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En Spa nadie pudo seguir el ritmo de Vettel y su Red Bull...
 
...y en Monza sólo los árboles del parque milanés pudieron hacerles algo de sombra
 
Vettel logró en el espectacular escenario de Singapur su triunfo más aplastante
 
La cuarta victoria consecutiva del imparable alemán llegó en Corea
 
En Suzuka Webber logró la pole pero la victoria acabó de nuevo en manos de Vettel
14|10|2013:

LA IMPARABLE ESCAPADA DE VETTEL

Pues no, definitivamente la pelea por el título mundial de fórmula 1 no ha sido finalmente ni tan abierta ni tan apasionante como vaticinaba (¡y deseaba!) en mi anterior comentario sobre el campeonato del 2013, escrito justo después del gran premio de Hungría, cuando Hamilton y su Mercedes se mostraban rapidísimos, Raikkonen y su Lotus seguían tratando los delicados Pirelli mejor que nadie, Alonso y Ferrari continuaban con su habitual consistencia y excelente ritmo en cada carrera y todos ellos parecían poder amenazar el liderato de Vettel y RedBull. Sin embargo, cinco carreras después todo está ya resuelto a favor del alemán y el monoplaza de la bebida energética, binomio poco menos que imbatible desde entonces… mostrando, además, una superioridad tal, incluso en las pistas en teoría menos propicias para el monoplaza diseñado por Adrian Newey, que no ha dejado a sus rivales más opción que resignarse y luchar por las (pocas) migajas del pastel que no se ha comido el insaciable Sebastian, capaz de ir en busca de la vuelta rápida en los últimos giros, aunque vaya ganando con clara ventaja, sólo por pura y simple satisfacción personal.

Qué la lucha iba a ser menos igualada de lo que esperábamos (¡y de lo que nos hubiese gustado!) se empezó a ver con claridad en el fantástico escenario que siempre es el circuito de Spa Francorchamps. Una pista tradicionalmente poco propicia para la habitual falta de velocidad punta de los RedBull pero en la que Vettel se mostró intratable desde el momento en que superó en plena aceleración a Hamilton saliendo del Raidillon. El británico había logrado la ‘pole’ el sábado en una sesión de clasificación marcada por el clásico clima cambiante de Spa que a punto estuvo de permitir a su compatriota Paul Di Resta dar la gran sorpresa y conseguir el mejor crono con su Force India gracias a ser el único que había acertado con las gomas al primer intento en la Q3. Pero en el último momento, con una pista seca en unas zonas y mojada en otras, al más típico estilo del trazado belga, los pilotos de Mercedes y RedBull encontraron el agarre necesario para superarle, dando esa vuelta extra de ‘todo o nada’ que no pudo alcanzar a tiempo Alonso por haber cometido un error en el giro anterior. Un fallo relevante que le hizo desaprovechar una gran oportunidad de pelear por la ‘pole’, por mucho que en las declaraciones posteriores el piloto asturiano echase balones fuera, llegando incluso a hablar en su ‘twitter’ de una supuesta (y rápidamente desmentida por su equipo) falta de gasolina, en otro de los cada vez más numerosos desencuentros dialécticos con la ‘scuderia’ que, probablemente no sea casualidad, están marcado la relación de Fernando con Ferrari desde que se empezó a barajar, cada vez con más insistencia hasta su posterior confirmación definitiva, el nombre de Raikkonen como sustituto para Massa en la ‘alineación’ del equipo italiano para 2014.

Pero si el sábado Hamilton pudo hacer valer su indudable y superior habilidad sobre asfalto de adherencia cambiante, el domingo, con el sol iluminando el precioso paisaje del bosque de las Ardenas y el negro asfalto de Spa-Francorchamps completamente seco nadie pudo siquiera pensar en acercarse a Vettel y su RedBull. Una vez superado el Mercedes del ‘poleman’, la escapada del alemán fue imparable y le condujo a una rotunda victoria, con vuelta rápida incluida y más de quince segundos de ventaja sobre el segundo clasificado, un enrabietado Alonso que el domingo volvió a hacer lo que tiene que hacer, hablar en la pista, remontando sin descanso y sacando, esta vez si, el máximo partido de un Ferrari que tenía en el trazado de Spa su, tal vez, penúltima oportunidad de plantar cara al Red Bull… o al menos de intentarlo si hubiese clasificado bien el día anterior.

Y si la de Spa podía ser la penúltima pista donde, en teoría, la mayor velocidad punta del Ferrari podría permitir a Alonso complicarle la vida al más eficiente aerodinámicamente Red Bull de Vettel, Monza, la semana siguiente, era probablemente la última. Y, de nuevo, cualquier opción de que el asturiano batiese al alemán se esfumaba en otra desastrosa sesión de clasificación del sábado, rodeada de nuevo de polémicas entre piloto y equipo y concluida con una rotunda ‘pole’ para Vettel, secundado por su compañero de equipo Webber. Los RedBull ahuyentaban fantasmas del pasado relativos a su histórico peor rendimiento en el rapidísimo ‘templo de la velocidad’ italiano y dominaban por delante del sorprendente Sauber de Hulkenmberg, cuyos estrechos pontones le ofreceían una mayor penetración en el aire siempre bienvenida en las interminables rectas del parque milanés. Que el monoplaza suizo equipado con motor Ferrari terminase delante de los dos coches rojos, situados además en el ‘orden equivocado’, con Massa por delante de Alonso después de fracasar de forma estrepitosa la táctica de usar al brasileño para ayudar con su rebufo al español no hacía sino dejar poco menos que sentenciada la carrera. Para tratar, siquiera, de inquietar a Vettel, lo mínimo es salir no ya delante de él sino, como mínimo, al lado o justo detrás. Pero, por mucho que Alonso superase enseguida a Hulkenberg y a Webber, que de nuevo salía fatal, y que Massa se hiciese pronto a un lado sin crear problemas, cuando el primer Ferrari se situaba por fin segundo sólo podía ver ya, de lejos, la parpadeante luz trasera del RedBull sobre la que acababa quejándose Fernando a final de carrera como inútil muestra de frustración ante la que era, de nuevo, una ocasión perdida… casi seguramente la última.

A todo esto, al menos Alonso y Ferrari habían ‘salvado los muebles’ el domingo, tanto en Bélgica como en Italia, con esos dos segundos puestos que les mantenían, aunque fuese matemáticamente, en la pelea por el título. En cambio, las cosas no podían ir peor para los otros dos aspirantes al campeonato cuando se cerraba la primera mitad de temporada: Raikkonen y Hamilton. El finlandés veía como su increíble racha de carreras terminadas en los puntos se desintegraba del mismo modo que el carbono de sus frenos en Spa, terminando también con un ‘cero’ en su casillero en Monza después de un problemático fin de semana, con mala clasificación el sábado y un toque en los primeros compases de carrera, el domingo, que hacía inútil su tenaz remontada. Y al británico tampoco le iban mucho mejor las cosas en las dos pistas más rápidas del campeonato, en las que su Mercedes no estaba al altura ni de los RedBull ni de los Ferrari. En Spa, tras el milagro de la pole sobre piso deslizante, Lewis no podía hacer nada en seco, ni para seguir la estela de Vettel ni para oponer resistencia a la imparable recuperación de Alonso, acabando al menos en el tercer escalón del podio. Pero en Monza, después de una clasificación desastrosa para la que no buscaba excusas, haciendo eso tan poco usual en pilotos de este nivel de echarse a si mismo todas las culpas, de modo además realmente explícito, Hamilton protagonizaba el domingo las maniobras más atrevidas del gran premio para tratar de paliar tanto los efectos de su mala posición en parrilla como los de un pinchazo lento, no pudiendo, pese a todo su arrojo, terminar más arriba de una insuficiente novena plaza que le alejaba de forma poco menos que definitiva de cualquier opción al campeonato.

Así las cosas, con Vettel cada vez más consolidado en cabeza y Alonso quedándose sólo en el complicado papel de perseguidor, la fórmula 1 llegaba a ese escenario de ciencia ficción que me sigue pareciendo, cada vez que lo veo por la tele, el trazado de Yas Marina, en Singapur, donde el gran premio se disputa por la noche en una pista iluminada y rodeada de edificios que parecen sacados del decorado de Blade Runner. Un escenario casi irreal como lo acababa siendo la alucinante superioridad mostrada entre los muros de la pista asiática por Vettel y su RedBull. El alemán dominaba la clasificación del sábado, permitiéndose incluso el lujo de renunciar a su último intento en la Q3 para así guardarse un juego nuevo extra de superblandas para la carrera, y aunque no salía bien el domingo apenas si perdía el liderato durante los pocos metros que el morro del Mercedes de Rosberg asomaba por delante suyo al paso por la primera curva. Una vez restablecida la situación antes del siguiente viraje, Sebastian se escapa a un ritmo imparable que sólo perturbaba la intervención del ‘coche de seguridad’ causada, ironías del destino, por quien será su compañero de equipo el año que viene, Dani Ricciardo, cuyo Toro Rosso se estrellaba aparatosamente contra las protecciones. Además, mientras que sus inmediatos perseguidores aprovechaban el momento para efectuar el cambio de neumáticos, en RedBull optaban por mantener a Vettel en pista en lo que parecía un evidente error que le podía costar la victoria. Pero entonces era cuando el alemán le sacaba, de verdad, todo el jugo a su extraordinario monoplaza, un coche que en manos de Seb se convertía poco menos que en una nave espacial de esas que no desentonarían nada en un entorno tan futurista. Volando bajo más que rodando, el RedBull se iba sin remisión de sus incrédulos seguidores, a los que endosaba dos segundos por vuelta de forma poco menos que constante durante los siguientes veinte giros, acumulando margen más que suficiente para entrar en boxes y salir de nuevo en cabeza después de montar otro juego de gomas extrablandas en sustitución del que se había ahorrado el sábado en un ejercicio que, por mucho que molestase al cada día más insufrible comentarista televisivo que nos toca soportar desde hace ya demasiados años, era mucho más de estrategia que de arrogancia y cuyo valor se ponía en evidencia en ese implacable ‘stint’ que demolía por completo las opciones y, sobre todo, la moral de sus adversarios. Entre estos, emergía de nuevo Alonso con otro fin de semana marca de la casa, decepcionante el sábado, inmejorable el domingo. De nuevo la Q3 del asturiano era más que pobre, séptimo y otra vez por detrás de su compañero Massa, desastre que solventaba en la carrera con una salida absolutamente magistral que le situaba tercero en un abrir y cerrar de ojos. Después ya era cuestión de ritmo y de estrategia para superar a Rosberg y el Mercedes camino de otra segunda plaza que, a estas alturas, ya servía para poco más que seguir esperando en desgracias ajenas, en forma de averías en el RedBull o errores de Vettel, porque, visto lo visto, el campeonato ya estaba más que decidido a favor del alemán.

Una decisión que ya es sólo cuestión de tiempo y hacia la que Vettel daba un paso más con otro contundente triunfo en Corea, acompañado de nuevo de ‘pole’ y vuelta rápida. Otro ‘grand chelem’ para el insaciable Seb al que esta vez, de nuevo, sólo complicaban algo la vida las dos interrupciones por safety car, debidas al preocupante reventón del maltratado neumático delantero derecho del McLaren de Sergio Pérez, y al no menos llamativo incendio que se producía en el Red Bull de Webber cuando era embestido en la posterior ‘resalida’. Aun así, y pese a que los Lotus rodaban realmente rápido, protagonizando Raikkonen una sensacional remontada que le acababa llevando hasta la segunda plaza desde el puesto nueve de salida, nadie podía evitar la cuarta victoria consecutiva de Vettel. Un triunfo que unido al flojo sexto puesto de Alonso, cuyo Ferrari no tenía respuesta para el Sauber de Hulkemberg, muro infranqueable también para el siempre peleón Hamilton, abría incluso la puerta a que el título se pudiese asignar de forma matemática la siguiente semana en el siempre majestuoso escenario que es el circuito de Suzuka.

Y aunque finalmente el campeonato siga aun abierto después del gran premio japonés, el quinto triunfo consecutivo de Vettel unido al cuarto puesto de Alonso hacen que la adjudicación final del título a favor del alemán sea ya poco más que una formalidad, bastándole un quinto puesto en cualquiera de las cuatro carreras que restan para asegurarse su cuarta corona consecutiva aun en el más que improbable caso de que el español pudiese lograr la victoria en todas ellas. Al menos, la de Suzuka fue la carrera más igualada en lo que respecta a la pelea por el triunfo de estas últimas cinco en las que finalmente siempre ha acabado pasando primero bajo la bandera a cuadros el RedBull número 1. En esta ocasión, un fallo en el KERS de su monoplaza convirtió a Vettel en vulnerable ante su compañero de equipo, Webber, en la Q3 del sábado, logrando por fin el australiano partir por delante del alemán esta temporada, tras quince carreras consecutivas clasificando siempre por detrás. Luego, en carrera, los dos monoplazas azules arrancaron perezosamente, lo que permitió a Grosjean superarlos con su Lotus y, casi también, a Hamilton, cuyo Mercedes se colaba entre ambos al más puro estilo ‘Villeneuve Brasil 1980’… con la mala fortuna de que su neumático trasero derecho se pinchaba al pasar sobre el afilado canto del alerón delantero del RedBull de Vettel. Se desarrolló entonces una tensa batalla entre el Lotus del francés y los dos RedBull, con Webber por delante de Vettel. Pero el australiano no pudo o supo aprovechar la ocasión, superando a Grosjean para lanzarse camino de la victoria, quedándose detrás mientras desgastaba sus ruedas. En el muro de su equipo lo vieron claro, para ganar había que jugar otras bazas, ya que de seguir tanto Webber como Vettel la misma estrategia a dos paradas que, presumiblemente, llevaba Grosjean, las posiciones no tenían pinta de cambiar. Así que al australiano, siempre más voraz con las gomas, se le cambió a tres paradas, provocando de paso, con su algo más temprana entrada, la incertidumbre en Lotus respecto a cuando hacer parar a Grosjean, que lo hacía poco después y, mientras tanto, Vettel ‘estiraba’ algo más sus neumáticos, cambiaba algo más tarde y cuando volvía a pista, detrás del francés pero con gomas más ‘frescas’, lo superaba con rapidez, resolviendo en un puñado de vueltas lo que su compañero de equipo no había logrado en todo el primer tercio de carrera. A este, disuelta la esperanza de que el Lotus fuese tan infranqueable para Vettel como lo había sido antes para él, le quedaba ya sólo la opción de buscar la remontada con las superblandas en las últimas vueltas, pero aun con una clara ventaja de gomas a su favor le costaba demasiado pasar a Grosjean como para soñar siquiera con alcanzar y rebasar a Vettel en un postrero sprint, teniendo que conformarse una vez más con el siempre incómodo papel de segundón.

Por detrás, a un mundo de los tres primeros, en buena parte por ‘culpa’ de otra brillante actuación de Hulkemberg, que volvía a ser una barrera casi infranqueable durante buena parte de la carrera, acababa Alonso, lastrado una vez más por otra nefasta clasificación el sábado, cuando sólo podía ser octavo, a tres décimas de la quinta plaza ocupada por Massa con el otro Ferrari. Luego, en carrera, el ritmo de Fernando volvía a ser, como de costumbre, mucho mejor que el de Felipe, pero a este ya no le quedan ganas de hacerse a un lado cuando toca para conseguir otra renovación en su contrato, así que durante todo el primer tercio del gran premio el muro para Alonso era doble, formado tanto por el Sauber de ‘Hulk’ como por el ‘otro’ Ferrari. Cuando finalmente lograba superarlos a ambos, las diferencias con el trío de cabeza eran insalvables por lo que el cuarto puesto era lo máximo a lo podía aspirar el asturiano, a cuyas espaldas terminaba su próximo compañero de equipo, Raikkonen, de nuevo también remontando tras fallar el sábado. Un tema, este de clasificar bien, que tanto uno como otro deberán ‘afinar’ de cara al año próximo porque está claro que en la fórmula 1 actual, una vez abandonadas las desastrosas Pirelli de inicio de temporada, la posición de salida es clave salvo raras excepciones propiciadas por carreras ‘extrañas’ debido a la lluvia o los coches de seguridad. Así que, aunque sea verdad eso de los puntos se dan el domingo, que tanto se dice cuando se tiene un mal resultado el sábado, la verdad es que es el día anterior al gran premio cuando se reparten muchas de las papeletas para ese reparto de recompensas. Y en sacar el máximo partido del monoplaza a una sola vuelta para partir delante está, precisamente, una de las principales claves del extraordinario dominio de Sebastien Vettel, que basa en ello esas ‘pole positions’ desde las que construye sus imparables escapadas camino de victorias que parecen fáciles pero no lo son. Porque hacer que lo difícil parezca fácil es precisamente lo más complicado, y en eso Seb se está convirtiendo en todo un maestro, no en vano este año va a lograr su cuarto título mundial consecutivo…¡como si eso fuese fácil!