No es sólo cuestión de edad

Lo más sencillo para entender un rallye es que tenga una sola clasificación general, la que en el argot llamanos la 'scratch'. En las competiciones para vehículos históricos eso significa agrupar en la misma tabla a modelos de diferentes épocas lo que, por lógica, favorece a los equipos con monturas más modernas y que, por tanto, suelen ser más competitivas. Por eso los certámenes de históricos se dividen en categorías de forma que los coches de edad similar compitan entre sí en una especie de 'rallye dentro del rallye', valedero para su propio campeonato, totalmente independiente en cuanto a clasificación y títulos de los correspondientes a los coches más modernos o más antiguos admitidos en el reglamento.

Sin embargo, esta temporada, tanto el Campeonato de Europa como el de España ponen en juego además títulos que se basan en los resultados absolutos de cada rallye, lo que en el caso del nacional significa recuperar una clasificación 'scratch' que, oficialmente, había desaparecido hace unas temporadas... aunque luego era esa, por 'oficiosa' que fuese, a la que más miraban unos y otros a la hora de ver 'quien había sido el más rápido' o 'quien había ganado el rallye'.

En ese sentido, la 'scratch' supone una ventaja a nivel de comunicación y de cara a los aficionados ya que hace más comprensible el resultado final. El que menos tiempo hace es el que gana. Obviamente, en el europeo ese debería ser un equipo que compita a bordo de un coche de la categoría 4, la que agrupa a los modelos homologados entre el 1981 y el 1990, y en el nacional uno de la categoría 'pre 2000', la que incluye a los grupo A y N de la última década del siglo pasado.

Pero los rallyes, y menos los de históricos, están lejos de ser una ciencia exacta. Más allá de la mayor o menor antigüedad de los coches en liza entran en juego otros factores. Desde los mecánicos a los humanos. Las averías pueden afectar tanto a los más modernos como a los menos. Y estos últimos pueden tener al volante pilotos capaces de suplir a base de manos y valor la diferencia de competitividad que puedan tener sus más veteranas monturas.

De todo eso hubo en el Costa Brava para que, finalmente, los vencedores absolutos tanto en el rallye del europeo como en el del nacional no fuesen equipos con vehículos pertenecientes a las categorías de coches más modernos de los respectivos certámenes. La victoria absoluta en la edición número 72 del decano de los rallyes españoles fue para los franceses Julien Saunier y Marie Ratier, que además dominaron de principio a fin a bordo de su Porsche 911SC. Un coche de la Categoría 3 del Campeonato de Europa, la de los homologados entre en el 1976 y el 1981, con el que batieron, con claridad además, a la auténtica horda de BMW M3 E30 de la Categoría 4 presentes en la prueba. Algo que, por otra parte, ya habían hecho el año pasado 'Zippo' y Arena con su Audi Quattro pero que en esta ocasión no pudieron ni intentar, víctimas de una rotura de la dirección en el primer tramo del viernes.

Además, el segundo en la tabla final del rallye fue un Porsche aún más antiguo que el de los ganadores, el Carrera RS de los italiano Angelo Lombardo y Giovanni Campeis, un equipo que debutaba en el rallye catalán precedido por la fama de sus numerosos triunfos en el muy competido certamen de históricos italiano. A base de brío y eficacia, el joven siciliano demostró el porqué de esos éxitos situando su modelo de la Categoría 2, la de los homologados en la primera mitad de los años setenta, también por delante de todos los M3. El mejor clasificado de estos acabó siendo el de los franceses Thomas Argenti y Meryl Giraldo, que completaron el podio absoluto de la prueba.

En la recuperada 'scratch' del Campeonato de España el primer puesto durante la primera mitad del rallye lo ocupó, cumpliendo la lógica de su menor edad aliada, además, a la indudable categoría internacional de su piloto, un 'Pre 2000', el Subaru Impreza de Simon Jean-Joseph, y su copiloto, Yannick Roche. Pero los caprichos de la mecánica hicieron que el piloto ex-oficial Renault en el mundial de rallyes tuviese que abandonar en el tramo que cerraba el bucle matinal del sábado. Su retirada dejaba el primer puesto en la general del CERVH en poder de Jordi Ventura y Josep Autet con su Ford Sierra Cosworth de la categoría 'pre 90'. Pero problemas con el turbo hacían perder potencia a su vehículo mientras, por detrás, Xesús Ferreiro y Javi Anido remontaban tras ir sobreponiéndose a los problemas de alimentación de combustible en su Ford Escort MKII que les habían hecho perder mucho tiempo en la etapa del viernes.

A falta de la última especial, los catalanes mantenían el liderato pero los gallegos les seguían a dos segundos y medio. Un margen mínimo que enjugaban, con creces, a base de 'tirarse' con decisión en la exigente bajada de Cladells para acabar imponiendo en la general del Campeonato de España un coche de la categoría 'pre 81', la de los más antiguos admitidos en el certamen. Y es que, después de todo, en esto de los rallyes, como en muchas otras cosas de la vida, no es sólo cuestión de edad.

De todas formas, una cosa es ganar pero otra muy distinta puntuar. Hasta este momento hemos comentado el rallye FIA y su correspondiente del CERVH basándonos en sus respectivas clasificaciones generales, lo que indudablemente facilita su comprensión más allá de que luego haya también las correspondientes a sus diferentes categorías.

Sin embargo, las reglamentaciones de ambos certámenes tienen una importante salvedad en lo que se refiere a la puntuación que se otorga a cada competidor una vez concluida la prueba. Tanto en lo que respecta a los nuevos Campeonatos de Europa y de España absolutos como en los reservados a las diferentes categorías de vehículos, sólo puntúan y bloquean puntos los pilotos que se hayan registrado previamente en el certamen.

Esta norma tiene como fin premiar a los participantes que muestren su compromiso con el certamen, ya que se entiende que quien se inscribe en ese registro es porque tiene intención de seguir de forma más o menos asidua su calendario al completo. Otra cosa es que haya también quien se apunte para asegurarse la admisión en pruebas con límite de participantes, como es el caso de la organizada por RallyClassics, ya que los pilotos 'registrados' tienen prioridad en ese sentido.

Sea como fuere, el caso es que en el Costa Brava se acabó dando la curiosa circunstancia de que tanto el ganador en la prueba FIA como en la puntuable para el CERVH fue un equipo cuyo piloto no está registrado en los respectivos certámenes. Por ello, aunque los vencedores absolutos fueron Saunier y Ratier, a efectos del Campeonato de Europa los puntos de la primera posición se los adjudicaron Lombardo y Campeis. Y aunque los primeros en la general del Campeonato de España fueron Ferreiro y Anido, la puntuación de ganadores se la anotaron Ventura y Autet.

También se dio ese caso en varias categorías de ambos certámenes, En el continental ocurrió en la 3, en la que los más rápidos fueron Saunier y Ratier con el Porsche pero los puntos del primer puesto se los anotaron Ferreiro y Anido con su Ford Escort MKII, y la 4, en la que arrasaron los M3 E30, pero aunque el mejor clasificado fue el de Argenti y Giraldi, al no estar el piloto registrado en el europeo los puntos fueron para sus compatriotas Capanaccia y Piazza, que terminaron a menos de tres segundos de ellos en el cómputo total. Por lo que respecta al nacional, lo mismo pasó en 'pre 81', ya que Ferreiro, con intención este año de hacer el europeo, no se ha registrado en el CERVH por lo que, en lo que a puntuación se refiere, se anotaron el triunfo los ganadores del año pasado, David Nogareda y Xavi Lozano, y en 'pre 2000', donde las dos primeras posiciones las ocuparon sendos Lancia Delta Integrale de equipos franceses, los de Revest-Mathon y Canavese-Finidori, pero los primeros líderes del campeonato son el malagueño Óscar García y su nueva copiloto para la ocasión, la local Adelina Bassas, terceros con un Renault Clio.

El rallye más difícil

La víspera del inicio de la competición deparó la peor noticia posible para todos y, en especial, para los participantes en las categorías de regularidad. Uno de sus habituales protagonistas a lo largo de los últimos diez años, el andorrano Josep María Molas, campeón de España de Regularidad en el 2016 y el 2017, falleció víctima de un problema cardíaco cuando preparaba el tramo de calibración junto al que era su nuevo copiloto para esta temporada, el portugués Antonio Caldeira.

La súbita desaparición de un compañero y un amigo antes que un rival convirtió el Costa Brava del 2024 en el rally más difícil para los que esperaban compartir con el otras dos jornadas de feliz competición. Su recuerdo estuvo muy presente a lo largo de toda la prueba y ganar para dedicarle el triunfo se convirtió en una motivación adicional para los que luchaban por la victoria.

En Regularidad Sport la lograron los componentes de un equipo muy querido para quien iba ser copiloto de Molas, el 'Pancho Villa Rally Team', escuadra con la que consiguió el campeonato de copilotos de regularidad hace dos temporadas. Su piloto entonces, José Manuel Villamayor, obtuvo junto a Fran Martínez, un triunfo que había soñado alcanzar copilotando a otra figura muy recordada en el certamen, el inolvidable Pancho, padre de su actual piloto. Tanto para Villa como para el heredero de Pancho, esta primera victoria en el Costa Brava fue, por tanto, el mejor modo de homenajear a los que ya no están pero con quienes tantos buenos momentos habían compartido en este y muchos otros rallyes.

Una victoria que lograron estrenando vehículo, un nuevo Sierra Cosworth con el que acabaron encabezando un triplete del potente 4x4 de Ford, el modelo utilizado así mismo por los otros dos equipos que acabaron compartiendo podio con ellos tras haber liderado también en uno u otro momento del rallye. Segundos concluyeron los hermanos Carbonell y terceros Asier Santamaría y Roberto Rentería. Tres formaciones que marcaron amplias diferencias con el resto de competidores de la categoría en el estreno del nuevo cronometraje por satélite en el CERVH. Un método que permite mayor libertad a la hora de definir donde se sitúan los puntos de control, cuya cantidad es, además, muy superior al clásico de 'cañones' utilizado hasta la fecha lo que, indudablemente, aumenta la dificultad de ajustarse a las medias definidas en cada zona de los diferentes tramos.

En Regularidad, precisamente la categoría en la que iba a participar Molas, para los ganadores la tristeza era, si cabe, aun mayor, ya que a la súbita desaparición del andorrano se unía la noticia del fallecimiento el mismo día del inicio del rallye de un buen amigo, Vicenç Nubiola. Un doble motivo de duelo que convertía el rallye de Carles Miró e Iván Matavacas en una sucesión de sensaciones contrapuestas que culminaba con un triunfo, el noveno en el Costa Brava para el piloto de Vic, logrado tras una igualada lucha con sus compañero en la Escudería Mediterránea, el actual campeón Toni Verdaguer, segundo a apenas un par de puntos junto a su nuevo copiloto, Toni Grau, y Jordi Martí, tercero con Sergi Giralt a menos a menos de tres y medio. En esa pelea también estuvieron durante buena parte del rallye los franceses Christian y Marie Lantres, líderes al término de la etapa del viernes pero traicionados por la mecánica de su Peugeot 205 a mitad de la del sábado.

El Costa Brava es un caso aparte

Sea por tradición, nombre, tramos, fecha en que se disputa o cualquier otra razón de índole organizativo el caso es que el rally Costa Brava atrae cada año más participantes. Para su edición número 72 se inscribieron doscientos cuarenta equipos, con coches pertenecientes a modelos de las cuatro últimas décadas del siglo pasado. Entre sus tripulantes había pilotos y copilotos de una decena de países, con algún que otro ex-mundialista y/o antiguo ganador de cuando la prueba era una de las citas claves del Campeonato de Europa, protagonizada por los que entonces eran vehículos modernos y ahora ya son históricos.

Por todo ello, en especial para los que nos aficionamos a esto de los rallyes allá por la segunda mitad de los años setenta, simplemente pasear por el parque cerrado o la zona asistencia de cada Costa Brava es todo un viaje en el tiempo. Un recorrido lleno de recuerdos que salen a la luz viendo modelos y decoraciones que tenemos grabados en la memoria a través de las fotografías que ilustraban las crónicas de Automóvil, Autopista, Sport Auto o Auto Sprint que leíamos con avidez. Páginas de viejas revistas mil veces hojeadas con las que nos trasladábamos con la imaginación a los tramos del Monte-Carlo, el Sanremo, el Safari, el 1000 Lagos, el RAC o cualquiera de los rallyes en los que se gestó la historia de la especialidad.

Hoy día, salvo en festivales no competitivos, es pocos menos que imposible tener la oportunidad de ver juntos a tantos coches de esos tiempos pasados. Tiempos que siempre habrá quien considere mejores aunque en realidad son sólo diferentes, porque cada época tiene sus virtudes y sus defectos. Para los que crecimos con los sonidos guturales de los motores atmosféricos, volver a escuchar el eco del V6 Dino de un Lancia Stratos o el cuatro en línea de un BDA es más atractivo que el silbido del turbo de un Audi Quattro o el peculiar chirrido del compresor volumétrico de un Lancia 037. Pero, sin embargo, los que vivieron con más intensidad la época de los grupo B no los cambian por nada aunque los llegados después a las cunetas, cuando reinaban los grupo A, les hablen maravillas del aullar de un M3 E30 o el bramar de un KitCar. Y algo similar, porque, ya se sabe, en gustos no hay nada escrito, ocurre a nivel de estética, con los aletines y las 'faradas' de los grupo 4 compitiendo con las exageradas formas de los grupo B, las más sutiles de los A o las más musculadas de los KitCar.

Ejemplos de todos ellos hubo en el Costa Brava, rally que, en lo que respecta al Campeonato de España, tiene cada año la virtud y el defecto de abrir la temporada. Virtud porque no puede haber mejor forma de comenzar el año que con una participación tan extraordinaria. Defecto porque luego cualquiera de los otros rallyes del certamen tienden a saber a poco por mucho que cada uno tenga también sus innegables atractivos. Por eso tal vez lo mejor sea hacer caso del refranero y disfrutar de la prueba catalana pensando en eso de 'que nos quiten lo bailao' aun sabiendo que 'ya llegará luego Paco con la rebaja'. Al fin y al cabo, más allá del europeo o el nacional el Costa Brava es, pura y simplemente, un caso aparte.