes a poco del final para cambiar una rueda pinchada. Esta vez, de nuevo un cambio de ruedas ‘fuera de programa’, forzado por la inoportuna (o, según se mire ¡oportunísima!) reaparición de la lluvia que ya había complicado el inicio del gran premio, estuvo a punto de hacer cambiar la suerte de un mundial, que ha estado pasando de mano en mano casi desde que se inicio, allá por marzo, en Australia.


Salida bajo la lluvia con Massa en cabeza y Hamilton cuarto

Lluvia también en la llegada con Felipe ganando...

...y Hamilton sufriendo para terminar quinto y llevarse el campeonato

Un mundial que, digan lo que digan los que quieren quitar méritos a sus dos principales contendientes, Hamilton y Massa, a mi personalmente me ha parecido fantástico. Un campeonato para no olvidar y que, estoy seguro, será de los muy recordados dentro de muchísimos años, con dosis tan medidas de emoción, de incertidumbre, de sorpresas, de errores clamorosos y de aciertos sublimes, que darían hasta para un guión de esos de Hollywood en los que todo se resuelve en el último instante y, aunque parezca imposible, de un modo tal que, prácticamente, no hay ni vencedores ni vencidos, con tanto honor y gloria para el ganador como respeto y reconocimiento para el perdedor de su extraordinario duelo final.

En la victoria de Hamilton hubo tanto dramatismo, con el campeonato perdido (¡otra vez!) apenas a un kilómetro de meta, que conseguirlo finalmente debió tener para el joven prodigio británico un sabor aun mucho más intenso, acompañado de unas emociones tan contrapuestas en apenas unos segundos que difícilmente se repetirán nunca en toda su vida, por mucho que parezca predestinado a sumar más de un título a este que ya le permite ser el más joven campeón del mundo de la historia de la fórmula 1.

Y en la derrota de Massa hubo toda esa dignidad del que lo ha dado todo incluso en las peores condiciones posibles (¿quién decía que Felipe no podía ganar en agua?), acompañada por la serena reacción ante la enorme crueldad del desenlace, pasando del cielo al infierno en un instante, que engrandece la figura del pequeño brasileño, creciendo tanto o más como persona que como piloto en este 2008 que, con o sin título final, ha sido el año de su confirmación entre los mejores de la categoría.

Con lo anterior, no pretendo decir que Massa sea, ahora, una superestrella, probablemente le falte ese punto extra de talento que tiene Hamilton (o Alonso, o Vettel, o Kubica  …  ¡o Raikkonen!), pero si algo ha dejado claro este mundial es que el piloto-estrella sólo no basta, que se necesita coche, que se necesita equipo y que, aun teniendo todo eso, hace falta además añadir desde trabajo hasta las imprescindibles dosis de suerte. Un cocktail con tantos ingredientes que, para bien o para mal, puede a veces permitir suplir carencias como las Felipe tiene ante sus rivales, y que demuestra, de nuevo, como la F1 es algo bastante más complejo de lo que muchos piensan. Una complejidad que forma parte de su atractivo aunque conlleve eso tan escuchado este año de que ‘no ha ganado el mejor piloto’, dicho probablemente sin pararse a pensar que prácticamente nunca gana SÓLO el mejor piloto, hace falta todo lo demás … y eso sin pararse a discutir que es eso de ser EL MEJOR, así, en términos absolutos, algo tan difícil de dilucidar en un ‘juego’ como este, sujeto siempre a tantas variables y en el que los juicios de valor absolutos me parecen tan atrevidos como entretenidos para discutirlos delante de una cerveza.


Espléndida carrera de Alonso, intercalando el Renault entre los dos Ferrari para acabar segundo

Vettel, de nuevo sensacional sobre piso mojado, a punto estuvo de decidir el mundial en favor de Massa

Otra carrera gris de Raikkonen, tercero sin brillo y sin estar nunca en ninguna lucha

Por eso, guste más o menos, el mejor, cada año, ha de ser, por fuerza, el que acaba sumando más puntos que el resto. Un ‘status’ que se pone en juego cada temporada y que tras un calendario con tantos grandes premios como ahora, disputados además en circuitos tan dispares y en condiciones tan diferentes como las que se han dado este año, acaba por recaer siempre en quien más méritos ha hecho. Siquiera porque con tantas carreras y tantísimas variaciones de fortuna, competitividad del coche, clima y hasta, ¿por qué no? estado de ánimo o forma del piloto o humor de los comisarios deportivos, el que finalmente consigue aunque sólo sea un punto más que el siguiente, como ha sido el caso con Hamilton en este alucinante 2008, es que ha sabido aprovechar un poco mejor que sus rivales todo lo que ha tenido a su disposición. Y eso ya es mérito de sobra para consagrarle como ‘el mejor’, al menos hasta que el siguiente campeonato se inicie y ponga, de nuevo, todo en discusión.

En el caso de Lewis, lo primero y más recomendable es tratar de dejar a un lado cualquier tipo de prejuicio hacia su persona (y no me refiero precisamente a nada relacionado con su raza, eso, por fortuna, es lo de menos en su caso) y empezar a ver, ‘desde fuera’ y con el mayor distanciamiento posible respecto a las intensas filias y fobias que despierta (como ocurre con casi todos los grandes en cualquier deporte, por cierto) cual puede ser el verdadero valor del piloto. En ese sentido, si una cosa tengo clara desde que le vi rodar sobre mojado en una fría mañana de entrenos libres de la GP2 en el Paul Ricard, es que Hamilton tiene ese ‘algo más’ que distingue a los elegidos. Un ‘algo más’ que uno vio, en su día en un Gilles Villeneuve, un Senna o un Alonso, y creyó ver también en un Thackwell, un Capelli o un Magnussen … un ‘no se qué’ imposible de definir y que, a veces, se confirma en resultados, en victorias, en títulos, mientras que otras se queda en nada, bien porque las circunstancias no son las adecuadas o, simplemente, porque tal vez eso que pensamos que ‘había’ realmente no ‘estaba allí’.

Hamilton, eso si, ha acabado por conseguir ese ansiado y soñado primer título, que ya casi hizo suyo en el año de su debut, traicionando, en cierto modo y aunque fuese sólo en la última carrera, su propio estilo. Lewis ha terminado por llevarse el título corriendo en Brasil a la defensiva, excesivamente lastrado tanto o más por la enorme responsabilidad de ‘no volver a fallar’ como por los diría que excesivos miedos de su propio equipo, aun más presionado que el piloto en el intento de no volver a repetir la nefasta cadena de despropósitos que les llevó a dejar escapar el mundial 2007.

Como en todo este tipo de situaciones, los tópicos y las frases hechas perfectamente aplicables son numerosas. Y el domingo, mientras veía la carrera, disfrutando cada minuto de todo lo que iba aconteciendo, se me venían dos a la cabeza. Uno, realmente, lo pensaba ya desde antes del inicio de los entrenos, y se refería a como yo creía que Hamilton iba afrontar el gran premio, aplicando aquello de ‘no hay mejor defensa que un buen ataque’. En estos apenas dos años que lleva en la F1, Lewis ha demostrado que si una carrera se le pone de cara es muy difícil que se le escape, mientras que ha sido más vulnerable cuando se ha enfrentado a situaciones en las que hay que ‘darle la vuelta al marcador’, aunque en algunas lo haya hecho de forma admirable como este año en Hockenheim por ejemplo. Por ello, ¿qué mejor que hacer la pole y salir en cabeza como en su impecable exhibición de China?


Pese a todo caras alegres al final en el último podio del año...

...del que faltaba el más feliz de todos, Lewis Hamilton, que celebraba su título en el pitlane

Para Ferrari quedó al menos la consolación del título de constructores

Sin embargo, tras no dar la sensación de pelear a fondo por la ‘pole’, su cuarta plaza en calificación, con los Ferrari delante, como era lógico esperar, pero con la inesperada ‘intromisión’ del Toyota de Trulli, la situación de carrera que se planteaba era más de olvidarse de la victoria y, usando un tópico futbolístico, ‘salir a empatar’, es decir buscar sólo el resultado que necesitaba para estar al abrigo de sorpresas: la quinta plaza.

Y ese ‘salir a empatar’, como suele pasar también en el futbol muchas veces, que se acaba perdiendo luego por la mínima, es lo que casi le cuesta caro, muy caro, a Hamilton y a McLaren. Un planteamiento ultradefensivo en el que, realmente, cayó mucho más el equipo que el piloto, perfecto en los complicados metros iniciales, disputados con la llegada a última hora del invitado especial del fin de fiesta en este mundial tan pasado por agua, la lluvia. Lewis hizo lo que tenía que hacer en los primeros y siempre frenéticos metros, más delicados para él que nunca entre lo que se jugaba y el añadido extra del agua sobre la pista para complicar aun más la jugada. Cuarto tras los dos Ferrari y el Toyota de Trulli, seguro candidato a ser el primero en parar a repostar, la posición del británico era la ideal, por más que Kovalainen fracasase en su labor de escudero y se viese superado por un Vettel que empezaba su extraordinaria demostración con una salida ‘cañón’ y por un Alonso que aunque no podía contener al ciclón que era el Toro Rosso en los metros iniciales, volvía a darle un ‘repaso’ a su sustituto en la escudería de Ron Dennis. De todas formas, con la pista secándose poco a poco, Hamilton tenía ‘bajo control’ a ambos, y la primera parte del ‘plan defensivo’ la había superado sin problemas.

Entonces era cuando su equipo le metía en más problemas de los necesarios, no ‘calcando’ la estrategia de Massa, como hasta su probador, De la Rosa, había anunciado que sería la táctica a seguir para Lewis, sino dejándolo una vuelta más en pista mientras no sólo el brasileño sino prácticamente casi todos ya habían ido entrando a montar las gomas para piso seco. En esa vuelta ‘extra’ con las intermedias, dos vueltas respecto a sus más inmediatos seguidores, Hamilton perdía todo lo ganado en las vueltas iniciales y cuando retornaba a pista lo hacía no sólo detrás del Toro Rosso y el Renault, que siendo los primeros en jugársela con las ‘acanaladas’ eran ya segundo y tercero tras Massa, sino, además, encontrándose en medio de todo un pelotón de coches más lentos y en el que los riesgos de una nefasta colisión se multiplicaban. Aun así, Lewis salía bien del trance, y tras librarse del Toyota de Trulli y pasar con todo el cuidado posible el Force India de Fisichella volvía a estar en ‘posición de título’, quinto y con uno de los que iban por delante, el Toro Rosso de Vettel, condenado a parar una vez más en boxes que el resto al haber optado su equipo, sorprendentemente, por una inusual estrategia a tres paradas.


Los Toyota fueron inesperados protagonistas en la lucha por el título, Trulli salió delante de Hamilton en parrilla...

...y la estrategia de no cambiar gomas al final puso a Glock delante de Lewis hasta los últimos metros

Casco con los colores de Ingo Hoffman, piloto de Copersucar F1 en los 70, para Barrichello

Una vez superada toda la emoción de las primeras vueltas sobre piso mojado y la incertidumbre respecto a las diferentes estrategias de unos y otros, que se ‘igualaban’ de forma casi inevitable por el obligado cambio a gomas para seco, la carrera entraba en una fase ‘tranquila’, justo lo que necesitaba Hamilton y lo que no le servía a Massa. El brasileño había manejado con firmeza la situación, liderando sobre mojado y conservando el primer puesto sobre seco, librándose además de forma gradual del acoso al que Vettel y Alonso parecía poder someterle tras su temprano cambio de neumáticos. Pero, sin agua en pista, el ritmo del Ferrari era inalcanzable para el Toro Rosso y el Renault, que debían empezar a preocuparse más por los que venían detrás. Vettel ‘caía’ hasta la quinta plaza tras cumplir su parada ‘extra’, lo que dejaba a Alonso en una magnífica segunda, con Raikkonen y el otro Ferrari acercándose pero sin que Kimi debiese ser demasiada amenaza, ya que lo último que debía hacer el finlandés eran ‘locuras’ que pudiesen significar regalarle siquiera una posición a Hamilton, en esos momentos cuarto y hasta echándose encima de Kimi a medida que se acercaba el turno de la segunda y, se pensaba, última parada en boxes del año.

Visto ahora, sabiendo lo que ocurrió después, lo cual, claro está, tiene tan poco valor como escaso mérito, en esas vueltas tras el segundo repostaje la táctica ‘de salir a empatar’ fue de nuevo la peor posible para los intereses de Hamilton. Instalado en la cuarta plaza y controlando sin mayores apuros a Vettel, quinto, al que seguía, además, Kovalainen, justo en la frontera de la sexta plaza fatal para Lewis y haciendo de ‘escolta’ respecto al resto encabezados por Glock, el británico, imagino que de común acuerdo con su equipo, optaba por lo que parecía más lógico, bajar el ritmo y empezar a contar las vueltas que quedaban para acabar y coronarse campeón, cediendo tiempo y terreno con Raikkonen y permitiendo acercarse al segundo pelotón. De todas formas, se podía pensar que ‘todo el pescado estaba vendido’ … pero entonces fue cuando empezaron a caer esas cuatro gotas que a punto estuvieron de cambiar por completo el desenlace de este mundial 2008.

Realmente, tampoco fue el retorno de la lluvia el que hizo que la situación diese el vuelco que dio, la clave fue, sobre todo, que mientras tanto los McLaren como los Ferrari, el Renault de Alonso y el Toro Rosso de Vettel, por hablar sólo de los ocupantes de las primeras plazas, optaban por lo lógico ante el inminente chaparrón que se acercaba, es decir entrar en boxes y montar las intermedias para las apenas siete vueltas que quedaban, en Toyota decidían ‘jugar a la contra’ y ni Glock ni Trulli eran llamados al pitlane. El alemán, que había hecho además sólo una parada para repostar, ganaba de golpe tres posiciones, pasando a ser cuarto por delante de Hamilton y situando a este al borde del precipicio, quinto y con un agresivo Vettel detrás, dispuesto a pasarle a la menor oportunidad. Una oportunidad que se presentaba a dos giros del final, cuando Kubica, que iba con vuelta perdida, decidía desdoblarse de un hiperprudente Hamilton, lo que acababa por descolocar al británico, que sufría más que sus rivales el estado del piso con un monoplaza muy descargado aerodinámicamente. Otro efecto de la ‘táctica defensiva’ adoptada desde la salida y que significaba ser muy rápido en la recta para estar al abrigo de posibles adelantamientos (o pasar más fácil si hacia falta) … pero que le convertía en tremendamente vulnerable en la zona mixta del circuito ahora que estaba cada vez más mojada.


Kubica sólo adquirió protagonismo al desdoblarse al final de Hamilton, pero perdió la 3ª plaza del mundial

El día negro de BMW lo completó Heidfeld, fuera de los puntos y superado por Alonso en el campeonato

David Coulthard no tuvo la despedida que merecía de la fórmula 1

Cuando el Toro Roso se colaba por delante del Aclaren, este era sexto ..¡y eso le daba el título a  Massa! Al equipo inglés y su piloto se les aparecían, de golpe, todos los fantasmas y demonios del 2007 …¡iban a perder otra vez el campeonato! Pero quedaba un factor extra, la presencia del Toyota de Glock, rodando ya hasta el final sobre ‘lisas’ lloviese lo que loviese, ¡que cada vez era más! Un Glock que pasaba inobservado para nuestros siempre demasiado histéricos comentaristas televisivos, excesivamente preocupados en ‘celebrar’ la derrota de Hamilton (¡que pena que esa sea la forma de ver las carreras de mucha gente!), pero que estaba ahí, en alguna parte entre Raikkonen (resignado a ser tercero tras un Alonso genial) y Vettel, que avanzaba a ‘paso de carga’ seguido como su sombra pero con absoluta impotencia en cuanto a poder superarle, por Hamilton.

Cuando ambos iniciaban la última vuelta, la lluvia se intensificaba y delante de la tele me preguntaba ¿dónde está Glock? mientras echaba más de menos que nunca la pantalla de tiempos en directo de f1.com que, totalmente colapsada, no me había ‘entrado’ en toda la carrera. De haberla tenido, la sorpresa final de ver como a dos curvas del final Glock era superado por Kubica, Vettel y Hamilton no hubiese sido tanta, porque si bien el Toyota del alemán iniciaba el giro final quince segundos por delante de este trío, ya en el corto primer parcial bajo el ahora intenso aguacero se dejaba tres y en el segundo, el más largo y encharcado, casi nueve, por lo que cuando encaraba como podía, con un coche que deslizaba por todas partes, la larga subida desde ‘bico do pato’ hasta meta, Timo apenas si conservaba dos segundos de margen … que no iban a ser suficientes. Mientras Massa ‘cumplía con su deber’ y cruzaba la meta como brillante vencedor y creyéndose, además, campeón del mundo por unos crueles segundos, el ‘tren’ del que tiraba Kubica superaba a un hiperprudente Glock en Junçao … Hamilton era de nuevo quinto, y recuperaba el liderato del mundial ¡a sólo una curva de la meta!

La foto de familia de final de año, respecto a los que empezaron en Australia faltan los de SuperAguri

Alegría por todo lo alto en McLaren que este año si pudo festejar el título en Brasil

Hamilton con De la Rosa, su trabajo de probador también ha contribuido al mundial conseguido por el inglés


Era un final digno de deportes en los que es más habitual este tipo de desenlaces como el baloncesto,  un colofón perfecto para un año de fórmula 1 inolvidable, una demostración de que las emociones fuertes y hasta el último momento también se pueden dar en el automovilismo … la confirmación en vivo y en directo de ese gran tópico de las carreras: ‘nada está decidido hasta que no se baja la bandera a cuadros’.

Personalmente me alegraba del triunfo de Hamilton, un piloto con un estilo que echaba de menos en la F1 y que me ‘engancha’, pero me hubiese resultado igualmente gratificante una victoria de Massa porque Felipe se lo había ganado a pulso, no ya todo el año, mejorando mucho más de lo que muchos (yo entre ellos) hubiésemos nunca imaginado que sería capaz, sino, sobre todo, ganando como ganó esta loca carrera. Así que, por mucho que lo piense, no se me ocurre final mejor para un campeonato como este del 2008 que, estoy seguro, daría para hacer una magnífica película de fórmula 1. No se quien escribió este guión (¡nadie en realidad más allá del azar y demás fuerzas que guían todo en esta vida!) pero una cosa tengo clara, en emoción hasta el final y perfecto climax para los últimos minutos, está perfectamente a la altura del de la famosa Grand Prix de John Frankenheimer … con la diferencia de que esto de Brasil 2008 no fue una película ¡fue de verdad y lo vivimos en directo!