La montaña es la especialidad más al sprint del automovilismo deportivo. Un esfuerzo breve e intenso que exige el máximo a máquina y piloto. Las mecánicas se aprietan al límite, los chasis se aligeran todo lo posible y los corazones suben de vueltas casi tan deprisa como giran los motores. Es un visto y no visto en el que se decide todo en apenas nada. Muchas veces por detalles insignificantes. Unas gotas de lluvia inoportunas, unos milímetros de más en una frenada o una referencia perdida durante unas milésimas de segundo pueden significar la diferencia entre éxito y fracaso, entre victoria y derrota, entre llegar a la meta con el mejor tiempo o acabar fuera de la carretera lamentando, con suerte, que los daños sean sólo materiales.

Un poco de todo eso ocurrió en la subida Isla de Ibiza, la primera de las dos pruebas en dos fines de semana consecutivos que convierten en vertiginoso, también en lo que respecta a su calendario, el desenlace del campeonato de España de Montaña del 2021. Con un título casi resuelto (el de la categoría 2) y otros dos aún por decidir con varios aspirantes a cada uno (los de la 1 y la 3), la prueba balear puso a prueba a muchos de ellos, convirtiéndose, más que nunca, en una de esas competiciones en las que, por encima del siempre imprescindible y fundamental factor mecánico que forma parte intrínseca del automovilismo deportivo, el factor humano acabó siendo el que, a mi entender, tuvo más protagonismo. Así que, por una vez, vamos a olvidarnos de los coches y centrarnos en las personas para contar como vimos la penúltima prueba de la temporada.

CATEGORÍA 2: OBJETIVOS CUMPLIDOS

En la crónica de la anterior prueba del campeonato, la subida a La Santa, habíamos titulado esta parte con la frase 'Cada vez más cerca'. Un título con doble significado que se refería al resultado de los dos primeros clasificados en la competición murciana. Por un lado a Javi Villa que, con su triunfo en Totana, estaba cada vez más cerca de conseguir su octavo título. Por el otro a Raúl Ferré, que había terminado a muy poca distancia y veía cada vez más próxima su primera victoria.

En Ibiza, ese cada vez más cerca, referido a los diferentes objetivos de los dos, se convertía en meta alcanzada para ambos. En el caso de Villa, teniendo en cuenta que para asegurarse el campeonato le bastaba con terminar quinto, se puede decir que era tarea fácil. Al fin y al cabo, con cuatro participantes en la categoría 2 equivalía simplemente a terminar dos mangas de carrera para proclamarse matemáticamente campeón sin esperar a la subida de Ibi. En el de Ferré, se trataba de un empeño mucho más difícil, pero su progresión desde que se inició la temporada apuntaba en esa dirección.

Así que, a la vista del resultado de la prueba balear, que terminó con victoria de Raúl Ferré por delante del asturiano, lo fácil será analizarlo en el sentido de 'Villa se lo tomó con calma'. Incluso el propio piloto podía habérselo planteado así. Al fin y al cabo, nadie podría reprocharle usar la cabeza, pensar en los puntos y no jugársela más de los necesario.

Sin embargo, ese 'análisis fácil' no se ajusta en absoluto a la realidad de lo ocurrido en Ibiza y es, además, tremendamente injusto con los dos protagonistas. Por un lado, porque Javi no es de los que contemporizan ni, sobre todo, de los que se inventan excusas para justificar las raras ocasiones en que no logra la victoria. Por el otro, porque Raúl ganó con toda justicia, a base de ser más rápido que un rival cuyo ritmo no fue precisamente el conservador que se puede esperar de quien piensa sólo en los puntos que le faltan para asegurarse la corona.

En ese sentido, los siempre fríos y elocuentes números son la mejor demostración de que los dos se emplearon a fondo en busca de la victoria. El sábado, con el asfalto lejos de estar seco al cien por cien después del chaparrón caído al inicio de la tarde, y con la visibilidad siendo ya bastante escasa cuando les tocó tomar la salida para la manga oficial que cerraba la jornada, cerca ya de las siete de la tarde, los dos completaron los 4 kilómetros del recorrido por debajo del record establecido por Villa el año anterior. Raúl fue el primer en batirlo, acercándolo a apenas tres décimas de los dos minutos, barrera que rompió Javi unos segundos después al cruzar la meta en 1'59"840.

El domingo, con el piso en mejores condiciones, el andorrano fue mucho más allá en la segunda oficial y paró el crono casi tres segundos antes que la víspera. Su 1'57"699 hizo inútil la mejoría lograda también por el asturiano, que alcanzó la llegada en 1'58"985,

Poco después, mientras ambos bajaban de vuelta a la asistencia, las cada vez más oscuras nubes empezaban a dejar caer unas cuantas gotas como ya habían hecho al principio de la mañana. Con el campeonato ya asegurado pasara lo que pasara en la manga final, a Villa no le hacía falta apretar más y a Ferré le podía bastar con el tiempo que acababa de conseguir. Pero ni uno ni otro tenían eso en mente cuando iniciaban la última subida del día, finalmente sin lluvia y sobre un asfalto en el que la humedad persistía sólo en las zonas más sombrías en las que había quedado algo sin secar.

Raúl era el primero en salir y, por tanto, el primero en alcanzar la llegada. También era el primero en poner el 56 en el casillero de los segundos. Lo acompañaba con un 613 en el de las milésimas. Apenas medio minuto después, Javi también paraba los dígitos del cronómetro en el 1'56". Independientemente de las siguientes cifras de su tiempo, este ya era insuficiente para remontar el más de un segundo que había cedido en la manga anterior. De hecho, a esa diferencia acababan por añadirse casi cuatro décimas más. Después de cinco segundos puestos consecutivos, logrados recortando paso a paso la distancia del primero, era definitivamente el turno para Raúl Ferré de conseguir la ansiada victoria. Un triunfo con todas las de la ley, por haberlo conseguido ante Javi Villa el mismo día en que el asturiano se proclamaba campeón de España de montaña por octava vez, que confirma al joven andorrano, vencedor el año pasado de los CM-Promoción en su estreno en el nacional con un coche que hacía una década que no ganaba una carrera, como la figura emergente de la especialidad.

Ahora, una vez ambos han alcanzado en Ibiza esos objetivos que tan cerca tenían ya en La Santa, les queda a los dos un último duelo, este próximo fin de semana en Ibi. Sin puntos en juego pero con el deseo que más impulsa a cualquier piloto a buscar los límites, conseguir la victoria. No una cualquiera, además, porque se trata no sólo de ganar si no de terminar el año con la convicción de que en el próximo llegarán muchas más.

CATEGORÍA 3: CAPRICHOSAS NUBES

Los pronósticos meteorológicos anunciaban lluvia para la jornada del domingo en la zona norte de Ibiza. Pero las nubes aparecieron antes de tiempo y descargaron con fuerza a primera hora de la tarde del sábado. Fueron un par de chaparrones, cortos en duración pero con la suficiente cantidad de agua como para dejar empapados los cuatro kilómetros del trazado de 'Sa Cala' durante la disputa de las mangas de entrenamientos. Y aunque, tras cesar la lluvia, el asfalto se fue secando, las humedades en las zonas más sombrías no acabaron por desaparecer por completo en lo que restaba de jornada.

En esas condiciones, los ligeros CM se defienden bien con los 'slicks', que resultan más eficaces que las gomas para piso mojado. Pero el riesgo es también mayor con las lisas que con las rayadas. Lo que ocurre es que, cuando te estás jugando un campeonato, hay que dejar de lado ciertas precauciones. Por eso, con la visibilidad reduciéndose debido a un cielo siempre cubierto, y con el asfalto más negro de la cuenta en partes que cuando luce el sol suelen ser de un gris más bien claro, los tres pilotos que llegaban a Ibiza virtualmente empatados al frente del campeonato de la categoría 3, Mario Asenjo, Benito Pérez y Edgar Montellá, no se lo pensaron demasiado y optaron por la monta de neumáticos que ofrecía más velocidad para lanzarse a por el mejor tiempo posible en la manga de carrera que cerraba la primera jornada de competición. Porque, si 'el hombre del tiempo' acertaba y el domingo llovía más, el crono del sábado iba a ser uno de los dos a sumar en el cómputo total del fin de semana.

Ese primer asalto podía ser decisivo. Y más aún a la vista de su resultado. Acostumbrados a que las diferencias entre los tres se midan, como mucho, en unas pocas décimas, los más de dos segundos que Benito le sacaba a Mario y los casi tres en que aventajaba a Edgar eran toda una sorpresa. Bien es verdad que ya el año anterior, en la que era sólo su segunda participación en el nacional fuera de casa, el asturiano había estado cerca del dúo de cabeza que entonces se jugaba el título, el formado por Asenjo y Raúl Ferré. Y que el trazado de Ibiza, lleno de curvas enlazadas que requieren más ritmo que potencia, se adaptaba bien al pilotaje de Benito y al menor caballaje de su propulsor. Pero, en todo caso, la distancia era muy grande y en su tamaño también pudo influir, en cierta medida, que la interrupción por bandera roja debida al accidente de Fombona le hizo repetir salida. Aunque unos kilómetros de más nunca son buena noticia para unas gomas que, al igual que las de sus rivales, estaban en su segunda carrera, el hecho de haber visto donde había más o menos adherencia pudo ser también un factor favorable a la hora de 'tirarse' todavía con más convicción en el segundo intento.

Sea como fuere, la ventaja con la que Benito iniciaba el domingo parecía decisiva, especialmente si llegaba la anunciada lluvia. Sin embargo, caprichos del destino, que no llegara la lluvia acabó ayudando al asturiano. Tras caer cuatro gotas en la última manga de entrenamientos, con la que se iniciaba la jornada del domingo, el piso estaba más seco que la víspera en el momento de disputarse la segunda subida de carrera. Los cronos podían bajar así que el asturiano se lanzaba a por todas... y a punto estaba de quedarse por el camino en el lugar donde el día anterior había golpeado Fombona y unos minutos después lo haría Montellà. Benito salvaba la situación pero el apurado lance le costaba más de tres segundos respecto a Mario que, pese a empeorar su crono del sábado, pasaba a liderar la suma de tiempos.

Entonces, mientras los tres y el resto de competidores retornaban a la asistencia, el cielo, cada vez más cubierto, volvía a hacer de las suyas y empezaba a dejar caer agua. Primero unas gotas aisladas, luego con más continuidad. Si el asfalto se mojaba, los tiempos de la última manga de carrera no iban a servir de nada y el ganador iba a ser Asenjo por delante de Pérez, con Montellà condenado a ser, como mucho, quinto... si es que lograba reparar a tiempo los desperfectos de su montura para poder tomar la salida y clasificarse.

Sin embargo, las nubes eran caprichosas. Tras ilusionar a Mario con un triunfo que el día anterior parecía lejano y amenazar a Benito con una derrota en una carrera que parecía tener en la mano, optaban por batirse en retirada ante un sol que, de repente, hacía acto de presencia para iluminar el último capítulo de un fin de semana lleno de luces y sombras en lo que a las condiciones atmosféricas se refiere. La poca agua caída se evaporaba con rapidez y la manga final se convertía en un tercer asalto también sobre seco, más allá de que en algún rincón oscuro quedara aún alguna humedad.

En esa situación, Mario conseguía su mejor crono del fin de semana pero no era suficiente. Primero, porque se quedaba a medio segundo del logrado por Benito el día anterior. Y después porque el asturiano sólo cedía siete décimas y mantenía, por tanto, más de segundo y cuarto de ventaja en la suma de tiempos para conseguir de ese modo su tercera victoria de la temporada, condenando al cántabro a terminar en la segunda posición por cuarta vez en lo que va de año. Tras ellos, el rápido trabajo de su equipo permitía a Edgar reincorporarse a la lucha para, al menos, salvar una tercera posición que le mantiene en la pelea por el título.

Así que, después de un fin de semana lleno de alternativas, los tres van a llegar a Ibi con opciones de proclamarse campeones. Benito y Mario están empatados en puntos netos, una vez aplicados los dos descartes que indica el reglamento, y Edgar los sigue a sólo cuatro de distancia. Las cuentas están claras, el que termine por delante entre el asturiano y el cántabro será campeón... siempre que acabe segundo en el caso de que el andorrano gane, ya que si Montellá vence pero ni Pérez ni Asenjo se clasifican justo detrás de él, será el del principado pirenaico quien se imponga en la pelea por el campeonato.

CATEGORÍA 1: LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA

Pocas veces habrá sido más montaña rusa de emociones una prueba de la especialidad en la que, al revés que en la famosa atracción de feria, las cuestas se suben deprisa pero se bajan despacio. A Ibiza llegaban Fombona y Janssens empatados a todo al frente de la clasificación (mismos puntos e iguales resultados para lograrlos), con 'Lolo' Avilés al acecho en tercera posición pero con opciones más matemáticas que reales de superarles en la lucha por el título. Sin embargo, a lo largo de dos días en los que cada manga de carrera iba dando una sorpresa, cualquiera de los tres pudo salir de Ibiza como líder del campeonato.

De entrada, Fombona empezaba dominando de forma imperial bajo la lluvia en los primeros entrenamientos del sábado, distanciando en nada menos que catorce segundos al malagueño y en más de veintisiete al granadino, con el retornado Gaig y el habitual Jiménez intercalándose entre ambos. Con esas diferencias parecía claro que si seguía lloviendo nadie iba a poder con el asturiano, que se encontraba como en casa sobre el deslizante asfalto.

Sin embargo, en la segunda manga de práctica, ya con el piso mayoritariamente seco, esa enorme distancia se evaporaba como el agua que había sobre la carretera y apenas un segundo y medio separaba a los tres aspirantes al título, con 'Lólo' por delante de Humberto y José Antonio.

Se llegaba así a la primera hora de la verdad para los tres, la subida de carrera del sábado. La luz empezaba a escasear, a Fombona le pasaba desapercibida una referencia que había tomado llegando a la mitad del recorrido y cuando se daba cuenta ya era tarde. La rueda trasera izquierda abandonaba el asfalto y al entrar en la cuneta catapultaba al coche del gijonés contra el guardarrail del lado contrario. Lo daños eran notables y en ese momento parecía que uno de los aspirantes al campeonato se había quedado ya por el camino.

Con Fombona lamentando el lance, Janssens pasaba a ser el gran favorito aunque su tercer tiempo, por detrás de los conseguidos por Gaig, que lideraba, y por 'Lolo', que le seguía a segundo y medio, eran clara indicación de que el granadino no acababa de encontrarse a gusto, tal vez a causa de los mismos problemas de gomas que le habían hecho sufrir más que disfrutar una semana antes en el 'Masters' de Falperra. De todas formas, si Fombona no conseguía reparar para volver a la carga al día siguiente, el tercer puesto era un buen resultado pensando en el campeonato.

Así las cosas, con la noche ya sobre el recorrido, todo parecía estar a favor de Janssens o, más bien, en contra de Fombona. Pero entonces entraba en juego ese otro factor humano tan importante en las carreras y que tan pocas veces recibe el crédito que merece, los mecánicos. Manuel Losas, el hombre de confianza del asturiano, se ponía manos a la obra y, con la ayuda de un mecánico local, acababa por poner en orden de marcha el herido vehículo. Bien es verdad que, ante la ausencia de recambio para un sensor de freno que se había roto en el impacto, la electrónica no estaba muy de acuerdo con el resultado de la reparación y decidía que ni el ABS ni el control de tracción podían funcionar. Pero el caso es que, aunque fuera sin esas modernas ayudas al pilotaje, José Antonio era de la partida de nuevo el domingo por la mañana cuando se iniciaba la jornada final de competición con una última manga de entrenamientos.

Las vistosas humaredas que despedían sus neumáticos en las frenadas más fuertes dejaban claro que, en efecto, la magia del ABS estaba ausente. Pero el asturiano, sin poder optar a los tiempos del trío de cabeza si que podía rodar en cronos que, si la lluvia no hacía acto de presencia, le podían permitir alcanzar el cuarto puesto. Con Janssens en la tercera posición, eso significaría volver a entrar de lleno en la lucha por el campeonato. Y no sé si sería por tratar de ganar posiciones al constatar ese hecho o, simplemente, porque cuando se buscan los límites a veces se superan sin que haya vuelta atrás, el caso es que nada más iniciarse la segunda manga de carrera, Humberto se pasaba ligeramente de frenada en la segunda curva y, aunque conseguía entrar en el viraje no lograba salir de él. El fuerte golpe lateral contra la valla metálica dejaba muy malparada la parte delantera derecha de su montura y el granadino se veía obligado a despedirse de la prueba y, salvo milagro, del título.

El abandono, y consiguiente 'cero', del vigente campeón abría un hueco en el podio que Fombona aprovechaba terminando tercero después de completar dos mangas en las que el objetivo era claro, llegar a la meta sin fallos. Como, además, Gaig se mostraba intratable y marcaba el mejor tiempo en ambas por delante de 'Lolo', el catalán se convertía en un inesperado aliado del asturiano, restando dos puntos al andaluz que dejan el campeonato muy favorable a Fombona. De ese modo, en un increíble cambio de escenario, después de haberlo tenido poco menos que perdido unas horas antes, al terminar la manga final de Ibiza pasaba a ser quien más cerca está de ganarlo. Con terminar cuarto en Ibi será campeón de España por octava vez. Toda una demostración de las vueltas que puede dar la vida, en general, o las carreras en particular.