Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

NO TODOS LOS REYES SON IGUALES

Campeonatos del Mundo de Atletismo: Finales de 100 y 200 metros masculinos.

Desde que se empezaron a disputar los Campeonatos del Mundo de Atletismo, el año de 1983 en Helsinki, seis veces han tenido el mismo ganador las dos pruebas masculinas de máxima velocidad, el 100 y el 200. De esa media docena de ocasiones en que un atleta logró el doblete, en tres el protagonista fue Usain Bolt. La última fue en los mundiales del 2015 celebrados en Pekín.

Desde entonces, y especialmente tras la retirada del velocista jamaicano en el 2017, han pasado ocho años en los que, inevitablemente, se ve un sucesor de Bolt o un nuevo Bolt en cada atleta que destaca en las pruebas al sprint y parece tener las condiciones necesarias para convertirse en el nuevo rey de la velocidad.


En esa lista de aspirantes a ocupar el trono dejando vacante por el prodigioso caribeño lleva tiempo apareciendo Noah Lyles. Concretamente desde que en la temporada del 2016 ganó el campeonato estadounidense de 100 metros con 10.08 cuando sólo tenía 19 años. Dos después ya corrió el hectómetro por debajo de 9.90 pero sus mejores resultados empezaron a producirse en el 200, distancia en la que llegaba a Budapest como doble Campeón del Mundo tras haberse impuesto en las dos anteriores ediciones del certamen, las de Doha en el 2019 y Eugene en el 2022.

En cambio, en el 100 tenía Lyles aún por estrenar su palmarés en cuanto a medallas hasta que el pasado domingo se impuso en una muy igualada final logrando además su mejor marca de siempre 9.83. Un registro magnífico aunque muy lejano del 9.65 que él había pronosticado para el que, estaba seguro, iba a ser el primero de sus dos triunfos en la capital de Hungría.

El segundo lo tenía previsto para la noche del viernes en la final del 200, cuando además pensaba correr nada menos que en 19.10, una marca nieve centésimas mejor que el fabuloso récord mundial establecido por Bolt en los mundiales de su primer doblete 100-200, los de Berlín en el 2009, cuando dejó el de la carrera más corta en ese extraterrestre 9.58 que ni siquiera Lyles se atrevía a mencionar como objetivo en sus optimistas pronósticos para Budapest.


Así que tras haber vencido en la prueba en la que, pese a sus declaraciones al respecto, muchos no le consideraba el máximo favorito, el estadounidense no podía fallar en la que partía como hombre a batir. Y, efectivamente, así era. Aunque a lo largo de la curva la igualdad era similar a la que se había producido en la meta del 100, de nuevo con Letsile Tebogo como uno de los que corría ese primer hectómetro casi tan deprisa como él, su aceleración en la recta era imposible de contrarrestar por el joven prodigio de Botswana. Tampoco otra estrella emergente, Erriyon Knighton, lograba correr más deprisa que su compatriota, al que había seguido más de cerca que nadie en el viraje que sigue a la salida. Ambos cedían poco a poco para acabar a más de dos décimas de Lyles, que completaba así el doblete logrado por primera vez en unos mundiales por otro estadounidense, 'Mo' Greene, en los inolvidables mundiales de Sevilla en el 1999.

Eso sí, aunque conseguía el segundo oro que se había propuesto, Lyles se quedaba muy lejos de su atrevida predicción en cuanto a marca ya que cruzaba la meta en 19.52. Lo de batir el récord de Bolt tendrá que esperar. Tal vez lo acabe logrando Lyles. Puede también que, dada su progresión, sea algo más alcance de sus jovencísimos acompañantes en el podio a orillas del Danubio, el africano Tebogo, de 20 años de edad, o el norteamericano Knighton, de 19, otros dos atletas que aparecen en esa lista de sucesores de Bolt que sigue creciendo desde la retirada del inigulalable jamaicano.

Porque, después de todo, esa es la cuestión. Igualar lo conseguido por Bolt sigue pareciendo imposible. No sólo sus marcas o su interminable lista de victorias. Sobre todo parece fuera del alcance el modo en que su carisma, su personalidad y su forma de vivir las carreras pusieron al atletismo en el centro del foco de atención.


Por todo ello, aunque la velocidad tenga ahora en Lyles un nuevo rey, es muy posible que en los libros de historia le ocurra como a muchos monarcas, cuyos logros estuvieron lejos de los alcanzados por alguno de sus ilustres y más recordados antecesores. Simple y llanamente porque no todos los reyes son iguales.

Fotos: Getty Images for World Athletics


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