Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

BUBKA SIGUE SOLO EN EL SEIS

Campeonatos del Mundo de Atletismo: Finales de lanzamiento de martillo masculino y 100 metros femeninos.

En la historia de los Campeonatos del Mundo de Atletismo sólo un atleta ha sido capaz de ganar en seis ocasiones la medalla oro en una misma prueba individual. Tal extraordinario logro pertenece a Sergei Bubka, monarca absoluto del salto con pértiga en los años ochenta y noventa. Primero defendiendo la camiseta roja de la Unión Soviética, después enfundado en el azul y amarillo de su Ucrania natal, Bubka venció de forma consecutiva en los seis primeros mundiales celebrados, desde el inaugural de Helsinki en el 1983 hasta el de Atenas en el 1997. Una cosecha fabulosa que, a la vista de la superioridad que mostraba en cada concurso, hubiera sido mayor con toda seguridad de haberse disputado desde el principio los mundiales cada dos años, algo que empezó a ocurrir sólo a partir del tercero, el de Tokio del 1991.

Al de Budapest del 2023 llegaban dos atletas con cinco títulos en sus respectivas pruebas y, por tanto, la posibilidad de igualar los seis campeonatos ganados por Bubka. Pertenecían, además, a dos especialidades tan diferentes entre sí como distintas a la practicada por su ilustre predecesor. Eran el lanzador de martillo polaco Pawel Fajdek, invicto en los mundiales desde el 2013, y la velocista jamaicana Shelly-Am Fraser-Pryce, campeona de los 100 metros femeninos en cinco de los últimos siete celebrados.


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El domingo era el turno de Fajdek, que afrontaba la final del lanzamiento de martillo con todas las dudas que deja a cualquier atleta una temporada incompleta a causa de las lesiones. Unas dudas que el pentacampeón polaco parecía despejar con un primer intento espectacular. Pawel abría el concurso y, como si hubiese sido impulso por un megapondio extra fuerza llegado de quien sabe donde, enviaba el artefacto de algo más de seis kilogramos de peso justo sobre la marca de los ochenta metros para situar su nombre en el lugar en el que había terminado los cinco anteriores mundiales, el primero.

Sin embargo, su alegría duraba poco. En apenas unos minutos era superado durante la primera ronda de lanzamientos por el ídolo local, el húngaro Bence Halász, y por un joven debutante, el canadiense Ethan Katzberg. En la segunda le rebasaba también el vigente campeón olímpico, su compatriota Wojciech Nowicki.

La suerte estaba echada. Ese ochenta del primer ensayo era lo más lejos que Fajdek iba a poder llegar. Sus tres rivales peleaban por las medallas, con inesperado triunfo del canadiense. El pentacampeón veía el fin de su reinado desde la posición más amarga en cualquier certamen que premia con medallas a los tres primeros, la cuarta.


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Al día siguiente, el lunes, Fraser-Pryce, salía a la pista para enfrentarse a sus treinta y seis años de edad a atletas que, en algunos casos, casi podían ser sus hijas o, como mínimo, sus hermanas menores. En edad, no en estatura, porque con su apenas metro y medio de altura, la menuda jamaicana seguía siendo la más pequeña de todas las participantes, lo que unido a su la llamativa coloración de sus largos cabellos la convertía una vez mes en el foco de todas las miradas cuando las nueve finalistas ocupaban sus puestos en los tacos de salida.

A su lado estaba su compatriota Sherika Jackson, siete años más joven, veinte centímetros más alta y, al menos en la semifinal disputada apenas un par de horas antes, diez centésimas más rápida. Batirla no iba a ser nada fácil pero Shelly-Am estaba decidida a intentarlo.

Tan explosiva como siempre pese al paso de los años, la pentacampeona era la más rápida en ponerse en marcha pero el liderato le duraba apenas un suspiro. Jackson progresaba con más velocidad y encaraba los últimos metros en cabeza. Fraser-Pryce no iba a ganar su sexto título mundial en los 100 metros. La iba a destronar su compañera de equipo. Eso pensaba ella, eso pensaba todo aquel que se había fijado sólo en los dos relámpagos amarillos que ocupaban las calles centrales. Todos se equivocaban.

Condenada a la calle nueve por una pésima arrancada en la semifinal, que a punto había estado de dejarla fuera de la carrera decisiva, competía Sha'Carri Richardson. Atleta de talla menuda también, apenas unos centímetros más alta que Fraser-Pryce pero trece años más joven, la tan rápida como impredecible estadounidense volvía a tardar más de la cuenta en abandonar los tacos de salida. De hecho, era la última en hacerlo. Pero en cuanto entraba en acción comenzaba a pisar con inusitada fuerza el tartán del estadio nacional de atletismo de Budapest. Alejada del foco de atención puesto en el duelo entre las jamaicanas, avanzaba con la vista al frente movida por una aceleración endiablada que la llevaba a aparecer por delante de todas sus rivales en el momento que realmente importa, el de cruzar la línea de meta. La superaba brazos en alto, mirando incrédula las pantallas del estadio, en cuyas imágenes se veía siendo la primera en completar la carrera. Había pasado de última a primera en diez segundos y sesenta y cinco centésimas. ¡Había ganado!

Para Fraser-Pryce quedaba al menos el consuelo de volver al podio tras haberse batido hasta el final para acabar perdiendo tras completar en 10"77 su mejor carrera de la temporada. Pese a la derrota, la reina de la velocidad abdicaba con honor. Además, con el bonce de su tercera posición superaba en el número total de medallas en Campeonatos del Mundo de su más ilustre compatriota, el inigualable Usain Bolt, al ser esta la decimoquinta de su fabuloso palmarés, logro que sitúa a Fraser-Pryce segunda en esa muy particular clasificación de acaparadores de metales, por detrás sólo de las veinte atesoradas por la estadounidense Allyson Felix.


Lo que no pudo conseguir Shelly-Am Fraser-Pryce, como tampoco lo había logrado la víspera Pawel Fajdek, fue igualar los seis títulos mundiales de Bubka. En esa estadística de pluricampeones en una misma prueba, el inolvidable saltador con pértiga ucraniano, con seis oros en su haber, sigue sólo en lo más alto, como cuando quedaba por un instante suspendido sobre un listón situado más allá de los seis metros de altura.

Fotos: Getty Images for World Athletics


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