Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

SALIR CON CALMA, LLEGAR CON PRISA

14 DE JUNIO DEL 1969, 2 DE LA TARDE.

Cuando quedan unos segundos para que las manecillas de los relojes marquen la hora en punto, las 2 de la tarde aquel año del 1969, se hace un silencio prácticamente absoluto en el bullicioso circuito. Todas las miradas se dirigen a la figura del director de carrera, que sostiene en sus manos la bandera francesa. Con un gesto serio la levanta, la mantiene sobre su cabeza unos instantes que parecen eternos y finalmente la deja caer. En cuanto la enseña tricolor empieza su movimiento descendente los pilotos parten a la carrera hacia los coches. El sonido de sus apresurados pasos sobre el asfalto queda cubierto enseguida por los vítores de la multitud. Y ambos son rápidamente superados en intensidad por el estruendo que producen los primeros motores al arrancar.

Así viene sucediendo cada año desde el ya muy lejano 1925. Es la clásica salida ‘estilo Le Mans’, una larga tradición que a un participante en la edición del 1969 le parece tan anacrónica como especialmente peligrosa. Y no es uno cualquiera ni alguien que pueda ser acusado de cobarde. Al fin y al cabo pocos arriesgan más que él al volante de un coche de competición. Es belga, se llama Jacky Ickx y comparte con el británico Jackie Oliver uno de los Ford GT 40 que alinea el equipo de John Wyer. Con ese mismo coche, chasis 1074, vencieron Pedro Rodríguez y Lucien Bianchi en la edición de unos meses antes, cuando la carrera se disputó en septiembre.

Aunque suponga perder terreno en los frenéticos minutos iniciales de la prueba, Ickx está decidido a hacer una protesta lo más notoria posible contra el sistema de inicio de la competición. Así que, llegado el esperado momento de la salida, cruza la pista caminando parsimoniosamente mientras sus rivales corren en dirección a sus vehículos, que abordan a toda velocidad para ponerse en marcha cuanto antes, en muchos casos ahorrándose los segundos necesarios para abrochar debidamente el cinturón de seguridad. Precisamente sobre ese punto quiere llamar la atención el belga, que se toma su tiempo para acomodarse en el asiento de su Ford y ‘atarse’ del modo correcto, apretando bien las cinchas del arnés.

El GT40 decorado con los colores azul celeste y naranja de la petrolera Gulf se pone en movimiento cuando ya todos los demás coches han desaparecido de la vista, peleando por cada metro de asfalto como si la carrera fuera un corto sprint en vez de una larga prueba de resistencia. Y, por desgracia, todos los temores de Ickx sobre la peligrosidad del procedimiento al que ha dirigido su queja se cumplen antes de completarse la primera vuelta. Uno de los nuevos Porsche 917, la unidad privada del británico John Woolfe, se sale de la pista en la veloz sección de Maison Blanche. Su piloto no se había abrochado el cinturón de seguridad para ganar uno segundos y esa imprudencia le cuesta la vida.

El terrible suceso le da la razón al valeroso belga, que demuestra su arrojo y su talento protagonizando una extraordinaria remontada desde ese lejano último puesto en el que ha comenzado la carrera. Al día siguiente, cuando las manecillas del reloj vuelven a estar a punto de señalar las dos de la tarde, ha sustituido el lento caminar de veinticuatro horas antes por el rapidísimo ritmo al que hace avanzar a su potente prototipo. Bien secundado por su compañero Oliver, ha recuperado hasta la segunda posición y entra en la última vuelta apenas unos metros por detrás del líder, el Porsche 908 de Hans Hermann y Gerard Larrouse, pilotado en esos instantes finales por el veterano alemán.

Ickx lo ha alcanzado y superado unos giros antes, para ser rebasado de nuevo, casi de inmediato por su experto rival. La situación se repite hasta que el joven belga se da cuenta de que para ganar tiene que calcular a la perfección el momento adecuado. Acecha a su presa, espera paciente y, en el giro final, le da caza al término de la larga recta de Hunaudieres para ponerse en cabeza y cruzar la línea de llegada en primera posición, apenas un centenar de metros por delante de su rival. La victoria es suya pese al tiempo perdido en la salida tipo ‘Le Mans’. Se puede decir que es una victoria doble. Porque además de ganar la carrera, su protesta era justa, como el desgraciado desenlace de la primera vuelta ha demostrado del peor modo posible. El procedimiento de inicio de la competición cambiará a la más segura salida lanzada a partir de la edición del año siguiente.