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11|07|2014
 EN LA VARIEDAD ESTÁ EL GUSTO
Guardarail pegado al asfalto y rodeado de bosque, el circuito Gilles Villeneuve sigue ofreciendo imágenes de otros tiempos
Aunque el RedBull Ring no es ni de lejos lo fascinante que era el original Osterreichring no por ello deja de ser una pista con alicientes
Aun con todas las remodelaciones de los últimos tiempos, Silverstone continúa manteniendo buena parte de su encanto, tradición y dificultad
Ricciardo aun más sonriente para festejar su primera victoria en Fórmula 1
Rosberg ganó en Austria, seguido de cerca por Hamilton...
...que ganó de nuevo en Gran Bretaña seis años después de su magistral triunfo bajo la lluvia del 2008
Los Williams son los coches de moda, en Austria coparon la primera línea y han sumado dos podios en las tres últimas carreras
Bottas subió al podio de la F1 por primera vez en Austria, y repitió, ganando además un puesto, en Gran Bretaña
El precioso duelo entre Alonso y Vettel en Silverstone será, sin duda, uno de los momentos del año 2014 en la F1
Los McLaren no acaban de ir del todo bien pero Button aprovecha siempre la más mínima oportunidad
Bianchi sigue dejando destellos de su gran clase, bien sea bajo la lluvia con el Marussia o en los tests al volante del Ferrari
Después de tres abandonos consecutivos, Kvyat volvió a brillar, igualando en Silverstone su noveno puesto de Melbourne

Tres vencedores diferentes en las tres carreras disputadas desde nuestro anterior comentario. ¡No está mal! Especialmente para una temporada en la que parecía ya poco menos que imposible que ganase alguien distinto a los dos pilotos de Mercedes. De hecho, ambos, Nico Rosberg y Lewis Hamilton, han sido dos de los que han triunfado en estos tres grandes premios y sólo un inesperado problema con el sistema híbrido de los poco menos que imbatibles monoplazas de la marca germana propició la aparición de un nombre nuevo, no ya en la lista de vencedores de esta temporada sino, también, en la de la propia fórmula 1, el del australiano Dani Ricciardo. Pero, sea como fuere, el caso es que no se ha repetido ganador en estas tres últimas carreras que, además, han tenido sus buenas dosis de espectáculo y emoción, bien fuese en la lucha por la victoria o en otras peleas por posiciones menos relevantes que la primera pero no por ello exentas de interés.

Tal vez no sea casualidad que estas tres carreras a las que vamos a dedicar las próximas líneas se hayan disputado en tres circuitos que, de un modo u otro, aun conservan algunos ingredientes de las pistas ‘de antes’. Tanto el ya poco menos que clásico ‘Gilles Villeneuve’ canadiense como el recuperado ‘Osterreichring’ austriaco, recortado y rebautizado como ‘Red Bull Ring’, o el remozado pero siempre interesante ‘Silverstone’ británico son trazados de los que aportan su granito de arena para mejorar el espectáculo, toda una ventaja en tiempos llenos de pistas que suelen actuar más como sedantes que como estimulantes para las características de los modernos monoplazas de la fórmula 1.

En Canadá, el estrecho y bacheado trazado semiurbano que lleva el nombre del inolvidable Gilles, es aun de los pocos circuitos en los que los errores se pagan caros, bien sea golpeando los cercanísimos muros o pisando la verde hierba y perdiendo, como mínimo, algo de tiempo en la ‘distracción’. Si a ello le unimos su abrasivo asfalto y sus bruscas frenadas, el resultado es que prácticamente cada año el gran premio canadiense hace honor al piloto del que tomó su nombre y ofrece carreras dignas del indomable pequeño canadiense, de esas en las que los duelos directos en pista son los que acaban decidiendo el resultado tanto o más que las milimétricamente estudiadas estrategias en las que, hoy día, se suelen basar la mayoría de los desenlaces de cada gran premio.

En esta ocasión, la dureza del circuito de la isla de Montreal pudo, por primera vez, con el hasta ese momento imbatible poderío de los Mercedes. El fallo prácticamente simultaneo de la parte electrónica de recuperación de energía en las ‘unidades de potencia’ de las ‘flechas plateadas’ acabó suponiendo el segundo abandono de la temporada para Lewis Hamilton (con los frenos totalmente achicharrados al no poder hacer uso de la ayuda que el efecto ‘dinamo’ del recuperador de energía ofrece a la hora de ‘parar’ los actuales monoplazas) y dejó muy mermadas las prestaciones del monoplaza de Rosberg (que tuvo que completar prácticamente media carrera ‘sólo’ con la potencia del motor ‘convencional’, el de combustión interna ‘de toda la vida’). Qué, aun así, Nico estuviese a apenas un puñado de vueltas de lograr la victoria habla alto y claro de la superioridad de los Mercedes. De hecho, sólo acabó perdiendo la carrera a causa del arrojo de Dani Ricciardo, ‘tirándose’ a por todas en una arriesgadísima maniobra, a la entrada del primer viraje, para superar al más lento en curva pero mucho más rápido en recta ‘Force India-Mercedes’ de Sergio Pérez, que hacía de involuntario ‘escolta’ de Rosberg rodando segundo con un coche al que cada vez le costaba más detener en las frenadas pero que, gracias a su buena tracción y velocidad punta, era poco menos que un muro infranqueable para sus perseguidores.

Cuando, finalmente, Ricciardo encontró ese resquicio, la suerte de la carrera estaba echada para Rosberg. El ritmo del Red Bull era visiblemente más rápido y, por una vez, la menor potencia de su motor Renault era mayor que la ofrecida en esos instantes por el ‘tocado’ Mercedes del líder, lo que propició un fácil adelantamiento, asistido por el DRS, en la larga recta que lleva desde la horquilla a la última chicane. Un adelantamiento que fue de esos que todo el mundo celebra, porque, ya se sabe, eso de que siempre ganen los mismos no gusta y en estos casos todos van (vamos) con el que en ese momento parece el más débil. Si, además, al volante va un piloto joven, de carácter afable, sonrisa resplandeciente y que está a punto de lograr su primera victoria, pues poco más se puede pedir. El triunfo de Ricciardo, probablemente el primero de muchos para mi rápido ‘tocayo’ australiano, fue uno de esos que los británicos definen como ‘popular’ y supuso, al menos, un bienvenido paréntesis en el asfixiante dominio de los Mercedes.

Porque, efectivamente, lo de Canadá fue sólo eso, un paréntesis en la superioridad por parte de las flechas plateadas, que continuó en las dos siguientes carreras, con menos claridad aunque con doblete en Austria y con más margen aunque sólo uno de los dos coches en meta en Gran Bretaña. Eso si, en ambos casos el dominio se acabó plasmando el domingo después de un par de sábados complicados, con dos sesiones de clasificación en las que, por diferentes circunstancias, los dos pilotos de Mercedes no lograron lo que viene siendo ya poco menos que habitual en todos los grandes premios de esta temporada, ocupar las dos primeras posiciones de la parrilla de salida.

En Austria, un error de Hamilton, a por todas en su último intento tras haber fallado también en el primero, en una repetición del fallo que ya le había costado caro en Canadá, donde perdió en última instancia una ‘pole’ que parecía suya, acabó teniendo el irónico efecto (especialmente tras lo acaecido en la ‘qualifying’ de Mónaco) de comprometer también las opciones de su compañero de equipo (y principal rival). La bandera amarilla provocada por la salida de pista de Lewis arruinó la vuelta rápida final de Rosberg y deparó, de paso, otro de esos resultados ‘populares’… nada menos que una primera fila cien por cien Williams, con Felipe Massa en ‘pole position’ por delante de su compañero de equipo, Valtteri Bottas. Luego, el domingo, diría que en el equipo de ‘Sir Frank’ (ahora dirigido por su hija Claire) no llegaron a creer siquiera en la posibilidad de ganar la carrera, de ahí que su desafío a los Mercedes se desvaneciese ya en el primer cambio de neumáticos, sin intentar al menos arriesgar con una diferente estrategia para uno de sus dos pilotos que ¿quién sabe? igual les podía haber dado alguna opción en otra jornada en la que, al igual que había ocurrido dos semanas antes en Canadá, los Mercedes acabaron por resultar vulnerables, de nuevo con el complejo sistema de frenada ‘Brake by wire’ como talón de Aquiles. En todo caso, aun sin poder hacer gala de todas sus prestaciones, Rosberg y Hamilton terminaron logrando otro doblete, de nuevo con el alemán por delante del británico quien, tras protagonizar una primera vuelta de esas para enmarcar, pasando en un suspiro del noveno puesto en parrilla al cuarto cuando aun no se había completado el giro inicial, acababa por tener que conformarse con una segunda plaza que ampliaba por encima de los 25 puntos de una victoria la diferencia a favor de su ‘íntimo’ rival.

Una diferencia que prácticamente se desvaneció en Silverstone, cuando Lewis logró el ansiado segunda triunfo en el gran premio de su país, acompañado, además, por el primer abandono por avería de Nico. Una retirada que viene, en cierto modo, a compensar las dos sufridas por el inglés y que, curiosamente, vuelve a dejar el campeonato exactamente en la misma situación que estaba tras Mónaco, con Rosberg cuatro puntos por delante en lo que es poco menos que un ‘empate técnico’ entre ambos. Una situación que vuelve a poner a Hamilton como gran favorito al título, cuando apenas 24 horas antes parecía que estaba empezando a despedirse del mismo luego de otro fallo en los momentos decisivos de la sesión de clasificación, cuando las cambiantes condiciones climatológicas típicas del ‘brittish weather’ le hicieron desistir del último intento, pensando que ya nadie iba a poder mejorar los cronos anteriores y que, por tanto, la ‘pole’ era suya. Un error de cálculo esta vez que tuvo el mismo efecto que los dos de pilotaje cometidos en las dos pruebas previas, hacerle peder la primera plaza en la parrilla y, con ella, esa ventaja estratégica que siempre supone salir delante, no sólo de todos los demás sino, especialmente, de tu compañero de equipo. Eso si, Lewis volvió a ‘despachar’ con prontitud a los que se interponían entre su Mercedes y el de Nico, dejándonos la avería en el cambio del coche del alemán con la duda de si finalmente lo habría batido en lo que tenía toda la pinta de ser algo así como la reedición de aquel famoso duelo Piquet-Mansell con los Williams Honda, cuando el británico recortó diferencias durante toda la carrera para acabar superando al brasileño con un espectacular adelantamiento, con amago hacia el otro lado incluido, que hizo enloquecer no sólo a los ‘manselmaniacos’ que entonces poblaban las tribunas del viejo aeródromo sino, incluso, hasta a los más comedidos aficionados británicos de toda la vida que miraban hasta con recelo a aquellos gritones fans de estilo y apariencia más propia de los ‘hooligans’ de la ‘premier league’ que del ‘right crowd and no crowding’ tan tradicional en los circuitos de las islas.

El caso es que, después de todo, una vez completadas ya nueve carreras estamos poco menos que como al principio, con Rosberg y Hamilton, Hamilton y Rosberg, como únicos candidatos al título. Una situación que sigue recordándonos a aquel 88 del duelo Senna-Prost y que, al igual que entonces, vale por si sola para mantener alto el interés del campeonato. Además, dejando aparte la pelea por el campeonato de pilotos (el de constructores está aun más claro, lo ganará Mercedes, sin duda), el resto del pelotón también está ofreciendo motivos para seguir con interés una temporada que, personalmente, me está pareciendo cuando menos notable. Por ejemplo, el renacimiento de Williams ya es, por si sólo, una de las buenas noticias de este 2014 con el que la fórmula 1 ha entrado en la nueva era de los turbos-híbridos. Las prestaciones de los monoplazas que lucen los preciosos colores de Martini siguen llamando la atención, siendo en estas tres últimas carreras los que han estado, en su conjunto, más cerca (o menos lejos) de los Mercedes. En Canadá sólo un lento cambio de neumáticos en el Williams de Massa impidió al brasileño haber sido él quien estuviese en la mejor posición para aprovechar los problemas de las ‘fleachs plateadas’. Aun así, un enrabietado Felipe remontaba como una furia en las vueltas finales hasta que la combinación de su impaciencia y el leve pero inoportuno movimiento defensivo del Force India de Sergio Pérez, justo cuando el Williams se aprestaba a superarle, provocó uno de esos accidentes que nos recuerdan los peligros de la F1, los avances que se han hecho en materia de seguridad y hasta la necesaria dosis de fortuna que hace falta para que, pese a todo, al final de un golpe así no haya que lamentar más que daños materiales. En Austria, como ya se comentó más arriba, tanto Massa como Bottas partieron desde la primera fila, acabando Valtteri por subir al podio en la tercera plaza, sensacional resultado que el joven el finés mejoró quince días después con una fantástica segunda posición en Silverstone que, definitivamente, confirman todo lo bueno que viene apuntando desde que empezó a destacar en aquellas carreras de la fórmula 3 de hace ya cuatro o cinco años. Un doble podio para los Williams-Martini que están logrando, además, lo que en otras temporadas no conseguía el histórico británico, seguir el ritmo de evolución de los grandes y no quedarse atrás después de un buen arranque de campaña con un coche bien nacido pero al que le costaba crecer por falta de recursos o acierto en su desarrollo.

Qué eso mismo no lo esté logrando Ferrari debería sorprender pero casi diría que ya no lo hace porque viene siendo poco menos que la tónica habitual en la ‘Scuderia’ desde hace ya unas cuantas temporadas. El F14T ha mostrado desde el primer momento carencias sobre todo a nivel de potencia y tracción, de ahí que en Canadá, circuito donde esas dos características son clave, estuviese de nuevo lejos de inquietar a los que peleaban por el podio aunque el abandono de Hamilton y el ‘encontronazo’ Massa-Pérez dejaban aun la cuarta plaza al alcance de la mano de Alonso que, sin embargo, no sólo no se la pudo arrebatar a Hulkemberg, con el que peleaba por ella, sino que tanto él como el germano de Force India tuvieron que ver, con frustración, como el siempre ‘listo’ Button les ‘robaba la cartera’ en la última vuelta para conseguir un resultado al que el McLaren no parecía tener opción alguna de aspirar. En Austria, la habitual tenacidad de Alonso hizo que por momentos el podio pareciese a su alcance, aunque finalmente resultó todo un espejismo, siendo la quinta plaza el mejor resultado posible en una carrera en la que, al menos, las diferencias con el cuarteto de cabeza, formado por los dos Mercedes y los dos Williams, no fueron tan abismales, lo que podía hacer concebir esperanzas de cara a Silverstone, trazado más de curva rápida y mucho menos de tracción o velocidad punta, en cierto modo asimilable a China, donde mejor han ido hasta ahora los Ferrari. Sin embargo, cualquier opción de brillar se esfumó para los monoplazas rojos en una caótica Q1, en la que ni el equipo estuvo rápido de reflejos para salir a pista con los slicks en los escasos minutos en que no llovía ni los pilotos lo suficientemente hábiles para hacer lo que otros, con peor material si hicieron (véase, por ejemplo, Bianchi y el Marussia-Ferrari), marcar un buen crono con los intermedios que les dejase fuera de peligro en caso de ‘problemas de última hora’. Por si fuera poco salir desde el tercio final de la parrilla, Alonso se complicó aun más la vida cometiendo el clamoroso error de pasarse su posición de salida en más de medio coche, lo que le condenaba, como mínimo, a una penalización de tiempo, y Raikkonen el no menos clamoroso (y muchísimo más peligroso) de perder el control de su Ferrari en la primera vuelta, volviendo a pista ‘pie a tabla’ y en pleno trompo al desequilibrase su monoplaza en la hierba, sembrando el caos en el grupo al más puro estilo de Scheckter y su McLaren Yardley en el 73. Por fortuna, el tremendo golpe dejó, de nuevo, muestra de la solidez de los actuales coches y la buena fortuna que nos sigue acompañando en estos casos, con el resto de afectados (Massa y Chilton) sufriendo mucho más susto que daño. Después, la remontada de Alonso puso de manifiesto, una vez más, su capacidad de lucha y, de paso, demostró que el Ferrari, efectivamente, no iba ni mucho menos tan mal en Silverstone, algo que incluso se encargó de probar el joven Bianchi en los tests de la semana siguiente, liderando la tabla del miércoles con un crono equiparable al mejor logrado por el asturiano en los libres del viernes. Pero si, remontada con sensación de oportunidad perdida aparte, algo tuvo de especialmente destacable la carrera de Alonso en Silverstone fue su numantina defensa ante el Red Bull de Vettel, que recuperaba terreno tras ser de los pocos que optaban por la que parecía era la estrategia buena (y acabaría siendo la mala) de hacer dos paradas en boxes. El duelo entre ambos fue precioso, con los dos en el límite… y más allá. Una pelea de las que hacen afición, sobre todo si uno se limita a verlos pilotar y ‘apaga el sonido’ para no escuchar las continuas quejas de ambos vía radio, fruto, indudablemente, de una normativa tan restrictiva como la actual que, a la mínima, propicia una sanción, lo que tanto uno como otro trataba de provocar hacia su rival con sus palabras. Una batalla feroz resuelta finalmente, como era lógico, a favor del alemán, que, aunque contaba con el handicap de la menor velocidad punta de su monoplaza, llegaba con gomas nuevas lo que le permitía ser más rápido en los sectores más virados. Después de un cuerpo a cuerpo de esos que cortan la respiración, Vettel acabó por pasar camino de un quinto puesto que, de todas formas, le tuvo que saber a bastante poco ante el tercero de Ricciardo, por una vez detrás en parrilla cuando el sábado Sebastian había sido de los que mejor habían interpretado las difíciles condiciones de la Q3, pero por delante en la parte final de la carrera al parar sólo una vez en boxes, consolidando de este modo su sensacional tercera plaza en el campeonato, con amplia ventaja de puntos sobre su tetracampeón jefe de filas al que, además, este año le está pasando ‘de todo’ a nivel mecánico (Austria había sido otro calvario en ese sentido)… ¡para que luego digan que en Red Bull siempre se estropeaba el coche ‘del otro’!.

Así que, resumiendo, en la preciosa lucha vista en Silverstone entre dos campeones del calibre de Alonso y Vettel, las prestaciones de los Williams, el duelo que se presume poco menos que interminable entre Hamilton y Rosberg, la gran temporada que está haciendo Ricciardo, las siempre inteligentes actuaciones de Button, los destellos de clase de Bianchi o las buenas sensaciones que siguen dejando los 'novatos' Magnussen y Kviat, por nombrar también brevemente otros motivos de interés de lo que va de año, no hacen sino aumentar, a mi juicio al menos, en el ‘haber’ de este campeonato los motivos para compensar, con creces, todo lo negativo que muchos se empeñaron en poner en su ‘debe’ (sea el famoso debate del ruido, el del consumo, el de la fiabilidad o el de la dudosa estética de los coches). En conjunto diría que está siendo, hasta ahora, un muy buen año de fórmula 1, por mucho que el título se vaya a decidir sólo entre dos, que esos dos vayan a ganar casi todas las carreras o que el ‘nuestro’ no tenga opciones al campeonato, razones todas estas para que los que siguen sin saber apreciar la fórmula 1 en lo que vale vayan a continuar quejándose de aquí a final de temporada. Y es que hay quien sólo es capaz de divertirse cuando el resultado es de su gusto… y para eso, que queréis que os diga, ya está el futbol, donde el caso es que gane tu equipo aunque sea por penalties y después de 120 minutos aburriendo hasta a las ovejas... ejemplos de esto último ya van unos cuantos en el mundial brasileño que entra estos días en su recta final y no parece que ello influya negativamente en su interés precisamente.

Texto: Daniel Ceán-Bermúdez, Fotos: Departamentos de prensa equipos F1