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Dominio abrumador de los Red Bull en Silverstone, con Sebastian Vettel consiguiendo su primera victoria en seco, y Mark Webber batiendo también con claridad al resto entre los que el mejor fue el Brawn de Barrichelo, mientras que el líder del mundial, Button, calificaba mal, salía peor y sólo podía remontar hasta la sexta plaza.

La fórmula 1 llegaba a Silverstone desgraciadamente más pendiente de ‘peleas de despachos’ que de lo que pudiese ocurrir en la pista, algo que cada vez es más habitual en un ‘deporte-espectáculo-negocio’ que lleva muchos años derivando en exceso hacia lo tercer en detrimento siempre de lo primero y hasta de lo segundo. Y aunque uno procura abstraerse en lo posible de los temas extradeportivos (que no me gustan nada aunque, evidentemente, reconozco su importancia creciente), no podía menos, durante el fin de semana del gran premio británico, que sorprenderme una vez más por la falta de mínima objetividad y el total y absoluto desconocimiento de lo que es y ha sido la fórmula 1 que mostraban la gran mayoría de ‘cronistas’ de nuestra prensa deportiva (¡o sería más apropiado decir ‘futbolera’!). Simplificar toda la guerra FIA-FOTA en un duelo maniqueo en el que ‘los malos’ eran Mosley y Ecclestone me parecía de una pobreza extrema. Porque diría que estaba meridianamente claro que lo que había en juego era, sobre todo, una lucha de poder e intereses económicos y hasta fobias personales … y por mucho que a algunos se les llenase la boca con eso del ‘campeonato paralelo’ la sensación que siempre tuve es que ambas partes estaban más que condenadas a entenderse … como, por cierto, así parece que ha sido después de todo.

Las mejoras aeoridnámicas en el Red Bull dieron un resultado espectacular, Vettel arrasó ...

...y Webber le secundó en cuanto se libró del 'tapón' de Barrichello en el primer repostaje

Para una vez en lo que va de año que Barrichello gana a Button ¡sólo le sirve para ser tercero!

El modelo seguido por fórmula 1 actual es absolutamente inviable, y más en una época de crisis económica global y, de hecho, mucha culpa de su estado actual, con el mínimo de coches en parrilla que permite el acuerdo de la Concordia, lo tienen precisamente esas marcas que algunos se empeñaban en presentarnos como ‘salvadores de la patria’. La escalada de costes que han llevado los grandes constructores al campeonato ha terminado por ‘ahogar’ a los equipos independientes y por superar también las posibilidades de gasto de un buen número de los grandes (o, al menos, de justificación del mismo ante sus consejos de administración). Por ello, las medidas de recorte presupuestario auspiciadas por la federación son, gusten o no y por mucho que sean mejorables o tengan hasta errores clamorosos, el camino a seguir para evitar que la F1 quede en manos de ‘cuatro marcas’. Unas marcas que harán lo que siempre han hecho, usar la competición para sus muy legítimos intereses comerciales, abandonándola cuando ya no les interese, porque deje de serles rentable o, simplemente, porque por cuestiones de marketing o imagen sea mejor dedicarse a otra cosa. Sólo hay que ver lo que ya pasó con el mundial de GT, el DTM, el grupo C, el mundial de rallyes, etc, etc.

Por ello, era imperativo frenar la escalada que ha llevado a la muy pobre situación actual, vista por los que no conocen otra cosa como la ‘auténtica fórmula 1’ cuando, precisamente, está más lejos que nunca de lo que siempre fue: la categoría máxima del automovilismo a la que se podía llegar a base de ir escalando desde otras inferiores. Algo imposible desde que se convirtió en un club exclusivo, un coto cerrado formado, curiosamente, por muchos que llegaron a ella aprovechando eso que ahora quieren evitar, que entre otro con menos medios pero mejores ideas y les pueda dejar en evidencia. Pero sólo Frank Williams mostró coherencia con sus raíces en todo este lío, cegados los demás por la codicia de obtener más dinero y más poder … aun sabiendo que las posibilidades de ‘ganar la guerra’ sin que ello supusiese un desastre para los dos bandos eran poco menos que nulas.

Muy buena carrera de Massa, quer remontó desde el puesto once en parrilla al cuarto en meta

Nico Rosberg consiguió otra quinta plaza con el Williams

Button no pudo ganar ante su público y debió conformarse con una trabajada sexta posición

Y es que los equipos, sobre todo los sostenidos por grandes marcas, sabían de sobra que no podían cargar sobre sus hombros con la responsabilidad de montar ‘otro circo’ cuando, a corto o medio plazo, es más que probable que varios de ellos ya no sigan en este tinglado. Y la FIA tenía claro que tampoco podía seguir adelante sin el 80% de los actuales componentes de la parrilla. Así que al final, ‘ni para ti ni para mi’ como suele decirse. El ‘techo presupuestario’ se aplaza con el compromiso de reducir los costes drásticamente en tres años en vez de en uno, Mosley no se presenta a la reelección (casi diría que una de las claves, buena prueba de que los enconos personales tuvieron una enorme influencia en todo el follón), Bernie cede un poco más de la ‘tarta’ que tanto ambicionan los que no la cocinaron pero ahora se la quieren comer… ¡y se acabó la guerra! En el 2010 tendremos tres nuevos equipos, uno de ellos español (suerte Adrián, ¡la vas a necesitar!), y en un par de temporadas los presupuestos tendrán que bajar ‘a niveles de principios de los 90’ abandonándose el absurdo gigantismo actual que no llevaba más que a la autodestrucción. Así que, una vez ‘firmada la paz’, espero que ya se hable más de carreras y menos de despachos en una temporada… aunque a veces uno tiene la impresión de que, sea porque de carreras se sabe poco, sea porque lo que vende es el ‘morbo’ o sea porque algunos de los protagonistas del gran circo aplican aquello de ‘que se hable de mi ¡aunque sea mal!’, la atención a los acontecimientos extradeportivos va a seguir siendo desproporcionadamente grande.

A ello, también es justo reconocerlo, contribuye muy mucho también que el espectáculo en la pista sea escaso. Y en eso la que se anuncia como última carrera de la fórmula 1 en Silverstone no es que fuese una excepción. La otrora rapidísima pista trazada alrededor de un aeoródromo de la segunda guerra mundial hace tiempo que perdió gran parte de su carácter a base de tratar de adaptarla a las exigencias ‘modernas’. De hecho, de ser uno de los circuitos en los que más opciones había para adelantar a pasado a ser uno más de esos en los que pasar al de delante es poco menos que imposible y sólo se puede hacer a base de ‘estrategia’. Al respecto, la carrera de este año fue una muestra más de que las normas definidas este año con el aumento de los adelantamientos en mente han fracasado de forma estrepitosa … y no por los dobles difusores como la corte de prensa antiFIA se empeña en vender sino porque, simple y llanamente, la concepción misma de los F1 de los últimos veinte años va en contra de lo que fomenta los adelantamientos: que la adherencia dependa más del agarre mecánico que del aerodinámico. De acuerdo que este último se habría reducido algo más si el ‘agujero’ en el reglamento que permitió los difusores dobles hubiese estado mejor cerrado … pero aun así ello no hubiese tenido excesiva influencia en que el número de adelantamientos en pista amentase. Si a ello unimos el patético desastre del KERS, que en Silverstone sólo usaban los Ferrari y que, sin duda, ha sido una de las muy erróneas decisiones de la FIA, en su afán de dotar de imagen ecológica a un deporte que, simplemente, no lo es, el resultado es que lo de pasar a otro coche en circuitos como el británico es poco menos que una quimera. Algo que se pudo ver bien a las claras el domingo en duelos en que quien iba detrás podía rodar hasta dos segundos más rápido que el que le precedía pero cerraba todos los huecos.

Trulli sumó un para de puntos más pero los Toyota están perdiendo fuelle

Raikkonen calificó mejor que Massa pero salió mal y acabó lejos de su compañero, en la octava plaza

Los Force India siguen progresando, Fisichella terminó décimo a apenas dos segundos de los puntos

Así que resumir la carrera británica es fácil: dominio aplastante de los Red Bull, que se presentaron con importantes mejorar a nivel de chasis y concretaron, por fin, la amenaza que llevaban presentando ya en varios grandes premios, derrota de los Brawn, que sufrieron más de la cuenta las bajas temperaturas, convirtiendo su ‘buen trato’ de las gomas que hasta ahora era una de sus grandes virtudes en su principal problema en Silverstone, igualdad en el pelotón con luchas decididas a base de estrategia y confirmación de que equipos como Renault, McLaren, o BMW están en un ‘annus horribilis’ del que poco bueno van a poder sacar.

A efectos del mundial 2009 lo mejor de Silverstone fue, sin duda, el resultado. El doblete de los Red Bull, con Vettel imperial, en cabeza de principio a fin, y Webber tan sólido como de costumbre y cada vez más cerca de sumar su primer triunfo, unido al peor resultado del año para Button, ‘embotellado’ en la salida y pudiendo apenas recuperar hasta la sexta plaza, permite albergar esperanzas de que vaya a haber lucha por el título. Evidentemente no será fácil que la enorme superioridad que los Red Bull mostraron en Silverstone se repita de forma continuada… pero su margen fue tan grande que no sería descabellado pensar en un ‘adelantamiento’ en cuanto a competitividad por parte del RB5 al BGP001. Y ello significaría igualar la parte alta de la tabla y convertir lo que queda de temporada en un duelo Button-Vettel, con Webber y hasta Barrichello con opciones también de meterse en la pelea por el campeonato o, al menos, de ser factores importantes en la misma.

Desde luego, en Silverstone había que pilotar un Red Bull para ganar, y la primera veintena de vueltas rápidas consecutivas de Vettel, con un coche más cargado que el Brawn de Barrichello que trataba, inútilmente, de seguirle, fueron una demostración de poderio impresionante, corroborada tras el primer repostaje con la facilidad con que Weeber se distanció también del brasileño, llegando en un momento dado a estar el tercer clasificado a cerca de 50 segundos del líder, con todas las paradas en boxes ya completadas. Una auténtica barbaridad, con los únicos condicionantes de que, tal vez, coincidió el mejor día del Red Bull con el peor del Brawn, en un cambio de papeles respecto a lo visto hasta ahora este año, cuando el equipo exHonda lo hacía todo bien mientras sus rivales nunca maximizaban sus opciones. Esta vez hasta Ross Brawn ‘falló’ algo, si fallo puede considerarse el hacer el ‘stint’ más largo con las gomas duras (lo lógico pensando en su desgaste), que sus monoplazas eran incapaces de poner a temperatura óptima lo que les lastró durante buena parte de la carrera. Cuando Button, una vez delante de Raikkonen y Trulli luego de ‘adelantarlos en boxes’, tuvo ‘aire libre’ para rodar con las blandas, sus cronos ya estuvieron más cerca de los de los Red Bull… pero era tarde hasta para ser más que sexto, y su ‘carga final’ pegándose a Rosberg y Massa sólo sirvió para animar los compases finales de la prueba, aunque estaba claro que una cosa es que los alcanzase y otra muy distinto que los hubiese podido pasar.

Los BMW volvieron a caer a mitad del pelotón, lo que sufrió especialmente Alonso tras su mala salida

Volvimos a ver una lucha Alonso-Hamilton ...¡pero por el puesto 14!

El público británico no faltó a la que se anunciaba como la última cita de la F1 con Silverstone

Así que diría que ‘todavía hay campeonato’, lo cual siempre es buena noticias. Y, lo haya o no, tampoco es para desesperarse y abandonar, como ya veo que, centrándonos en España, está haciendo buena parte del ‘alonsismo radical’ para desesperación de los que han basado toda la popularidad de la F1 en este país en que ‘el nuestro gane’… y ahora empiezan a sufrir las consecuencias de su avaricia, su ignorancia, su ceguera y su cortedad de miras. Los que llevamos viendo carreras muchos años tenemos clarísimo que si el coche no va nadie lo puede hacer ganar, por mucho que algunos se hayan empeñado durante estos años pasados en ‘vender’ lo contrario. Y en el caso concreto de Alonso y la temporada 2009, el R29 no está a la altura no ya de ganar sino, siquiera, de apenas luchar por los puntos. Si, además, se califica en el límite, quemando poco menos que todas las naves para pasar la Q2 y luego no pudiendo repetir la ‘vuelta mágica’ en la Q3, lo que te deja décimo pero con menos gasolina que todos los que van delante y todos los que salen justo detrás, encima la arrancada no es buena ni a nivel táctico (único con gomas duras) ni práctico (perdiendo posiciones y quedando ‘atrapado’ tras el mucho más lento BMW de Hedifeld), el resultado no puede ser otro que el del domingo, pelear por ser 14 con un Hamilton en situación similar o hasta peor (si el Renault no va … ¡el McLaren va a aun menos!). Al menos las escaramuzas entre ambos, Heidfeld y un muy avispado y convincente Fisichella, animaron una carrera que ofrecía poco interés por delante. Algo que la muy experta televisión británica se centró en buscar, demostrando, de paso, que no hace falta seguir sólo a los primeros con las cámaras y que una carrera de F1 puede ofrecer espectáculo y emoción en cualquier puesto. Evidentemente, mejor si las luchas son por las posiciones de cabeza pero tampoco hay que despreciar las que se dan por detrás, algo que se hace demasiado a menudo con esa visión de ‘sólo importa la victoria’ que lleva a considerar fracaso cualquier otro resultado y a ‘hacer zapping’ al aficionado al que se enganchó a la F1 a golpe de triunfos pero no se le intentó siquiera mostrar nada más. Pero bueno, si las cifras de audiencia y de tiradas les bajan ahora a los que han tenido esa tan cerrada visión de los que es la F1, pues en el pecado llevan la penitencia … y además tendrán la fortuna de que el talento de Alonso, más pronto o más tarde, volverá a estar al volante de un coche ganador para salvarles la papeleta.

Y, mientras tanto, queda toda una segunda mitad de temporada 2009 en la que, estoy seguro, todavía nos vamos a divertir … lo que me permitirá a mi también hablar más de carreras que de otra cosa … ¡algo que, me doy cuenta, no es que haya hecho precisamente en este resumen del gran premio británico!