Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

ORO A LOS DOS LADOS DE LA FRONTERA

Campeonatos de Europa de Atletismo 2022: Finales femeninaa de marcha, jabalina y 3000 metros obstáculos.

En la penúltima jornada de los europeos de atletismo, mientras 'Mondo' Duplantis saltaba por encima de los seis metros gracias al impulso de su inmenso talento para hacer que una pértiga lo eleve a alturas totalmente fuera del alcance de sus rivales, en el medallero del certamen se producía un salto igualmente espectacular. Lo protagonizaba Grecia, que pasaba a situarse en la tercera posición gracias a doblar en una sola jornada su botín de oros, pasando de dos a cuatro.

Los atletas del país en el que nacieron los Juegos Olímpicos habían logrado dos medallas de oro en los anteriores cinco días de competición. Ambas había llegado también en una misma jornada, la del martes. Ese día, por la tarde, su competidor más conocido, el saltador de longitud Miltiades Tentoglou, afrontaba la final como máximo favorito y cumplió con claridad los pronósticos, distanciando en casi medio metro al siguiente clasificado.


La esperada medalla de oro de Tentoglou no era, sin embargo, la primera en la lista de la delegación griega. Esa había llegado unas horas antes al término de la prueba de los 35 kilómetros marcha. Una agónica caminata disputada por la mañana en las calles de Munich en la que consiguió el triunfo Antogoni Ntrismpioti. Tras neutralizar junto a Raquel González la escapada inicial de la húngara Viktória Madarász, la helena acabó dejando atrás a la española para cubrir en solitario los últimos diez kilómetros y ganar con más de dos minutos de ventaja.

Cuatro días después, la marchadora con nombre de heroína de tragedia protagonizaba una historia mucho más alegre que la escrita por Sófocles y repetía éxito en la distancia 'corta' de la especialidad, los 20 kilómetros. En una lluviosa mañana de sábado, Antigoni resistía con paciencia en el grupo delantero durante la mayor parte de la prueba antes de tomar la cabeza de la competición en los dos kilómetros finales para escaparse camino de su segunda medalla de oro, completando un extraordinario doblete. Un doble triunfo de ensueño para esta veterana atleta de treinta y ocho años de edad que compagina los duros entrenamientos con su trabajo en el negocio hostelero familiar.


Por la tarde, en el estadio olímpico de la capital bávara, una compatriota con la mitad de su edad, Elina Tzengko, sumaba el cuarto oro griego al vencer en la final del lanzamiento de jabalina. La joven de diecinueve años era la primera en hacer aterrizar el dardo más allá de los 60 metros, distancia que superaba en su tentativa inicial, y acababa por ser la única que lo mandaba por encima de los 65, línea que se convertía en muro infranqueable para sus competidoras. Una de ellas era la legendaria Barbara Spotáková que, a sus cuarenta y un años de edad, añadía un nuevo bronce a su fabulosa cosecha de metales en grandes competiciones internacionales, que incluye dos oros olímpicos, tres mundiales y uno europeo entre un total de once medallas.

El triunfo de Tzengko, además del cuarto oro para Grecia, era la primera alegría para al menos dos personas nacidas en el vecino país de Albania, los padres de Elina. Un policía y una maestra de escuela que emigraron en busca de un futuro mejor a mediados de los años 90 y empezaron poco menos que desde cero, él como albañil, ella como limpiadora, en Nea Kallikrateia, una pequeña localidad situada en la costa este del país heleno. Allí nació en septiembre del 2002 la ahora Campeona de Europa de lanzamiento de jabalina, ciudadana griega de pleno derecho sólo desde el 2018.

Apenas una hora después de que Elina Tzengko posara feliz y orgullosa con la bandera de Grecia en sus manos y la Albania de sus padres en el corazón, el pequeño territorio de apenas cien años de historia como nación independiente, tras siglos formando parte de los imperios romano y otomano, iba a añadir su nombre a lista de naciones con una medalla de oro en su cuenta. Un éxito especialmente difícil ya que Albania contaba con sólo una representante en estos campeonatos, la corredora de 3000 metros obstáculos Luiza Gega.


Cierto es que la albanesa de treinta y tres años de edad llegaba a Munich con la mejor marca esta temporada entre las participantes en la exigente prueba de tres kilómetros heredera de las competiciones 'persiguiendo campanarios' a través de la campiña inglesa. Y que ya había sido subcampeona europea seis años antes, además de terminar quinta, y primera entre las europeas, en los recientes mundiales de Oregon. Pero, aún así, la mayoría de los pronósticos apuntaban a la británica Elizabeth Bird como máxima candidata a la victoria. Sin embargo, como si el significado de su apellido fuese una premonición, la delgada menuda inglesa iba a acabar siendo presa tan fácil como un pequeño pájaro para la representante del país en cuyo escudo luce una amenazadora águila bicéfala.

Nada más darse el pistoletazo de salida, Gega se ponía en cabeza y empezaba a marcar un fuerte ritmo que apuntaba a una marca cercana a los nueve minutos. Una táctica arriesgada porque en cualquier prueba de fondo rara es la vez que quien lidera al principio de la carrera acaba cruzando el esa misma posición la línea de meta. Sin embargo, vuelta tras vuelta, la tenaz albanesa se mantenía al mando mientras que a su espalda cada vez iban quedando menos rivales con capacidad para mantener su exigente paso.

Gega completaba el primer kilómetro sólo treinta y tres centésimas por encima de los tres minutos y cruzaba el dos mil apenas seis segundos después de que el seis apareciera en el marcador de minutos. Marcha suicida a la que ya sólo respondían Bird y la alemana Meyer. Poco después, la británica empezaba a dar síntomas de debilidad y, aunque la germana resistía algo más, un cambio más de la albanesa cuando se aprestaba a escuchar el toque de campana anunciando el inicio de la última vuelta decidía definitivamente el resultado.

En los cuatrocientos metros que cerraban la carrera nadie iba a ser capaz de rebasar a la pequeña atleta de apenas metro sesenta de estatura pero enorme coraje. Si en Eugene había sido capaz de correr en 9'10"04, siguiendo con valor la estela de las inalcanzables africanas, un mes más tarde, en Munich, corriendo sola, como acostumbra a hacer en sus largos entrenamientos en un país en el que ser atleta no es precisamente algo común, Luiza Gega acababa cruzando primera la meta en 9'11"31, feliz, brazo derecho levantado, dedo índice apuntando al cielo, y conseguía la medalla de oro que había salido a buscar con tanto empeño. Se trataba de la segunda de Albania en un Campeonato de Europa de Atletismo, primera en competición al aire libre tras la lograda en la prueba de salto de longitud en los europeos de pista cubierta por su compatriota Izmir Smajlaj hace cinco años en Belgrado.


El de Luiza Gega es un logro de un significado muy especial para una atleta poco conocida incluso en su país y que, lo mismo que el doblete de la marchadora griega o el oro en jabalina de su compatriota de padres albaneses, tal vez no reciba mucho eco en un día en que el increíble Duplantis volaba de nuevo más alto que nadie, la fabulosa Femke Bol añadía, con su fabulosa posta final en el relevo 4x400 femenino, el tercer oro a su increíble doblete en los 400 lisos y de vallas o el incansable Álvaro Martín revalidaba con brilantez su título continental en los 20 kilómetros marcha. Sin embargo, seguro que a uno y otro lado de la frontera que separa Albania de Grecia, la jornada de oro del sábado 20 de agosto del 2022 será más recordada.

fotos EuroAthletics


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