Dos años y unos meses después de su última visita a Canarias, el Campeonato de España de Montaña volvía en junio del 2017 a las islas afortunadas. Lo hacía, además, por partida doble: dos subidas en dos fines de semana consecutivos, las de Guía de Isora y Tamaimo. Las dos pruebas tinerfeñas retornaban al calendario del nacional después de unas cuantas temporadas de ausencia (siete la primera y cinco la segunda), en un nuevo intento de establecer el certamen en el archipiélago, del que lleva unos años yendo y viniendo sin acabar de encontrar plaza fija por más de dos o tres temporadas.

Y es que si, por un lado, es innegable la afición que hay al mundo del motor en Canarias, y el seguimiento que allí se hace de las competiciones, por el otro es también más que evidente que su distancia al resto del territorio nacional se convierte siempre en un importante hándicap, toda vez que todos los participantes más o menos asiduos del campeonato (que tampoco es que sean muchos) tienen sus bases en la península. Por ello, y pese a los esfuerzos de los organizadores insulares, no es fácil que sus pruebas tengan las respuesta que probablemente merezcan en un certamen como es el de montaña, que no cuenta con los presupuestos ni la dedicación al mismo presente en muchos equipos de, por ejemplo, el de rallyes de asfalto, para el que Canarias sí que es visita habitual cada año de forma poco menos que ininterrumpida desde hace ya unos cuantos.

Y hablando de presupuestos y de dedicación, tampoco nosotros teníamos suficiente dinero ni tiempo como para poder permitirnos el largo desplazamiento y la aun más larga estancia que supone acudir a dos pruebas en Tenerife en dos fines de semana consecutivos. Y, además, con la subida a Santo Emiliano coincidiendo en fechas con la de Tamaimo, y teniéndonos sus preparativos bien ocupados mientras se disputada la de Guía de Isora, no quedaba otra opción que seguir, como podíamos, las dos carreras canarias desde la distancia para tratar de resumirlas ahora en este reportaje conjunto. Un texto que será más un análisis de sus circunstancias y resultados que un relato pormenorizado de lo que fue sucediendo en cada una de ellas a lo largo de dos fines de semana de competición cuyo desenlace ha acabado siendo, después de todo, extraordinariamente parecido.

DE DOS EN DOS

Cómo en aquel popular anuncio de un monovolumen, que se convertía en moderna Arca de Noé para los simpáticos peluches animados que accedían al mismo por parejas al son de una pegadiza canción … así se planteó este año el calendario del Campeonato de España de Montaña. Para empezar, dos pruebas en Andalucía, después dos más en el norte de la península, luego dos en Canarias y, finalmente, dos en los Pirineos. Y, visto así, parece una excelente idea por lo que puede significar de abaratar costes en los desplazamientos.

Pero una cosa es el impecable el reparto geográfico de esas ‘parejas’… y otra muy distinta, su situación en el calendario. Las dos citas andaluzas estuvieron separadas por más de un mes (una a principios de marzo, la otra a mediados de abril), las dos norteñas se celebraron en fines de semana consecutivos de mayo, las dos isleñas en dos semanas seguidas de junio y, finalmente, las pirenaicas estarán separadas por casi dos meses, unas a mediados de julio, la otra a principios de septiembre.

De ese modo, al final se acaban teniendo casi más inconvenientes que ventajas. Por un lado, en las cercanas en kilómetros pero lejanas en días, se pierde el beneficio de la cercanía espacial al estar demasiado separadas en el calendario como para hacer factible ahorrarse un desplazamiento de los camiones con los coches y el material. Esto último, en cambio, se consigue en las que se siguen sin apenas descanso de fechas. Pero, a cambio, el ir tan pegadas, sin siquiera un fin de semana de por medio, hace que cualquier inconveniente de cierta importancia, sea por avería o accidente, pueda significar perderse dos carreras si el problema se produce en la primera del dúo.

¿El resultado? Estamos a mediados de junio y ya nos hemos ‘ventilado’ seis de las ocho previstas en el calendario de un campeonato que este año han seguido menos pilotos que nunca (¡y eso que parecía difícil ‘batir’ tan negativa marca!). Y, además (o, más bien, por eso mismo), en las dos que quedan poco resta por decidir en cuanto a títulos en juego… pese a que, entre campeonatos y copas, había unos cuantos (¡demasiados!) certámenes convocados.

CASI LOS MISMOS PARTICIPANTES…

Las favorables condiciones en el transporte por barco que los organizadores de las dos subidas consiguieron para los participantes de la península, lograron que fuesen once los pilotos de fuera de las islas que finalmente se animaron a realizar el largo desplazamiento hasta Tenerife. En realidad había inscritos doce en Guía de Isora, pero el que completaba la docena, el menorquín Kike Perelló, acababa por renunciar al viaje en vista de que su insularidad balear le dejaba fuera de esas ventajas a las que sí accedían los peninsulares.

Así que, finalmente, tras embarcar su material en Huelva unos días antes, los que acudían a Tenerife para disputar la quinta y sexta prueba del Campeonato de España de Montaña del 2017 eran los líderes en sus tres categorías (Javi Villa, César Rodríguez y José Antonio Aznar), los segundos clasificados en las dos primeras (‘Lolo’ Avilés y Jonathan Álvarez), los terceros de la 2 y la 3 (Garikoitz Flores y Francisco Jiménez), el rival de este último por el título del grupo N (José Blanco Rosales), y los líderes en las copas de los grupos E1 (Alberto Mateos), GTB (Alberto Doménech) y R4-R5 (Sergi Pañella). Es decir, los que tenían opciones a ganar alguno de esos muchos (¡demasiados!) títulos en juego que, además, al no tener apenas participantes en muchos de los grupos, iban a dejar resueltos la mayoría de ellos poco menos que sin oposición. Y aunque, como decimos por estas tierras del norte con gran tradición pesquera, ‘en la rula no preguntan… ¡apuntan!’, no deja de ser una lástima que se ganen campeonatos corriendo contra uno o, a lo sumo, dos rivales… ¡y hasta contra ninguno en según que casos! Lo que, evidentemente, no es culpa de los que se apuntan esos títulos, ya que bastante tiene cada uno con juntar el presupuesto y ser capaz de dedicar el tiempo necesario para seguir el certamen. Pero resulta triste en todo caso.

Frente a los llegados de la península, el contingente insular era menos fuerte y menos numeroso de lo que uno se podría esperar en una región de tanta tradición como la canaria. Pero el hecho de que tanto Guía de Isora como Tamaimo puntuasen sólo para los certámenes provincial e interinsular tinerfeño (confieso que me pierdo en este tema ¿son uno o dos?) pero no lo hiciesen para el Campeonato de Canarias, tenía como resultado que los principales protagonistas de este último no acudiesen a la doble cita del nacional en Tenerife. Ello dejaba a los Afonso, el hijo ‘Javito’ (al volante de un Silver Car), en la categoría 1, y su padre, Pedro Javier (con un Porsche), en la 2, como puntas de lanza de una representación local no muy nutrida y con escasas opciones de plantar cara a los tenores del Campeonato de Eapaña. En la por aquellos lares denominada categoría de barquetas, Guía de Isora contaba con los BRC de Pedro Pérez, Guillermo Évora y Fran Suárez encuadrados en la categoría 1 del nacional, y el de Benito Martín en la 2, a los que en Tamaimo se unía, en la 1, la Osella de Pedro Carmelo Febles y en la 2 el veterano Speed Car de Socas. En cuanto a la categoría 3, Ángel Bello, con su Skoda Fabia S2000, y Tomás Roberto Negrín, con un Citroen Saxo Kit Car, se presentaban como otros posibles aspirantes a los puestos de cabeza en Guía de Isora. Y una semana después el segundo era baja por avería pero, a cambio, eran de la partida Nauzet Brito, con su ya veterano Porsche 996, y Félix Brito, con su precioso Subaru Impreza WRC. El resto de competidores en ambas pruebas, hasta completar una lista de poco más de cuarenta participantes en Guía de Isora y ligeramente por encima de sesenta en Tamaimo, tomaban parte al volante de monturas que, por características y prestaciones, les daban menos opciones de mezclarse en la lucha por los puestos de cabeza de la general de carrozados.

…Y EXACTAMENTE LOS MISMOS GANADORES

Si el elenco de participantes fue, lógicamente, similar en dos pruebas tan cercanas en el espacio y el tiempo, menos diferencias aun hubo en el nombre de los vencedores al término de ambas. De hecho, si hablamos tanto de la general scratch cómo de las tres categorías del Campeonato de España, los ganadores en Guía de Isora y Tamaimo fueron exactamente los mismos. Eso si, hubo algún que otro cambio en las circunstancias y el modo en que se lograron algunas de estas victorias.

Sin ir más lejos, el previsible doble ganador al scratch en las dos subidas, Javi Villa, lo fue al volante de dos coches diferentes. Algo que, evidentemente, no estaba en los planes del piloto asturiano, que el sábado 10 de junio, tras completar la primera jornada en Guía de Isora claramente al frente de la tabla, después de haber sido el más rápido con el BRC B52 en las dos mangas de carrera (batiendo, además, el record del trazado en la primera), se planteaba la jornada del domingo como un mero trámite, pensando ya en Tamaimo. Pero algo fallaba en su coche durante la última subida de entrenos y Javi no tenía ninguna posibilidad de evitar una aparatosa salida de carretera, que acababa con el B52 estrellado contra un muro de piedras.

El fuerte golpe no privaba a Villa del triunfo, ya que nadie rebajaba su cómputo total de los dos mejores tiempos del fin de semana, pero dejaba cuantiosos daños que eran imposibles de reparar a tiempo para verificar el siguiente viernes. En auxilio de Villa y su equipo llegaba entonces un viejo conocido de los primeros (¡y añorados!) tiempos de los CM en el nacional de montaña, Fran Suárez. El piloto canario le cedía a Javi la unidad de BRC B49 con la que compite habitualmente y que, casualidades de la vida, es justamente la misma con la que el asturiano había logrado su primer título en la montaña española, allá por el 2013. Un coche campeón que entonces se había quedado en las islas, sede aquel año de la cita final del certamen en la subida de Arona.

Y con ese mismo B49, pintado ahora de blanco, Javi se imponía en Tamaimo casi de igual modo que con el B52 en Guía de Isora: batiendo el record en la primera oficial del sábado y siendo también el más rápido en la segunda. Además, esta vez todo iba perfecto también al día siguiente, por lo que Javi podía celebrar la victoria con una sensación mucho mejor que la agridulce del domingo anterior. Y cómo, además, el único que le podía haber hecho tener que esperar a Alp para proclamarse campeón, su compañero en la carpa de Bango Racing Cars, ‘Lolo’ Avilés, había padecido un fin de semana aciago en Guía de Isora, con toque en la primera oficial y problemas de embrague en la última que le dejaban sin puntuar, el doble triunfo en Tenerife dejaba matemáticamente asegurado el título de Campeón de España en la categoría 1 para el piloto asturiano. Su quinto entorchado en la montaña, el primero en la categoría 1 y, en una especie de curioso guiño del destino, logrado oficialmente al volante del mismo coche con el que había conseguido el primero cuatro años atrás.

La doble cita insular dejaba también más que visto para sentencia el título de la categoría 3 a favor de José Antonio Aznar. De hecho, salvo imponderables, la presencia del almeriense en Tenerife y la ausencia de Fombona (que tenía que renunciar al desplazamiento al no recibir antes de la fecha prevista para el embarque de los coches unas piezas que necesitaba para reparar la caja de cambios de su Lamborghini, que le había empezado a dar problemas en Falperra) poco menos que garantizaba ya el campeonato para el de Ginetta. Pero, de todas formas, Aznar no es que se lo tomase con calma precisamente ni en Guía de Isora ni en Tamaimo. Primero, porque el cuerpo le pide guerra cada vez que se sube al coche. Y segundo, porque en Canarias se encuentra siempre cómo en casa y eso aumenta, si cabe, su ya habitual afán competitivo. Así que, sin importarle que el trazado de Guía de Isora, especialmente su revirada parte final, fuese un territorio más bien hostil para su GT3 ‘made in England’, Aznar no se contentaba con ‘solo’ ganar, siendo ya claramente el más rápido en las dos oficiales del sábado, si no que, además, el domingo salía a por todas y batía el record de carrozados, en poder desde el año anterior del siempre rápido Enrique Cruz, que lo había logrado al volante de su Porsche.

Y una semana después, en un terreno ya más adecuado para azuzar a gusto a su nuevo felino británico, el almeriense repetía victoria con record incluido, logrado además este último en los entrenos del domingo… porque ni las mangas de práctica se tomaba con calma Aznar para dejar claro que merece el título y que, obviamente, si los demás aspirantes no han seguido la temporada cómo él si ha hecho, ese ya no es asunto suyo. Un título para el que al acabar Tamaimo, una vez realizadas las pertinentes cuentas, le faltaban aun cinco puntos (el equivalente a un duodécimo puesto) a sumar en las dos restantes carreras. Pero cuando escribo estas líneas, el martes siguiente, se ha publicado en la web oficial de la Federación Española la clasificación del campeonato con un cambio en las posiciones de Ubrique. Resulta que el ganador en la subida gaditana, Humberto Janssens, ha sido descalificado por uso de gasolina no conforme al reglamento, así que la victoria de aquella prueba pasa a manos de Fombona y Aznar asciende a la segunda plaza, sumando cuatro puntos más que le dejan ya a sólo uno para ser matemáticamente campeón de la categoría 3. Una categoría que, obviamente, podemos dar ya por finiquitada en vista de que la única posibilidad para que el andaluz no sea campeón es que no puntúe ni en Alp ni en Andorra y que, además, Sergi Pañella gane entre los carrozados ambas subidas. Y, las cosas como son, qué todo ello ocurra a la vez parece más que impensable aunque, evidentemente, no sea imposible.

Al menos la categoría 2 no está decidida todavía… aunque la doble victoria de Jonathan Álvarez en Tenerife le pone de nuevo en total control de la situación. El asturiano retornaba a la acción en Guía de Isora (tras su ausencia en el Fito debida al fuerte golpe de la semana anterior en Falperra), y lo hacía con las lógicas dudas que siempre se tienen cuando se vuelve después de una circunstancia similar. Unas dudas que se suelen resumir en ‘¿volveré a pisar a fondo sin pensármelo dos veces? ¿funcionará el coche recién reparado igual de bien que antes del accidente?’. Dos preguntas a las que el asturiano encontraba pronto respuesta positiva, especialmente en la segunda oficial del sábado, cuando lograba ya el mejor tiempo, batiendo a su rival en la lucha por el título, César Rodríguez, y, además, enjugando la ventaja que este había logrado unos minutos antes en la primera manga de carrera. De todas formas, las diferencias entre los dos eran mínimas, así que todo se iba a decidir en la última oficial del domingo. Una manga que, a tenor de los tiempos que acababan logrando, ambos afrontaban absolutamente al límite. Y en ese duelo en el que había pocos márgenes, se acababa imponiendo Jonathan por apenas tres décimas. Una distancia mínima en tiempo pero enorme en su significado, porque le devolvía la iniciativa y la confianza.

Dos bazas que hacía valer siete días después en Tamaimo dónde, además, César tenía un sábado más que complicado que le ponía las cosas muy cuesta arriba. Tanto como para no sólo no poder evitar el segundo triunfo consecutivo de Jonathan en una semana si no, por si fuera poco malo acabar segundo, para tener que conformarse con ser tercero, viéndose superado por ‘Javito’ Afonso, que situaba su Silver gris noche por delante del S2 naranja del piloto gallego. A ambos los batía el coche con el color más apropiado para correr en Canarias, el amarillo del asturiano afincado en Marbella que llegará al sprint final del campeonato dependiendo de si mismo para lograr un título que ya le dábamos poco menos que por ganado tras Ubrique y que, en cambio, a punto estuvo de quedar perdido por completo en un inclemente guardarail portugués. Ahora, con cuatro victorias contra dos de su rival, a Jonathan le bastará ser segundo en las dos citas pirenaicas para ser campeón de España de la categoría 2 aunque César se imponga en ambas carreras. En todo caso, mejor esperar, no hacer más pronósticos y dejar que el único de los tres campeonatos que aun no está resuelto siga su curso para darle un punto extra de aliciente al largo viaje hasta Alp que emprenderemos en apenas un mes. Hay ya un campeón, y casi otro, pero aun falta por coronar a un tercero: los Pirineos dictarán sentencia.

Fotos: Campeonato de España de Montaña Sportech y Pegutrans Competición