La Ribeira Sacra lucense en pleno verano es garantía de altas temperaturas. Más aún en este julio del 2022, con una asfixiante ola de calor azotando toda la península en las dos primeras semanas del mes. Por fortuna, el mercurio de los termómetros bajó algo en la tercera pero, aún así, el sol volvió a apretar de firme sobre Chantada y sus alrededores durante el fin de semana del 22 al 24, fechas en las que el Campeonato de España de Montaña inició en la localidad gallega la segunda mitad de su corta temporada del 2022.
La edición número 48 de la Subida a Chantada deparó su habitual mezcla de calor y velocidad sobre un trazado tan atípico como característico y exigente. Un escenario espectacular que mezcla la montaña española más clásica de otros tiempos, representada por la zona de asistencia en el angosto camino que bordea el río y la sinuosa ascensión por la estrecha cinta de viejo asfalto de su mitad inicial, con la típica subida europea de carretera ancha y rapidísimas curvas enlazadas que compone su parte final.
Un recorrido difícil de dominar que el ganador de este año, Joseba Iraola, acabó recorriendo más deprisa que nadie hasta ahora. Las sensaciones que nos dejaron sus récords y las carreras en las tres categorías del CEM AUTOhebdo SPORT son el eje de los tres relatos, algo atípicos en la que a crónica deportiva se refiere, que encontraréis a continuación. Para un análisis más clásico, centrado en los resultados, os recomiendo el próximo número de CronoMotor, en el que se publicará un amplio reportaje sobre la prueba del que, un año más, hemos tenido el placer de escribir los textos.
A finales de los años sesenta fue muy popular una película bélica titulada 'El puente de Remagen'. Se basaba en un hecho real de la Segunda Guerra Mundial, el intento de las tropas estadounidenses por cruzar el último puente que quedaba intacto sobre el Rhin para adentrarse en el corazón de Alemania y poner fin a la contienda.
Atravesar aquel puente era el imprescindible primer paso para ganar la guerra pero llegar al otro lado del río no resultaba nada fácil. Los aliados lo intentaban una y otra vez, pero les costaba lograrlo.
En algunas ocasiones no quedaba más opción que retirarse para restañar las heridas y volver a la carga más tarde.
En otras ya no había vuelta atrás y los restos humeantes sobre el puente eran testimonio de la derrota del osado atacante.
En las dos últimas ediciones de la subida a Chantada, el antiguo puente sobre el Miño en el que se inicia la prueba ha sido para los dos máximos aspirantes al triunfo, Joseba Iraola y Javi Villa, una especie de versión en piedra gallega de la famosa estructura de acero germano suspendida sobre el Rhin.
El año pasado, la Nova de Iraola se aprestaba a cruzarlo a toda velocidad. Pero en apenas unos metros acabó envuelta en humo, como un carro de combate 'M4 Sherman' de la 9ª División Blindada impactado de lleno por el destructor proyectil procedente de un 'panzerfaust' diestramente manejado por un soldado de la 'Wehrmacht'. Sin recambios para reparar los desperfectos, el piloto vasco no tuvo entonces más remedio que desistir en su empeño y regresar a sus cuarteles.
Este año, el BRC de Villa partía igualmente decidido a emprender la conquista de la orilla opuesta a la zona donde estaba su campamento. Pero nada más llegar al otro lado del puente su montura se detenía en seco, como un 'semioruga' atascado en una trampa anticarro que impidiera su avance. La caja de cambios del motor que estrenaba el BR53 se había roto y la única opción era dar marcha atrás ayudado por aficionados y miembros de su equipo.
Al menos, en su caso, si había posibilidad de intentar la reparación para volver a la carga, aunque hacerlo a pie del río bajo un asfixiante y húmedo calor era una de esas tareas heroicas que asemejan a los mecánicos de carreras a soldados de infantería, dispuestos a cualquier sacrificio para conseguir que su regimiento siga avanzando.
Al final del día, con el motor de repuesto montado en tiempo récord, Javi lo intentaba de nuevo. Esta vez cruzaba el puente pero su incursión en territorio enemigo se terminaba poco más allá. La admisión había quedado floja, se soltaba llegando a la curva de las Canteras y el BRC se volvía a parar, esta vez sin mayor estruendo, como si su mecánica hubiera sido alcanzada por los disparos de un certero francotirador.
En la zona de salida, Iraola observaba el nuevo regreso a retaguardia de su rival y cruzaba los dedos. Sabía bien lo que se sentía y esperaba no volver a experimentarlo. Unos instantes después ocupaba su sitio bajo la pancarta de salida pero, cuando estaba a punto de partir, se encendía el 'stop' en la pantalla de la cuenta atrás, lo que llevaba al comisario a indicarle que no lo hiciera. Joseba detenía el motor y, al tratar de volver a arrancarlo tras ponerse el reloj otra vez en funcionamiento, el propulsor de su Nova no lograba cobrar vida de nuevo. El chasquido de la puesta en marcha era, por unos interminables segundos, el único sonido que se escuchaba. Finalmente, cuando ya parecía que el puente se iba a cobrar otra víctima, sonaba un estruendo a la vez que la 'barqueta' salía despedida hacia adelante, como un potente 'M26 Pershing' ganando metros bajo el fuego enemigo.
Una vez superado el escollo inicial, su avance era imparable. Tanto, de hecho, como para cubrir los 4.300 metros que le separaban de la meta en menos tiempo del que nadie había empleado hasta entonces. Una hazaña que el piloto vasco repetiría dos veces más al día siguiente para acabar abatiendo en tres ocasiones la barrera de los 150 kilómetros por hora de velocidad media camino de una victoria que Villa no podía siquiera tratar de discutirle.
Aunque el domingo Javi si lograba cruzar el puente, su papel en esta carrera con tintes de película bélica acababa siendo el de la unidad de cobertura que llega cuando la vanguardia del ejercito ha tomado el objetivo y ya está celebrando el éxito. Problemas a la hora de subir las marchas le acaban relegando al tercer puesto, flanqueando en el podio junto a su compañero de equipo, Gonzalo Díaz, autor de un más que notable debut en Chantada, al gran triunfador del fin de semana, Joseba Iraola.
El desarrollo de la Categoría 3 también me traía a la mente una película, esta de tinte mucho menos dramático aunque también de esas que llevan asociada la coletilla de 'basada en hechos reales' para darle más verosimilitud a la historia. Se trataba de la muy entretenida 'Atrápame si puedes', dirigida por Steven Spielberg en el 2002 y en la que un brillante Leonardo Di Caprio se la jugaba continuamente, a base de astucia y talento, a sus perseguidores, encabezados por el siempre eficaz Tom Hanks.
En Chantada, el papel del escurridizo joven al que todos persiguen lo interpretaba a la perfección Mario Asenjo, siendo para Benito Pérez el del tenaz líder del grupo que intenta infructuosamente darle caza.
Fuese por la goma ahorrada en Ibi al no salir en la última oficial, por ese algo más que estira en alta el propulsor BMW en las zonas más rápidas que abundan en la segunda mitad de la subida lucense, porque Mario estaba más inspirado que sus rivales o, probablemente, por la combinación en mayor o menor medida de todos esos factores, el caso es que en Chantada el piloto cántabro anduvo, como Di Caprio en la película, siempre un paso por delante.
El sábado, tras jugar todos más o menos al despiste en entrenamientos, Mario fue el único que logró rodar en 1'57 en la subida oficial mientras sus rivales se quedaban en el 1'58. De todas formas, debían de pensar estos, la diferencia era pequeña, apenas unas décimas, entre cinco y siete. Y, además, debían de seguir pensando para darse aún más ánimos, el domingo por la mañana hará algo menos de calor y se iría más deprisa.
En cierto modo tenían razón. Pero daba igual. Cuando en la segunda oficial Benito Pérez rodaba en 1'57 era como cuando Tom Hanks llegaba en la película al sitio en el que esperaba capturar a Di Caprio para darse cuenta, con frustración, de que su perseguido ya no estaba allí. A esas alturas, Mario ya rodaba en 1'56, lugar remoto para el resto por el que seguía transitando en la última de carrera y al que ninguno de los que corrían tras él sin descanso lograba llegar en todo el fin de semana.
Ahora, con el resultado de Chantada, es Mario el que ha atrapado a Benito. Los dos están absolutamente empatados en la clasificación del campeonato y en las dos pruebas que restan se jugarán el título a todo o nada. No sé que película será la que protagonicen pero tiene pinta de que va a ser una de suspense, con emoción hasta el último fotograma de la última escena.
La rotunda victoria de Fombona con el Audi RS5 DTM en Ibi había tenido un efecto devastador en la moral de sus máximos rivales en la lucha por el título de la Categoría 1. Humberto Janssens no se inscribía en Chantada. Gerard de la Casa si acudía a la prueba gallega pero comentaba que esa sería su última participación este año en el nacional, dando por seguro que el gijonés iba a "fulminarnos a todos" en la rapidísima parte final de la prueba lucense.
Ese comentario del andorrano coincidía con el pronóstico general, basado tanto en los cronos logrados por Fombona en la prueba alicantina como en los que había conseguido en Chantada hace unos años con su anterior Audi procedente del DTM. En la edición del 2015, se había impuesto al 'scratch' con un tiempo de 1'53"823, casi seis segundos por debajo de la barrera de los dos minutos que sólo él mismo, el año pasado con el Lamborghini, ha sido capaz de romper al volante de un vehículo 'carrozado' en el actual trazado de 4.300 metros de la competición de la Ribeira Sacra.
Con esas referencias en mente, ganar a Fombona era imposible. Todos dábamos su triunfo en la Categoría 1 por seguro. Pero, como dijo Benjamin Franklin, con una mezcla de realismo e ironía, no hay nada seguro salvo la muerte y los impuestos. De entrada, porque para que se produjera esa victoria, el gijonés tenía que tomar la salida. Condición imprescindible que se complicaba la semana anterior, cuando el, cambio de su Audi cedía en la subida cántabra de Alisas. El resultado era que, entre la escasez de piezas de recambio para un vehículo tan especial, las fechas veraniegas y algún que otro problema burocrático en el transporte desde fuera de nuestras fronteras, finalmente el material para reparar la avería no llegaba a tiempo para que el tan admirado como temido DTM del ocho veces Campeón de España pudiera estar listo para competir en Chantada, donde su piloto esperaba infructuosamente.
Ausente el máximo favorito, ese papel pasaba a protagonizarlo De la Casa, que debía ser inalcanzable con su Ford Fiesta procedente del mundial de Rallycross por mucho que José Alonso Liste, con el Ginetta GT4, el rallyman Sergio Vallejo con su habitual Porsche o el vigués Jorge Pérez, con otro Porsche, se emplearan a fondo en busca de una victoria que parecía estar asegurada para el piloto andorrano.
Pero, de nuevo, eso de dar por seguro un resultado en una competición del motor demostraba ser un error. El sábado, tras liderar sin mayores problemas las mangas de entrenamientos con cronos en torno al 2'03, todo estaba a punto de irse al garete para el andorrano en la primera oficial. Llegando a la curva de las Canteras, Gerard notaba como, tras levantar el pie del pedal del gas al aproximarse al viraje, el coche se quedaba acelerado. El golpe contra las protecciones era inevitable y lo que hasta unos instantes parecía un triunfo seguro ya no lo era tanto.
Al día siguiente, tras una larga noche para los mecánicos de Baporo, el Ford Fiesta estaba de nuevo en orden de marcha aunque, como es lógico en estos casos, cuando hay que hacer una reparación de emergencia en condiciones difíciles, no había certeza de que todo fuese a funcionar a la perfección. La victoria que parecía segura estaba ahora en el aire aunque todavía era posible. Quedaban dos mangas de carrera y los principales rivales contaban con monturas de menor potencia calzadas con peores gomas. Si todo iba bien Gerard tenía que ganar como estaba previsto tras conocerse la ausencia de Fombona. Y, efectivamente, así era. Un par de cronos unas décimas por encima de los dos minutos eran más que suficientes para tener la certeza de que esa victoria que antes de llegar a Chantada parecía imposible, al comenzar el sábado se daba por hecha y, tras complicarse inesperadamente, finalmente se hacía realidad no sin sufrimiento.
Y es que en las carreras, como en la vida salvo para esos dos temas ineludibles que indicó el político estadounidense del siglo XVIII en su famosa frase, nada es seguro. Por eso, aunque ahora el campeonato de la Categoría 3 haya quedado muy favorable a Gerard, a quien le bastaría con un segundo y un tercer puesto para conseguir el título aunque Fombona gane en La Santa e Ibiza, mejor será que no demos por seguro el desenlace. Al fin y al cabo, ya tuvimos buenas pruebas el año pasado en este mismo certamen de que cualquier cosa puede pasar.