La carretera que une las inmediaciones de Onil con el Puerto de Canalís fue todo un descubrimiento para los habituales del Campeonato de España de Montaña AUTOhebdo SPORT cuando la subida de la la localidad alicantina se estrenó en el nacional el año pasado. Su trazado, ancho, rápido y técnico, es ideal para disputar una carrera en cuesta, como bien sabían los pilotos y aficionados de la zona, no en vano ya había sido escenario en numerosas ocasiones tanto de pruebas de montaña como de rallyes. Así que después de las muy positivas sensaciones dejadas en el 2024, Onil retornó en el 2025 siendo, además, la cita final de la temporada. Una posición en el calendario que tiene el riesgo de perjudicar la inscripción si algunos o todos los títulos están ya resueltos.
Sin embargo, pese a que dos de las tres categorías del CEM AUTOhebdo SPORT llegaban decididas, sus campeones, Arkaitz Ordoki en la 2 y Gerard de la Casa en la 1, no se querían perder la competición organizada con esmero por el Automóvil Club de Alicante. Tampoco faltaban al fin de fiesta en que se convertía la última subida del año los principales protagonistas de la campaña, con el aliciente que siempre supone ver en acción a Joseba Iraola al volante de la Nova NP01 después de completar otra positiva singladura en el europeo o a José Antonio López-Fombona en el muy esperado retorno al nacional del espectacular Audi RS5 DTM. Además, la presencia del campeón de Cantabria de 'carrozados', 'Gus' Castro, con el Lamborghini Huracan que el gijonés había llevado al título nacional en la cercana Ibi seis años antes, o el estreno por parte de Ismael Arquero del nuevo Polo procedente del Rallycross añadían atractivo a la cita final del año más allá de la lucha por la adjudicación del título que aún estaba por asignar, el de la Categoría 3.
El siempre disputado campeonato de los CM se lo iban a jugar Edgar Montellà, muy consistente toda la temporada con el Speed Car GTR, y Jordi Vilardell, más rápido con el Demon Car R32 EVO y con el 'borrón' del golpe en el Fito compensando en parte al haber ganado en Alp, prueba de la Copa de España que le otorgaba unos puntos con los que le sería suficiente acabar tercero para adjudicarse el título aunque su rival lograse la victoria. Esto último parecía difícil antes de empezar y se convertía en prácticamente imposible cuando el motor del Speed Car del piloto andorrano se rompía en los entrenamientos libres del sábado por la mañana. Aunque Edgar y su equipo no se rendían, emprendiendo de inmediato viaje a Cataluña para montar otra unidad en las instalaciones de su preparador, Pep Motor, sus ya de por sí escasas opciones de ganar el campeonato se convertían en absolutamente remotas.
De todas formas, aunque ni en la lucha por el título de la Categoría 3 ni en la pelea por la victoria en las otras dos y en la general de la última prueba de la temporada hubiese apenas incertidumbre alguna, la segunda visita del CEM AUTOhebdo SPORT a Onil dejaba magníficas sensaciones a todos los protagonistas y al numeroso público que acudía a vivir la competición en directo o disfrutaba viendo en sus calles a los pilotos y los vehículos en la ceremonia de salida y la zona de asistencia. La presencia de espectadores era superior a la ya buena que había tenido el estreno de la subida en el nacional el año anterior y el ambiente en la localidad volvía a ser de auténtica fiesta, con el espectáculo del motor integrado en los actos lúdicos de 'Onil es Mostra'. En particular, el mercado medieval que compartía espacio con la prueba deportiva añadía un curioso contraste histórico a la modernidad de los coches de carreras, convertidos estos y sus pilotos en la versión actual de los briosos corceles guidados por los caballeros de la Edad Media, vestidos los jinetes con ligeros tejidos ignífugos en vez de las pesadas armaduras metálicas de la época que se recreaba en el centro de la población alicantina y nos hacía ver la subida como una justa medieval.
El más poderoso de esos caballos de batalla del siglo XXI era la Nova NP01 de Joseba Iraola. Una potente yegua de pelaje blanco y corazón sobrealimentado que se reencontraba con su amo y señor para completar juntos una ya larga campaña después de que este volviera de sus últimas incursiones en lejanas tierras, emprendidas a lomos de un nuevo pura sangre negro. Aunque ya algo cansado después de todo un año guerreando por toda Europa, el caballero vasco hacía honor a su promesa de acudir a Onil y no se limitaba a pasearse con su hermoso corcel. El sábado ya lo hacía trotar a buen ritmo y el domingo lo ponía a galopar para acabar logrando no sólo la muy esperada victoria. También conseguía un nuevo récord del trazado, mejorando en casi medio segundo el establecido por él mismo un año antes.
Con otra montura de la misma raza de origen francés, aunque de menor alzada y capa oscura, también acudía a tierras alicantinas un caballero navarro. Tampoco Arkaitz Ordoki tenía necesidad de afrontar una nueva escaramuza. Sus objetivos del año estaban ya más que cumplidos con la consecución de su primer título nacional y su segunda victoria en Jaizkibel unos días antes como premio extra. Pero el ambiente festivo de Onil era el entorno ideal para celebrar todo ello junto a su familia y amigos. Así lo hacía el joven llegado desde Burlada, que llevaba con brío la pequeña y ágil Nova NP03 hasta la segunda posición para suceder a su amigo vasco como nuevo monarca de la Categoría 2 después de una querella amistosa en la que el calendario, con dos coincidencias de fechas entre los campeonatos continental y nacional, acabó siendo decisivo.
Más cruenta era la lucha entre los dos aspirantes al cetro de la Categoría 3. No porque hubiese ninguna animadversión entre el procedente de las montañas pirenáicas y el que venía de las llanuras catalanas. Simplemente porque al primero le salía todo mal en un fin de semana que debía ser de disfrute independientemente del resultado pero terminaba por convertirse en todo un suplicio. El potro alazán de Edgar Montellà enfermaba el sábado. Un rápido trasplante le devolvía el vigor para reemprender la carga el domingo pero su último galope hacia la cima del Canalís concluía con montura y jinete por los suelos, impidiendo que el andorrano pudiese al menos subir al podio junto al nuevo campeón. Como era de esperar la victoria y el título eran para Vilardell después de otra desenfrenada carrera a lomos de su cabalgadura negra adornada con la silueta de dos feroces lobos. El joven paje de Peralada era armado caballero tras vencer con récord para los CM y ocupar el tercer puesto del podio absoluto junto a los campeones entrante y saliente de la Categoría 2.
La mocedad del nuevo soberano de la Categoría 3, el segundo más joven de la historia recién cumplidos los diecinueve años y con apenas cuatro meses más de edad que el vencedor en el 2019, Domingo Estrada, contrastaba con la veteranía del ganador y el campeón de la Categoría 1, respectivamente José Antonio López-Fombona y Gerard de la Casa. Dos ilustres caballeros de larga trayectoria nacidos en principados norteños que se encontraban de nuevo cerca del escenario de una de sus luchas más igualadas. De todas formas esta vez las circunstancias eran muy diferentes a las de su duelo del 2019. No había títulos en juego y tanto el llegado de más allá de la Cordillera Cantábrica como el procedente de los Pirineos acudían al festejo de Onil sin más objetivo que volver a deleitarse con el manejo de sus poderosas monturas. El astur volvía a subirse a su pura sangre de origen germano, pelaje grisáceo y crines rojizas con el que era inalcanzable para el andorrano y el nervioso pero leal caballo blanco que le había llevado a añadir ya la cuarta corona en su escudo de armas. Entre ambos acababa terminando a base de azuzar con fuerza a su fogoso tordo un valeroso y barbado hidalgo llegado del sur, Manolo Rueda, que si otro año asiste a más justas tal vez podría acabar recibiendo los laureles de campeón.
Tanto todos ellos como el resto de sus compañeros de armas, cada uno a su nivel y en la medida de sus posibilidades, hacían las delicias de grandes y pequeños durante las tres jornadas de su estancia para competir en Onil. En particular el brillo de la ilusión en los ojos de los niños cuando se acercaban entre temerosos y admirados a los protagonistas era razón más que suficiente para que estos terminasen satisfechos. El colorido de sus emblemas, la velocidad de sus corceles y la habilidad al manejarlos habían captado la atención de los habitantes de la localidad alicantina y de los visitantes que se acercaron a visitarla atráidos por un torneo que en sólo dos ediciones empieza a convertirse en cita obligada para caballeros e hidalgos, escuderos y pajes, soldados y campesinos. Más allá de los resultados y de los títulos, la justa alicantina es ante todo un gran espectáculo y el perfecto fin de fiesta para una campaña que este año ha tenido más escaramuzas y guerra de guerrillas que auténticas batallas a campo abierto. Ahora es el momento de que cada uno de sus contendientes retorne a sus más o menos remotos lugares de origen y empiecen a velar armas ante próximas contiendas. Ya estamos en otoño. Enseguida llegará el invierno y con él la larga espera hasta una nueva primavera que deseamos nos traiga más y mejores competencias entre estos y otros valientes jinetes duchos en el arte de ascender a toda velocidad escarpadas pendientes con sus poderosos caballos de carreras.