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06|06|2012 LA FÓRMULA 1 2012, TAN IMPREDECIBLE COMO APASIONANTE

Seis ganadores diferentes en los seis primeros grandes premios de la temporada. El arranque de la temporada 2012 de la fórmula ha batido un record de esos que parecían destinados a ser inamovibles, el de los cinco vencedores distintos en las cinco primeras pruebas del año 1983. Entonces, tal variedad fue posible gracias a varios factores. Por un lado, los excesos del efecto suelo se cortaban de raiz con el estreno de la reglamentación del fondo plano, lo que situaba a todos los equipos ante un nuevo y entonces desconocido desafío, tratar de recuperar, por otros medios, el apoyo aerodinámico procedente de la explosiva combinación formada por los pontones laterales en forma de ala invertida y las controvertidas faldillas. Además, tras unos años de lento y doloroso crecimiento, los motores turbo empezaban ya a ser más fiables aunque los históricos V8 Ford Cosworth todavía les podían poner en apuros en según que circuitos o condiciones. Todo ello, unido a un grupo de pilotos muy igualado y a unos monoplazas que no eran las máquinas casi 'a prueba de bomba' de hoy día, hizo de aquel arranque del 83 todo un festival de la variedad, con triunfos de Piquet y el Brabham BMW en Brasil, de Watson y el McLaren Cosworth en Long Beach, de Prost y el Renault Turbo en Francia, de Tambay y el Ferrari Turbo en Imola y de Rosberg y el Williams Ford en Mónaco. Finalmente, en la sexta cita del año, disputada en el trazado belga de Spa, Prost y Renault repitieron victoria y la segunda mitad de temporada ya fue, sobre todo, un mano a mano entre los turbos de la marca francesa y los Brabham BMW, una vez que ya se impuso, definitivamente, la superior potencia de los turbos a la agilidad de los atmosféricos.

Sin embargo, sin un cambio de reglamentación tan radical y con mucha más unformidad técnica en lo que se refiere a las características de los monoplazas, este inicio del 2012 está ofreciendo tanta o más variedad que entonces, gracias, sobre todo, a un factor que está siendo más determinante que nunca: los neumáticos. Idependientemente de que la prohibición de los difusores soplados haya permitido una mayor igualdad entre los diferentes equipos, las muy especiales características de las gomas Pirelli están siendo la auténtica clave para explicar porque nadie repite victoria y, lo que es más importante, nadie sabe realmente por qué es competitivo en una pista y no lo es en la siguiente... o, incluso, lo es el viernes pero no el sábado o el domingo. Cada monoplaza funciona o no con cada compuesto sólo en muy determinadas condiciones, bastando un leve cambio de temperatura para que todo el delicado equilibrio se vaya al traste y se pierdan esas décimas que separan al aspirante a la victoria del que a duras puede lograr algún punto. Por ello, las jerarquías cambian casi en cada sesión, nadie domina y, además, incluso los que se muestran más competitivos nunca se atreven a exprimir a fondo su potencial en carrera, ya que el temido desgaste de las gomas siempre está ahí, amenazando con dar al traste, en un par de vueltas, con el trabajo del fin de semana. Además, esa bendita incertidumbre, tiene un componente adicional de interés, darle más protagonismo a los pilotos, que tienen que ser capaces de gestionar ese desgaste y de sacar el máximo de cada mínima situación de ventaja que les pueda proporcional la caprichosa combinación neumáticos-climatología.

Gracias a ello, Alonso y un Ferrari todavía lejos de ser competitivo ganaron en Malasia, donde Sergio Pérez y Sauber fueron, contra todo pronóstico, el binomio más rápido. Un papel que pasó en Montmeló a otro tamdem tan o más inesperado: Maldonado y Williams, vencedores en el gran premio de España tras haber estado lejos de los mejores apenas unas semanas antes. Justo el camino inverso al seguido por Rosberg y Mercedes, claros dominadores en China pero que luego nunca han vuelto a mostrar ese nivel salvo con la 'pole que no fue' de Schumacher en Mónaco. Algo parecido a lo que les está ocurriendo a los McLaren, ganadores en Australia con Button y casi siempre en la pelea por la pole con Hamilton, el más rápido en lo que los italianos llaman 'il giro seco' pero que aun no sabe lo que es pisar lo más alto del podio este año. Un lugar en el que sólo ha repetido Red Bull, pero con una victoria para Webber y otra para Vettel, logradas ambas más a base de manos y buena estrategia que de esa superioridad técnica habitual estas últimas temporadas para los monoplazas diseñados por el genial Adrian Newey.

Como, además, a nadie habría extrañado que, a estas alturas del año, los ahora llamados Lotus ya hubiesen permitido a Raikkonen volver a ganar en su retorno a la F1 o, incluso, a Grosjean estrenar su palmarés, el resultado es una temporada apasionante, en la que hacer pronósticos más o menos fiables se convierte en poco menos que inútil. Algo que, personalmente, me encanta, ya que nos devuelve a esa impredecible F1 de finales de los 70 y principios de los 80 (¡11 vencedores ditintos hubo en el 82!), la que me enganchó por completo al 'gran circo' y en la que lo mismo ganaba hoy Jones con un Shadow que mañana Watson con un Penske o pasado Laffite con un Ligier. Una fórmula 1 más divertida, más humana y en la que todo estaba mucho menos controlado por la tecnología. Como evitar esto último ahora es imposible, la llegada de esos Pirelli 'imperfectos' como factor distorsionadpr del ferreo control ejercido por lo ordenadores me parece una magnífica noticia, por mucho que a los ingenieros de los equipos, o hasta al mismísimo Schumacher, les acaben sacando de quicio los caprichos de esas piezas redondas, de goma negra, que son el vínculo final entre cada sofisiticado monoplaza y el asfalto y la razón última, al menos en lo que va de año, de un arranque de temporada que pasará a la historia. Porque, además, probablemente esto no quede así, y quien sabe si en el siempre impredecible gran premio de Canadá tuviésemos al séptimo ganador distinto del año. Y es que, visto lo visto hasta ahora, a nadie le extrañaría lo más mínimo que este domingo subiese a lo mas alto del podio Hamilton, Raikkonen, Schumacher o hasta Sergio Pérez o Grosjean... ¡qué siga la fiesta!