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Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

RALLYE SIERRA MORENA

17-18 Marzo 2017 - Campeonato de España de Rallyes de Asfalto, 1ª prueba

RESULTA QUE SI ERA POSIBLE


Los R5 tienen costes inasumibles, decían unos. Corremos con los Porsche no porque sean más rápidos si no porque son más baratos, argumentaban otros. El EVO X R4 plus no es superior, comentaban los de más acá o allá. De todo eso y mucho más, en la misma o similar línea, llevábamos oyendo y leyendo, en cunetas, crónicas, redes sociales y demás foros de opinión del ‘rallysmo’ nacional a lo largo de ya ni recordamos cuantos años. Y, las cosas como son, no nos convencían. Tal vez porque somos algo (¡o bastante!) cabezotas. Puede que, también, porque tenemos la costumbre de tratar de analizar las cosas más allá de filias y fobias, intentando dejar a un lado, en lo posible, el siempre inevitable hecho de que este o aquel te caigan más o menos simpáticos, o sean o no clientes, o amigos, o conocidos. Así que, como el ‘Don Erre que Erre’ de aquella vieja película protagonizada por Paco Martínez Soria, continuábamos insistiendo en los textos publicados en esta web sobre lo absurdo de una reglamentación que daba, primero, indudable ventaja a los Porsche, y que, después, una vez ‘rectificado’ lo anterior, se la otorgaba a los R4 plus.


Naturalmente, nadie nos hacía caso. Al fin y al cabo no somos nadie en este mundillo lleno de federativos capaces, de pilotos y dueños de equipos que no solo miraban principalmente por sus intereses y de expertos ‘periodistas’ de toda la vida que sabían mucho mejor lo que realmente se necesitaba para hacer atractivo el cada vez más desangelado Campeonato de España de Rallyes de Asfalto. Así que, por supuesto, no vamos a presumir ahora de haber tenido la más mínima influencia en los cambios que han desembocado en un primer rallye del nacional 2017 lleno de interés y alicientes. Porque, evidentemente, nada hemos tenido que ver en ello. Pero, como decían los siempre ocurrentes protagonistas de ‘Vaya Semanita’ en uno de sus ‘sketchs’ sobre los estereotipos de los vascos, ‘lo que realmente nos pone cachondos es tener razón’… y aunque no soy vasco, no puedo evitar que eso de ‘tener razón’ me suba… la moral. Porque, después de todo, si algo ha dejado claro este rallye de Sierra Morena con el que se ha iniciado la temporada del 2017 es que TENÍAMOS RAZÓN cuando nos quejábamos de la superioridad de los Porsche, primero, y del EVO X R4 plus, después. TENÍAMOS RAZÓN cuando no nos creíamos eso de que no se apostaba por los R5 solo por su precio y TENÍAMOS RAZÓN cuando abogábamos por la normativa FIA al menos en lo que respecta a los coches más punteros del campeonato. Entonces lo imaginábamos, basándonos en sensaciones y datos que podían ser o no acertados, ahora ha quedado demostrado.


En cuanto la reglamentación ha acabado, por fin, con las ventajas que ofrecía a los GT y los R4 ‘plus’, convirtiendo a los R5 en los coches más competitivos el panorama ha cambiado… ¡y de que forma! Y ha cambiado a mejor, con un grupo de pilotos que compiten al volante de coches de características equivalentes y prestaciones similares por el simple hecho de haber sido concebidos bajo una misma norma en cuya redacción, además, ninguno de los ‘actores’ del certamen ha tenido el menor peso. Ahora ya no importa que los costes de adquisición y mantenimiento de esos indudablemente carísimos R5 ‘FIA’ sigan siendo tan desorbitados como ya lo eran. Bueno, si que importa, pero, sabe Díos cómo, unos y otros, todos aquellos que decían que era imposible, ahora pueden permitirse un R5 más o menos ‘pata negra’. Porque ahora, si quieres ganar, has de tener uno de esos… y de lo que se trata aquí es de ganar, salir para ser comparsa no le gusta ni le interesa a nadie.


Por eso, en la línea de salida de Córdoba, sede este año del arranque del campeonato, todos los que optaban a ganar se presentaban con un flamante R5. Desde, Cristian García, quien (cosas de un certamen cuya repercusión, nos guste o no, es mínima) pese a ser el campeón en título era el último en cerrar un programa al volante de uno de los coches FIA, un Ford Fiesta de RMC decorado con los logos de las bicis de Daniel Alonso, hasta Iván Ares y Surayén Pernía, con sendos Hyundai, llenos de pegatinas de patrocinadores del más variado tipo, pasando por Pedro Burgo, que estrenaba uno de los muy deseados Skoda Fabia, la referencia en el sector (al menos en lo que al mundial se refiere), y por Sergio Vallejo, que seguía fiel a Citroen pero renovaba material con una nueva unidad. Eso si, los cinco sin contar con el masivo apoyo de las respectivas cuatro marcas que esperaban (¿soñaban?) quienes contaban con un retorno de estas en cuanto la reglamentación les resultase de nuevo favorable. Un apoyo que, a la hora de la verdad, y mas allá de proclamas más o menos optimistas o interesadas, iba del, como mucho, tímido al absolutamente nulo y que, incluso en el visible por la presencia de los logos del fabricante en las carrocerías, no hubiese sido suficiente para hacer correr ninguno de los cinco coches… aunque tal vez en alguno de ellos si haya sido ‘necesario’.

Un quinteto, en todo caso, formado por tres jóvenes y dos veteranos en el que pronto los primeros pondrían tierra (o, mejor dicho, asfalto) de por medio respecto a los segundos. Porque es ley de vida y porque, atenuantes a parte (problemas gástricos para Burgo, coche recién montado para Vallejo) a monturas similares el ritmo de unos y otros ya sabíamos que era diferente, como se había podido atisbar, por ejemplo, cuando los tres gallegos pilotaban sendos Porsches.


Y entonces, con los tres de la ‘nueva generación’ peleando por fin con armas parecidas, tuvimos ese rallye igualado de verdad, con diferencias al segundo y sin que uno tenga ventajas en este tramo y el otro en aquel, en función de si llueve o hace sol, o hay que recorrer más o menos rectas o curvas. Algo así como un retorno a los tiempos de los Súper 1600 que, será casualidad, también eran coches muy caros y concebidos bajo una norma extranjera, igual para todos los implicados en el nacional y en la que ninguno de ellos había tenido arte ni parte.


Qué en esa pelea al segundo en que Cristian, ‘Sura’ y Ares convirtieron el Sierra Morena, llena de alternativas y con los tres marcando scratchs y liderando en uno u otro momento, acabase ganando el aragonés se me antoja, además, como lo más justo. Y, también, ¿por qué no decirlo? como otro argumento que nos da la razón a comentarios vertidos en esta web a lo largo del año pasado. Porque, por un lado, si Cristian logró en el 2016 su primer título de Campeón de España no fue solo porque el R4 plus fuese el coche más competitivo del lote, su pilotaje también tuvo que ver. Pero, como ya dejamos dicho y escrito entonces, una cosa era intuir que el joven maño tiene, permítaseme la broma, ‘maña’ en eso de ‘volantear’ un coche de rallyes, y otra la superioridad con la que machacaba, una vez si y otra también, a todos sus rivales rallye tras rallye. Ahora, con mecánicas de prestaciones similares, Cristian demuestra que es capaz de ganar también, porque es muy bueno y quien lo dudase no sé hacia donde estaba mirando cuando pasaba a toda velocidad con el Mutsubishi. Pero gana por la mínima porque, después de todo, ni es Superman ni sus oponentes son mancos. Y lo mismo que en Andalucía ha ganado Cristian, tras un duelo al segundo, podrá ocurrir (y ojalá así sea, por el interés del certamen) que en otras ocasiones el triunfo se lo lleven Pernía o Ares. Al fin y al cabo, menos de diez segundos separaron al cántabro de estrenar el i20 con victoria en Córdoba. Y puede que hasta menos le habrían faltado (o igual ni eso) al gallego de no ser porque en la última especial acabó ‘estrenando’, en la menos positiva acepción del término, el R5 coreano cuando tocó contra un guardarail mientras buscaba darte la vuelta al resultado en el último momento.


Pero de eso se trata, precisamente, de que hasta el último momento haya pelea. Y de que esta se lleve a cabo con armas parecidas. Porque aun gustándonos mucho los coches y la mecánica, a todos nos llaman siempre mucho más las hazañas de las personas que los manejan. Queremos que el factor humano tenga influencia más allá de ser más hábil a la hora de reunir presupuestos, labor que, indudablemente, tiene su enorme mérito, pero ha de quedar en segundo plano cuando se habla de pilotos. Y eso, una vez logrado lo primero, aun a costa de hacer milagros para sufragar la millonada que cuestan estos flamantes R5, parece que si va a ocurrir por fin este año. Y es que, después de todo, y con todas las salvedades que se puedan hacer, que son unas cuantas y de las que tiempo habrá para hablar en otra ocasión... ¡resulta que si era posible!


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