TURISMO CON LOTUS

Jim Clark y el Ford Lotus Cortina, campeones del británico de turismos en 1964.

El campeonato británico de turismos (más conocido por sus actuales siglas de BTCC) es enormemente popular en Gran Bretaña y muy conocido también en el resto del mundo. Sus carreras reciben amplia cobertura televisiva y ocupan importantes espacios en los medios de comunicación, tanto en sus versiones impresas como on-line. Pero incluso con toda la atención mediática que provoca, el BTCC está muy lejos de soñar siquiera con la presencia entre sus participantes habituales para la próxima temporada de una escuadra inscrita por Mercedes con Lewis Hamilton como piloto de uno de sus Clase A y su compañero en la Fórmula 1, Valteri Bottas, en otro coche de la marca de la estrella.


Sin embargo eso exactamente fue lo que si tuvo su antecesor, el entonces denominado BSCC (siglas de Brittish Saloon Car Championship) en el año de 1964. El entonces vigente campeón mundial de Fórmula 1, Jim Clark, fue el gran protagonista de la campaña al volante de uno de los coches alineados por Lotus, la marca con la que acababa de conseguir su primer título en la máxima categoría del automovilismo. El escocés y su compañero en la F1 aquel año, Peter Arundell, pilotaron las dos unidades con las que el ‘Team Lotus’ disputó el certamen de turismos con coches de Ford, fabricante con el que había colaborado para convertir en un vehículo deportivo el modesto modelo Cortina.


Fue un proceso similar al que años después daría como resultado el Talbot Sunbeam Lotus. La marca de Chapman se encargó de equipar el poco potente turismo con un motor mucho más poderoso de los que había montado hasta entonces. El propulsor, un cuatro cilindros con doble árbol de levas y 1600cc de cilindrada, desarrollado por Harry Mundy y Keith Duckworth (el ‘worth’ de la ya entonces emergente ‘Cosworth’) producía cerca de 150 caballos que, unidos a las modificaciones realizadas por Lotus en chasis y suspensiones, convirtieron al humilde turismo familiar en un coche con unas prestaciones muy notables. Una decoración exclusiva, con el logo de la marca campeona en Fórmula 1 en la parrilla del radiador y su color verde adornando la carrocería mediante unas vistosas bandas laterales, completaron la transformación del aburrido y lento Cortina en un coche de carácter y aspecto mucho más deportivos.


El siguiente paso era utilizarlo en competición, siguiendo la tradición de la marca del óvalo, claramente definida en la famosa frase de su fundador, Henry Ford: ‘Ganar el domingo para vender el lunes’. Así que tras un prometedor estreno a finales de 1963, la temporada de 1964 sería la del definitivo asalto del Ford Lotus Cortina a las carreras en circuitos y los tramos cronometrados de los rallyes. Y mientras en estos últimos fue la propia filial británica de la marca americana la que se encargó de hacer correr el nuevo coche, en las pistas esa tarea no podía ser para otro equipo que no fuese el ‘Team Lotus’, aunque también habría una serie de pilotos que competirían al volante de unidades privadas o de otras formaciones de buen nivel pero que no contaban con el apoyo directo del fabricante.

El BSCC se basaba en aquella época en un sistema de puntuación que premiaba por igual los triunfos en cada una de sus categorías de cilindrada, independientemente de la posición obtenida en la clasificación general de la carrera. De ese modo, podían optar al título final tanto los participantes con los coches menos potentes, incluidos en la división para motores con menos de 1300cc, como los de la intermedia, hasta 2000cc y los más poderosos de la superior, que permitía propulsores de mayor capacidad. Evidentemente, los coches que montaban estos últimos eran los más rápidos, pero participar al volante de uno de ellos no significaba tener más posibilidades de adjudicarse el campeonato. Más bien al contrario debido a la presencia en algunas de las pruebas más prestigiosas de pilotos del máximo nivel, que no seguían todo el certamen pero solían restar puntos a los habituales al competir con coches de la división superior en busca de la victoria absoluta. El propio Jim Clark había sido uno de ellos en 1963, cuando logró su primer triunfo en el BSCC al imponerse en la carrera celebrada el 5 de agosto en Brands Hatch a los mandos de uno de los poderosos Ford Galaxie, concretamente la unidad del equipo de Alan Brown.


En 1964 el escocés iba a buscar el título a base de ganar en la división de hasta 2 litros con el Lotus Cortina, aunque su inmenso talento y su extraordinario espíritu competitivo significaban que también hubiese que contar con él para las victorias absolutas a poco que los pilotos de los Galaxie se descuidaran o tuviesen algún que otro problema. Obviamente, el ‘Team Lotus’, con Clark y Arundell, era el claro favorito en su división, la B (hasta 2000cc). En la A (hasta 1300cc) la lucha se presagiaba de lo más cerrada entre los cada vez más rápidos Mini Cooper y los todavía competitivos aunque ya veteranos Ford Anglia. Además habría que contar con más aspirantes al campeonato que en años anteriores, ya que los coches con motores más potentes de la categoría superior eran separados, por primera vez, en dos divisiones, con el objetivo de que los hasta hacía poco imbatibles Jaguar MKII, de motor 3.8, pudiesen optar al triunfo peleando en la C (hasta 5000cc) una vez demostrado que ya no tenían posibilidad alguna de inquietar a los Ford Galaxie y sus V8 de 7 litros, que se encuadraban en la D (más de 5000cc).

La primera de las ocho pruebas que compondrían el calendario de la temporada se celebraba a mediados de marzo en Snetterton con uno de esos días de típico clima británico… es decir, frío, lluvioso y con un viento de lo más desapacible. La salida se daba bajo un intenso chaparrón, con la primera fila de la parrilla, de cuatro en fondo, ocupada por los tres Ford Galaxie en liza: la unidad de Alan Brown, en manos de nuevo de otro piloto de Fórmula 1, en esta ocasión el australiano Jack Brabham, autor de la ‘pole-position’, la del equipo de John Willment, pilotado por el vigente campeón del BSCC, Jack Sears, y el coche privado de Sir Gawaine Baillie. Junto a los enormes coches americanos se encontraba el, en comparación, diminuto Lotus Cortina de Clark, dispuesto a aprovechar en lo posible las condiciones de escasa adherencia, y casi aun menor visibilidad, para darle un susto a los poderosos hermanos mayores de su pequeño Ford.

Sin embargo, ni siquiera la fabulosa habilidad de Clark sobre piso mojado era suficiente para batir a los Galaxie. O, al menos, a todos ellos. En la arrancada, el escocés se situaba en la segunda plaza, sólo por detrás de Sears, mientras Brabham y Baillie partían mal y eran engullidos por el grupo en medio de una densa nube de agua. De todas formas, el siempre decidido ‘Black Jack’ recuperaba terreno enseguida y en la cuarta vuelta ya alcanzaba y rebasaba a Clark, que nada podía hacer para interponerse en el camino del potente Ford con motor V8. Por delante, Sears parecía tener la carrera bajo control… hasta que cuatro giros más tarde no podía evitar un toque con un Mini, que trompeaba justo cuando iba a ser doblado por el líder. El resultado era una rueda dañada que le retrasaba primero y le obligaba a retirarse poco después.

Brabham heredaba la primera posición y lograba una clara victoria con el Galaxie por delante de Clark. El escocés sacaba el máximo partido posible a las difíciles condiciones de la pista para batir con el Cortina del Team Lotus al otro Galaxie, con el que Baillie terminaba tercero, y se imponía sin problemas en la división de hasta 2 litros de cilindrada, en la que le seguían muy de lejos los dos Lotus Cortina del equipo de John Willment, pilotados por el sudafricano Bob Olthoff y el australiano Frank Gardner. Tras ellos, otro que aprovechaba lo deslizante del trazado era el siempre rápido John Fitzpatrick, ganador en la división A con su Mini del equipo oficial Cooper y sexto absoluto, por delante del primero en la división C, el Jaguar de John Sparrow.


Dos semanas después, la segunda prueba del campeonato tendría como escenario el circuito de Goodvood. En esta ocasión, para alegría de los pilotos de los Galaxie, sobre la campiña de las afueras de Chichester las nubes eran más benévolas y de color mucho más claro. Y si ni siquiera sobre el asfalto encharcado de Snetertton el virtuosismo de Clark había podido contra unos coches que, aunque casi duplicaban en tamaño y peso al ágil Lotus-Cortina, lo cuadriplicaban en cilindrada y potencia, sobre seco iba a resultar absolutamente imposible. De todas formas, dos de los tres poderosos Ford de origen americano quedaban fuera de combate antes incluso de iniciarse la carrera. Jack Brabham cometía un error en entrenamientos y dañaba la unidad del equipo de Alan Brown, que no podía ser reparada a tiempo para competir, mientras que problemas de transmisión en la vuelta de calentamiento impedían a Sir Gawaine Baillie tomar la salida.

Sólo quedaba un Galaxie en liza, el del ‘poleman’ Jack Sears. Y aunque Clark y su compañero Arundell partían como disparos desde la parrilla para llegar los primeros a la rápida derecha de Madgwick, el poderío del V8 se dejaba sentir antes de completar la vuelta inicial cuando Sears rebasaba a los dos Lotus-Cortina en la ondulante sección situada antes de llegar al viraje de Woodcote. De ahí en adelante nadie podría inquietar al vigente campeón y su potente Ford, por mucho que Clark se empeñara en tratar de seguirle de cerca de base de hacer auténticos equilibrios con el Lotus-Cortina, que rara vez pasaba una curva con los cuatro neumáticos simultáneamente en contacto con el asfalto. Al final de las diez vueltas del Saint Mary Trophy, la victoria era para Sears, con Clark a poco más de trece segundos y sumando su segunda victoria en la división B, que registraba el primer doblete del Team Lotus al conseguir Arundell mantener a raya a los dos pilotos de John Willment, Gardner y Olthoff. Tras ellos cruzaban la meta los dos Jaguar que componían la exigua participación en la división C, pilotados por John Sparrow y Chris McLaren, quinto y sexto bajo la bandera a cuadros pero excluidos posteriormente de la clasificación debido a irregularidades técnicas. En la división A, los Mini no podían sobre piso seco con el Anglia de Mike Young, que los mantenía a raya hasta el final, resistiendo por apenas un par décimas ante el último tentativo por superarle de Mick Clare, que prácticamente se emparejaba con su rival en la última chicane pero no podía adelantarle en los pocos metros que faltaban para completar la carrera.


Con la primavera llamando a la puerta, unas jornadas de temperaturas agradables recibían poco después a los participantes del BSCC en Oulton Park, escenario durante el segundo fin de semana de abril de la tercera prueba de la temporada. De nuevo los Galaxie se mostraban intratables en los entrenamientos, aunque esta vez sólo eran dos. Sears volvía a situar en pole la unidad de John Willment, y Baillie era segundo con su coche privado. Junto a ellos, en una parrilla compuesta en esta ocasión por filas de tres coches, se encontraba el Lotus Cortina de Clark. El escocés aprovechaba la buena tracción de su coche para llegar a Old Hairpin por delante de los dos Galaxie, que en los metros iniciales siempre sufrían lo suyo para conseguir avanzar hasta que las ruedas traseras conseguían transmitir toda su potencia al suelo sin patinar en exceso.

Pero, igual que había ocurrido en Goodwood, Sears lo rebasaba antes de completar la primera vuelta y empezaba a tomar ventaja camino de la que parecía una victoria segura. Tras él, Clark no se rendía y volvía a exhibirse en continuos equilibrios sobre tres y hasta dos ruedas para mantener el Lotus Cortina lo más cerca posible del inalcanzable Galaxie de Sears y por delante de la otra unidad del potente Ford, con la que Baillie no podía superarle. El fuerte ritmo del piloto del Team Lotus no permitía relajarse al líder. Sears tenía que apretar lo suyo para seguir aumentando su ventaja vuelta tras vuelta. Y al llegar la quinta un problema de frenos le mandaba fuera de la pista, con conato de incendio incluido al caer aceite sobre los sobrecalentados tambores delanteros. La primera posición quedaba en poder de Clark, que seguía rodando a tope, batía en dos segundos con el Cortina de motor 1.6 el record de vuelta rápida, logrado el año anterior por su futuro compañero en el Team Lotus de Fórmula 1, Graham Hill, al volante de un con motor 3.8, y se imponía con más de veinte segundos de margen sobre Baillie.

Era el primer triunfo absoluto del Lotus-Cortina en el BSCC y la tercera de tres victorias para Clark en la división B del certamen, en cuya clasificación general empezaba a tomar ya una importante ventaja toda vez que en la división D iban ya tres ganadores diferentes en tres carreras, en la C tampoco se repetía vencedor, al imponerse esta vez Chris McLaren, y sólo Young, en la A, sumaba un segundo triunfo al batir de nuevo con el Ford Anglia a los Mini, encabezados esta vez por Phil Middlehurst. Además, en las dos divisiones superiores (la C y la D) nunca se alcanzaba el mínimo de participantes que exigía el reglamento para otorgar la puntuación completa, por lo que sus competidores iban perdiendo opciones a cada carrera que pasaba.


En las dos siguientes, celebradas en Aintree y Silverstone, los Galaxie no fallaban. En la pista trazada en las instalaciones del hipódromo, Sears hacía galopar la caballería de su potente Ford con la misma decisión que los purasangre que solían competir allí el resto del año. Y también Gaillie lograba dar rienda suelta a los numerosos caballos de su Ford para terminar por primera vez delante de Clark y el Lotus Cortina. El piloto del Team Lotus no tenía más remedio que conformarse con la tercera plaza, acompañada, eso sí, de otra clara victoria en la división B, la cuarta consecutiva.


Dos semanas después, pese a que había llovido unas horas antes, el asfalto estaba casi seco cuando se iniciaba la carrera del BSCC incluida en el programa del Silverstone International Trophy. Los Galaxie lo aprovechaban para volar a ras de suelo sobre el rapidísimo recorrido del antiguo aeródromo de Northamptonshire, de nuevo con Sears inalcanzable para sumar su tercer triunfo de la temporada. Clark volvía a tener que contentarse con asombrar al público llevando al Lotus Cortina más allá del límite para conseguir la tercera posición después de pelear hasta el final con uno de sus rivales en la Fórmula 1, el piloto de Brabham Dan Gurney, encargando para la ocasión de ponerse al volante del Galaxie de Alan Brown. Además, los triunfos de los dos pilotos de Cooper en la división A con sus Minis (Fitzpatrick en Aintree, Hopkirk en Silverstone) repartían aún más los puntos en la única categoría cuyo ganador podía hacer sombra al de la B en la lucha por el título. Con cinco triunfos en cinco carreras, y seis resultados a retener de las ocho pruebas previstas en el calendario, el BSCC estaba ya prácticamente en manos de Clark y el Lotus Cortina cuando apenas se había superado el ecuador de la temporada.


El lugar perfecto para asegurárselo de forma definitiva y celebrarlo a lo grande era Crystal Palace, escenario de la siguiente prueba del certamen. El trazado del parque del sur de Londres, corto y estrecho, no debía ser tan favorable a los potentes Galaxie. Aún así, la indudable habilidad de Jack Sears manejando el enorme coche norteamericano le situaba de nuevo en pole-position, por delante de un cuarteto de Lotus Cortina encabezado por las dos unidades del Team Lotus, pilotadas por Clark y Arundell. Además, Sears tampoco se dejaba sorprender en la arrancada y empezaba pronto a escaparse camino de la que parecía iba a ser su tercera victoria consecutiva. Pero uno de los neumáticos del potente Ford no resistía el esfuerzo a que le sometía su piloto para mantener su más de tonelada y medio de peso rodando a toda velocidad por delante del ligero Lotus Cortina de Clark. La goma trasera izquierda del Galaxie reventaba y Sears veía impotente como, uno tras otro, sus ágiles perseguidores le rebasaban mientras intentaba en vano seguir avanzando para llegar al menos a boxes. La retirada era inevitable y dejaba vía libre a la segunda victoria absoluta de Clark con el coche del Team Lotus, que lograba además un doblete con Arundell en la segunda posición. Otros dos Cortina, uno de los del equipo de John Willment, pilotado por el australiano Frank Gardner, y el privado de Chris Craft, de llamativo color naranja, completaban el mejor resultado de conjunto para el nuevo modelo deportivo nacido de la colaboración entre Ford y Lotus.

Se trataba, sin duda, de la mejor forma para celebrar la consecución matemática del título por parte de su piloto estrella, Jim Clark, que alcanzaba el máximo de puntos posible con sus seis victorias consecutivas en la división B. Un número de triunfos inalcanzable para los líderes de las otras divisiones ya que en la A, que celebraba su carrera por separado en esta ocasión, había otro ganador diferente a los de pruebas anteriores, John Handley, que imponía su Mini de Broadspeed por delante de la unidad oficial de Fitzpatrick, mientras que en la C sólo competía un Jaguar MKII, cuyo piloto, Raylston Carpenter, estrenaba su casillero, y en la A los puntos de ganador eran, por segunda vez en la temporada, para Baillie con el otro Galaxie.


Con el campeonato ya asegurado, Clark lograba la primera pole-position absoluta del Lotus Cortina en la penúltima cita del año, disputada a principios de agosto en Brands Hatch. En plena forma, el escocés completaba una de sus vueltas mágicas, llenas de derrapadas, contravolantes y ruedas en el aire, para situar su pequeño coche de la división B por delante del poderoso Galaxie de Sears. Pero una cosa era lograr la proeza de completar una vuelta más deprisa que el Ford de 500 caballos con los apenas 150 del Cortina y otra muy diferente conseguir contenerlo durante los veinte giros al trazado de Kent. Nada más iniciarse la carrera, Sears rebasaba a Clark y se escapaba sin oposición para conseguir su cuarta victoria de la temporada con el Galaxie. El escocés terminaba a algo más de veinte segundos pero volvía a ganar en la división B, seguido en esta ocasión por el sudafricano Olthoff con uno de los Lotus Cortina de Willment. Entre los más pequeños de la división A, los Anglia del equipo Superspeed, pilotados por Mike Young y Chris Craft, llegaban a meta por delante del Mini de John Rhodes pero eran descalificados tras las verificaciones, y en la cada vez menos competida división C la primera plaza era para Chris McLaren pese a terminar en la decimosexta posición absoluta, por detrás de un buen número de coches mucho menos potentes que su Jaguar MKII.


La cita final del campeonato tenía lugar a mediados de septiembre dentro del programa de la clásica Gold Cup de otoño en Oulton Park. Era la segunda visita al circuito en el que Clark había conseguido la primera victoria absoluta con el Lotus Cortina. Repetir el resultado no iba a ser nada fácil, de nuevo con tres Galaxie a los que hacer frente al participar otra vez Jack Brabham con la unidad de Alan Brown junto a los habituales coches de Sears y Baillie. Además, Sears estaba decidido a cerrar con victoria una temporada llena de infortunios. El campeón del año anterior volvía a situar en pole-position el inmenso Galaxie blanco decorado con bandas rojas del equipo de John Willment y salía mucho mejor que en la carrera de abril, llegando en esta ocasión por delante de todos al embudo que solía ser Old Hairpin en la primera vuelta.

Pero ni siquiera eso era suficiente para librarle de la mala fortuna, que golpeaba de nuevo a Sears en forma de otra avería en el potente pero frágil Ford norteamericano. Un problema de encendido le hacía perder ritmo cuando ya contaba con una buena ventaja sobre Clark y, poco después, le obligaba a hacerse a un lado hasta tener que aparcar en el césped que bordeaba al asfalto. El nuevo líder pasaba a ser el escocés del Team Lotus pero faltaban todavía una docena de vueltas y por detrás venía remontando su rival en la Fórmula 1, Jack Brabham, después de una pésima salida con el potente Galaxie, un coche nada fácil de poner en acción con rapidez en los primeros metros. De todas formas, la combinación entre el elevado peso del coche y el esfuerzo a que ‘Black Jack’ sometía a sus frenos para rebasar uno tras otro a los numerosos Cortina y varios Mini que le habían rebasado al comienzo de la carrera acababa pasando factura y el duro australiano no sólo no podía inquietar al líder si no que, además, se veía finalmente alcanzado y rebasado por otro de los ligeros y eficaces Ford de la división B, el del australiano Olthoff, que mejoraba su ya estupendo tercer puesto de Brands con una magnífica segunda plaza en Oulton. Por delante, Clark seguía a lo suyo, es decir, deslizar, derrapar y levantar ruedas con el Lotus-Cortina oficial. Un espectáculo que resultaba incluso más llamativo en esta ocasión a causa del azulado humo que desprendía una de sus gomas delanteras debido a un freno bloqueado. Un inconveniente que no impedía al sensacional piloto escocés cruzar bajo la bandera a cuadros en primera posición para cerrar su triunfal temporada en el BSCC con su tercer triunfo absoluto y el pleno de ocho victorias en ocho carreras de la división B.


Era el colofón perfecto para una campaña extraordinaria en la que David (el Lotus-Cortina de 1600cc, 150CV y 800 kilos) había vencido a Goliath (el Galaxie de 7 litros, medio millar de caballos y más de tonelada y media de peso). Y lo había hecho no sólo porque el sistema de puntuación permitiera optar al título a los vencedores en las divisiones para coches de menor cilindrada. De hecho, pese a que Sears consiguió ganar en cuatro ocasiones, al no terminar en las otras cuatro las tres victorias, tres segundos puestos y dos terceros logrados por Clark con el Lotus-Cortina en las ocho carreras disputadas le hubieran otorgado el campeonato igualmente al escocés aunque los puntos se hubiesen aplicado sólo teniendo en cuento el resultado absoluto tal y como se hace hoy día.


La del 1964 sería la última temporada completa de Jim Clark en el BSCC. En los años siguientes sus participaciones serían sólo esporádicas pero le permitirían sumar otros cuatro triunfos absolutos al volante del Ford Lotus Cortina. Dos llegarían al año siguiente, 1965, bajo la lluvia en Goodwood y sobre piso seco en Oulton Park, de nuevo en la carrera de la Gold Cup. Y otros dos se añadirían en 1966. Uno tendría a Brands Hatch como escenario. Y el otro, el que sería el último, llegaría, muy apropiadamente, en el mismo escenario del primero y el lugar dónde más consiguió el extraordinario binomio formado por el escocés y el pequeño Ford: Oulton Park. En total, siete victorias que serían, además, los únicos triunfos absolutos del Lotus Cortina en el BSCC, todos ellos conseguidos en plena época de dominio de los mucho más potentes coches equipados con motores V8. Para batirlos hizo falta la combinación perfecta del talento de Clark y las prestaciones de un coche cuyo destino de anónimo modelo familiar se vio transformado gracias al toque mágico de Lotus que, junto con la habilidad al volante de su piloto estrella, lo convirtió en todo un icono del automovilismo de competición de los años sesenta.