Las vacaciones de verano que se ha tomado este año el Campeonato de España de Rallyes convirtieron al rallye Rías Altas, disputado justo cuando terminaba septiembre, en una especie de 'vuelta al cole' para los participantes en el certamen. Un regreso que no era necesario para los que ya habían 'aprobado' en julio, es decir para los que ya se habían asegurado en Avilés los títulos de sus respectivas categorías, lo que se dejaba sentir en la lista de inscritos de la prueba. Aunque era de nuevo numerosa y con gran variedad de coches también es cierto que resultaba la más floja en calidad de las últimas ediciones de la prueba ya que, además de la ausencia de algunos de los habituales del nacional, se echaba en falta a equipos clásicos en la siempre atractiva cita gallega.

En todo caso, pese a las ausencias, el buen tiempo contribuía a que el parque cerrado luciera magnífico en el fantástico marco de la Plaza de María Pita y a que los aficionados se acercaran a un recorrido que, aún estando formado por tres de los cuatro tramos utilizados los últimos años, presentaba un buen número de variantes, bien fuese en el sentido de su recorrido o en el paso por diferentes zonas intermedias, además de recuperar todo un clásico de los rallyes de la zona, Villozás, aunque fuese bajo otro nombre, Paderne.

Ganar el rallye

La página de tiempos en directo del rallye Rías Altas ofrecía un par de clasificaciones generales (denominadas CERVH y velocidad) tan interesantes a título informativo como irrelevantes a efectos reglamentarios porque la realidad es que la prueba no tenía una 'scratch' si no ocho, tantas como categorías en disputa. Se puede decir, por tanto, que eran ocho rallyes en uno, seis regidos por el objetivo de cubrir lo más deprisa posible las ocho especiales cronometradas de su recorrido y dos en los que la precisión para ajustarse a las medias de velocidad prescritas era la clave para optar al triunfo.

Otra cosa es que hubiera participantes más interesados en esa general oficiosa que en la clasificación de la categoría en la que estaba encuadrado su vehículo, realmente la única oficial para cada uno de esos ocho rallyes en juego. Ese era el caso, por ejemplo, de Fernando Rico, que competía al volante de su BMW M3 E36 copilotado por Miguel Peña. El ferrolano partía con la firme intención de 'ganar el rallye', es decir, ser el más rápido de todos, no sólo de los 'Pre 2000' a los que pertenecía su coche. Un objetivo que iba camino de cumplir tras marcar tres de los cuatro 'scratchs' de la etapa del sábado, que completaba con algo más de veinte segundos de ventaja sobre Pablo Pazó y Ezequiel Salgueiro, de vuelta a la prueba con el Talbot Sunbeam Lotus que habían llevado a la victoria dos años antes y con el que dominaban ampliamente entre los 'Pre 81'. Tercero en el cómputo total era el Porsche 'Ya Car' de Álvaro Muñiz y Néstor Luján, que lideraba el rallye de los 'Classic Siluetas' a la vez que precedía en la tabla conjunta al Peugeot 106 de Antonio López y Raquel Rodríguez, primeros de los inscritos en el 'Rallycar Festival', competición aparte convocada este año para los que no se habían apuntado a ninguna de las categorías del nacional, bien fuese porque su coche no tenía cabida en ellas o por cuestiones digamos administrativas.

El sábado, sin embargo, los caprichos de la mecánica decidían que Rico y Peña no iban a 'ganar el rallye'. El acelerador de su BMW se quedaba atascado en el primer paso por Aranga, que terminaban a duras penas, al igual que el correspondiente a Irixoa que completaba el bucle inicial del día. Aunque en la asistencia lograsen resolver la avería, el cerca de minuto y medio perdido respecto a los más rápidos iba a ser imposible de recuperar en la segunda pasada por esos dos mismos tramos.

Esos 'más rápidos' eran, tras Aranga, Pazó y Salgueiro, pero el embrague de su Talbot cedía en Irixoa obligándoles a abandonar. El primer puesto global que buscaba Rico quedaba entonces en poder de Muñiz, que seguía rodando a magnífico ritmo con el proto Ya-Car de silueta Porsche, aventajando en algo más de medio minuto a su compañero de marca, Dario Calviño, que llevaba uno de los dos con carrocería Peugeot grupo B construidos por su padre presentes en la prueba. El otro, pilotado por Dani Remuiñán, era cuarto en la suma de tiempos, precedido por el BMW de Rico.

Esas posiciones ya no variarían en el último bucle para satisfacción del equipo Ya-Car, que veía como sus tres coches no sólo alcanzaban la meta si no que, además, lo hacían siendo el primero, el segundo y el cuarto en esa 'scratch' que no existía más que a efectos informativos pero era la que más importancia tenía para ellos y muchos otros. Publicitariamente, el resultado era tan fantástico como merecido para la marca con sede en Culleredo, cuyos coches son la base del nuevo Trofeo de España 'Classic Siluetas' incluido este año en el CERVH con clasificación aparte del resto de categorías y en el que su piloto más constante en lo que va de temporada, Dani Remuiñán, es ya el primer campeón con los puntos del tercer puesto sumados en el Rías Altas.

Ganar su rallye

Había, en cambio, quien apenas miraba de reojo a la general porque donde tenía sus miras puestas era en la categoría de su coche, en su rallye particular contra los vehículos de edad y/o prestaciones similares al suyo. Ese era el caso de los competidores habituales del nacional en las dos categorías que algunos consideran como las de verdaderos históricos, las 'Pre 81' y 'Pre 90'.

En la de los modelos más veteranos, la que, siendo aún más restrictivos, hay quien insiste en que debería ser la única permitida en el campeonato, uno de esos Ford Escort MKII que son el ejemplo más claro de lo que todos consideran un histórico se acababa llevando la victoria. Era el pilotado por el canario Carlos Padilla y su copiloto y futura esposa, la italiana Patricia Procopio. Un triunfo que llegaba de un modo cuando menos inesperado. El viernes, la rotura del cable del acelerador obligaba a la copiloto a emular a Juha Piironen en esas famosas imágenes del 1000 Lagos del 1990, cuando el finlandés tuvo que hacer de 'acelerador humano' tirando subido en el capot de lo que quedaba de cable en el Lancia Delta pilotado por Juha Kankkunen. Así conseguían avanzar unos kilómetros Carlos y Patricia hasta que tenían que desistir definitivamente, sufriendo además un toque poco después, cuando ya fuera de carrera y tras una reparación de emergencia con un cable de freno de una bicicleta, completaban el recorrido para retornar a la asistencia.

Pese a todo, la entusiasta pareja no se rendía y decidía reengancharse al día siguiente, lo que unido a la muy escasa participación en su categoría, con solo cuatro equipos en la línea de salida ,y a los problemas de los otros tres, dos de ellos retirados, les permitiría acabar ganando por delante del Mini Cooper de Pablo Álvarez y José Varela, que también se habían acogido al super-rally para volver a la prueba.

En cuanto a los 'Pre 90', que nos llevan a los ya lejanos tiempos de los grupo A pero hay quien tilda de demasiado modernos para un certamen de históricos, su rallye era el que más alternativas deparaba al frente de la clasificación. De entrada lo lideraban los asturianos Miguel Ángel García y Mónica López, que completaron la jornada del viernes en cabeza con cerca de un minuto de ventaja. Una diferencia que perdieron en el primer bucle del sábado a causa de un problema en los frenos de su VW Golf. El liderato pasó entonces a manos Santiago Barragán y Francisco Yusto con el Subaru Legacy.

El extremeño y su copiloto asturiano buscaban la que hubiese sido primera victoria de la temporada para apurar las opciones matemáticas al título que aún les quedaban y que pasaban por sumar el máximo de puntos y esperar el fallo de sus rivales en la lucha por el campeonato, Antonio Dezcallar y José Antonio Sans. Los mallorquines del Toyota Celica estaban haciendo un rallye conservador, sabedores de que el segundo puesto les podía ser suficiente. Al final acabarían precisamente en esa posición, primera a efectos de puntos además, lo que les aseguraba el campeonato, ya que la dirección asistida del Subaru, que había dado problemas en otros rallyes, fallaba al inicio de la última especial. Barragán completaba el paso final por Irixoa sufriendo lo suyo y no podía evitar verse superado tanto por Dezcallar como por García, que era finalmente el ganador de 'Pre 90' casi sin esperarlo, ya que pensaba tener perdida toda opción después del tiempo perdido en los tramos de la mañana.

Por lo que respecta a la categoría de los más modernos del CERVH, esos 'Pre 2000' que tanto se critican por no considerarlos dignos de competir en históricos, como si fuera culpa suya que se sigan utilizando en rallyes para coches actuales aunque sean del siglo pasado, tras los inalcanzables Rico y Peña con el BMW M3 E36 el segundo puesto parecía asegurado para el Renault Clio de los Morais hasta que una inoportuna avería los dejaba fuera de combate en la última especial. La segunda posición pasaban a ocuparla Castro y Arias con un Saxo, Otra unidad del utilitario que Citroën lanzó al mercado a mediados de los 90, la de los asturianos Juan Manuel Rúa y Luis Fernando Álvarez-Cascos, se anotaba los puntos del primer puesto a efectos del campeonato al terminar por delante del otro equipo registrado en el certamen presente en la prueba, el de Óscar García y María Jesús Cabalga.

Después de sus continuos abandonos con el Peugeot 309, los andaluces se inscribían esta vez con un Renault Clio. Y, aunque pudiera parecer imposible, volvían a sufrir problemas a las primeras de cambio. Esta vez ni siquiera lograban tomar la salida el viernes, a causa de un fallo eléctrico aunque, al menos, retornaban el sábado tras reparar y conseguían hacer la segunda etapa, clasificándose novenos entre los 'Pre 2000' pero segundos en cuanto a puntos. Un resultado que permite a María Jesús situarse al frente del certamen de copilotos de 'Pre 2000', ya que si bien el título de pilotos ya se lo había adjudicado Muniente en Avilés, al ir variando el catalán de compañero de equipo en sus cuatro victorias, la puntuación de todos ellos es menor que la acumulada por la sevillana. Así que dependerá de quien acuda a Tenerife para saber el nombre del campeón.

Algo que también ocurre en la Copa de España Classic después del inesperado desenlace del Rías Altas. Pese a su temprano abandono, los líderes siguen siendo Ángel Domínguez y Raquel Quintana. Pero al no terminar Miguel Otegui y Giovanni Breda, que sufrieron un fuerte golpe en la penúltima especial cuando lideraban con amplio margen, los nuevos aspirantes a desbancar a la pareja del Opel Corsa son los asturianos José Ramón Campos y Alfredo Álvarez, que acabaron siendo los ganadores en Coruña en el que era su primer rallye a bordo del BMW de Dago, precisamente el coche con el que Otegui y Breda habían vencido en Avilés.

¡Todos a Tenerife!

La categoría de Regularidad Sport llegaba muy igualada al Rías Altas y se va camino de Tenerife con más incertidumbre en lo que respecta a conocer el nombre de sus campeones esta temporada.

En el rallye gallego vencieron Jaime y Enrique Carbonell por delante de Asier Santamaría-Roberto Rentería y de Fran Martínez-José Manuel Villamayor, dándose la circunstancia de que los tres pilotos ocupaban las tres primeras posiciones del campeonato justo en el orden inverso al que tuvieron en la meta de la Plaza de María Pita. Ello hace que el mallorquín, Jaime, ganador además del TC+, haya alcanzado al frente de la tabla al asturiano, Fran, con el vasco y actual campeón, Asier, pasando a ser ahora tercero, pero a sólo dos puntos de dúo de cabeza.

Los tres se jugarán a una carta el título en Tenerife, donde también se decidirá el de copilotos, aunque en ese caso con un contendiente menos ya que el acompañante habitual de Fran Martínez, Adrián Fueyo, no ha participado en un par de pruebas por lo que serán los de sus dos rivales, Enrique Carbonell y Roberto Rentería, quienes se disputen el triunfo final.

El rey del Rías Altas

Ganar un mismo rallye tres años consecutivos es señal de que esa prueba se le da especialmente bien a un piloto. Hacerlo con tres copilotos diferentes en Regularidad, especialidad en la que la siempre importante labor del navegante es, si cabe, aún más decisiva resulta del todo inusual. Sin embargo ese es el resultado alcanzado en las tres últimas ediciones del Rías Altas Histórico por Darío José García. El piloto madrileño procedente de los rallyes de Todo Terreno, logró en el 2021, copilotado por Juan Miguel Amaya, la que entonces era su primera victoria en el CERVH. Repitió en el 2022 haciendo equipo con el aragonés José Ramón Castillón y ha hecho bueno por partida doble en el 2023 eso de 'no hay dos sin tres', ganando el rallye coruñés por tercera vez con un tercer acompañante distinto, en esta ocasión el vasco Emilio Pascual.

Tras ellos, a sólo seis décimas, concluyeron los cántabros Rufino Sasián y Eloy Dehesa con su precioso Porsche 911 'Rothmans' que recuerda al famoso grupo B de Toivonen, siendo la tercera posición para los madrileños Perea y Sánchez con otro vehículo que causa admiración allá por donde va, su espectacular Mercedes 450SLC réplica de los utilizados por el equipo oficial de la marca germana a finales de los años setenta y principios de los ochenta con pilotos como Waaldegard o Mikkola a sus mandos.