Tras la gran decepción que supusó su temprano abandono en el RAC del año pasado, que le dejó sin opciones de luchar por el título, y le llevó incluso a anunciar su retirada, Carlos Sainz recuperó el ánimo y decidió volver a la carga en el 2004, de nuevo dentro del equipo Citroen en la que, todo parece indicar, será su última temporada en el mundial de rallyes. Y, la verdad, es que el año estaba siendo realmente malo para el campeón madrileño, aflijido por continuos problemas de diversa índole, desde errores propios a problemas mecánicos o incluso físicos, y siempre siendo superado con claridad por su joven compañero de equipo Sebastien Loeb.
Pero los grandes campeones, y no puede haber duda de que Sainz es uno de ellos aunque ya camine hacia el ocaso de su carrera, conservan hasta el final esa clase y ese "algo más" que les permite todavía dar de si el máximo en determinadas ocasiones. El Rallye de Argentina ha sido uno de esos momentos para el piloto español.
Sainz, copilotado por Martí, ha realizado un rallye sensacional, sin cometer un sólo error en una prueba dificilísima que ha dejado diezmadas las filas de los favoritos del mundial, y se ha adjudicado una victoria importantísima, no tanto por el hecho de que le devuelve la primacía en la lista de pilotos con más triunfos del campeonato, al alcanzar ya 26 entorchados, sinó, sobre todo, por lo que significa de demostración ante sus rivales, de reivindicación ante una prensa y una afición a veces demasiado críticas hacía su persona, y, casi nos atrevemos a apostar, de alivio para el propio Carlos que quien sabe si en algunos momentos podría haber pensado que ya no iba a ser capaz de conseguirlo de nuevo. El caso es que Argentina ya "se la debía" al duo español, el año pasado sólo un error en un control horario, y la consiguiente penalización, privaron a Sainz y Martí de un merecido triunfo y esta vez se han llevado la merecida revancha.
Para llegar a este feliz desenlace, el rallye ha tenido que dar muchas vueltas y ha ido dejando a la mayoría de los favoritos por el camino. Para empezar, Marko Martin se quedaba fuera luego de un escalofriante accidente del que, por fortuna, tanto él como su copiloto Michael Park salieron ilesos. El estado en que quedó el Focus atestigua la violencia del impacto, y las imágenes captadas por su cámara interior ponen realmente los pelos de punta y demuestran, por si alguien lo había olvidado, lo rápido y al límite que se rueda en cada especial del mundial.
Si Ford perdía pronto a su hombre de cabeza, obligando a Duval a la siempre difícil tarea de rodar lo más rápido posible sin correr riesgos innecesarios para llevar al menos un Focus a la meta, Subaru sufriría enseguida igual suerte. Petter Solberg afrontaba, con tal vez demasiado optimismo, uno de los numerosos vados de agua que jalonan las especiales del Rallye de Argentina, y dañaba de forma irreparable el frontal de su Imprezza dejando a su joven e inexperto compañero, Mirkko Hirvonen, como única esperanza del equipo japonés en un rallye que era totalmente nuevo para él.
Así las cosas, y con Loeb cediendo terreno ya desde el primer momento, perjudicado inicialmente por su posición de salida, el duelo por la victoria se centraba pronto en sólo dos aspirantes, Marcus Gronholm y Carlos Sainz. El finlandes tomaba una pequeña diferencia pero el Sainz que estaba tras él en Argentina era el de las grandes ocasiones. A cada scratch de Marcus respondía Carlos con un crono similar o incluso mejor en la siguiente especial y en este duelo al límite estaba claro que cualquiera de los dos podía cometer un error que resultaría decisivo para el resultado final. Y así ocurrió, cuando Gronholm se dejó sus aspiraciones en una roca oculta en el interior de la trazada, dañando una vez más este año de forma irreparable su 307WRC. Desde luego que Marcus sigue siendo tan rápido como siempre, pero su propensión a cometer errores le está costando muy caro a él y a su marca que veía así como sólo les quedaba Rovanpera, muy retrasado tras los problemas del primer día, para intentar sumar el mayor número de puntos posibles de cara el campeonato de marcas.
Con Gronholm fuera, Loeb se hacía con la segunda posición, pero a más de minuto y medio de Carlos, y teniendo claro que, por esta vez al menos, el veterano piloto español le había ganado limpia y claramente la partida. El doblete de Citroen, acompañado de los abandonos de los pilotos número 1 de todos los equipos rivales, supo a gloria a la marca de los chevrones que toma una ventaja importante en el mundial de marcas mientras que Loeb se afianza cada vez más en el liderato del mundial de pilotos.
Tras los dos Citroen, un siempre regular Duval ganó la batalla de "los segundos espadas", acabando por delante de Hirvonnen y Rovanpera. El de Peugeot remontó desde las profunidades de la tabla hasta la quinta posición, justo por delante del piloto local Pérez Companc, brillante sexto con uno de los siempre fiables 206 privados de Bozian. Tras él, se situó Gilles Panizzi que, al menos , consiguió llevar a la meta el siempre poco competitivo Mitsubishi Lancer WRC, sumando además unos importantes puntos. El otro coche del equipo, pilotado esta vez por Kristian Solhberg, marcó algunos cronos de mérito y llegó a ir situado quinto de la general, con opciones incluso a la cuarta plaza, cuando el frágil cambio de los Lancer volvió a fallar, dejándole fuera de carrera.
El mundial se dirige ahora a una de sus citas más esperadas cada año, el rallye de Finlandia en la tierra de los mil lagos y los finlandeses voladores, que con Loeb cada día más rápido y Sainz con su moral reforzada tras el fantástico triunfo de argentina, tendrán más difícil que nunca mantener su habitual supremacía, ya rota hace años por el propio Carlos y la temporada pasada por el estonio Martin. Una cita para no perderse.
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