Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

LOS FAVORITOS Y LOS DE CASA

Campeonatos de Europa de Atletismo: Finales en el estadio de la segunda jornada.

Ser favorito en una competición atlética suele venir definido tanto por los resultados en competiciones anteriores como, sobre todo, por las marcas. Pero, dependiendo del tipo de prueba, esas referencias previas pueden tener más o menos influencia en el resultado de ese todo o nada que siempre es una final de un gran campeonato. No es lo mismo ser el favorito en un concurso, donde cada uno compite de forma aislada y, además, hay margen para el error al tener varios intentos en los que sacar lo mejor de uno mismo, que en una corta prueba de velocidad, en la que ser el más rápido no es garantía suficiente cuando cualquier mínimo errar puede echar todo al traste. Y no digamos ya en una prueba de fondo o medio fondo, en la que en función de los ritmos a los que se dispute la prueba las opciones de los rivales pueden aumentar por mucho mejores marcas que tenga quien encabeza el 'ranking'.

Por otra parte, aunque en el atletismo no influya tanto (incluso a veces poco a nada) como en otros deportes, un factor siempre a tener en cuenta es la motivación extra de quienes compiten en casa. Si, además, tienen talento, fuerza y marcas del nivel de algunos de los competidores germanos presentes en las finales del martes, sus opciones de éxito aumentan.

La segunda jornada de los Campeonatos de Europa de Atletismos del 2022 ofrecía en el estadio olímpico de Múnich seis finales de las que cinco presentaban claros favoritos. Y aunque, después de todo, no hubo grandes sorpresas, no todas se resolvieron a favor de quien más aparecía como principal candidato en los pronósticos y en tres de ellas fueron muy protagonistas los representantes del país anfitrión.


En el salto de longitud masculino se puede decir que hubo dos competiciones, la de Tentoglou contra sí mismo y la del resto por conseguir una de las dos medallas que no se iba a llevar el griego, las de plata y bronce. Sólo si el gran favorito fallaba podían tener opción sus competidores. Una esperanza que le duró sólo hasta el segundo salto. Tras hacer un nulo en su primer intento, el vigente campeón olímpico logró 8.23 en su siguiente intento, distancia totalmente fuera del alcance del resto de finalistas. Mientras estos luchaban por el segundo puesto a base de saltos apenas unos centímetros por encima de los ocho metros, Tentoglou seguía volando cada vez más lejos en sus otras dos tentativas para acabar aterrizando más allá de los ocho y medio en la cuarta y no necesitar la quinta y la sexta. El primer favorito de la tarde había cumplido con creces el pronóstico.


En el lanzamiento de disco femenino hace más de una década que nadie gana en un Campeonato de Europa a la croata Sandra Perkovic. En esta ocasión estuvo cerca de conseguirlo la alemana Kristine Pudenz, la que más se aproximó a protagonizar la que hubiera sido gran sorpresa de ver a alguien diferente en lo más alto del podio. Fue una final con muchas alternativas, que empezó liderando la polifacética neerlandesa Jorinde Van Klinken, que lo mismo envía lejos una pesada bola de acero que uno de esos pequeños platillos volantes utilizados en la disciplina hecha famosa por el escultor griego Miron. Mientras tanto, Perkovic no acababa de encontrarse a gusto. En sus primeros cuatro intentos, la pentacampeona europea acumulaba tres nulos para conectar un único tiro por encima de los 65 metros que Pudenz superaba poco después en casi dos metros y batía también, aunque fuera por pocos centímetros, Claudine Vita, la representante local de apellido muy italiano. Finalmente, el oro volvía a adornar el cuello de Sandra tras un quinto lanzamiento cercano a los 68 metros del que Kristine se quedaba a sólo ocho centímetros. Una diferencia minúscula en distancia pero enorme en significado ya que significaba la consecución del sexto oro consecutivo en un europeo al aire libre para la croata. Aunque con más apuros que Tentoglou, Perkovic también hacía valer finalmente el pronóstico.

Así que, con rotundidad en el caso de la longitud masculina, por poco en la del disco femenino, las dos finales de concursos hicieron buenos los pronósticos en las pruebas que, por sus características, suelen ser menos proclives a las sorpresas, los concursos.


Tampoco hubo vencedor inesperado en el 5000 masculino aunque la reciente derrota de Jacob Ingebritsen en el 1500 del mundial de Eugene añadiera algo de incertidumbre a una carrera que nunca es fácil de dominar para quien parte como principal candidato. Con veinticinco atletas en pista y cuatro kilómetros liderados en su mayor parte por el italiano Crippa y recorridos en torno al 2.40 cada uno, prácticamente todos mantenían opciones hasta que el noruego decidió avanzar desde el centro del grupo para ponerse en cabeza.

Rebasando rivales con ese relajado estilo que debe de resultar demoledor para la moral de sus oponentes cuando se ven superados por alguien que corre sin aparente esfuerzo a la vez que acelera a una velocidad que ya no resulta precisamente cómoda de mantener para ninguno de ellos, el más joven de los Ingebritsen lidero los últimos metros usando la vieja táctica del que se siente más fuerte: ¡quien pueda que me siga!

Lo intentaron Crippa, Kimeli y Katir, tres representantes de esa nueva Europa del mestizaje propiciada por los flujos migratorios. El belga lo pagó caro, se desfondó y terminó fuera incluso de los diez primeros. El italiano acabó cediendo pero logró resistir lo suficiente como para ponerse fuera del alcance del resto y repetir su bronce del 10000 en el anterior europeo de Berlín. El español, aunando fuerza con valentía, no se conformó con resistir y trató incluso de superar al noruego. Pero Jacob tenía en sus ágiles piernas una marcha más para la recta final, en la que por fin logró quedarse sólo para saborear como se merece una medalla de oro, la tercera que consigue en unos europeos al aire libre tras las dos que consiguió en su doblete 1500-5000 de la anterior edición. Hazaña que trata de volver a completar cuatro años después.


Antes de ese 1500 en el que Jacob buscará un nuevo oro, el estadio olímpico bávaro vivió otro que para los aficionados locales resultará probablemente mucho más memorable, el del decathlon. La exigente combinada se cerraban con la carrera del kilómetro y medio, siempre agónica para sus protagonistas después de dos jornadas corriendo, lanzando y saltando. Llegaba al frente de la tabla de puntos el suizo Simon Ehammer por delante del estonio Janek Oiglane. Pero tras ellos llegaba en tercera posición el alemán Niklas Kaul. El atleta local venía lanzado después de enviar la jabalina mucho más lejos que sus rivales y haber recortado de forma notable la diferencia que le separaba de la medalla de oro.

Con una marca en el 1500 claramente mejor que los dos que le precedían en la clasificación, culminar la remontada del modo soñado por cualquier decatleta, ganando la carrera final, era posible. De todas formas, más que ganar lo que necesitaba era distanciar en alrededor de veinticinco segundos al suizo y en algo menos al estonio. Espoleado por su público, Kaul salía a por todas y acababa cruzando la meta el primero, exhausto pero feliz ya que lo hacía con más de medio minuto de margen sobre su aún más agotado rival, con quien se fundía después en el emotivo abrazo de dos deportistas que lo han dado todo y disfrutan tanto o más de haber completado la prueba que del resultado conseguido.


El cierre a la jornada lo ponían las dos finales de la prueba reina de la velocidad, los 100 metros lisos. En la masculina, las semifinales habían devuelto la condición de claro favorito al italiano Marcell Jacobs, dispuesto a dejar atrás el mal trago del mundial de Eugene y demostrar que su increíble irrupción de un año antes en Tokio, poco menos que desde la nada hasta ocupar el trono dejado vacío por Bolt, no había sido una tan extraña como irrepetible casualidad. Aunque, tras lograr ventaja luego de una poderosa arrancada, los metros finales se le hacían eternos pese a recorrerlos en apenas un segundo, el vigente campeón olímpica cruzaba la línea de meta antes de que el 10 apareciera en la pantalla del cronómetro y lograba la victoria por cuatro centésimas sobre el único de sus rivales que también bajaba del número mágico del hectómetro, el británico Hughes.


En la femenina, el pronóstico apuntaba a la defensora del título, Dina Asher-Smith. Pero la maquinaria de precisión que es el cuerpo de un velocista se asemeja un vehículo de competición, es potente, sofisticada... y también frágil porque se lleva al límite. La veloz carrera de la británica se frenaba en apenas unos metros, atascados sus rápidos mecanismos físicos por un doloroso calambre. Por delante seguía a toda velocidad Mujinga Kambundji. La suiza parecía destinada a conseguir la medalla de oro hasta que en el último instante era superada por Gina Lückenkemper. La alemana cruzaba la llegaba cinco milésimas de segundo antes y, pese a empeorar en una centésima el crono con el que había sido plata hace cuatro años en Berlín, lograba lo que entonces había impedido la ahora lesionada Asher-Smith, proclamarse Campeona de Europa ante su público.

Las sangrantes heridas producidas al caer tras la meta por efecto del último impulso que la había llevado a la victoria añadían un tono épico a la extasiada celebración de Lückenkemper, rodeada de cámaras y envuelta en una atronadora ovación del público. Un final perfecto que reivindicaba la elección de la prueba femenina como fin de fiesta de la jornada. Porque si bien en una prueba de velocidad lo más espectacular es la mayor rapidez y esa, obviamente, la atesoran los hombres, nada sustituye en emoción a un final tan igualado como el de la prueba protagonizada por las mujeres en la que, además, se dieron otro par de factores que aumentan siempre el entusiasmo del espectador, que no gane el favorito y que la victoria se la lleva alguien de casa.

Después de todo, en cuatro de las cinco finales con favoritos más claros se habían cumplido los pronósticos. Y tanto en la que no como en la que se presentaba más abierta acabaron ganando atletas locales.

fotos EuroAthletics


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