MERCEDES SIGUE UN PASO POR DELANTE

La inesperada victoria de Vettel y Ferrari en el Gran Premio de Malasia abrió la puerta al optimismo de quienes veían cercano el final del dominio absoluto que viene ejerciendo Mercedes desde que entró vigor la nueva normativa de motores turbo híbridos en la fórmula 1.

Sin embargo, como ya comentábamos en nuestro artículo sobre las dos citas iniciales del mundial de fórmula 1 del 2015, el triunfo de la ‘scuderia’ en Sepang no debía engañarnos, los Mercedes habían sido también en aquella carrera los monoplazas más competitivos, y sólo la combinación producida por un alto desgaste de los neumáticos, la temprana intervención del coche de seguridad y la apuesta de Ferrari por ahorrarse una parada en boxes, aprovechando que su monoplaza era menos exigente con las gomas, había permitido el primer triunfo al volante de un monoplaza rojo del tetracampeón alemán.

ENGAÑOSO DOS A DOS ENTRE HAMILTON Y ROSBERG

Y, efectivamente, las cuatro siguientes carreras, los grandes premios de China, Bahrein, España y Mónaco, no han hecho sino confirmar esa sensación. Mercedes ha sumado cuatro nuevos triunfos, y tal vez la mayor sorpresa no haya sido eso (al fin y al cabo, el W06 sigue siendo el coche más competitivo por mucho que el Ferrari no esté tan lejos) sino su reparto entre los dos pilotos de la marca de la estrella. Un reparto equitativo que me parece tan o más engañoso para las expectativas de lucha que puede haber en lo que queda de campeonato como lo fue la victoria de Ferrari en Malasia. Y es que, por mucho que Rosberg haya ganado las dos últimas carreras, realmente sólo en Barcelona su triunfo fue merecido y convincente, mientras que en Mónaco el dominio de Hamilton estaba siendo de nuevo apabullante hasta que en el muro de Mercedes rizaron el rizo, le llamaron para un innecesario cambio de neumáticos extra, después de que Max Verstappen provocase la salida del coche de seguridad con su optimista intento de superar a Grosjean, y convirtiesen en un amargo tercer puesto lo que iba camino de ser una brillante e incontestable victoria que habría destacado aun más a Hamilton al frente del campeonato y, sobre todo, confirmado de forma poco menos que definitiva la superioridad del británico respecto a su compañero de equipo, algo que viene siendo una constante desde mediados de la pasada campaña y que amenazaba con convertir el campeonato del 2015 en un monólogo de Lewis.

FERRARI ESTÁ CERCA PERO NO LO BASTANTE

Pero pasó lo que pasó, y el inesperado regalo que permitió a Rosberg sumar su tercer triunfo consecutivo en las calles de Mónaco hace que las distancias entre los dos pilotos de Mercedes se hayan reducido y la lucha por el título se mantenga viva más allá de las remotas opciones que pueda aun tener Ferrari de mezclarse en la pelea y batir en alguna otra ocasión a las poco menos que invencibles flechas plateadas. Porque, las cosas como son, la mejoría de los monoplazas de Maranello es más que tangible, especialmente comparando sus prestaciones y resultados con el flojísimo año pasado de la histórica marca italiana, pero eso les sirve solo para ser los ‘mejores del resto’ y procurar estar lo más cerca posible de los Mercedes, con el objetivo de tratar de aprovecharse de algún error o problema mecánico… pero no es aun suficiente para convertir a sus pilotos, Vettel y Raikkonen, en alternativa consistente en lo que a la lucha por las victorias y el campeonato se refiere. Al menos, así ha sido en estas cuatro últimas carreras y, salvo que su mayor disponibilidad de ‘tokens’ para evolucionar el motor respecto a los de los alemanes les permita dar otro importante salto en sus prestaciones, así será probablemente en lo que resta de temporada.

CUATRO CARRERAS MUY PARECIDAS

El análisis del anterior apartado se confirma con un rápido repaso a como ha sido la pelea por la victoria en los cuatro últimos grandes premios, todos ellos ganados por Mercedes y en los que la oposición de Ferrari no ha sido suficiente para batir a los dos monoplazas de la escudería anglo-alemana aunque, al menos, si han podido mezclarse entre ellos en un par de ocasiones.

En China, con la lección bien aprendida después de lo visto en Malasia, Hamilton cuidó al máximo las gomas de su Mercedes, rodando siempre lejos del límite pero, aun así, con margen suficiente para controlar a su compañero de equipo y a la posible amenaza de los Ferrari. Ese ritmo ‘lento’ de Lewis acabó por complicarle la vida a su compañero, incapaz de inquietarle con una maniobra de adelantamiento pero, al mismo tiempo, viéndose frenado en sus cronos, lo que le hacía vulnerable a Vettel, que cerca estuvo de arrebatarle la segunda plaza. Una situación que sacó a relucir la frustración de Nico, batido en pista y, además, también en el plano psicológico por una cada vez más fuerte Lewis, cuya gestión de la carrera fue tan egoísta como lógica, al fin y al cabo el objetivo era ganar y, para ello, la mejor táctica era la enunciada en su día por otro piloto de las flechas plateadas, el gran Fangio: ¡hacerlo corriendo lo menos posible!

En Barhein, Hamilton volvió a ser el más rápido tanto en la sesión de clasificación, logrando una nueva pole, como en carrera, aunque en esta ocasión los frenos de su Mercedes a punto estuvieron de darle un disgusto. Al que si se lo dieron fue a Rosberg, quien de nuevo se vio amenazado por los Ferrari y, aunque logró repeler los ataques de un, por una vez, fallón e inconsistente Vettel, nada pudo hacer ante un renacido Raikkonen, que acabó arrebatándole la segunda plaza y cerca estuvo de tener ocasión de asaltar la primera gracias a su frenético final de carrera con las gomas más blandas.

El mundial llegaba entonces a España, para iniciar en Montmeló eso que los veteranos conocíamos como ‘la temporada Europea’ en los cada vez más lejanos tiempos en que la mayoría de las carreras del campeonato se disputaban en el viejo continente. Y en el trazado catalán fue, por fin, el turno de Rosberg. El hijo de Keke se mostró, por primera vez en todo el año, más rápido y eficaz que su compañero Hamilton, al que le tocó en esta ocasión el papel de segundón y de tener que pelear con los Ferrari en busca de una segunda plaza que Vettel tuvo en su poder durante buena parte de la carrera. Una pelea que acabó resolviéndose a favor del británico a base de estrategia, dada la imposibilidad de adelantar, aun con DRS, en el trazado barcelonés que, de nuevo, propuso la que será probablemente, una de las carreras más sosas y aburridas del año.

El triunfo de Rosberg, justo antes de su prueba fetiche, aumentaba el interés del gran premio monegasco, cuya repercusión mediática sigue siendo máxima por mucho que todos sepamos que luego, en pista, la carrera va a ofrecer espectaculares imágenes de los monoplazas pasando a milímetros de los guardarailes pero va a ser poco menos que una procesión sin apenas opciones reales de cambios en las posiciones más allá de lo que pueda ocurrir en los primeros metros. Por ello, la pole de Hamilton el sábado era todo un jarro de agua fría para las aspiraciones de Nico de intentar invertir la tendencia del campeonato, que pasaban por vencer también en Mónaco después de haberlo conseguido en España. Saliendo desde la primera plaza, Lewis no daba opción, marcaba el ritmo que le interesaba y se iba en solitario camino de una victoria de esas con más valor que el de los puntos en juego. Un triunfo que iba a ser otro mazazo más a su rival y una nueva demostración de ‘quien manda aquí’. Y, entonces, pasaba lo ya comentado unas líneas más arriba. Max Verstappen, que venía remontando de forma espectacular, aprovechando los doblajes del grupo de cabeza para ganar posiciones con arrojo y astucia, no se conformaba con quedarse detrás de Grosjean, le hostigaba en cada curva y acababa por cometer un error que muchos criticarán pero a mi no pudo menos que confirmarme que en el joven holandés tenemos lo más cercano que puede haber hoy día al espíritu indomable de Gilles Villeneuve. Porque ese no rendirse nunca y buscar el adelantamiento imposible eran las ‘marcas de fábrica’ del pequeño canadiense, y el joven Verstappen tiene, definitivamente, muchos de esos rasgos en su valiente pilotaje, los buenos y los malos, entrando en estos últimos los fallos propios de la siempre explosiva mezcla que supone combinar inexperiencia con valentía.

El caso es que el más o menos perdonable, según se mire, error de Max, provocó la salida del ‘safety car’ y el ‘exceso de celo’ de los estrategas de Mercedes que, pensando en asegurar aun más una victoria que ya era poco menos que segura, calcularon mal el tiempo del que disponían para que Hamilton pasase por boxes, montase un nuevo juego de neumáticos y volviese a la pista aun en cabeza. El resultado fue que Lewis se reincorporó a la subida que lleva al Casino cuando Rosberg ya estaba por delante y Vettel le pasaba por apenas unos centímetros, los suficientes para condenarle a la misión imposible de tener que adelantar al alemán de Ferrari en las pocas vueltas que quedaban. La posterior frustración, más que comprensible, del británico supone un nuevo episodio en esa pelea de personalidades que es su lucha con Rosberg. Una lucha que, al igual que el año pasado, va a ser el principal motivo de interés de un campeonato en el que Mercedes sigue marcando la pauta, por mucho que Ferrari no esté tan lejos y ¿quién sabe? igual puede dar alguna que otra sorpresa parcial, sobre todo en verano, si con altas temperaturas las gomas de Pirelli vuelven a sufrir más montadas en el muy eficiente W06 que en el SF15T diseñado por James Allison y que recuerda, en su ‘gentileza’ con los neumáticos, a aquel Lotus con el que Raikkonen y Grosjean eran los únicos que podían, de vez en cuando, poner en duda el dominio de los Red Bull hace unas temporadas. Pero de ahí a que Vettel puede inmiscuirse en la pelea por el título va un trecho que, me temo, es aun demasiado largo como para que el equipo italiano lo pueda recorrer en lo que falta de temporada.

LO DE McLAREN-HONDA ES UN FRACASO

Y hablando de caminos largos a recorrer para llegar a la cima, el que tienen por delante McLaren y Honda se nos antoja, ahora mismo, tan kilométrico como tortuoso y muy pero que muy cuesta arriba. Por mucho que Alonso y su siempre sumiso entorno mediático sigan con sus declaraciones positivas y su mensaje optimista, la realidad es tozuda y el desastre de temporada que lleva la nueva alianza británico-japonesa es total y no tiene paliativos. Ni en la peor temporada de su historia, aquella de 1980 en la que un ya veterano John Watson y un joven debutante llamado Alain Prost, apenas si lograban arañar un punto aquí o allá con el recalcitrante M29 (cuando sólo puntuaban los seis primeros, por cierto, no los diez mejores como ahora) ha tenido peores resultados McLaren en toda su larga trayectoria. Así que tratar de ‘vendernos’ casi como un éxito y un progreso tangible que en Mónaco hayan sumado sus primeros puntos con la octava plaza de Button (sólo posible por el doble abandono que supuso la carambola Vesrstappen-Grosjean) es poco menos que risible.

La realidad es que el McLaren-Honda es, ahora mismo, el uno de los peores conjuntos de la parrilla de salida, y su progresión, en cuanto a acercarse a los tiempos de cabeza, apenas si se está produciendo más allá de salir del absoluto pozo en el que estaban en Melbourne, cuando sólo hubiesen ganado a los Manor, cuya distancia al resto es la propia de un coche que ya era el peor el año pasado y que no ha evolucionado nada durante el invierno. Desde entonces, el margen de los McLaren respecto a los Mercedes ha fluctuado y, de hecho, fue menor, en porcentaje de tiempo perdido, comparando las mejores vueltas rápidas de cada coche, en Malasia, la segunda cita del año, de lo que la sido después en las siguientes. Y, por si fuera poco, no sólo faltan prestaciones sino que tampoco hay fiabilidad, dato si cabe aun más preocupante ya que esta suele ser más crítica cuando se ‘exprime’ la mecánica al máximo, cosa que aun están lejos de poder hacer los resignados pilotos de McLaren.

Evidentemente, recursos humanos, tecnológicos y, se supone, financieros (aunque en esto último no deja de sorprender que McLaren siga sin patrocinador principal) ha de haber para que la situación evolucione hacia posiciones más acordes con lo que se espera de ambas empresas… pero, ahora mismo, siendo realistas, por mucho que el chasis del McLaren del 2015 parezca haber nacido bien (debe de ser un coche dócil y de buena respuesta cuando Button, que nunca ha sido un gran ‘calificador’, está ganando a Alonso en el cómputo de los sábados), las sensaciones que deja el motor Honda se acercan más a los pobres resultados que alcanzaron las mecánicas japonesas en la pasada década, primero con BAR y luego con equipo propio, que a los fabulosos propulsores que convirtieron en casi imbatibles a los Williams y los McLaren a finales de los ochenta.

En todo caso, si de algo debería servir todo esto es para dejar en evidencia, una vez más, a toda esa caterva de presuntos expertos que llevan años ganándose la vida a base de vender historias sobre las presuntas habilidades mágicas del piloto español como ‘desarrollador’ capaz de convertir en ganador cualquier coche que le pongan entre manos. Algo que, simple y llanamente es falso, no porque dudemos de la capacidad al volante del sensacional piloto asturiano sino porque, hoy día, el margen de maniobra que en esos temas tiene cualquier piloto, por bueno que sea, es mínimo y si no le ponen entre manos un coche competitivo no tendrá nunca opción alguna de hacerlo ganador. Ni más ni menos que lo que está sufriendo este año Ricciardo con un RedBull-Renault que ya no es lo que era o lo que le pasó al propio asturiano en Ferrari… aunque comparando los resultados de esos cinco años con los de ahora, tan mal no le iban las cosas con la ‘scuderia’ italiana después de todo y entonces todo eran quejas y cualquier resultado fuera del podio poco menos que un inaceptable desastre.

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