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28/09/2013 Rallye Villa de Llanes (Cto. España rallyes, 7ªprueba - Cto. Asturias rallyes, 4ªprueba)
CRÓNICA

No vuelvas a los lugares donde fuiste feliz es un consejo que he escuchado en alguna que otra ocasión, tal vez extraído del verso de igual título escrito por el poeta cubano Delfín Prats o, simplemente, procedente de la experiencia de quien no ha tenido sensaciones positivas es sus posteriores visitas a sitios de los que guardaba buenos recuerdos. Pero, sea porque no soy muy dado a hacer caso de los consejos (¡Aries puro que es uno!) o porque la poesía no está entre mis géneros literarios favoritos, el resultado es que, bastante a menudo, suelo hacer precisamente todo lo contrario a lo expresado en esa frase y desarrollado con cierto pesimismo en el mencionado poema. De hecho, no sólo no evito el retorno a lugares en los que pasé momentos de felicidad (porque la felicidad es eso, momentos) sino que, a medida que pasan los años me doy cuenta de que tiendo a volver más a ellos… no se si por nostalgia o, pura y simplemente, porque casi nunca me decepciona el resultado de ese que otros consideran un arriesgado ejercicio.

Y si hablo de lugares en los que fui feliz, no hay duda de que Llanes ocupa un puesto destacado en mi lista particular. La pequeña villa del oriente asturiano y sus alrededores fue el escenario de muchas de mis vacaciones de adolescente y, más de 30 años después (¡qué deprisa pasa el tiempo!), sigue siendo un destino poco menos que obligado cada verano cuando se trata de pasar aunque sea un par de días de asueto, en los que no suelen faltar momentos de felicidad en compañía de alguna de la gente que más quiero.

Tal vez sea porque me gusta la variedad y Llanes y su entorno son zona de acusados contrastes. En pocos sitios están tan cerca, en el espacio o el tiempo, el mar de la montaña, el sol de la lluvia. En pocos lugares hay tal diversidad de azules, con el agua y el cielo compitiendo en mostrar todos sus tonos, del más tenue cian al más intenso añil, o tal variedad de verdes, desde el esmeralda de las praderas hasta el más oscuro de lo más profundo de sus bosques. En pocas partes se puede dar tal juego de luces y sombras, con los rayos del sol iluminándolo todo apenas unos minutos antes de que negras nubes te dejen casi en penumbra. Y, si hablamos del tiempo, no se me ocurre donde se puede pasar tan deprisa del más tórrido y seco verano al más desapacible y lluvioso otoño.

Contrastes, todos ellos, que se dan incluso entre los muchos momentos felices que he vivido allí a lo largo de los años. Simplemente, porque todo cambia y, aunque me hagan sentir feliz de modo distinto, está claro que, por ejemplo, no es lo mismo saborear entonces la dulzura de los labios de mi primer amor, que relamerse ahora con los deliciosos postres que sirven en Covaciella… ni, si hablamos de rallyes (porque de rallyes va esto ¡aunque no lo parezca!), son iguales las sensaciones de aquellos Llanes de principios de los ochenta, cuando éramos unos críos, internet no existía y simplemente dar con la curva deseada en Cardoso o Río las Cabras era ya toda una aventura, que las actuales, viviendo las carreras mucho más desde dentro y de un modo totalmente diferente, menos inocente pero, en ocasiones, y esta de Llanes 2013 fue una de ellas, con una intensidad y una cercanía a sus protagonistas con la que ni siquiera hubiese soñado en aquellos tiempos.
Senra, copilotado por Diego Vallejo, logró en Llanes su primera victoria en el nacional
Pons-Amigó estuvieron todo el día en la pelea y terminaron segundos
Pernía-García lideraron dos veces pero acabaron finalmente terceros
Fuster-Cué estaban al acecho hasta que la lluvia les relegó a la cuarta plaza

Porque, efectivamente, el 37 rallye Villa de Llanes fue de esos con los que alguna vez sueñas, un rallye intenso, igualado, apasionante… un rallye que nos reencontró a muchos con esas emociones que parecían perdidas en una temporada tan gris y tan sosa como la que veníamos viviendo hasta ahora. Sería casualidad (probablemente no del todo), pero no deja de ser curioso que justo cuando no era de la partida el gran dominador del campeonato, el coche más ‘gordo’ y más ‘espectacular’, el inalcanzable Mini WRC de Luis Monzón, el interés retornase y tuviésemos eso que pedíamos en uno de los ‘capítulos’ del reportaje del Príncipe: ‘si no hay espectáculo que al menos haya emoción’. Y es que, además, por lo que me contasteis los que estuvisteis en los tramos (últimamente, a causa del trabajo a hacer en cada rallye, cada vez piso menos las cunetas) tampoco falto el espectáculo. Un espectáculo que, obviamente, ya no se puede basar hoy día en la idea que teníamos del mismo cuando éramos más jóvenes y en los primeros ochenta veíamos llegar balanceándose a las frenadas y salir cruzados de las curvas llaniscas a los Porsches de ‘Beny’ y Etchebers, los R5 Turbo ‘culo gordo’ de ‘Genito’ y Puras, el Escort MKII de Graña o el Manta 400 de Serviá. El de ahora, el de la segunda década del siglo XXI, es un espectáculo diferente, más escaso o menos obvio, fruto del imparable progreso en gomas, suspensiones, electrónicas y demás artilugios tecnológicos. Un espectáculo tal vez más para ‘fini intenditori’ que dicen los italianos, hecho sobre todo de trazadas por el sitio, buscando el límite, que no resulta tan evidente pero que, cuando se da (y en este Llanes se dio) es también de lo más gratificante.

Y para que hubiese espectáculo la clave estuvo en esa utopía que es la igualdad, tan difícil de alcanzar en cualquier orden de la vida y por la que tanto se suspira, si hablamos de normativa técnica, en el nacional de rallyes. Una igualdad entre los principales aspirantes a la victoria en este Llanes 2013 que llegó de la mano de una lista de inscritos escasa en cuanto a coches punteros del nacional (más o menos como todas este año, para que nos vamos a engañar ‘maquillando el resultado’ con los coches del regional) y, sobre todo, de esa combinación poco menos que ideal para los rallyes que forman el fino asfalto de los resbaladizos tramos del oriente asturiano y la siempre caprichosa climatología de la zona. Durante toda la jornada, las nubes estuvieron jugando al escondite con el sol alrededor de las cimas de la sierra del Cuera, cambiando de color constantemente, desde el inmaculado blanco al más siniestro gris para, finalmente, acabar descargando sobre un ‘Valle Oscuru’ más oscuro que nunca cuando caía la noche y la lluvia acudía, finalmente, a su cita de cada año con el Rallye Villa de Llanes.

Hasta entonces, apenas cuatro gotas nos habían mojado durante la excesivamente larga ceremonia de salida de la noche anterior. Unas gotas insuficientes para mojar un asfalto que amanecía más seco que casi nunca en Nueva-Labra y Arriondas-Carmen cuando el rallye empezaba ‘de verdad’ a primera hora del sábado. Un rallye que se presentaba con un planteamiento claro: un duelo, desigual en número, entre el Porsche de Fuster y los Mitsubishis de Meira, Pons, Pernía y Senra, que era algo así como aquello que contaban los manuales de las divisiones acorazadas americanas de la segunda guerra mundial cuando instruían a sus tripulaciones sobre el modo de enfrentarse a los más potentes tanques ‘Tiger’ alemanes: ‘para batirles hay que atacarles en grupos de cuatro… con la perspectiva de que tres puedan caer en el intento’. La diferencia es que estos ‘EVO X R4’ no están tan lejos en ‘potencia de fuego’ respecto al 911 de lo que lo estaban los ‘M4 Sherman’ ‘yankees’ ante los ‘Pzkpfw VI’ germanos y, además, aunque tres de los cuatro ‘mitsus’ fuesen de la misma ‘compañía’ (en el ‘escuadrón’ de Roberto Méndez se alineaban los de Meira, Pernía y Senra, que volvía a RMC después de una frustrante primera mitad de campaña con el coche de ARVidal) estaba claro que cada uno iba a ‘hacer la guerra por su cuenta’.
Excelente rallye de Cima-González, quintos scratch del nacional y primeros del campeonato de Asturias
Oscar Palacio y Guti Ramos no tuvieron su día, primero un toque con pinchazo y después un fuerte accidente
Otra victoria en dos ruedas motrices para Antxústegui-Iglesias, que tienen también a tiro el título de las categorías 2,3,4
José Antonio Suárez y Cándido Carrera volvieron a mostrarse muy superiores en R2 y acabaron octavos scratch

El primero que se lanzaba a la ofensiva era Surhayén Pernía, decidido a dejar atrás, definitivamente, la racha de infortunios que viene sufriendo desde el inicio de esta su primera temporada completa en el nacional con el Mitsubishi. El joven piloto cántabro marcaba el scratch en las dos pasadas por el no por archiconocido menos exigente Nueva-Labra, y apenas cedía medio segundo en el primer tránsito por Arriondas-Carmen, donde el más rápido era Fuster con el Porsche. Pero la diosa Fortuna debe de seguir enfadada con el bueno de ‘Sura’, porque en el segundo paso por el tramo que recorre, en sentido contrario, parte de la subida del Fito, el turbo de su EVO X cedía, con la consiguiente pérdida de potencia y, evidentemente, segundos. Casi medio minuto perdía el cántabro, que bajaba de la primera a la tercera plaza cuando se completaba la mitad del rallye.

El relevo, como si los EVOs de RMC estuviesen siguiendo la táctica de ataque en oleadas de los Sherman americanos, lo tomaba Víctor Senra, cuya sonrisa cada vez que se bajaba del coche en la asistencia dejaba claro el peso que se estaba quitando de encima al comprobar eso que todo piloto piensa pero que no siempre es cierto: que la ‘culpa’ de sus malos resultados hasta entonces no había sido suya sino del coche. El gallego estaba tan satisfecho que incluso nos decía a mitad de rallye que iba a terminar el día contento aunque por la tarde hubiese algún problema y no llegase a la meta… ¡tal era el grado de alivio que sentía Víctor! Un alivio compartido por su padre, el siempre campechano 'Tarolo', feliz por ver de nuevo a su hijo en la pelea por las posiciones de cabeza, tras varios meses esforzándose en vano para seguir el ritmo de los pilotos a los que ahora estaba superando.

Contento se mostraba también a mediodía Miguel Fuster, segundo a apenas ocho segundos del líder y con el sol brillando sobre el cielo de Llanes cuando hablábamos con él en la asistencia. Su táctica era clara, situarse bien por la mañana, superando con la menor pérdida de tiempo posible los tramos en teoría menos favorables a su Porsche, y atacar por la tarde, aprovechando la empinada subida de La Tornería y las zonas rápidas y de aceleración de Valle Oscuru para imponer su ley con el GT… ¡siempre que el sol siguiese ganando la partida a las nubes claro!

Porque, como es obvio, si llovía, las opciones del levantino iban a bajar en cantidad poco menos que directamente proporcional a cuanto iban a subir las del cuarto en discordia en la ‘pelea a cuatro’ en que se había convertido el rallye desde el primer tramo. Me refiero, claro está, a Xevi Pons, a quien le estaba costando algo coger el ritmo pero que, de todas formas, se encontraba a sólo una décima del tercero (Pernía) y a poco más de once segundos del líder después de los dos bucles de la mañana. Un suspiro si por la tarde empezaba a llover, las cosas se ponían más difíciles y el catalán sacaba a relucir la velocidad y determinación mostrada este año en todas esas ocasiones en las que le ha ‘echado carreras’ al omnipotente WRC, ausente en Llanes.

Vinyes-Mercader dominaban en dos ruedas motrices hasta que la dirección asistida falló en el último tramo
Discreto retorno de Ojeda-Odriozola y el DS3, con problemas de neumáticos y la mente puesta en Alsacia
Floja actuación de Meira-Vázquez, que nunca encontraron el ritmo en los tramos de Llanes y acabaron séptimos
Los hermanos Pais se aseguraron el grupo N con otra fácil victoria acompañada del noveno puesto en la general

Pero si alguien tenía que aprovechar la ausencia de Monzón, aunque sólo fuese para retrasar lo inevitable (la coronación matemática del canario como campeón de España), ese era el que falta del grupo de cinco aspirantes que mencionábamos hace un rato, Alberto Meira. El vigués empezaba mal el día, no acertando con las gomas en el primer bucle, pero, como evidenciaban los cronos posteriores, su mayor problema no estaba en montar compuestos más o menos blandos, sino en eso tan difícil de superar para cualquier piloto que es 'no encontrarse a gusto', no tener confianza y, por mucho que lo intente, no ser capaz de ir todo lo deprisa que él mismo sabe que se puede ir.

Mientras completábamos las ‘piezas’ para el reportaje televisivo que nos había encargado Garage TV (un proyecto que esperamos tenga continuidad y que nos hace especial ilusión), con unas interesantes charlas en los ‘boxes’ de Michelin y Pirelli, con la elección de gomas como tema siempre de actualidad en el rallye llanisco, el cielo seguía más despejado que cubierto y el primer bucle de la tarde arrancaba con el piso de La Tornería y Valle Oscuru totalmente seco. Los ‘slicks’ eran la monta obligada y, al igual que al inicio del rallye, el más rápido en los dos tramos era Pernía, que recuperaba el liderato al que le había hecho renunciar brevemente la avería del turbo.

Y si a mediodía las distancias entre los cuatro de delante eran cortas, después de las dos primeras especiales de la tarde se comprimían aun más. Pese a no ganar ninguno de los dos tramos en los que, en teoría, era el favorito, Fuster se encontraba mucho más cerca del liderato que un par de horas antes, separándole tan sólo 1.2 segundos del primer puesto. Y a sólo tres décimas del levantino estaba Senra, que había perdido algo de terreno pero seguía aspirando a todo, lo mismo que Pons, cuya distancia con la cabeza de la tabla también se había reducido, pasando de 11.2 a 6.8 segundos.

Con tan exiguo margen entre los cuatro, sólo una cosa estaba clara, cualquiera de ellos podía ganar. En la asistencia previa al bucle final la tensión era máxima y las miradas se clavaban cada vez más en un cielo que se estaba cubriendo con esa rapidez con la que suele hacerlo en Llanes, especialmente cuando falta por iniciarse el bucle final del rallye y parece que las nubes negras tienen un especial afán de protagonismo cada año, acompañado, además, con una buena dosis de malicia. Y digo esto último porque, exactamente igual que el año pasado, el cielo se ponía cada vez más negro pero no caía una gota de agua, ni sobre Llanes ni sobre los dos tramos que faltaban, en el tiempo que pilotos y equipos que luchaban por la victoria tenían para decidir que gomas montar ante el decisivo bucle final. Aunque la amenaza de lluvia era cada vez mayor, el piso seguía seco por completo y la opción no podía ser otra que, finalmente, decidirse por los 'slicks' y rezar para que las cosas siguiesen como estaban. En los tres EVOs se montaban los de compuesto más duro que Michelin había traído para este rallye (‘treintas’) y el Porsche también salía calzado con el equivalente en goma dura para las especiales medidas que requiere el GT, en lugar de con el compuesto experimental, más blando, que había utilizado Fuster por la mañana con buenos resultados.

Problemas con el cambio retrasaron al Megane de Carchat-Garduño en el último tramo
Vallín-González volvieron a ser imbatibles en Nacional 3 con el Opel Corsa OPC
Guardado-Rodríguez ganaron entre los Junior y fueron segundos del grupo R2
Primera victoria en la Beca RMC para Angel Paniceres y Salvador Belzunces

Así las cosas, a los cuatro sólo les quedaba ya esperar que, por una vez, la lluvia no acudiese a su cita con el rallye… pero apenas unos minutos después de que los aspirantes a la victoria dejasen Llanes empezaba a llover sobre la asistencia y, enseguida, comenzaban a caer gotas también sobre La Tornería. El agua no era mucha al principio pero su intensidad iba ‘in crescendo’ como bien demostraban los cronos de los que iban llegando a meta, cuyo empeoramiento respecto a los obtenidos en la primera pasada aumentaba casi de forma constante para cada uno que cruzaba la meta. En esas condiciones, el peor parado era, por fuerza, el último en tomar la salida de los cuatro favoritos, Pernía, cuyo número 10 le hacía partir unos cuantos minutos después de Fuster (el 3), Senra (el 5) y Pons (el 6). Fuese por eso o porque había reglado el coche algo más duro que el resto de EVOs, el caso es que el cántabro perdía el liderato por segunda vez en lo que iba de jornada, dejándolo de nuevo en manos de su compañero de equipo Senra, al que se acercaba de forma notable Pons, autor de un scratch que le permitía ganar dos puestos de golpe, para situarse segundo, a sólo dos segundos y medio del gallego. Fuster caía hasta la tercera plaza, aun cerca, a menos de cinco segundos, pero con la lluvia intensificándose sus opciones de ganar se iban diluyendo, y Pernía era cuarto, pero ya a más de once segundos y, visto lo visto, con la perspectiva de sufrir aun más en el tramo final.

Llegaba entonces uno de esos momentos que se pueden vivir de muchas maneras, dependiendo de cómo estés siguiendo el rallye. Si te encuentras a pie de cuneta, la emoción es máxima, y las sensaciones más intensas. Extraviado en medio de la noche, como dice el verso que abre la segunda estrofa del ya mencionado poema de Prats, sientes la lluvia mientras esperas impaciente a que el intenso resplandor de los faros ilumine la cada vez mayor oscuridad, y a que el atronador sonido de los motores desgarre el denso silencio que siempre precede en los tramos nocturnos a la aparición de cada coche. Entonces, en un instante fugaz, pasa ante ti y en esos escasos segundos, en los que más que verlo lo adivinas, tratas de analizar si ha trazado bien, si ha frenado antes o después, si ha acelerado a fondo o su piloto ha tenido dudas a la hora de pisar el acelerador. Un ejercicio de adivinación en el que la experiencia me indica que, aunque parezca extraño dado que los ves en una o dos curvas de las muchas que tiene el tramo, cuando se están jugando el rallye lo que percibes de cada coche en tu reducido campo de visión suele ser una muy buena pista de lo que el cronómetro decretará en la meta...pero, evidentemente, sólo eso, una pista. A lo sumo, puedes acompañar las anteriores percepciones, casi siempre subjetivas, con unas referencias más objetivas, tomadas con el reloj, que te indiquen ‘por donde van los tiros’… y que, de todas formas, no dejan de ser provisionales y no revelan toda la verdad, ya que esa sólo se conoce cuando cada uno de los coches rompe el invisible haz de luz de la célula fotoeléctrica que, implacable, dictará la definitiva sentencia. Así es como más acostumbrados estamos a vivir estos finales de rallye los que hemos ido muchos años a las cunetas, con más sensaciones que datos.

Adrián Díaz-Sara Fernández volvieron a ganar la Copa Suzuki en el sprint final
Víctor Pérez-Alejandro López fueron segundos y conservan el liderato de la Swift
Pablo Pazó y Moncho Seoane completaron el podio del igualado monomarca de Suzuki
El Peugeot 208 R2 no resistió esta vez privando a Solís-Velasco de estar en la meta

Pero hay otro modo de vivirlo, el que me tocó a mi por segundo año consecutivo en el rallye de Llanes. Un modo más lejano, menos satisfactorio para los sentidos… pero no por ello menos intenso y emocionante y en el que te faltan todas esas sensaciones del 'directo' pero, a cambio, tienes antes los datos. Me refiero a seguir el rallye desde la asistencia, inmerso en uno de los equipos cuyo piloto o pilotos se la están jugando ‘ahí fuera’, bajo la lluvia, con sus coches calzando, además, las ruedas equivocadas y la noche cayendo, peleando entre ellos y enfrentados a los que Antonio Zanini definía perfectamente con una de sus frases lapidarias.:. ¡"Una tarea seria la que tienen ahora estos señores por delante!". El año pasado había instalado mi ‘oficina móvil’ en el camión del equipo Skoda cuando Hevia partía camino del bucle final apostando porque las nubes se iban a contener y los flamantes slicks que montaba en el último momento en su Fabia S2000 eran la elección adecuada para lograr la victoria. Pero el intenso chaparrón que caía poco después despejaba cualquier duda y le quitaba emoción al desenlace, estaba claro que Berti nada iba a poder hacer para ganar en esas condiciones así que el ambiente en el seno del equipo era más de resignación que de expectación cuando esperábamos a que la pantalla de tiempos confirmase la derrota. Un año después, el pasado fin de semana, mi ‘despacho’ era el camión de RMC, donde el final de rallye se vivía con enorme intensidad, dado que dos de los cuatro aspirantes a la victoria, Senra y Pernía, conducían coches del equipo de Roberto Méndez. Los nervios de ‘Cholo’, su impaciencia a la espera de que saliesen los tiempos, su ilusión ante la posibilidad de conseguir el triunfo mezclada con su preocupación de que algo malo pasase, me recordaban esas frustrantes sensaciones de mis tiempos jóvenes como entrenador de baloncesto, cuando asistes desde el banquillo a lo que está ocurriendo pero, por muchas instrucciones que des, por mucho que lo hayas preparado todo, al final te sientes impotente y estás a merced de lo que hagan en pista tus jugadores y sus rivales. Si acaso, al menos desde el banquillo lo puedes ver en directo, pero encerrado en el pequeño cubículo del camión de asistencia y, encima, sin una buena retransmisión de radio que te pueda, al menos, acercar algo de lo que está aconteciendo, los nervios y la frustración son infinitamente mayores. El tiempo parece detenerse cuando se acerca la hora de que empiecen a aparecer los primeros cronos, o cuando ya han llegado algunos pero tardan en mostrarse los siguientes… ¿habrá pasado algo?... ¿o serán que vuelven a fallar como cuando antes le dieron un minuto de más a Fuster?

A cambio, la explosión de alegría cuando el resultado final aparece y, además, es positivo, no tiene nada que envidiar a la que sentía en mis tiempos de 'coach' al ver como el partido de basket se acababa ganando con una canasta en el último segundo, o a esa extraña mezcla entre alivio y éxtasis que experimentaba al observar, con el alma en vilo, como el postrero tiro del equipo rival era escupido por el aro que, caprichoso, decidía negarle el triunfo a los contrarios. Un poco de todo eso se vivía en el camión de RMC, con el corazón dividido además, porque si ganaba Senra perdía ‘Sura’ y viceversa. De ellos dos, el crono de Víctor era el primero en llegar, un 16:47.8 que mejoraba en casi un minuto el lógicamente flojo 17:45.3 de Fuster, condenado por el chaparrón a sufrir simplemente para llegar a la meta con el Porsche. El siguiente en aparecer tenía que ser el de Xevi Pons, y su tardanza en salir aumentaba la tensión y hacía, si cabe, aun mayor la alegría para todos los miembros del equipo de Roberto Méndez cuando la pantalla mostraba un discreto 17:13.6, debido en buena parte a una combinación pinchazo/toque/trompo que era el equivalente del triple lanzado por el alero rival que rebota en el aro y que, definitivamente, dejaba el triunfo en poder de RMC. Faltaba sólo por saber si la victoria se quedaba en manos de Senra o si Pernía era capaz de remontar la desventaja de 11.2 segundos con la que había iniciado el último tramo. La espera era, además, larga, ya que antes del crono del EVO X tenían que aparecer los del Suzuki de Vinyes, el Citroen de Ojeda y el Megane de Carchat… y sólo llegaba el del DS3 del cántabro lo que hacía pensar en algún problema para los otros dos que, de producirse, podía significar también complicaciones para ‘Sura’ si tenía que superarlos por el camino. Después de unos minutos que parecieron horas la pantalla del ordenador volvió a cobrar vida mostrando el tiempo de Pernía, 17:06.5, peor que el de Senra, para el que era finalmente el triunfo, y mejor que el de Pons, pero insuficiente, por apenas un par de segundos, para completar un sensacional doblete del equipo leonés. La satisfacción de Roberto y su gente se mezclaba entonces, brevemente, con la rabia por lo poco que había faltado para lograr las dos primeras posiciones. En todo caso, la alegría ganaba pronto la partida en ‘Cholo’, su ingeniero Gaspar y todos sus mecánicos ¡habían ganado!
César Palacio-Jovino Peláez fueron los primeros del rallye regional
La segunda plaza del rallye regional fue para el Saxo de Braña-Menéndez
Xabel Solís y Alejandro Vega fueron los más rápidos de los regionales mientras aguantó el 106
Pese a un rallye lleno de problemas, Marcos García-Juan Ferro siguen líderes del asturiano

Celebrando el merecido éxito los dejábamos para partir rápidamente hacia el último control horario, donde haríamos las habituales entrevistas de final de rallye. Al rato empezaban a llegar los protagonistas, cuyas palabras podéis escuchar en los vídeos a pie de esta página o en el programa ‘Sobre Ruedas’ de Canal10 y en el reportaje emitido por GarageTV. En todos ellos os contamos también lo que ocurrió en los otros muchos e interesantes frentes que hubo en este magnífico 37 Rally Villa de Llanes, como fueron la sensacional pelea al segundo, y hasta el último tramo, en la Swift, de nuevo con triunfo al sprint de Adrian Díaz; la bonita lucha en la Beca RMC, decidida también en el tramo final a favor de Ángel Paniceres Junior; los sustos que nos dieron el conato de incendio del EVO de Peláez y los fuertes accidentes de Edgar Vigo-Fatima Ameneiro y Oscar Palacio-Guti Ramos, por fortuna resueltos todos ellos sin tener que lamentar más que daños en la chapa de sus vehículos; o el excelente rallye de los asturianos, ganadores en varias de las categorías en liza. De ellos, el piloto mejor clasificado, quinto scratch, fue Fran Cima, vencedor además a efectos del Campeonato de Asturias de Pilotos (que en copilotos ganó Juan Luis García por delante de Dani Cué, siendo el copi de Cima, Pablo González, tercero entre los ‘navegantes’ astures) y autor de un rallye notable con ese Lotus cuyo look nos hace rememorar viejos tiempos (¿alguien se acuerda del Stratos negro y amarillo de ‘Bilo’ Oliveras? El que no lo conozca que pinche en este enlace y se lea el magnífico ensayo publicado en su día en la maravillosa '4Tiempos' del 'maestro' Javier Del Arco). El siguiente asturiano en la tabla fue José Antonio Suárez, de nuevo impecable e implacable al volante del Fiesta con los colores de ACSM, al que volvió a hacer rodar a un ritmo absolutamente inalcanzable para el resto de R2, pensando ya en los tramos de Alsacia mientras marca un camino a seguir por el que ya empieza a andar David Guardado, cuyo exuberante estilo recuerda al ‘cohete’ de los inicios, y va viéndose acompañado cada vez más con buenos cronos, como los que logró en Llanes para acabar doce scratch y a un paso del podio en el Campeonato de Asturias, cuya tercera plaza logró el siempre eficaz César Palacio, primero con su Renault Clio de los participantes en eso que en esta ocasión las clasificaciones llamaban ‘segundo rallye’, es decir el de los participantes ‘regionales’, entre los que el 'heroe sin premio' fue Xabel Solís, una vez más sensacional en los tramos llaniscos pero esta vez traicionado por la mecánica. Y, naturalmente, la enésima demostración de clase de Esteban Vallín, que celebraba su primer año pilotando el Corsa Opel de la Red Opel España con otro rotundo triunfo en Nacional 3 logrado a base de usar tanto o más la cabeza que el pie derecho, porque aguantarse las ganas de tirarse a fondo en los tramos de casa no es fácil pero el de Colunga tenía claro cuales eran las prioridades de su equipo, asegurar el resultado… ¡ya habrá tiempo de divertirse más cuando el título esté conseguido!

Alejandro Rendueles y Ana Isabel Trabanco acabaron terceros entre los regionales
Freddy Tamés y Juan María Alonso se impusieron en el siempre animado Trofeo AutoColón
Buen rallye de Pérez-Alvarex, quintos del segundo rallye con su Seat Ibiza
Carrizo-Suárez estuvieron entre los mejores del rallye regional mientras resistió su BMW

Completadas las entrevistas, se terminaba para mi el rallye, lleno de momentos intensos y hasta felices. A estos últimos añadiría aun algunos más en lo que me quedaba de fin de semana por la comarca de Picos, empezando por el ya clásico paso nocturno por Río las Cabras, camino de nuestra habitual base de operaciones en la zona, la casa de Griselda en Puertas en Cabrales. Sin tráfico alguno por lo que fue una de las especiales clásicas del Llanes de los viejos tiempos, con las 'largas' del Mini Cooper D iluminando la serpenteante carretera y los acordes de la guitarra de Mark Knopfler y sus Dire Straits sonando bien alto dentro del coche (será casualidad, pero la primera estrofa de su inolvidable 'Brothers in Arms' habla de 'unas montañas cubiertas de bruma que son ahora mi hogar'), añadía otro momento feliz a mi lista de los muchos vividos por estos lares. Si luego, además, venía una magnífica cena con inmejorable compañía en Arenas y, al día siguiente, el sol se adueñaba del cielo mientras nos acercábamos a las blancas nubes para comprarle a mi padre un queso de Cabrales ‘de los buenos’ en Tielve, y disfrutar, después, de una agradable comida al aire libre en Poncebos, rodeados de un paisaje que te emociona por muchas veces que lo veas, está claro que el balance de otro fin de semana en Llanes y alrededores no podía ser mejor.

Así que, gracias tanto a la hospitalidad de mi amiga Griselda, de su vecino Manolo y de la madre de este Eloisa, como a las emociones que nos regalaron a todos los Senra, Pons, Pernía, Fuster y compañía, en Llanes volví a vivir, una vez más, unos cuantos de esos momentos de felicidad con los que, de nuevo, me encargué de desmentir el consejo del poeta. Por ello, cuando el domingo la noche ya empezaba a ocultar las extraordinarias vistas de los Picos de Europa y llegaba el momento de emprender el camino de vuelta a casa, no le dije adiós a los paisajes donde fui feliz, como el poema de Prats recomienda en el arranque de su estrofa final, sólo me despedí de ellos con un ¡hasta pronto! Porque, si de mi depende, retornaré a Llanes el año que viene con la firme intención de vivir por allí otros cuantos momentos de felicidad.

Texto: Daniel Ceán-Bermúdez
Fotos: ST Photosportpress y Manuel Zapico

 
 

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