Desterradas hace tiempo del estadio, las pruebas de marcha tienen en los Campeonatos del Mundo del 2023 un escenario de lo más apropiado, por nombre y arquitectura, la imponente plaza de los Héroes de Budapest.

La tan exigente como muchas veces incomprendida especialidad basada en avanzar lo más deprisa posible sin llegar a levantar simultáneamente los dos pies del suelo fue la encargada de abrir el programa en las dos primeras jornadas de competición. Lo hizo a través de las finales de su distancia 'corta', la de veinte kilómetros. En ambas, tanto la masculina como la femenina, la victoria fue para atletas españoles. En los dos casos, por diferentes razones, sus éxitos se vieron en cierto modo eclipsados por las circunstancias.

El sábado, una tormenta de verano demostró a los que tanto critican los cada vez más habituales aplazamientos cuando llueve de las salidas en los Grandes Premios de Fórmula 1 que no sólo las carreras de coches ya no son como eran antes. Los tiempos cambian y las exigencias de seguridad son hoy muy diferentes a las de otras épocas más despreocupadas por cuestiones que hoy día no es posible dejar de lado. La épica está muy bien, sobre todo desde el punto de vista del espectador, pero la salud es del que compite y lo que antes era aclamada valentía ahora es imprudente temeridad.

Sea como fuere, el caso es que las dos horas de retraso en el inicio de la primera final de los mundiales condenó a la prueba de 20 kilómetros marcha masculina a solaparse en su parte decisiva con el arranque de las primeras competiciones en el estadio. Además, la llegada a meta del ganador, Álvaro Martín, coincidió en el tiempo con una serie del 4x400 mixto en la que competían dos de los equipos favoritos, los de Estados Unidos y Gran Bretaña. Combinación suficiente para que los encargados de la señal internacional de televisión optasen por ofrecer en directo la carrera clasificatoria de la nueva y mediática especialidad de relevos para equipos con mezcla paritaria de hombres y mujeres, dejando para el siempre frustrante diferido la victoriosa entrada en meta del marchador extremeño que, al menos, si se pudo seguir en vivo en las plataformas de pago.

El domingo, las condiciones atmosféricas ya fueron las propias del caluroso verano en la capital húngaro que aconsejaron situar a hora temprana en el programa de los campeonatos el arranque de las pruebas de larga distancia en ruta. Así que la final femenina de los veinte kilómetros marcha si se emitió íntegramente en directo. Su desarrollo fue el clásico de este tipo de pruebas, una lucha de paciencia y desgaste que las convierte en una tensa espera durante buena parte del recorrido. Entonces, cuando se alcanzaban los quince kilómetros, a cinco de meta, surgió del cada vez más reducido grupo de cabeza la menuda figura de María Pérez. La marchadora granadina aceleró el paso con la determinación de alguien que necesita cobrarle unas cuantas deudas al destino y ninguna de sus rivales fue capaz de seguir su ritmo.

De ahí a meta, María avanzó en solitario, sin más rival que el cada vez más intenso sol, de cuyos ataques se protegió durante unos kilómetros con una gorra a juego con sus gafas blancas de la suerte antes de alcanzar la meta envuelta en una bandera española recogida unos metros antes. Su imagen triunfal saltó entonces por unos minutos a las portadas de todos los medios de comunicación digitales. Pero fue una presencia efímera. Poco después, sus compatriotas de la selección de fútbol lograron una brillante y merecida victoria en la final de la Copa del Mundo de Fútbol femenino. Un éxito que inmediatamente acaparó toda la atención.

En casi ninguna parte del mundo puede competir en atención informativa el Rey de los Deportes con el Deporte Rey. Menos aún en España.

Después de todo, por una u otra causa, tanto Álvaro Martín como María Pérez acabaron siendo héroes casi anónimos pese al escenario en el que lograron sus medallas de oro.

Fotos: Getty Images for World Athletics