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14-15/06/2013 Rallye Ourense (Cto. España, 4ª prueba)
CRÓNICA

El año pasado la coincidencia de fechas con la Subida a Santo Emiliano nos privó de estar presentes en el único rallye de Orense con temperaturas benignas (¡y hasta lluvia!) en muchísimos años. Una climatología atípica para la prueba de la ciudad termal que no se repetía en nuestro retorno a la Ribeira Sacra en este, meteorológicamente hablando, extraño 2013, en el que parece que el buen tiempo no va a llegar nunca a regiones como nuestra Asturias, de la que partíamos el viernes a primera hora con ambiente más bien otoñal, cielos cubiertos y el termómetro apenas en los diez grados. Pero a medida que nos adentrábamos en el interior de Galicia los dígitos que indican la temperatura en el cuadro del FIAT Línea de MotorNalón iban subiendo a la vez que las nubes quedaban atrás, ancladas en la costa asturiana, y cuando llegábamos a ExpoOurense, el ya clásico ‘cuartel general’ de la segunda cita gallega del nacional de rallyes, el cielo era de un radiante azul, el sol brillaba con fuerza y estábamos ya más cerca de los treinta que de los veinte grados. En apenas cuatro horas y 400 kilómetros habíamos pasado del ‘casi todavía invierno’ asturiano a un ‘anticipo de verano’ mucho más propio de estas fechas, mediados de junio ya (¡qué rápido pasa el tiempo!).

Monzón-Deniz apretaron en los tramos de la tarde y sumaron su tercera victoria del año
Fuster-Aviñó se defendieron bien en los tramos más rotos pero no pudieron con el WRC
Pons-Amigó lideraron por la mañana, cediendo terreno después al bajar el rendimiento del EVO
Meira-Vázquez se cayeron de la pelea por el podio a causa de un palier y dos pinchazos

Este año las verificaciones estrenaban ubicación en un cercano centro comercial, al que nos dirigíamos de inmediato una vez recogidas las acreditaciones de prensa. Casi como si lo hubiésemos calculado a la perfección, justo cuando dejábamos el coche en el parking del Carrefour estaban llegando los Fiesta y Twingo R2, que se encuentran entre nuestros habituales focos de atención en cada prueba del nacional en lo que a trabajo se refiere. El ‘horario partido’ de las verificaciones, con pausa a mediodía, nos permitía comer con tranquilidad justo al lado y terminar con tiempo de sobra para charlar un rato bajo la cada vez más exigua sombra que proyectaba el edificio del supermercado, en el que se mezclaban los coches de correr con los de quienes acudían a hacer la compra del fin de semana. A esas horas, alrededor de las tres de la tarde del viernes, el calor ya era intenso y aunque tal vez no fuese para tanto (recuerdo otras ocasiones en las que el termómetro no bajaba de 40 en Orense) el hecho de no estar este año apenas acostumbrados a ver el sol lo hacía probablemente más notable. Fuese como fuese, pronto había que dejar la protección de la sombra porque ya llegaban el resto de participantes a verificar en el ‘segundo turno’, en el que se incluían las (pocas) novedades que presentaba la lista de inscritos de Orense respecto a lo visto hacía apenas un par de semanas en Vigo. De hecho, centrándonos en su ‘parte alta’, esas novedades se pueden resumir en cinco: los retornos de Ojeda (una vez reparado el DS3 del fuerte golpe sufrido en Cantabria) y José Antonio Suárez (que durante el Rías estaba ganando su primer rallye del JWRC en Grecia), el nuevo cambio de montura de Xevi Pons (otra vez con el EVO X en lugar del Porsche, averiado en el Rías) y, menos relevantes a nivel de posible protagonismo en la prueba pero interesantes por lo novedoso del piloto en un caso y del vehículo en el otro,  los debuts del canario Miguel Ángel Suárez (campeón de la Isla de la Palma que competía por primera vez en la península, con un EVO IX) y del Peugeot 208 R2 preparado por ARVidal que iba a estrenar el gallego Iglesias. Un coche del que habíamos leído maravillas apenas unas horas antes en el balance que la AutoSprint italiana hacía del arranque de campeonato en su país, en el que uno de estos ‘nuevos leones’, en manos del pluricampeón Andreucci, está logrando cronos extraordinarios, destacando también los tiempos de los inscritos en el monomarca correspondiente, que suelen ser mejores que los logrados por sus ‘primos’ del grupo PSA que participan en el certamen destinado a los más potentes DS3.

El resto de la ‘parte noble’ de la lista eran ‘los de siempre’ este año, es decir el Mini WRC de Luis Monzón, como gran favorito, y los posibles ‘outsiders’ ya vistos en lo que va de temporada: los Porsche de los hermanos Vallejo y de Fuster-Aviñó (de nuevo el tandem habitual tras el arranque de campaña con Dani Cué en el asiento de la derecha) y los Mitsubishi EVO X de Alberto Meira, Víctor Senra, Jonathan Pérez y Surhayén Pernía.
Senra, copilotado en Orense por Moncho López, repitió el cuarto puesto de Vigo
El Porsche de los Vallejo poco antes de pinchar en el primer tramo del sábado y abandonar
También se fueron pronto para casa Pérez-Alvarez, en su caso con problemas de frenos
Mucha peor fortuna tuvieron Pernía-García que vieron como ardía su EVO X

La imagen del WRC, con su aspecto de ‘Countryman’ familiar, aparcado delante de una tienda de moda me daba pie a sacar una de las ‘postales’ justo antes de pasar de nuevo por ExpoOurense para encontrarnos con nuestros amigos gallegos ‘Chapi’, ‘Nacho’ y compañía, dirigiéndonos con ellos hasta el ya habitual tramo espectáculo en el cercano polígono de San Ciprián. De camino al mismo dejábamos el equipaje en nuestra ‘base de operaciones’ para este rallye, el estratégicamente situado y muy recomendable ‘Hospedaje Cid’, un establecimiento con clientela de los más Racing, no en vano es propiedad de la familia del ‘Miudo’, piloto del regional gallego.

En el polígono el ambiente era aun escaso, y aunque iría llegando gente en los últimos minutos previos al inicio de la competición, el número de espectadores no era, ni de lejos, el de años anteriores, especialmente si lo comparamos con la primera vez que se disputó, en plena ‘época Nupel’, con tribunas repletas de invitados y aquella zona de tierra que tanto incordiaba a los ‘Porschistas’ y que ya había desaparecido el año pasado. Una zona que, al menos, aportaba algo de variedad a las fotos en un entorno bastante desangelado y poco fotogénico como suele ser el de cualquier instalación industrial de estas características.

Como era de esperar, Alvaro Muñiz repetía lo conseguido en el tramo urbano del Rías y se convertía en el primer líder del rallye, sacando de nuevo el máximo partido del ágil Lotus Exige para ser el más rápido en los apenas tres kilómetros de recorrido, distanciando en algo más de dos segundos a los Porsche de Vallejo y Fuster. Al primero le veíamos ‘empujar’ uno de los ‘new Jersey’ que delimitaban la penúltima de las varias chicanes del recorrido… un toque discreto, en todo caso, sobre todo comparado con el ‘arreón’ que le daba Monzón a la situada en la recta anterior, que se llevaba por delante sin muchas contemplaciones, dejando sobre el sucio asfalto un ‘puzzle’ de piezas rojiblancas imposible de reconstruir a tiempo antes del paso de Meira, que las tenía que sortear como podía ya que seguía de cerca al Mini en virtud del curioso ‘timing’ con el que se daban las salidas, al más puro estilo del tramo del Jarama en el rallye de Madrid, es decir propiciando que los coches acabasen rodando de dos en dos, haciendo rebufos o tratando de adelantarse como si de una carrera en circuito se tratase. Una situación que propiciaba el (poco) espectáculo que ofrecía el tramo, con pasadas como el inmenso exterior que le hacía José Antonio Suárez con el Fiesta R2 al Megane N4 de Carchat, pero que no dejaba de ser, como ocurre en la prueba madrileña, un show que en nada tiene que ver con lo que debería de ser un tramo de rallye con cronos valederos para la clasificación.

Unos cronos, en todo caso, que apenas iban a tener mayor significado al día siguiente cuando el rallye ‘de verdad’ arrancaba con el primero de los dos pasos previstos por los nuevos (o más bien ‘recuperados’) tramos de ‘Os Peares’ y ‘A Peroxa’. Dos especiales que eran la ‘comidilla’ en todos los corrillos previos a la prueba y que destacaban por ser totalmente opuestas a lo que suele ser cada vez más habitual en nuestros rallyes, es decir estrechas y de piso roto y bacheado. Al respecto de esto último, el estado del asfalto, será por que cada vez estamos todos más ‘mal acostumbrados’ a las carreteras lisas como ‘tapetes de billar’ o, simplemente, porque estaba realmente demasiado ‘roto’, pero el caso es que los comentarios eran poco menos que unánimes entre los pilotos: diría que a prácticamente ninguno les gustaba tanto bache… y, obviamente, menos a los que, por las características de sus coches, más iban a sufrir tratando de pasar deprisa sobre esos ‘agujeros’, es decir los pilotos de los Porsches. Para los dos que había en este rallye, Fuster y Vallejo, el balance del primer paso por los casi 30 kilómetros del enrevesado ‘Os Peares’ no podía ser más diferente. Mientras Fuster se situaba como líder tras lograr un sensacional segundo mejor tiempo, sólo superado (en apenas tres décimas) por el EVO de Pons, pero batiendo a todos los demás 4x4, con mención especial para los dieciséis segundos y medio que le endosaba al WRC de un decepcionante Monzón (sólo cuarto, superado también por el R4 de Meira), Vallejo se convertía en uno más de la casi decena que se iban para casa a las primeras de cambio. El de Meira pinchaba una de las ruedas traseras de su GT, y entre el tiempo perdido para parar y cambiarla, y el hecho habitual en estos casos de tener que pasar una de las delanteras para atrás y montar la de ‘emergencia’ delante, configuración con la que, además, tendría que completar también ‘A Peroxa’ y el paso por el tramo espectáculo, la decisión era retornar a la asistencia y decir adiós al rallye con una resignación ante los efectos que el mal asfalto podía producir en su coche que se resumía perfectamente en la frase con la que Diego, el copiloto, se refería a lo ocurrido cuando nos acercábamos al box de su equipo justo en el momento en que inspeccionaban la goma dañada: “era de esperar”.
Clara victoria en dos ruedas motrices para Ojeda, que volvió al campeonato copilotado por Tomé
Problemas de transmisión retrasaron a Vinyes-Mercader al tercer puesto en 2RM
Antxústegui-Pin acabaron siendo el mejor Suzuki en la meta a base de no fallar
El Fiesta R2 de Suárez-Carrera sólo duró dos tramos pero bastaron para causar sensación

La del Porsche de Vallejo no era la única baja relevante para la general (o las diferentes clasificaciones) que deparaba la larga lista de víctimas que se cobraba Os Peares. También ‘caía’ Jonathan Pérez, que se quedaba sin frenos traseros en su EVO X, trataba de seguir y acababa ‘en llanta’ y teniendo también que ‘marcharse para casa’. Otros que hacían poca ‘ruta’ eran tres Renault, el Megane de Carchat y los Twingos de Canedo y Otero. Los dos primeros sufrían problemas de alimentación de combustible que no acertaban a explicarse, y el tercero veía como una rueda le ‘adelantaba’ al romperse los espárragos de sujeción. Una avería que también cortaba de raíz, en el siguiente tramo, el espectacular arranque de José Antonio Suárez, que en la primera especial de la mañana había dado todo un recital de eso que se llama tener ‘ritmo de mundial’, empatando a la décima con el Swift S1600 de Vinyes y sacándole casi medio minuto a Antxustegui con el otro Suzuki oficial… prestaciones poco menos que ‘imposibles’ con un Fiesta R2 salvo que se lleve como lo llevó por los rotos caminos orensanos el joven piloto de Pravia.

En ‘A Peroxa’, tramo la mitad de largo pero, tal vez, el doble de difícil que el ya complicado ‘Os Peares’, Xevi Pons volvía a ser el más rápido, seguido esta vez de cerca por Monzón, que marcaba un crono menos lejano a lo esperable para un WRC en semejante tipo de terreno. Un terreno complicadísimo en el que Fuster no podía repetir el milagro de la especial anterior, siendo séptimo y perdiendo dieciséis segundos y el liderato… aunque en la general la ‘caída’ del levantino no era tan dramática, ya que sólo le superaba Pons, que se convertía en el tercer líder del rallye en tan sólo tres tramos disputados.

El cuarto era el corto ‘espectáculo’ de San Ciprián, en el que Fuster sumaba un scratch y recortaba un par de segundos respecto a Pons, que llegaba a la primera asistencia de la jornada como líder, con algo más de diez segundos de ventaja sobre el levantino, al que seguían de cerca Meira, tercero a diecisiete del líder, y Monzón, cuarto, a dieciocho y medio. Un margen que desaparecía de un plumazo en la repetición de ‘Os Peares’ cuando el canario, esta vez si, demostraba al menos parte del potencial del WRC y lograba su primer scratch del rallye, accediendo a la segunda posición de la general, a algo menos de catorce segundos de Pons. El catalán defendía el liderato con un magnífico crono, cediendo sólo cinco respecto al inalcanzable Mini, que ya superaba en la tabla al Porsche de Fuster y el EVO de Meira, empeorando ambos ligeramente su registro de primera hora de la mañana.

Sin embargo, la noticia en esos momentos, al final de una ya muy calurosa mañana de sábado en Orense no estaba, por desgracia, en esos cronos sino que era una mucho peor y que, además, me tocaba darle en persona a Roberto Méndez y su equipo. Mientras seguía los tiempos desde la sala de prensa, Jose me llamaba desde el tramo y me decía que el radio enlace junto al que se encontraba acababa de informar sobre el incendio del EVO X de Surhayén Pernía y Juan Luis García, que se habían parado a la salida de un cruce al darse cuenta de que el coche se estaba quemando. En estos casos, lo primero es saber si piloto y copiloto están bien lo que, por fortuna, se confirmaba de inmediato pero, de todas formas, el disgusto era, lógicamente, enorme tanto para ambos, que asistían impotentes al horrible espectáculo de ver como las llamas devoraban por completo el vehículo, pese a los esfuerzos de los hasta cinco equipos que paraban a ayudarles, como para la gente de RMC, cuyos miembros pasaban de la inicial incredulidad a la inevitable y desesperada aceptación que llegaba cuando les confirmábamos definitivamente la pésima noticia con otra llamada a nuestro compañero en la cuneta, situado a unos dos kilómetros del lugar del incidente y desde donde se vislumbraba ya una densa columna de humo negro, probablemente la peor imagen que se puede ver en cualquier competición del motor, ya que todos sabemos enseguida cual es su tremendo significado.
Los hermanos Pais siguen sumando victorias en grupo N y lideran el nacional de producción
Positivo debut en la península del canario Miguel Angel Suárez, copilotado por Ghuneim
'Rantur'-Cid, décimos scratch y primeros en R2, se quedaron pronto sin rivales en la Twingo
Pese a problemas de embrague, Aragonés-Bañobre llegaron a meta en el rallye de casa

Evidentemente, el tramo se neutralizaba y, me temo, el ‘shock’ creado por tan inesperado y desagradable incidente, acababa por afectar también al siguiente, cuya salida se daba sin que, por lo que parece, hubiese margen suficiente entre los coches de seguridad y el primer coche en competición, el Mini de Monzón, que superaba en pleno tramo al Seat León que ejerce de ‘cero’ en el nacional (y que, además, iba ‘tocado’, al romper un taco motor), y estaba camino de alcanzar al doble cero, sin percatarse su piloto de unas banderas amarillas mostradas a su paso que, según nos comentaban varios testigos presenciales, más que banderas eran banderines por su pequeño tamaño. La anulación del tramo era, por tanto, inevitable, aunque resultase realmente sorprendente que se hubiese llegado a tal situación… ¿problemas de público al agolparse en el tramo muchos espectadores procedentes del anterior, recién neutralizado? ¿mala coordinación entre dirección de carrera y/o caravana de seguridad y comisarios? Fuese por lo que fuese, el caso es que el segundo paso por los duros ‘Os Peares’ y ‘A Peroxa’ se convertía en todo un anticlímax con el que el rallye llegaba a una muy necesaria pausa del mediodía, en la que tocaba reponer fuerzas y moral después del mal trago que había sido para todos el incendio del coche de ‘Sura’ y ‘Juanlu’.

Con la tarde volvía la normalidad en todos los sentidos. Los tramos eran tres de ‘los de siempre’ estos últimos años en Orense (Toen, San Pedro de Rocas y Luintra), especiales en su mayoría rápidas y de buen piso, y a las que se daban las dos pasadas de rigor, sin más contratiempos. Un terreno muy diferente al de la mañana en el que Monzón no daba opciones a sus rivales, sumando cinco scratchs consecutivos para acabar cumpliendo los pronósticos y ganando el rallye hasta con cierta holgura pese a los discretos cronos de la mañana. Un bajo rendimiento, al menos para lo que se podía esperar del WRC que, pienso yo, casi todos achacábamos principalmente a una cuestión digamos ‘estatégica’, es decir, no arriesgar en el terreno más difícil sabiendo que podría bastar con ‘apretar’ en los tramos menos complicados. Sin embargo, el piloto canario esgrimía otra causa cuando le preguntábamos al respecto en la entrevista a final de rallye que grabamos para ‘Sobre Ruedas’. Esa causa eran unos síntomas de vértigo que no iban a más pero que le habían preocupado a primera hora del día. Un ‘vertigo’, en su apartado deportivo, que empiezan ya a sentir los rivales de Monzón ante la superioridad mostrada con el Mini en cuanto lo ‘exprime’ como lo hizo durante la tarde del sábado en Orense.

Así, aunque las diferencias nunca eran grandes, la sensación de que el rallye estaba resuelto flotaba pronto en el ambiente. Además, el fuerte calor empezaba a hacer mella en la mecánica del EVO X de Xevi Pons, que perdía rendimiento a medida que avanzaba el rallye lo que dejaba al catalán más pendiente de defenderse que de atacar en busca de recuperar el liderato perdido en el primer paso por San Pedro de Rocas. Una defensa que no era posible ante un motivado Fuster, que se empleaba a fondo, marcaba el único scratch que ‘dejaba’ Monzón (el del tramo final) y acababa segundo, a poco más de veinte segundos… aunque en sus declaraciones a radio y televisiones, y en su rostro resignado de final de rallye quedaba claro que no estaba nada contento con el nuevo ‘status quo’ del nacional. Y, la verdad sea dicha, no le falta razón al levantino para quejarse de la inferioridad mecánica de su Porsche respecto al WRC, fruto, en todo caso, del enésimo ‘vaivén’ de un reglamento que, demasiadas veces en los últimos años, se ha acabado haciendo más en función de las presiones y quejas de unos y otros que de una verdadera lógica deportiva. En ese sentido, que ahora los WRC (bueno, el WRC, que sólo hay uno y dudo que haya más) sea superior a los GT no hace sino dejar a los pilotos de estos últimos en posición similar a la que ‘sufrieron’ anteriormente quienes competían contra ellos a los mandos de los S2000. Tan impotentes se veían entonces aquellos ante la ‘caballería’ de los Porsche en la mayoría de los tramos como se ven ahora estos ante las superiores prestaciones del WRC… con el agravante, si cabe, de que ni siquiera les queda esperar un milagroso chaparrón para darles opciones, porque en ese caso, ellos tienen aun más que perder, no sólo ante el carísimo coche ‘mundialista’ de última generación sino, también, ante los siempre amenazadores R4.
Segunda victoria consecutiva en la Copa Suzuki para Pazó-Seoane
Víctor Pérez-Alejandro López volvieron a ser segundos en la Swift
El podio del monomarca de Suzuki lo completaron Adrián Díaz-Sara Fernández
La suspensión del Corsa de Vallín-González cedió cuando eran terceros de Nacional 3

Precisamente con uno de estos últimos estaba también en la pelea Alberto Meira, cuarto a mitad de rallye, a poco más de medio minuto del entonces líder Pons y a apenas una docena de segundos tanto de Fuster como de Monzón. Pero la tarde no iba a ser propicia para el de Vincios, que sufría la rotura de un palier en el primer paso por San Pedro de Rocas, lo que le obligaba a hacer Luintra 1 con su EVO tocado, dejándose en total casi dos minutos y cayendo hasta la quinta plaza. De todas formas, el cuarto puesto seguía estando a su alcance, ya que pasaba a ocuparlo Senra con 17.2 segundos de margen que se reducían a poco más de 4 tras la repetición de Toén. Pero estaba claro que no era el rallye de Meira, que pinchaba en la penúltima especial, y bastante hacía con llegar a meta tras pinchar también en la última… ¡y en el enlace posterior de vuelta a la asistencia! El Mitsubishi amarillo entraba en ExpoOurense literalmente ‘en llanta’, salvando al menos una quinta plaza que permite a su piloto mantener esa fantástica segunda plaza en la general del campeonato de España… algo así como ‘el primero del resto’ tras el inalcanzable dúo que, definitivamente, parece que van a ser Monzón y el WRC. El canario es el único que parece poder permitirse correr con uno de estos coches, cuyo precio de adquisición y, sobre todo, mantenimiento, resultan todo un contrasentido en una época en la que, se supone, el, objetivo de las normativas se encaminaba a reducir costes. Por ello no deja de sorprender que se les haya admitido este año (no permitiendo, ya puestos a ‘abrir la mano’, la entrada de los WRC 2 litros de la generación anterior, de los que alguno ‘menos caro’ hay por el mercado). Un cambio de parecer en la española que, unido a otros, como la súbita modificación de la normativa de reconocimientos (que, dicho sea de paso, me parece razonable, otra cosa es que aplicase justo la semana antes de Orense ¿por qué no se adoptó ya en Canarias?) o situaciones puntuales como la del viernes, cuando el incidente de la ‘chicane’ antes mencionado no supuso penalización alguna como hubiese sido lógico, acaban dejando en el ambiente una sensación de que este año el favorecido es siempre el mismo. Que luego, además, según se baja del coche como ganador, se abrace a él, efusivamente, el delegado de seguridad de la federación, no deja de ser un gesto de esos que, seguro, no significa nada más que la amistad entre ambos… pero que, tal y como están los ánimos de sus rivales, resulta cuando menos inoportuno. Porque, en estos casos, lo mejor es aplicar siempre aquella máxima de Julio César sobre la honra de su esposa… ya sabéis, eso de ‘la mujer del César además de ser honrada tiene que parecerlo’.

Centrado el relato del rallye hasta ahora (¡y ya van cinco páginas!) en la lucha por las posiciones de cabeza, no podemos terminarlo sin dedicarle también unas líneas (o tal vez un par o tres de páginas más) al resto de destacados en las diferentes (¡y numerosas!) categorías en disputa en este Campeonato de España de Rallyes 2013. Al respecto de todas ellas, parece que alguno todavía no se leyó nuestro ‘manual de instrucciones’ del reportaje del Rías… porque sólo así se puede explicar el hecho de que el departamento de prensa de Suzuki ‘vendiese’ a bombo y platillo un ‘doblete’ de sus Swift S1600 en la (mal llamada) categoría de ‘dos ruedas motrices’ que, en realidad, nunca existió. Porque, como sabéis todos los que os leísteis el reportaje del anterior rallye (y muchos otros, que no es que descubriésemos nosotros la pólvora precisamente), en esa categoría compite desde que debutó el año pasado en Cantabria el Citroen DS3 R3T de Enrique García Ojeda, que en Orense se ‘merendó’ a los S1600 a base de marcar cronos soberbios en los tramos más difíciles, situándose finalmente en una fantástica sexta posición de la general y acabando con casi tres minutos de margen sobre el primer Suzuki, el de Antxústegui (Vinyes terminó por detrás de su compañero de equipo a causa de problemas de transmisión que le retrasaron muchísimo por la mañana). Así que, viendo como, además, los de comunicación de la marca japonesa rectificaron después (tras ‘solicitar aclaración a la RFEDA’… con leernos a nosotros les hubiese bastado) nos quedamos más tranquilos. Está claro que nuestro ‘manual de instrucciones’ era necesario cuando resulta que ni siquiera los más directamente implicados en el certamen tienen claro contra quien compiten… lo que, en todo caso, siempre es mejor, desde un punto de vista puramente ético, que haber estado ante un caso de aplicación del ‘no dejes que la verdad te estropeé una buena noticia’, conocida máxima de la ‘prensa amarilla’… la sensacionalista naturalmente.
Segunda posición en R2 para el Fiesta de Marco Lorenzo-Rodolfo Del Barrio
El podio de R2 lo completaron los asturianos Paniceres-Belzunces
Alvaro Muñiz, copilotado esta vez por Peña, volvió a ser el primer líder al ganar el tramo espectáculo
Cronos cada vez mejores para Oscar Pereiro y Luis Penido con el Mini Cooper Rallye

Entre el Citroen de Ojeda y los dos Suzuki (que ocuparon los puestos octavo y noveno de la general) se ‘coló’ el EVO X de Alex Pais, que sigue a lo suyo, sumando victorias en el grupo N y puntos en el Campeonato de España de las categorías 2,3 y 4 (ya sabéis, en caso de duda ver reportaje del Rías para más detalles). El piloto gallego de ACSM volvió a completar otro rallye de los suyos, sin hacer ruido pero sin cometer errores. Una ‘política’ que le está dando un fantástico rendimiento y que, ¿quién sabe? igual le permite, a final de año, poder añadir su nombre, con todo derecho, a la lista de pilotos que cuentan con un ‘Campeonato de España de Pilotos’ en su palmarés.

Completó los diez primeros el hasta hace no muchos años auténtico ídolo local, Jorge González ‘Rantur’. El tan tímido como rápido piloto orensano realizó un rallye magnífico, y aunque su actuación no resultase tan popular entre los aficionados como la del 2006, cuando lideró durante medio rallye (hasta que los frenos no pudieron más) con aquel EVO IX grupo N a cuadros azules y blancos por delante de todo un escuadrón de Súper 1600, no fue mucho menos meritoria, terminando décimo absoluto en su tercer rallye con el pequeño Twingo R2 y logrando, de paso, su primera victoria en el monomarca de Renault.

Y ya que hablamos de un EVO IX grupo N, con uno de ellos acabó finalmente en undécima posición el canario Suárez, que cedió la décima plaza en la última especial pero, de todas formas, llevó a cabo un rallye notable ya que no eligió precisamente una prueba fácil para el que era su debut en la península.

A continuación se clasificaron los primeros Suzukis de la copa, entre los que Víctor Pérez lideraba por la mañana hasta que, por la tarde, problemas en la dirección asistida le impidieron defenderse del furibundo ataque de Pablo Pazó, que acabó superándole para lograr su segunda victoria consecutiva de la temporada. Un resultado que le permite empatar al frente de la tabla del monomarca reservado a los Swifts con el cántabro, al que, viendo los tiempos de las diferentes especiales y teniendo en cuenta que en la copa Suzuki se da un punto al ganador de cada tramo, le hizo buen favor el otro piloto de su región en liza, Dani Martínez, autor de un estratosférico scratch en el primer paso por Luintra. Ahí, según los tiempos oficiales, fue nada menos que noveno absoluto, aventajando al siguiente Swift, el de Pablo Pazó, en más de veinte segundos. Teniendo en cuenta que en todos los demás tramos el joven cántabro estuvo siempre alrededor del puesto diez de la copa, el ‘tiempazo’ nos resultó cuando menos extraño y como justo cuando lo estábamos comentando pasaba por la sala de prensa el responsable de Mastercom le preguntábamos al respecto. A él también le ‘chocaba’ el dato pero, al rato, volvía y nos decía que las tiras de cronometraje estaban bien, aportándonos incluso una copia impresa de los datos del GPS del coche número 37 que corroboraba lo publicado en la clasificación. De todas formas, que en el segundo paso por Luintra, el crono de este mismo coche fue exactamente un minuto peor (situándole de nuevo en su puesto habitual del resto de las especiales) no hacía sino aumentar nuestras dudas al respecto. Y como da la casualidad que un amigo había estado haciendo fotos en ese Luintra 1, le pedíamos los datos EXIF de las fotos de los Suzuki y, aproximadamente a la altura del kilómetro 6 (cerca de mitad de especial, por tanto), Dani pasaba con un crono que ya era peor en unos cuantos segundos respecto al de Pazó. Así que, o el cántabro encontró un atajo milagroso en la segunda mitad de la especial o su tiempo está mal, por mucho que diga el GPS… cuestión que, independientemente de la importancia que pueda tener o no ese punto extra en la clasificación de la Swift, no deja de ser preocupante porque si no nos podemos fiar de los cronos oficiales apaga y vámonos.

Y hablando de irse, ya va siendo hora, que estamos a jueves por la tarde, la semana está siendo dura (salpicándonos, sin comerlo ni beberlo, incluso algo del barrizal que se montó estos días en las redes sociales a resultas de ciertos mensajes de Twitter cuya responsabilidad alguno se empeña en atribuirnos sin saber de lo que habla) y el fin de semana de Santo Emiliano ya está ahí, a la vuelta de la esquina. Aunque este año la participación sea más floja (signo de los tiempos, me temo) el simple hecho de que se haga la carrera pese a todos los problemas por los que atraviesa el Langreo Motor Club ya es toda una alegría. Como, además, en ella estamos como en casa, y el ambiente del nacional de montaña suele ser de lo más relajado, diría que la carrera langreana llega en el momento justo para olvidar cuanto antes otro fin de semana en un rallye del nacional que volvió a dejarnos ese mal sabor demasiado habitual ya de otras ocasiones, causado por un cocktail de quejas, protestas, polémicas, mal ambiente y peores ‘rollos’. Así que las vacaciones de verano del campeonato, que retornara a finales de agosto, en Ferrol, no podían llegar en mejor momento.

Texto: Daniel Ceán-Bermúdez
Fotos: ST Photosportpress, Iago y Antonio Barrero