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29|05|2014
 HAMILTON CONTRA ROSBERG, EL MUNDIAL VA A SER COSA DE DOS
La mala salida de Rosberg dio algo de emoción a lo que acabó siendo otro doblete Mercedes con Hamilton por delante
En España la feroz pelea entre los dos pilotos de las flechas plateadas dejó en evidencia al resto. Al final, victoria de Hamilton, que llegó a doblar al séptimo
La controvertida pole de Rosberg en Mónaco fue clave para la segunda victoria del alemán, que recupera el liderato pese a haber ganado dos carreras menos que su compañero de equipo
Alonso consiguió en China un muy meritorio podio para Ferrari pero el F14T está lejos de ser alternativa a los Mercedes
Ricciardo se está acostumbrando al podio, el asutraliano sigue demostrando su rapidez y es el que mejor partido le saca al Red Bull
La gran remontada que protagonizó en España es casi lo único positivo para Vettel en un año plaga do de problemas en su Red Bull
Ferrari, Red Bull, William y Force India conforman el segundo pelotón, con Renault y Toro Rosso al acecho
La gran sorpresa de lo que va de temporada tal vez haya sido la novena plaza de Bianchi con el Marussia en Mónaco, dos puntos que pueden valer millones de dólares para su equipo

En nuestro primer ‘punto de vista’ del 2014 el tema principal, incluso por encima de las numerosas novedades que este año presentaba el nuevo reglamento técnico de la fórmula 1, era la clara superioridad mostrada por los Mercedes en las tres primeras pruebas de la temporada, dominadas con claridad por las ‘flechas plateadas’ y en las que sólo la avería sufrida por Hamilton en Australia impedía que la marca de la estrella consiguiese tres rotundos dobletes. Una superioridad que se ha visto confirmada, y casi diría que ‘corregida y aumentada’ en las tres pruebas siguientes. Los grandes premios de China, España y Mónaco han supuesto otros tantos dobletes para los Mercedes, con dos a uno en el marcador de victorias (y también en el de poles) para Hamilton y con Rosberg recuperando, en el último, el liderato de la general que había perdido ante su compañero de equipo en el anterior.

El abismo de puntos entre los dos pilotos de Mercedes y el resto, encabezados por el siempre infatigable Alonso, tercero de la general más gracias a su habitual capacidad de no rendirse y a la falta de fiabilidad de los RedBull que a verdaderas opciones reales de ocupar dicha plaza con el poco convincente Ferrari, es tan grande como la diferencia que, carrera a carrera, consiguen en la pista los monoplazas de Hamilton y Rosberg sobre sus lejanos rivales.

En China sólo la mala salida de Rosberg hizo que hubiese algo de lucha entre un Mercedes y alguno de ‘los otros’, aunque ni Alonso con el Ferrari ni los Red Bull de Ricciardo y Vettel (de nuevo con el joven australiano por delante) pudiesen hacer poco más que aplazar en lo posible la inevitable remontada hasta la segunda plaza del ‘hijo de Keke’. Por delante, Hamilton se escapaba desde la salida y marcaba el ritmo que le convenía, sin necesidad de forzar, para sumar su tercera victoria de la temporada, cruzando la línea de meta con casi 20 segundos de ventaja sobre su compañero de equipo y con más de 23 sobre el Ferrari de Alonso que, al menos, lograba un podio que podía hacer albergar esperanzas a los ferraristas de que la llegada del nuevo ‘capo’, Mattiaci, produjese ese típico efecto de revulsivo que siempre se busca en el futbol cuando los resultados no acompañan y se cambia al entrenador como si eso fuese a resolver, de golpe, todos los males de un equipo cuyas raices son mucho más profundas.

En España, el cerrado duelo por la victoria entre Hamilton y Rosberg hizo que ambos no se guardasen nada… ¡y que el resto no tuviesen donde esconderse! El ‘menos lejano’ al final de las 66 vueltas al circuito de Montmeló (así lo seguiremos conociendo los que lo vimos nacer por mucho que se empeñen en complicarle el nombre) fue el Red Bull de Daniel Ricciardo ¡que cruzó la meta a casi 50 segundos!… y lo hizo, además, con cerca de medio minuto de ventaja sobre el siguiente, su compañero de equipo, Sebastian Vettel, de nuevo blanco de todos los problemas de falta de fiabilidad del RB10 (a ver quien habla ahora de maniobras proVettel en el equipo austriaco como cuando, en el pasado, era a Webber a quien le solía fallar la mecánica… o, más bien, la electrónica). El vigente campeón protagonizaba una fantástica remontada desde mitad de la parrilla con un coche muy eficaz en curva pero lentísimo en recta, lo que es todo un problema para adelantar en un trazado como el catalán y, de paso, volvía a dejar en ridículo a los que sostenían aquellas teorías de ‘no sabe adelantar’, ‘le puede la presión si no parte desde la pole’, etc, etc… más o menos los mismos que ‘veían fantasmas’ por todas partes cada vez que se averiaba el Red Bull de Webber… y ahora miran para otro lado cuando es el de Vettel al que le pasa de todo… aumentando, de paso, sus problemas para acabar de sacarle todo el partido a un monoplaza que, sin el difusor soplado, cuyo extraño estilo pilotaje él interpretaba como nadie, está siendo mejor aprovechado por su joven compañero de equipo.

A un par de segundos del alemán terminaba el Williams de Bottas, de nuevo brillante pero dejando la sensación de que, una vez más, (como en el año de los dobles difusores, por ejemplo), el veterano equipo británico ha perdido la ocasión de conseguir un gran resultado al inicio del año con un coche bien concebido pero cuya evolución es más lenta y va, carrera a carrera, alejándose de los puestos de podio a los que parecía seguro aspirante en pretemporada y en la primera cita del año. Y, sexto pero último de los no doblados, librándose de ello por los pelos, concluía Fernando Alonso que había sido batido por primera vez en la clasificación del sábado por su nuevo compañero de este año en Ferrari, Kimi Raikkonen, al que acababa ganando en carrera a base de estrategia… para disgusto del finés que empezaba ya a vislumbrar lo que puede significar compartir equipo con alguien tan o más hábil fuera de la pista que dentro (¡y dentro lo es mucho!). Qué el segundo Ferrari en el orden de carrera fuese el que tuvo preferencia en los dos cambios de neumáticos no dejaba de ‘mosquear’ a Kimi, que se preguntaba en voz alta, vía radio, al final de la prueba, por quien había tomado las decisiones en el muro. Unas decisiones que, aparte de poner en peligro su posición en cada pitstop, al hacerle parar después de su compañero pese a ir por delante, le habían terminado dejando en pista para el sprint final de carrera con un cambio de gomas menos y, por consiguiente, con ruedas muy gastadas y totalmente a merced de Alonso que, con gomas ‘frescas’ lo acababa superando pese a la férrea resistencia de un ‘iceman’ cuyo hielo debía de estar más que derritiéndose ante una vueltas postreras en cierto modo humillantes, indefenso ante el otro piloto con su mismo material y, más aun, ante los imparables Mercedes, que le acababan doblando para dejar con vuelta perdida a todos los que terminaban del séptimo para atrás.

Y hablando de estrategias diferentes y de controversias, la pelea entre los dos pilotos de Mercedes, que pasaban por encima del resto como apisonadoras, no había estado exenta ni de una ni de las otras… como sabríamos, en lo que respecto a lo segundo, cuando surgió otra aun mayor, en Mónaco. Centrándonos en lo primero, lo que ya se vio en pista en Montmeló fue la diferente estrategia en los cambios de gomas de uno y otro. Al igual que había pasado en Bahréin, Rosberg optaba por guardarse los neumáticos más blandos (o, menos duros, que este año de blandos poco) para el final… y, al igual que entonces, en contra de todo lo esperable Hamilton lograba resistir pese a ir calzado con el compuesto menos ‘perfomante’. Su defensa, absolutamente impecable y con menos ‘drama’ y riesgo de contacto directo que en la pista árabe, permitió al británico apuntarse su cuarta victoria consecutiva y pasar a liderar el mundial por delante del alemán, remontando, por fin, el ‘cero’ de Australia a base de cuatro triunfos seguidos… ¡así de costoso es un abandono en campeonatos como este!

Lo que no supimos viendo el gran premio de España fue que Hamilton y Rosberg no acabaron ‘tan amigos’ como habían terminado después de su precioso duelo bajo los focos de Bahrein. En esta ocasión la pelea dejó secuelas que, definitivamente, salieron a la luz en Mónaco cuando, el sábado, Nico se pasó de frenada en Mirabeau, saliéndose a la escapatoria y, de paso, provocando una bandera amarilla en el último minuto de la sesión de clasificación que dejó a Lewis sin el intento final de arrebatarle la pole más importante del año, no sólo por la fama y repercusión del gran premio monegasco sino, sobre todo, porque es la que suele significar prácticamente siempre la victoria al día siguiente. Si Rosberg se equivocó a propósito o su error fue el típico de ir a por todas y fallar sólo él lo sabe… aunque la verdad es que un análisis pausado de las imágenes deja bastantes dudas sobre la ‘presunta inocencia’ del alemán. En todo caso, los comisarios no encontraron evidencia de ello y la ‘pole’ se quedó en manos del piloto ‘de casa’, ya que se ha criado en estas calles que vieron triunfar a su padre en 1983, haciendo malabarismos con su Williams calzado con slicks para evitar el desastre en una pista húmeda y de dudosa adherencia... único modo de batir a los más potentes turbos al volante de un monoplaza equipado con el veterano V8 Ford Cosworth atmosférico.

Más de treinta años después, su hijo Nico casi tuvo que hacer más malabarismos ante los micrófonos de la prensa (siempre ansiosa por ‘una buena historia’, cuanto más polémica mejor) que sobre la pista para ganar por segunda vez el gran premio de Mónaco. Le bastó una buena salida, en la que no dio opción alguna a Hamilton de superarle, y luego no tuvo siquiera que preocuparse de que su compañero-rival se la pudiese jugar en el cambio de neumáticos, ya que, justo cuando tocaba hacerlo, se produjo una de las poco menos que inevitables intervenciones del coche de seguridad, lo que provocó la entrada en boxes simultanea de todos los de cabeza y acabó con la única y muy remota posibilidad que tenía Hamilton de rebasarle. La frustración de Lewis desde que el sábado las banderas amarillas le habían privado del último asalto a una ‘pole’ que parecía iba a ser suya, siguió creciendo vuelta a vuelta, en cada giro a los estrechos confines del trazado monegasco, sin más visión que la trasera del coche de Nico y sin más esperanza que forzarle a un error que nunca se produjo. Su mala cara en el podio y los cruces de declaraciones entre ambos, el inglés más que insinuando que lo del sábado había sido premeditado, el alemán defendiéndose negándolo todo y, de paso, acusando a su, ahora mismo, ‘ex-amigo’, de haberse saltado las consignas del equipo en España (la controversia que entonces ninguno vimos) usando un mapa de motor más agresivo y ‘no permitido’ en sus reuniones pre carrera, dejaban definitivamente claro que ‘¡es la guerra!’… como era de esperar cuando el título está en juego y ambos saben que son los únicos con armas capaces de llevarles a la victoria.

Así que, como ya nos atrevíamos a pronosticar tanto en pretemporada como después de las tres primeras carreras del año, definitivamente esto tiene toda la pinta de ser una versión moderna de aquel 1988 en el que Senna y Prost dominaron el mundial a su antojo con los McLaren MP4/4, ganando todas las carreras menos una (ocho para el brasileño, siete para el francés) y llevándose cada vez peor fuera de la pista. Entonces la ‘guerra total’ entre ambos acabó estallando realmente un año después, en el gran premio de San Marino del 89, pero esta vez me parece que ya ha empezado mucho antes. Por lo demás, polémicas y declaraciones más o menos malintencionadas o subidas de tono por parte de uno u otro a parte, el duelo en pista entre Hamilton y Rosberg se presenta de lo más interesante y, también en la forma en que se está desarrollando, puede llegar a recordar muy de cerca al de entonces entre el apasionado brasileño y el calculador francés. En esta ocasión es evidente que el papel del primero es para Lewis, también el más rápido en ‘velocidad pura’,  y el del segundo para Nico, igualmente capaz de ser más veloz en según que pistas y circunstancias aunque no posea la ‘punta’ de su rival. Entonces, se impuso la exhuberancia y la velocidad al cálculo y la regularidad… pero sólo porque el reglamento permitía descartar los peores resultados ya que, en puntos totales, la victoria habría sido para Prost. Ahora, cuando todos los resultados cuentan para la suma final, Hamilton ha de tener mucho más cuidado del que entonces debió tener Senna para no cometer errores o, simplemente, ser de nuevo víctima de la mala fortuna, en forma de averías, como ya lo fue en Australia. El sistema de puntuación actual hace que un ‘cero’ sólo se pueda remontar con cuatro victorias si tu rival acaba siempre segundo… y cuando entre los dos primeros y el resto hay la enorme diferencia que existe este año entre los Mercedes y sus competidores, esa situación va a ser de lo más habitual. Por eso, de hecho, después de seis carreras el líder es Rosberg aunque haya ganado sólo dos, venciendo Hamilton en las otras cuatro. ¿Injusto? posiblemente si, pero esas son las reglas del juego en vigor… con el añadido (que, en este caso, podría acabar beneficiando al ‘más ganador’) de la puntuación doble en la cita final del año.

Pero no nos adelantemos al tiempo, aun quedan muchos meses y muchas carreras, la siguiente en apenas semana y media, en Canadá, se presenta ya apasionante: una pista en la que Hamilton ha brillado siempre de forma especial y en la que no suelen faltar las sorpresas, los problemas de fiabilidad y hasta los chaparrones inesperados. Aunque esté claro que, salvo debacle, va a ganar uno de los dos Mercedes, el interés no me parece que vaya a ser menor por mucho que eso sea magro consuelo para los que sólo ven las carreras en función de unos colores, sean estos rojos, azules o cualquier otro de los diferentes tonos que este año están más que eclipsados por el fulgurante brillo de las flechas plateadas.

 

Texto: Daniel Ceán-Bermúdez, Fotos: Departamentos de prensa equipos F1