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09|11|2012 CUATRO PUNTOS MÁS, DOS CARRERAS MENOS

Cuatro puntos más de ventaja para Vettel, dos carreras menos en las que recuperarlos para Alonso. Ese es el balance, en puros y fríos números, que han deparado los dos grandes premios disputados en fines de semana consecutivos en India y Abu Dabi. Dicho así todo parece apuntar en la misma dirección hacia la que ya se estaba dirigiendo el desenlace del campeonato tras las dos anteriores citas asiáticas de Japón y Korea, con el alemán al frente de la tabla siempre seguido de cerca por el español, inasequible al desaliento pero viendo como, poco a poco, su rival se va escapando camino del ansiado tercer título.

Sin embargo, las carreras disputadas en los trazados de Budhh y Yas Marina no pudieron ser más diferentes en todos los sentidos, desde su desarrollo a su resultado final. El Gran Premio de India siguió el esquema más habitual en la mayoría de los triunfos de Vettel y su RedBull: dominando de principio a fin desde la pole. Una forma de ganar que, curiosamente, se está convirtiendo en el principal argumento de quienes se empeñan en minimizar los éxitos del joven bicampeón alemán… como si lograr la pole position fuese fácil y como si completar una carrera perfecta, desde la arrancada hasta el paso por meta, resultase sencillo. Para ambas tareas, aparte de tener un coche competitivo (evidentemente, el RB8 lo es, y mucho, especialmente en esta parte final de campaña) hace falta saber sacarle el máximo rendimiento, tanto en ese siempre dificilísimo ejercicio que es lograr la ‘vuelta perfecta’ en calificación como en el no menos complicado de ser capaz de rodar desde el primer segundo a un ritmo suficiente como para ponerse fuera del alcance de los rivales. Algo, esto último, que se complica con un coche que no tiene nunca entre sus virtudes la de ser de los más rápidos al final de las larguísimas rectas tan habituales en los ‘tilkódromos’ sobre los que se disputan la mayoría de carreras del mundial de fórmula 1. Todo ello lo consigue Vettel con esa cualidad que sólo tienen los mejores, hacer fácil o lo difícil… o, más bien, ¡hacer que lo difícil parezca fácil! Ni más ni menos lo mismo que hacía Alonso con el Renault cuando dominaba con mano de hierro las primeras carreras de sus dos temporadas triunfales con la marca francesa, en el 2004 y el 2005. Algo que estaba a su alcance pero no al de su compañero de equipo, aunque contase con el mismo y muy competitivo material. Un material que le permitía a Fisichella, como sucede ahora con Webber ahora, sumar de vez en cuando una pole, una vuelta rápido o una victoria… pero nunca con la continuidad lograda por sus respectivos ‘jefes de filas’… porque, con el mejor coche un buen piloto gana y un gran piloto domina y marca, definitivamente, la diferencia.

En todo caso, por evidente que todo esto último pueda resultar, a Vettel siguen siendo muchos los que le ‘echan en cara’ una supuesta incapacidad para brillar si no sale desde la primera fila de la parrilla, con aire limpio por delante. Como si no bastasen para demostrar su capacidad de luchar y ganar posiciones maniobras como su fantástico adelantamiento por el exterior al mismísimo Alonso en la curva grande de Monza, el año pasado, o su remontada desde la décima a la segunda posición de Spa este año, lograda además con un coche que adolecía de la crónica falta de velocidad punta del RedBull, lo que le impedía aprovechar la larga recta de Les Combes para superar ayudado por el DRS, teniendo que hacerlo, por fuera y por dentro, en sitios mucho más comprometidos como la frenada de la ‘parada del autobús’.

Nada comparable, en todo caso, al desafío que un garrafal error de su equipo le acabó planteando el pasado domingo en Abu Dabi, carrera que, gracias en muy buena parte a ello, acabó siendo todo lo contrario a la vista apenas una semana antes en la India. Tras completar una calificación en la que, por una vez, no logró esa perfección que, evidentemente, no es tan fácil de obtener siempre, y en la que acabó tercero, con ‘toque-susto’ incluido en la Q1, la falta de gasolina en el RedBull le obligó a parar antes de llegar a boxes y a sufrir el duro castigo que supone verse relegado al último puesto de la parrilla de salida. Una posición que, con buen criterio, su equipo cambió por la partida desde el pitlane para, de ese modo, poder elegir el compuesto duro de neumáticos y, sobre todo, ajustar los reglajes del coche para mejorar su velocidad punta, la más baja de todos en calificación y que, de mantenerla, le hubiese poco menos que condenado a sufrir el mismo destino que de Alonso hace dos años en su tan famosa como infructuosa persecución del ruso Vitaly Petrov.

Aun así, salir el último (o, finalmente, el penúltimo gracias a los problemas sufridos por De la Rosa con una manta térmica de su HRT) y acabar el segundo no está al alcance de cualquiera ni se consigue sólo por cuestión de suerte… la nueva excusa para seguir negándole a Vettel el reconocimiento que, sin duda, merece. Es obvio que en algunos momentos de su espectacular remontada del domingo el alemán tuvo fortuna, ni más ni menos que la que siempre tiene que tener cualquier piloto para lograr resultados que sobrepasan todas las expectativas, y más en carreras disputadas en circuitos urbanos, en las que siempre existe la posibilidad de incidentes y apariciones del coche de seguridad que acaban por incidir en el resultado. Pero un análisis algo más detallado demuestra que el primer ‘safety’ no sólo no benefició a Vettel sino que le perjudicó. Cuando salió el coche de seguridad Vettel ya era 13º, a 23.755 segundos del líder y en las dos vueltas anteriores su tiempo ya había sido mejor que todos los de delante (excepto Hamiltom, que iba a un ritmo imparable) pese al daño del alerón que había sufrido al tocarse con Bruno Senna cuando le rebasada en el giro inicial que, evidentemente, no influía en exceso en el rendimiento a la vista de sus cronos. Si paro para cambiarlo durante el periodo de neutralización fue debido a la ‘incomprensión’ con riciciardo que le acabó costando más daños en el ala al esquivar el Tororosso y llevarse por delante el cartel indicador de la zona de DRS. En esa parada imprevista, Vettel puso ya las blandas, lo que le acabó obligando a tener que parar otra vez más adelante, y cuando se reanudó la carrera se situó en el primer paso por meta el 17º a 23,075, así que apenas si ganó unas décimas pero, a cambio, perdió varios puestos que tuvo que volver a recuperar, con la consiguiente pérdida de tiempo que supone siempre cada adelantamiento, y tuvo además que hacer luego otra parada, perdiendo además unas cuantas vueltas para remontar en las que sus rivales habrían ido ya gastando las blandas mientras el podía haber seguido tirando con las duras y seguir recortando terreno como ya estaba haciendo pese a tener que ir pasando coches hasta de dos en dos en algunas ocasiones. Por no hablar de que, sin el primer safety, al ir con gomas duras desde la salida podía haber alargado mucho más su estancia en pista que todos los que le precedían, por lo que hubiese rodado con 'aire limpio' unos cuantos giros, cosa que de este modo no pudo hacer, y realizar luego sólo un cambio de gomas (igual que sus rivales). En cuanto al cambio del alerón, como bien se pudo ver, apenas si les costó cuatro segundos más que un cambio de ruedas normal, por lo que lo hubiese hecho en esa único parada en boxes perdiendo muy poco tiempo y ganando, a cambio, la ventaja que le hubiese supuesto mantener su estrategia inicial.

El que si le benefició, en cambio, fue el segundo coche de seguridad... pero realmente lo que le permitió fue, en cierto modo, compensar el perjuicio que le había causado el primero, ya que sin el primero no hubiese parado tan pronto a cambiar y habría hecho sólo una parada en vez de dos. En cuanto a los adelantamientos, evidentemente a los coches de la parte de atrás de la parrilla los pasó fácil, como haría cualquiera de los que llevan un coche de los tres/cuatro equipos de arriba, los Toro Rosso no le molestaron (lógico, son del mismo equipo y al fin y al cabo) y dos/tres posiciones no tuvo que recuperarlas por incidentes propios de la carrera. Eso es algo que ocurre en todas las remontadas de este estilo, en ninguna el que la protagoniza ha tenido que adelantar uno a uno a todos los que salían delante ya que siempre se produce algún abandono entre ellos. Ahí obviamente si hay un factor suerte, que siempre es necesario, pero de ahí a que sea la fortuna el único mérito de la remontada de Vettel hay un trecho muy grande. Por ello, sigo sin entender el afán en no reconocer su valía, como se ha venido haciendo todos estos años con cualquier rival a los que se ha enfrentado Alonso, cuando menospreciar al rival no hace sino disminuir el valor que tiene batirle. 

Además, por mucho que digan el locutores de A3 o el de TPA (el segundo cada vez con peores maneras, por cierto) ni el Ferrari es tan mal coche (de hecho, este fin de semana, una vez más, fue tan rápido o más que cualquiera en ritmo de carrera, y el más rápido en velocidad punta de todos los equipos de delante) ni el RedBull era en Abu Dabi el mejor coche. Es más, en este gran premio, los cronos de uno y otro equipo estuvieron siempre muy igualados, si Alonso calificó séptimo fue porque su Q3 fue mala, siendo el único piloto que no sólo no mejoró su crono en la Q3 sino que lo empeoró en sus dos intentos... y que no me digan eso de que 'ya había llegado al límite del coche en la Q2' porque aunque sólo sea porque cada vez hay más goma en pista y la temperatura iba bajando, si en la Q3 repites exactamente la misma vuelta de la Q2 ya bajas algo el tiempo. Qué Massa si mejorase y se quedase apenas a una décima de Alonso en la Q3 cuando luego en carrera prácticamente en ninguna vuelta rodó a menos de dos/tres décimas de los tiempos de su compañero creo que resulta suficientemente significativo... como ya ocurrió en la India por cierto, con Alonso siendo el que menos mejoró en Q3 (sólo 57 milésimas) y Massa quedándose a menos de una décima... para luego nunca acercarse a menos de 3 en prácticamente ninguna vuelta durante todo el gran premio. El problema que está teniendo Alonso en calificación es más suyo que del coche, en el sentido de que no está consiguiendo en la Q3 esa vuelta perfecta necesaria para calificar lo más arriba posible. Echarle toda la culpa a un coche con el que luego, en carrera, rueda a ritmo de vuelta rápida, es de una simpleza total.

Y es que la F1 es bastante más compleja de lo que los que la retransmiten se empeñan en contar, estropeando, de paso, la diversión de carreras como la del domingo, con actuaciones sobresalientes de Hamilton (que en Abu Dabi estaba ‘en otra liga’, rodando a un ritmo alucinante hasta que el Mclaren volvió a dejarle tirado por enésima vez este año), Raikkonen (ganador, por fin, en su temporada de retorno tras dos años en los rallyes, siendo el único capaz de rodar casi tan rápido como Hamilton y, al igual que el británico, dando toda una exhibición en cada ‘resalida’ tras el safety, cuando la temperatura de las gomas aun no es óptima y las ‘manos’ se notan más que nunca), Alonso (una vez más impecable e implacable, rodando al límite de principio a fin y aprovechando de nuevo cada mínima oportunidad que se le presenta para ganar posiciones y mantener su obstinada persecución de un tercer título que tiene difícil pero por el que va a pelear hasta el final) y Vettel (culminando su enorme remontada con un adelantamiento, por fuera, a Button, en el que tenía mucho que perder pero en el que ganó no sólo los tres puntos que separan un tercero de un cuarto sino otra porción más de ese respeto que algunos se empeñan en no tenerle). Una carrera llena de alternativas que concluyó, además, con cuatro campeones del mundo, pilotando monoplazas de cuatro equipos diferentes y dando el máximo en unas vueltas finales de esas que hacen afición, y que se tienen que disfrutar si te gusta la fórmula 1, independientemente del lugar de nacimiento de cada uno que, parece ser, es lo único que cuenta para determinados informadores, absurdamente empeñados sólo en ver méritos en todo lo que hace uno y deméritos en cualquier actuación de los demás. ¡Una auténtica lástima!