inicio archivo reportajes archivo comentarios contacto

26|09|2012 ¿Y SI ESTAMOS EN EL 77 EN VEZ DE EN EL 82?

El espectacular inicio de la temporada 2012 de Fórmula 1 nos recordó a muchos viejos aficionados aquella ‘loca’ campaña del 82, cuando también se sucedían los vencedores diferentes en cada carrera (¡hasta 11 pilotos llegaron a ganar un gran premio aquel año!). Sin embargo, a medida que avanza el actual campeonato, más parecido le voy encontrando, salvando las distancias propias de las diferentes épocas, no al de aquel impredecible 1982 sino al de 1977, cuando la regularidad de Niki Lauda y el Ferrari 312T3 acabaron dominando en un año en el que sus rivales eran, la mayoría de las veces, más rápidos, pero sufrían demasiados altibajos como para pretender, siquiera, poner en peligro el liderato del frío y calculador piloto austriaco.

Aquel año, el Lotus 78 de Andretti volaba en las curvas gracias a lo que entonces aun era un secreto, el efecto suelo generado por la forma en ala invertida de los pontones laterales de su monoplaza, que lo pegaba al asfalto como una lapa. Pero las victorias incontestables se alternaban con los abandonos, la mayoría de las veces debidos a la menor fiabilidad de los Cosworth especiales, con culatas de magnesio, con los que el equipo de Colin Chapman trataba de obtener ese plus de potencia que les separase del resto de fieles al V8 de Ford. Entre estos, el sorprendente Wolf de Jody Scheckter se iba desinflando a medida que avanzaba, el año tras iniciarlo con una victoria de cuento de hadas, ganando a la primera en Argentina, carrera de debut para la escudería del millonario canadiense, y el campeón del año anterior, James Hunt, tampoco lograba con el McLaren M26 esa necesaria consistencia que había sido clave en su victoria con el M23 y que le hubiese permitido intentar defender la corona si hubiese añadido algún que otro resultado más a las tres victorias obtenidas en la segunda mitad de temporada, que se vieron acompañadas por cinco abandonos. Una consistencia que hubiesen necesitado también, para haber sido siquiera una alternativa, el Ligier-Matra de Laffite, ganador en Suecia, o el Brabham-Alfa de Watson, rapidísimo en casi todas partes pero terminando muy pocas veces y no concretando nunca su potencial.

Consistencia, en cambio, en la que se basó desde el principio la estrategia de Lauda y Ferrari. El austriaco, tras perder ‘in extremis’ el título del 76, volviendo de forma milagrosa del horrible fuego del ‘infierno verde’ para acabar claudicando bajo la intensa lluvia de Fuji, iniciaba el 77 con un planteamiento claro, sumar, sumar y sumar. Por eso, sin que el binomio Lauda-Ferrari fuese, casi nunca, el conjunto más rápido, se produjo durante el verano lo que el ‘maestro’ Javier del Arco tituló como ‘la escalada de Niki Lauda, la computadora’ en una de aquellas crónicas que escribía para la entonces casi recién nacida ‘Automóvil’. Mientras se alternaban las victorias y los abandonos para Andretti, Hunt y compañía, Lauda sumaba y sumaba, segundo aquí, segundo allá, terminando hasta seis veces en el siguiente peldaño al del ganador. Si a ello añadimos un tercero y tres victorias, dos de ellas en la parte decisiva de aquel largo verano recorriendo los más clásicos circuitos europeos, el resultado fue un título asegurado incluso antes de acabar el año para el carismático austriaco.

En este 2012, el papel de ‘la computadora’ lo está llevando a la práctica, de modo perfecto, otro piloto de Ferrari, Fernando Alonso, que sigue sumando en cada carrera mientras sus rivales se empeñan en una, hasta ahora, estéril carrera de relevos, encabezada cada vez por uno… justo antes de ‘tropezar’ y dejar el paso libre a otro. Algo así volvió a ocurrir el pasado fin de semana bajo las luces de ese escenario de ‘ciencia ficción’, que me sigue pareciendo el circuito urbano de Marina Bay, en Singapur. Un entorno digno de la mítica ‘Blade Runner’, aunque sin aquella lluvia que no cesaba en la película y que, por fortuna, sigue sin caer cada vez que hay gran premio en la ciudad asiática, ya que la combinación de agua y luces artificiales es aun una incógnita que pocos esperan tener que resolver.

En ese escenario ‘de película’, todo indicaba que Lewis Hamilton iba a continuar una escalada al liderato de Alonso que, de no haber fallado el cambio de su McLaren, podía empezar a resultar imparable. Pero los ‘gremlins’ de la mecánica le jugaron una mala pasada a Lewis que, hasta ese momento, estaba ejerciendo un dominio tan impecable como implacable, logrando la pole position, el sábado, con amplio margen, y escapándose en cabeza, el domingo, sin que nada ni nadie pareciese en condiciones de poder hacerle sombra. Pero, como suelen decir mucho los ingleses, en esto de las carreras “para llegar primero, primero hay que llegar” así que de nada le valió a Hamilton la enésima demostración de su talento, la mecánica dijo basta y sus opciones al título vuelven a disminuir tras haber subido y bajado, de forma consecutiva, en las últimas carreras, en las que ha alternado las victorias de Hungría e Italia con los abandonos de Bélgica y Singapur.

El relevo en el difícil papel de ser el primer perseguidor a Alonso pasó entonces a manos de Vettel, que no desaprovechó la oportunidad y sumó, con solvencia, la que es sólo su segunda victoria del año. El Red Bull sigue sin ser el coche dominador de las dos últimas temporadas, papel al que este año sólo se acerca, por prestaciones pero no por fiabilidad, el McLaren, pero el alemán no se rinde y sigue en su empeño de sumar el tercer título consecutivo, agarrándose como un clavo ardiendo a esa remontada del 2010, mucho más difícil de culminar con éxito, al menos en teoría, que la que tiene ante si ahora mismo, con distancia similar en puntos respecto al líder, de nuevo Alonso y Ferrari, pero con el triple de oportunidades para enjuagarla. La importante diferencia respecto a entonces está, sobre todo, en que el Red Bull no cuenta con el margen que tenía entonces, por lo que remontar se complica si tienes que batir no sólo al Ferrari sino, también, a los McLaren o hasta los Lotus. Con uno de estos ahí sigue Raikkonen, todavía sin ganar pero, aun así, tercero en la tabla, por delante incluso de Hamilton y sus tres victorias. Kimi es otro que está haciendo de la consistencia su mejor arma, pero necesita urgentemente concretar en victorias el potencial del ‘exRenault’ si quiere rememorar, el también, la remontada de última hora que le dio el título en el 2007.

Por delante de todos ellos, Alonso sigue fiel a su plan, no fallar y aprovechar las oportunidades, maximizando el potencial de un Ferrari que, sin ser tan malo como nos lo quieren vender (nadie gana con un mal coche), también resulta evidente que está un escalón por debajo en competitividad en según que pistas, aunque lo está compensando con una combinación formada por el talento de su piloto y esa virtud que hoy día se da por descontada, la fiabilidad de la mecánica, pero que es, precisamente por eso, por haber en estos tiempos menos averías y abandonos que nunca, aun más importante. El F2012 es una auténtica ‘roca’, y eso, en manos de un Alonso que no deja escapar la menor oportunidad, es un arma temible para sus rivales. Porque en una F1 tan igualada como la actual, en la que las diferencias entre los mejores monoplazas se miden en unas pocas décimas por vuelta, que el coche no rompa, que el piloto le saque el máximo rendimiento y que el equipo no falle son tres pilares clave en los que asentar el éxito. Si además te puedes apoyar también en ‘la cuarta pata de la silla’, la siempre necesaria fortuna, el resultado es el claro liderato que ostentan Alonso y Ferrari cuando ya sólo restan seis carreras. Qué sean muchas o pocas para mantener esa renta dependerá, sobre todo, de que McLaren y Red Bull, Hamilton y Vettel, consigan poner en pie, a la vez y con continuidad, esas cuatro patas (coche fiable, piloto ganador, equipo acertado y una pizca de fortuna). Todavía están a tiempo de lograrlo… pero cada vez les queda menos y, mientras tanto, ahí sigue, imparable hasta el momento, la escalada de ‘la computadora Alonso’.